Mundo Roto


A la mañana siguiente, una imitación de trompeta militar me despertó sobresaltándome, haciéndome cuestionar donde había amanecido, miré hacia la puerta notando que tenía un tamaño inusualmente más grande, adiviné los pies de Leo, subí mi mirada, por alguna razón lo estaba viendo en contrapicado, parado en la entrada moviendo la boca, algo decía, pero no comprendía sus palabras.

—Qué manera de despertarnos—se quejó una voz de sapo proveniente de Gus.

—Hay que admitir que fue una interpretación maravillosa—dije aun recapitulando, tratando de entender por qué todo se veía enorme, palpé la superficie donde estaba, era dura y fría, empecé a concluir que estaba en el piso.

—Mamá ya está apresurando, asi que nos quiere listos antes de las doce—sentencio Leo

—¡Me estoy meando! —gritó esta vez la voz de mi hermana—¡Quítate! —exigió con urgencia, sentí un fuerte pisotón de mi mano.

—¡Mariana! —aullé al sentir su pie en mis dedos, me senté de golpe sacudiendo mi mano.

—Luego te refrescas la cola, enano—dijo Leo divertido.

Ni siquiera pude pensar en una respuesta, entre el sueño y el entumecimiento de mis dedos. Vi las piernas de Gus pasar frente a mi a la par que me sacudía el cabello, finalmente la habitación quedo vacía dándome chance de acabar de reconectar inútilmente porque empecé a cabecear, sino hubiera sido porque mi celular vibro con brusquedad me hubiera vuelto a quedar dormido sentado en el piso.

Sacudí la mano empezando a recuperar la movilidad y me puse a gatas para alcanzarlo ya que estaba en la otra cama. Quede con las rodillas en el piso y el resto del cuerpo acostado en la cama.

Cuando la pantalla se ilumino lo que vi fue suficiente para que acabara de reaccionar, tenía casi quince llamadas perdidas de Braulio, ya ni de decir los mensajes. Parpade con rapidez asegurándome que no estuviera viendo doble, cuando enfoque mejor lo desbloqué y comencé a revisar los mensajes, Eran demasiados, pasaban de la preocupación al enojo y de regreso, lo entendía había desaparecido sin siquiera poder decirle el motivo, necesitaba hablarle por teléfono, pero ¿En qué momento? Ahora estaba solo quizás una llamada rápida... más tarde en pensarlo que en alguien entrar provocándome otro susto, ya habían sido demasiados en poco tiempo.

Me pedí el baño de abajo para poder encerrarme y mandarle, aunque sea un mensaje, sabía que tenía poco tiempo el otro lo estaban usando para bañarse, tarde o temprano alguien necesitaría ir.

Me senté en el escusado y releí los mensajes ya más despierto, el ultimo decía:

"Babe, dime que estas bien que si no te juro que tomo un avión de vuelta"

Eso había sido casi a medianoche, temí que hubiera cumplido.

"Brau, estoy bien, han pasado muchas cosas, perdóname por desaparecer tecle con rapidez."

No esperaba una respuesta rápida, pero la obtuve.

"¿Tanto como para no decirme si vives o mueres? "

Me cuestionó.

"Tuve una urgencia familiar, mi sobrino está en el hospital"

"¡Babe! Haberlo dicho antes ¿Necesitas algo? ¿Estas bien?"

Mis dedos teclearon un" Te necesito a ti", pero lo borre, presentía que si se lo mandaba en verdad era capaz de venir hasta acá.

"Hablar contigo me es suficiente" le dije añadiendo un corazón "quise mandarte mensaje antes, pero todo sucedió demasiado pronto"

"Comprendo, love. Aquí estoy para ti, si me dices que vaya contigo lo hago."

Me dijo lo que sospeché que era capaz de hacer, agradecí su tenacidad.

"Está bien, no te preocupes, disfruta tu familia, Dime ¿Cómo pasaste año nuevo?"

"Pero babe"

Se quejó

"Solo distráeme"

Pedí

Fue suficiente para que Braulio me contara de como paso el festejo, fue a algún lugar a esquiar con su familia y celebraron en una cabañita con chocolate caliente, sonaba tan gringo su festejo, pero me agradaba que hubiera tenido una buena noche.

"Sweetheart, espero que este año empiece y termine contigo. Claro que espero que sea juntos y no separados como ahora, te extraño demasiado"

Escribió una vez que acabo de contarme su año nuevo, mis manos me sudaron. Por mucho que me gustara Braulio y de lo convencido que estaba de arriesgarme con él, no podía visualizarlo a un año, había prometido vivir el presente y es lo que hacía, pero no podía decírselo rompería sus ilusiones asi que opte por seguir el curso de las cosas.

"Llévame a esquiar el próximo año <3"

Le dije por toda respuesta.

"Por supuesto babe, donde sea contigo."

Escuche alguien que tiraba la puerta del otro lado.

—¡Alan García Castro! Desaloja el área o no respondo —grito Mariana— ya bastante tenemos con Gustavo acuartelado en el de arriba, estoy a punto de explotar —exigió a la par que casi pateaba la puerta.

"Quizás no pueda mandarte mensajes después"

Escribí con rapidez.

"Ocúpate de tu familia, my love. Cuídate mucho, te quiero"

"Yo también te quiero"

Finalizada la conversación salí del baño antes de que tirara la puerta.

—¿Acaso algo te cayo mal? —cuestione con burla, ella me fulmino con la mirada y procedido a darme un pisotón en el pie.

—¡Quítate! —exclamo haciéndome una mala señal y encerrándose en el baño.

—Hija de tu...—no pude terminar porque mamá se asomó desde la cocina.

—Alan, ayúdame—pidió mirándome de forma retadora, como esperando que fuera capaz de soltar una majadería enfrente de ella.

Me dirigí hacia ella cojeando, deseando que se le acabara el papel a mi hermana.

Para el resto del día me propuse solo enfocarme en mi familia y no dejar que mi mente divagara. Al menos había logrado comunicarme con Braulio por lo que una parte de mi se sentí más tranquilo.

Tras otra tanda de gritos por parte de algún miembro de la familia logramos salir antes de la hora impuesta por mamá, llegamos al hospital donde Andrés ya esperaba en la sala de espera que estaba llena.

En cuanto estuvimos reunidos hubo un momento de celebración donde nuestros padres abrazaron al hijo que les faltó en la cena del día anterior, después Leo lo abrazo tronándole la espalda, Mariana se le colgó del cuello, Gus le dio un abrazo paternal mientras que cuando llego con Joaquín apenas y le acepto un apretón de manos, siendo él era bastante. Finalmente quede frente a mi hermano no sabiendo que hacer exactamente, para mi sorpresa me brindo una sonrisa y abrió sus brazos invitándome a ellos. Me quedé perplejo, pero accedí, aunque fue un abrazo corto fue cálido, como si el tiempo no hubiera pasado y todo lo malo jamás hubiera sucedido.

—¿Como sigue Iván? —quiso saber mamá después de pasar el momento cariñoso.

—Esta mejor, pero va a tener que quedarse unos días, no sé cuántos exactamente.

—Va a estar bien, hijo—intento tranquilizarlo papá.

—El mayor problema del ñeñe es que se va a aburrir—dijo Mariana—ese niño no se puede estar quieto.

—Eso es algo de familia—comentó Leo con una sonrisa.

—¿Que tal pasaron la noche? —preguntó Gus.

—Horrible—respondió Andrés—la noche de año nuevo es la peor de todas, vieras la cantidad de accidentes que suceden, las sirenas sonando todo el rato, frenones a lo lejos. Fue difícil mantener tranquilo al niño.

—¿Ahora esta dormido? ¿Podemos ir a verlo? —quiso saber Mariana viendo ansiosa hacia el elevador.

—El horario de visita es de doce a cinco, lo mejor es que vayan de a poco.

—Ve tu con Mari, Carmita—indico papa—Nosotros nos vamos con Andrés.

—No me quiero mover de aquí—protesto viendo la cantidad de gente que nos rodeaba.

—¿Vamos a tener la misma discusión cada vez que vengamos por ti? —dijo Leo con impaciencia.

—Necesitas cumplir con tus necesidades básicas, hijo.

—Y hacerle un bien a la humanidad, te urge un baño—exclamó Boo fingiendo espantar unas moscas imaginarias, todos nos reímos del comentario hasta Andrés nos secundó.

—Me he mantenido limpio—se defendió levantándose la camisa para olfatear.

—Necesitas algo más que loción y desodorante—dijo Gus, su intervención pareció convencerlo más de que en verdad necesitaba bañarse.

—Bueno encárguense de él, Mariana vamos con Iván —indicó mamá, nos despedimos de ellas y fueron hacia el elevador mientras salíamos del hospital.

Esos pocos minutos ahí me habían encrespado los nervios entre el bullicio de los familiares y el sonido de una ambulancia qué recién llegaba, me admiraba el hecho de que mi madre hubiera podido trabajar ahí durante tantos años y mi hermano siguiera ahí.

—¿Quién se va a quedar en la noche? —quiso saber papá mientras caminábamos hacia el coche.

—Yo me quedo—se apuntó de inmediato Leo.

—Mañana tienes que regresar al trabajo—le recordó Joaquín.

—¡Qué más da! —repuso restándole importancia.

—Es la primera junta del año, Cas—respondió —Puedo ir yo o alguno de ustedes—dijo mirándonos.

—Puedo quedarme otra noche, estoy acostumbrado al desvelo—intervino Andrés.

Por un momento se interrumpió la discusión del tema mientras subíamos al automóvil, una vez en camino prosiguieron.

—Dijimos que nos íbamos a turnar, déjate ayudar— repuso Gus desde el volante.

—¡Yo quiero estar con el ñeñe! —insistió Leo—le dije que encenderíamos luces de bengala en año nuevo.

—¡No puedes hacer eso en el hospital, Leonardo! —exclamo Andrés.

Continuaron su discusión sobre quien se quedaría.

—¿Suelen ser tan tercos los García? —me cuestión Joaquín por lo bajo.

—A veces—respondí con una sonrisa.

Tras un largo camino donde papá tuvo que intervenir acabaron llegando a la conclusión de que Gus se quedaría para las pulgas de Leo y Andrés, pero como fue la decisión del alto mando no les quedó de otra que conformarse.

Una vez en la casa le calentamos lo que quedó de la cena a Andrés que lo disfruto gustoso, una de nuestras partes favoritas de las festividades era la comida por lo que no comerla era como si nos hubiéramos saltado la fecha, al menos así lo sentí las veces que por una u otra razón falte a la mesa.

Estar con papá sin las mujeres del hogar me hizo recordar a la época de mi infancia cuando Marianita aun no llegaba a nuestras vidas, papá pese al trabajo era quien más pasaba tiempo con nosotros.

Nunca supe cómo le hacía, pero nos dedicaba al menos media hora a cada uno durante la semana para convivir de manera individual y si estaba en sus posibilidades nos ayudaba con algo de la tarea. Mamá tenía su manera de estar presente, nos revisaba lo que habíamos hecho en la semana si podía o durante el mes, dependiendo de sus turnos.

Esos momentos siempre los sentí como si fuera a presentar mi informe de actividades al general, pero nunca caí en cuenta que así era su forma de estar presente, muchos de mis compañeros quienes veían por ellos o eran sus hermanos mayores, sus abuelos o algún tío.

Una vez que terminó de comer Andrés, se quedó un rato a escuchar nuestra conversación que iba de recuerdos del pasado a molestarnos como era usual entre hermanos hasta que el pobre casi tenía que sostenerse los párpados para que no se le cerraran, Leo se lo tuvo que llevar casi a rastras a dormir porque aún quería quedarse en el chisme.

—Se siente vacía la casa sin su madre ni su hermana —observó papá.

—Como pudimos estar tantos años sin ella—pregunto Gus.

—¿Hablas de antes que naciera o cuando se fue allá a estudiar? —quise saber.

—Bueno antes de que naciera no sabíamos lo que era tenerla—respondió Gus con una sonrisa—aún recuerdo cuando nos dieron la noticia.

—¿Aun lo recuerdas, Tabo? —preguntó papá sonriendo.

—Una cosa así no se olvida tan fácilmente, pa.

—Fuimos a comer algo después de la escuela—recordé.

—¡Hamburguesas! —exclamó Leo desde las escaleras uniéndose a la conversación —Nos llevaron a comer hamburguesas, aunque ya había pasado el día del niño. —dicho eso llegó a la sala donde nos encontrábamos y se dejó caer a lado de Joaquín.

—Me pareció increíble que volveríamos a tener un bebé en casa—añadió Gus.

—La verdad que después de Andrés ya no quería otro hermano—dijo con toda sinceridad Leo.

—¡Oye! —reclamé

—Es la verdad, enano. Las noches de desvelo, las batidas de piso, los jalones de pelo, aunque hubiera sido aburrido solo crecer con este —respondió señalando a Gus —desde niño ha sido don prudencia. Andrés en su época más rebelde era divertido, pero quien accedió a mis aventuras fuiste tú, creo que con quien más me divertí fue contigo, enano.

—No sé si mis nachas opinen lo mismo.

Todos soltaron una carcajada, era cierto que con Leo viví muchas aventuras, jugamos al estilo de Indiana Jones y rápidos y furiosos. Fuimos el Santo vs Blue demon, pero eso llegó a ocasionar uno que otro incidente y la aparición temprana de las canas de nuestra madre.

—Y así se aventaron con otro más — pregunto Leo.

—No es que la hayamos planeado—se sinceró papá —se suponía que el último iba a ser Andrés.

—¿¡También fui sorpresa!? —exclamé.

—Bueno, si queríamos una familia grande. Tu madre creció sola y yo solo tenía un hermano, lo considerábamos ¡Pero no tan pronto! — dijo riendo—Andrés apenas y había cumplido el año.

—Hubiera sido aburrido ser tan pocos—admitió Gus.

—¡No se les vaya a ocurrir otra sorpresa! —exclamo Leo.

—¡Leonardo que cosas dices! —exclamo el mayor, riendo a la par que le lanzaba un cojín, me uní lanzándole otro que tenía a la mano, lo que derivó en que le hiciéramos bolita.

Después de un rato considerable, papá lo rescato y continuamos hablando de todo un poco hasta que recibimos la llamada de mamá, Andrés como si tuviera sensor se despertó apenas terminamos la llamada, listo y dispuesto para regresar al hospital.

Fuimos por ellas y a dejar a mi hermano que ya comía ansias, lamentablemente ya no alcanzamos a visitar a Iván hasta la noche que era el último horario de visita.

En el transcurso del día íbamos y regresábamos de la casa al hospital ya que para buena suerte no estaba demasiado lejos uno del otro, para la última visita fuimos papá, Leo y yo. Fue un alivio ver a mi sobrino, aunque no me gustaba que estuviera como el bien dijo, como celular.

—Estoy aburrido —se quejó el niño—aunque las enfermeras vienen a ver y platican conmigo.

—Es para que estes mejor—lo consoló papá pasando su mano sobre su cabecita.

—Te traje un rompecabezas ¿Te acuerdas ese de dinosaurio que quieras? —le dije sacando una caja de una bolsa de plástico.

—¡Lo trajiste! —exclamo emocionado, ese monigote colorido nos robó la atención del ñeñe por un momento, lo acompañamos ayudándolo a armarlo, el niño parecía feliz de jugar con alguien, una vez que lo consiguió quedo satisfecho.

—No dejen a mi papá—pidió murmurando como si pudiera oírnos.

—¿Ya te aburrió? —quiso saber Leo.

—Papá es divertido—lo defendió el pequeño—a su manera—añadió riendo—se ve muy cansado, se ve como esos ombis que vimos, tío.

—¿Dejaste al niño que vea zombis? —inquirí dirigiéndome a mi hermano.

—No había otra cosa decente que ver, moríamos de aburrimiento—se excusó alzándose de hombros.

—A él le atribuimos el trauma de Mari por los tiburones—dijo papá negando con desaprobación.

—Quiero que duerma—pidió Iván captando de nuevo nuestra atención—no me gusta verlo asi.

—No te preocupes, ñeñe. Si es necesario usare la persuasión—le aseguro Leo haciendo un movimiento con la mano que me figuro a como si estuviera sosteniendo un bate.

—¿La pesacion? —pregunto confundido el niño.

—Haremos lo necesario para cuidarlo, pequeño—respondió papá—tu solo dedícate a descansar y recuperarte.

—¿Se va a quedar alguien conmigo en la noche? —pregunto mirándonos con cierto temor.

—Tu tío Gus—respondí.

—¡Ah! ¡Mi patrino! —exclamo emocionado—él sabe a qué jugar.

Una enfermera se asomó para avisarnos que el tiempo de visita había acabado.

—Tenemos que irnos, ñeñe—eso hizo que se le aguadaran los ojos.

—Ya no quiero estar aquí, vito. —exclamo el niño.

—Pronto estaremos en la casa juntos, corazón. —le aseguro su abuelo palmeándole la cabecita.

El niño nos dio una sonrisa amplia a modo de despedida y salimos. El día finalizo parecido al anterior a excepción de la gran cena de medianoche, en cambio nos fuimos a dormir temprano, de nuevo nos quedamos en la misma habitación para asegurarnos que tanto Andrés y Leo durmieran.

El día siguiente no fue muy diferente, entre las carreras matutinas y las discusiones cotidianas, el resto del día transcurrió como el otro, con intercambio de visitas, yendo y viniendo.

Andrés comía ansias de quedarse por la noche, pero esta vez fue Joaquín dado que era el que menos tiempo había podido estar con el ñeñe por cuidar a Leo, por lo que todos regresamos a la casa, nos pareció extraño estar completos, pero sin Iván.

A la mañana siguiente parecía que no habría mayor cambio a los días pasados, nos preparábamos para ir por Joaquín y ver al niño, arriba se peleaban el baño, mamá y Gus se encargaban de lavar la ropa sucia que increíblemente se había multiplicado en pocos días mientras que yo comencé a doblar lo que ya estaba limpio cuando tocaron a la puerta.

Me levante a regañadientes ya que odiaba ser interrumpido en una tarea que se necesitaba concentración, me arrastre hacia la cochera rogando que no fueran los testigos de Jehová por que no estaba para recibir la palabra del señor. Me quede helado tras abrir el portón y encontrarme de frente con una señora mayor, muy pulcra y altiva

—Abuela —dije con un hilo de voz

—A mí también me da gusto verte, hijo —dijo en un tono irónico.

—Perdóname, no esperábamos que vinieras, no hablaste ¿Verdad? —pregunte queriéndome asegurar puesto que con todo lo de Iván pudimos haberla perdido.

—No, tuve que realizar unos asuntos por aquí y quise aprovechar para saludar a mi familia.

—Vaya que sorpresa —nunca supe como convivir con ella las pocas veces que lo había hecho.

—¿Me invitaras a pasar? —cuestiono.

De por si las visitas de mi abuela nunca eran positivas, menos en un momento como este, además aun no sabía de la existencia del niño pese a que ya habían pasado ya más de tres años.

—Claro, perdona —dije con el tono de voz más amable que pude, me hice a un lado dándole el paso, camino por el pasillo girando la cabeza y negando con la cabeza hasta llegar a la entrada, no dudaba que estaba observando cada cosa que podría estar incorrecta, era lógico que la casa estuviera patas para arriba, eso me recordó al cerro de ropa que había en la sala que indudablemente no pasaría desapercibido por su mirada juzgadora.

Una vez que estuvimos dentro me adelanté a ella para anunciar la fatídica noticia, pero no tuve tiempo ya que una tarabilla con su potente voz fue dando información desde el segundo piso.

—Andrés esta terco en querer quedarse con Iván por la noche—informo Mariana a grito pelado.

—La abuela vino de visita —grite antes de que dijeran algo más

De inmediato tres cabezas se asomaron desde las escaleras, mirando atónitos hacia abajo.

—¿Abuela? —dijo sorprendida Mariana siendo la única en poder pronunciar palabra.

—En persona ¿Van a venir a saludar?

Leo, Andrés y mi hermana bajaron con prisa aun sin poder creer quien estaba ahí.

—Disculpa el griterío—dijo de inmediato Andrés.

—SI, vaya forma de comunicarse—comentó mientras repartía un abrazo y un beso a cada uno de forma muy social.

—¿Alguien dijo abuela? —cuestiono mamá saliendo de la cocina su respuesta quedo evidente al toparse con su progenitora, Gus venia detrás de ella.

—Abuela—exclamo igual de asombrado que todos, se acercó a saludarla.

—Hola hijo. —dijo saludándola de la misma forma que a nosotros—Carmen —saludo secamente la señora a su hija.

—¿Qué haces aquí? —le cuestiono.

—Vaya manera de saludarme —dijo de manera seca —Tuve asuntos que resolver en el estado y quise aprovechar para pasar por año nuevo. —hizo una pausa esperando respuesta, pero al no obtenerla fue directo al punto—¿Se puede saber quién es el tal Iván? —cuestiono, nos miramos entre todos sin saber exactamente que decirle.

—Es el hijo de Andrés—soltó mi madre sin rodeos, nos quedamos boquiabiertos por su respuesta tan directa y llana.

—¿Su hijo? —exclamo llevándose la mano al pecho tambaleándose ligeramente, considere que había sido una reacción un tanto dramática. —Ya era hora—exclamo finalmente con una sonrisa—por fin alguno de mis nietos se casa y tienen descendencia—dijo orgullosa

Su hija soltó un hondo suspiro.

—No está casado—repuso.

Por un momento hizo un gesto afectado, pero torció la boca en una especie de sonrisa.

—Los jóvenes de ahora, siempre hacen las cosas al revés, ¡pero no importa! Podríamos aprovechar mi presencia y hacer una ceremonia pequeña.

—No va a ser posible.

Mi abuela la miro confundida y luego se llevó las manos a la boca.

—¡Esta recién aliviada! Oh que oportuno momento—mamá ya tenía una cara de fastidio ante sus suposiciones.

—Iván nació hace casi cuatro años atrás, Andrés es padre soltero, no sabemos nada de su madre ni siquiera el nombre. —soltó sin más.

La señora se tambaleo dejándose caer con dramatismo en el poco espacio que quedaba de sillón, se llevó la mano al pecho.

—Pero Carmen—dijo de manera afectada.

Andrés estaba detrás de mí, sentía como estaba cambiando su peso de un pie a otro con evidente nerviosismo.

—¿Cómo es posible que no sepan quien es la madre? Eso te lo creo de tu hija.

Mariana paro las cejas al salir en el tema de conversación.

—¿Pero de uno de tus hijos? —prosiguió—es inaudito. Tan buen futuro que tenía Andrés—se lamentó—ha arruinado su vida ¡Pudo haber entrado de una vez por todas a medicina! ¡Un niño sin madre! ¿Cómo va a ser capaz de criar a una criatura sin la figura materna! —empezó a soltar su veneno como solía a hacerlo, pero ya sin un intento de suavizarlo un poco. Nuestra madre parecía una olla a punto de explotar ante los aspavientos y las palabras fuera de lugar de su señora madre.

—Lo ha hecho perfectamente durante todos estos años, creo que lo ha hecho mejor de lo que yo lo hice con ellos. No voy a permitir que digas nada contra él—le espeto en un volumen alto para callarla.

Escuche como mis hermanos tragaban saliva y por inercia nos orillamos hacia la pared.

—A mi puedes decirme lo que quieras ¡Pero con mis hijos no te vas a meter!

—Huyamos—susurro Leo que ya había logrado llegar a la puerta, la abuela estaba atónita ante la reacción de su hija. Mire hacia Gustavo que asintió como diciendo que él se encargaba por lo que salimos rápido y en silencio a la calle, desde donde ya podíamos oír los gritos.

—Vaya problema gordo que se acaba de armar—exclamo Leo secándose el sudor—Pobre de Gus, no debimos abandonarlo.

—Él se sacrificó—dije jalando aire.

—Es mi culpa—se lamentó Andrés—sabía que esto pasaría tarde o temprano.

—¿Por qué no le dijimos antes a la doña? Pudo haberle dicho que ahí quedo en el parto —dijo Mariana.

—Aunque mamá quiera mucho a mi hijo, creo que se avergüenza de lo que hice—se siguió lamentando

—No seas tonto—le reprendió Leo—si mamá no le dijo no fue por vergüenza, sino porque ni ella había acabado de procesar lo que sucedió, Iván llego de una manera muy abrupta a la familia, nunca se esperó que sucediera algo asi.

Sus palabras hicieron que Andrés se dejara caer en la banqueta, Leo de inmediato se puso en cuclillas y le paso el brazo por los hombros.

—Pero ¿sabes que Andi? El hecho de que mamá la haya enfrentado asi es porque ya acepto esto, y está orgullosa del padre que has sido para el ñeñe.

—¡Nunca creí que mamá reaccionara asi! —exclamo Mariana también sentándose a un lado de él.

Andrés acepto las palabras, aunque parecía costarle creerlo, yo no pude decir nada, pero palme su hombro en señal de apoyo, durante la estancia de Boo cerca de la abuela según nos contó nuestra madre le pidió encarecidamente que no le dijera nada del niño por cómo se habían dado las cosas, cuando pudo enterarse fue durante la graduación de mi hermana, pero no pudo asistir por lo que mamá siguió pensando que podría omitirlo, era evidente el porqué.

—Fue por tu propio bien—solté de repente, llegando a la conclusión de mis pensamientos, Andrés alzo la mirada con los ojos entrecerrados intentando descifrar lo que quería decir—ya vez como se puso la abuela, se te fue a la yugular, mamá quería evitar exponerte.

Mi hermano sonrió y asintió agradeciendo mis palabras que parecían haberle dado algo de paz.

—Creo que papá ya intervino—anuncio Boo levantándose, acercándose al portón—ya no se escucha nada.

Con cuidado nos acercamos a la casa, en efecto el silencio había vuelto a reinar dentro, desde la puerta pudimos ver a nuestra abuela sentada en la sala tomando un vaso de agua mientras se abanicaba con un folleto, mamá seguía parada aun lado de ella con los labios fruncidos mientras que papá estaba junto a ella intentando hacer tema de conversación acerca del clima. Gustavo tenía peor gesto que la abuela y nuestra madre juntas.

—¡Ay niños! —exclamo al vernos parados en la entrada—terminen de alistarse, vamos a llevar a su abuela a que conozca a Iván—anuncio papá

Intercambiamos miradas extrañadas, pero no dijimos nada simplemente asentimos y subimos a prepararnos. Al momento del traslado tuvimos que dividirnos ya que no cabíamos en el carro, mis hermanos fueron listos se fueron en un taxi mientras que a mí me asignaron ser el piloto de los mayores, esa fue la peor traición que pudieron cometer.

El camino al hospital fue incomodo y extremadamente silencioso, lo que no ayudo a mis nervios dado que me había tocado manejar, con las manos tiesas y los nudillos blancos por fin llegamos a nuestro destino.

Nos dirigimos a la sala de espera donde Joaquín ya nos esperaba, quedo asombrado al ver con quien veníamos. Los demás llegaron casi al mismo tiempo que nosotros, Leo casi nos tumbó para acercársele de inmediato, mascullaron entre ellos, la abuela lo miro de manera fija.

—Buenas tardes, señora—saludo de inmediato extendiéndole la mano

—Aún son días—estrechándola con reserva—¿Por qué esta aquí? —cuestiono mirándonos de forma inquisidora.

—Porque Joaquín es de la familia, y nos ofrece su apoyo cuando es necesario—respondió mamá.

—¿De qué forma es de la familia?

Leo muy valiente se escondió tras Pato.

—¿Quieres conocer a tu bisnieto? —le cuestión mamá antes de que siguiera, preguntando, mi abuela miro con cierto desdén a Joaquín antes de asentir.

Mamá, Andrés y ella fueron hacia el elevador para ir con Iván.

—Le haría un bien al mundo cuando descanse en paz—dijo Leo recuperando el valor.

—Hijo no digas eso— le reprendió papá que, aunque mantenía una aparente calma podía notar en su mirada que echaba chispas.

Esta vez no todos regresamos a la casa, papá se quiso quedar, parecía necesitar un momento a solas por lo que nos regresamos sin él a ordenar la casa para evitar más conflictos.

Cerca de la ultima hora de visita de la mañana fuimos de vuelta a por ellos,

—¿Aun no bajan? —quise saber

—Ahí vienen—anuncio Mariana señalando hacia el elevador.

Venían en completo silencio, mamá parecía estar en un extraño estado entre estar tensa y la tranquilidad, Andrés se notaba nervioso casi cayendo en la angustia, por parte de mi abuela tenía la boca aún más fruncida de lo usual, cuando estuvieron frente a nosotros ni siquiera miro a Leo o Joaquín.

—Es un niño preciso—reconoció—es tan parecido a cuando era bebe—comentó mirando a Andrés

—En efecto, es como un mini Andresito—comentó Leo, mi abuela lo miró desdeñosa.

—Quiero comprarle unas cosas ¿Quién me lleva? —Nadie parecía dispuesto a acompañarla. —Gustavo, Mariana, vamos —ordenó ante el silencio, aunque nos miraron suplicantes no pudimos hacer nada por ellos.

—Ali—susurro implorando mi hermana, renuente a seguirles.

—Karma—respondí sacándole la lengua, ya me había hecho muchas ese pequeño demonio.

Su respuesta fue la misma que obtenía cuando le provocaba un descontento, un fuerte pisotón en el mismo pie que el día anterior, me mordí la lengua para no soltar un improperio, sonrió satisfecha y corrió hacia la abuela que ya la estaba esperando.

Andrés también se despidió de nosotros para quedarse con Iván.

Los que quedamos nos tuvimos que regresar en Uber ya que se llevaron el carro, llegando a la casa y en ausencia de la abuela descansamos, nuestros padres subieron a hablar en la habitación dejándonos solos.

—¿Me voy a quedar hoy? —quiso saber Leo.

—Cas, tienes que ir trabajar, lo más despierto posible—añadió al ver que iba a protestar.

—No es justo—se quejó cruzándose de brazos como un chiquillo, sentí que debía dejarlos solos para hablar por lo que me excusé y subí a recostarme.

Podía escuchar como cuchicheaban en la habitación contigua pero no me dieron ganas de incorporarme, el sueño poco a poco se apodero de mí, pero no me duro mucho porque al poco rato me despertó la voz profunda de nuestra abuela y los pasos apresurados de mis padres bajando las escaleras.

Me estire y me senté un momento mirando a mi alrededor, es cuando asimile que tenía libertad de hablarle con rapidez a Braulio, aproveché el momento.

—¡My love ! —exclamó con emoción—no pensé que escucharía tu voz pronto.

—Tuve un momento que quise aprovechar ¿Estas bien?

—Mejor ahora que te escucho, babe—respondió con dulzura.

Platicamos un rato de todo y nada, era liberador olvidarme un momento de todo lo que sucedía, lamentablemente nos tuvimos que despedir ya que saldría con su familia, justo estaba por colgar cuando mi hermana interrumpió abriendo la puerta de golpe anunciando su regreso, sabía que había escuchado la conversación porque me sonreía de una forma curiosa, lo más que pudo haber escuchado era un te quiero.

—Podrías tocar—me queje.

—Luego dices que tiro las puertas—repuso—Eres tan dulce cuando te lo propones—añadió con una sonrisita burlona.

—Cállate, Boo—exclame a la vez que le lanzaba una almohada que esquivo con agilidad—¿Cómo te fue con la abuela?

—No fue tan terrible como creí ¡Pero pudiste rescatarme! —exclamo sentándose en la cama.

—Me abandonaron en el . Además, me debías dos pisotones—añadí.

—¡Te los merecías!

—¿¡Qué justificación tienes para el de la mañana!? —cuestioné.

Una sonrisita apareció en su rostro.

—Ah ese. ¿Para que te quedas en el piso? —repuso alzándose de hombros, estaba por replicar cuando la voz papá nos llamó desde la planta baja—Deveras, venía a decirte que ya vamos a ir por Andrés, y a hacerle la última visita la ñeñe.

—¿Esta lista? —pregunte incorporándome de la cama, estirándome.

—¿Para pasar una tétrica noche en un hospital? Si claro, llevo la santa biblia y el rosario—me reí.

—No sabía que eras tan creyente.

—El ñeñe me ha enseñado, sabe demasiado para estar tan pequeño—dijo con los ojos abiertos realmente asombrada.

—Tiene entre tres y cincuenta ¿Verdad?

—¡Exacto! —confirmo.

Ambos nos levantamos de la cama y seguimos hablando sobre Iván mientras bajábamos las escaleras, el ambiente en la planta baja era tenso, apenas aparecimos todos se movilizaron hacia la calle, pude notar la ausencia de Leo y Joaquín lo cual me extraño un poco, pero teniendo en cuenta que lo último que supe es que estaban teniendo un desacuerdo seguramente fueron a arreglarlo en privado.

Pase a ver a mi sobrino junto con mi abuela y mi padre, parecía que él era el único que podía amarrarle la lengua porque no hizo ningún comentario, al contrario, toda su atención estuvo con el niño, Iván lograba sacarle un lado más amoroso y amable, no recordaba que hubiera sido asi con nosotros durante nuestra infancia, tenía fe que Iván le hiciera bajar los humos. Le vendría bien algo de paz a mamá.

Cuando llegó la hora del fin de la visita nos despedimos con un abrazo y una promesa de volver al día siguiente. Iván cada vez parecía más fastidiado, pero no por eso no nos brindó una última sonrisa, en verdad esperaba que esto por fin acabara, era demasiado cansado tanto física como mentalmente para todos, incluyendo mi sobrino.

A través de este tiempo que llevo publicando, no se cuantas veces he dicho ¡He vuelto! Realmente ha sido una historia que ha transitado por una serie de muchos eventos, entre la salud, la universidad y la falta de inspiración no más no se deja. 

Pero, quiero que sepas querido lector que estoy comprometida a llegar hasta al final, así pasen 10 años (espero estar exagerando 😂) 

Te agradezco si sigues aquí, si aun mantienes la esperanza que regrese.  ❤️

No puedo prometer que publicare cada semana sin falta, ni que no desaparecere de nuevo. ¡Estoy por acabar la uni! Pero, eso implica que me absorba por completo, lo unico que puedo prometer es que regresare, una y otra vez hasta que concluyamos esta bonita historia.

De nuevo te agradezco tu apoyo, es mi motivación a intentar continuar una y otra vez 🌟

¡Hasta la próxima, querido lector! 

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