En cuerpo y alma
Finalizando las vacaciones decembrinas, mi hermana tuvo que regresar por lo que nos reunimos a comer todos juntos antes de que partiera, y al día siguiente despedirla.
Nuevamente Leo y Joaquín fueron los encargados de irla a dejar ya que ahora Iván no se le despegaba a Andrés.
Ya estaban sus cosas en el carro, asi que volvió una vez más a despedirse de todos repartiendo besos y abrazos, yo fui el ultimo, después de separarnos la acompañé al coche, nos recargamos en el cofre mientras esperábamos a que salieran quienes la llevarían.
—¿Estás bien? —le pregunté ya que podía notar que no estaba tan enérgica como solía ser.
—Estoy triste, lo más difícil de venir es irme—respondió, me acerqué a ella y la rodeé con mi brazo.
—Eso lo sé, pero creo que tienes algo más—repuse estrechándola.
—¿Me pasé? —cuestionó, no entendí a que se refería.
—¿En qué?
—En lo que hice por ustedes—me asombró su arrepentimiento—papá habló conmigo—explico, con eso fue suficiente para comprender, muchas veces él era nuestra brújula moral, quien nos hacía notar cuando no hacíamos algo bien o podíamos mejorar.
—Bueno quizás—admití, eso hizo que agachara más la cabeza—pero entendemos que lo hiciste porque nos quieres, sin embargo, ten cuidado con otras personas ajenas a tu familia, Boo. Podrían tomarse a mal que hagas las cosas sin su consentimiento.
—¿Ya desinstalaste la app? Creo que deberías hacerlo, puro puerco acosador hay—su comentario hizo que soltará una carcajada.
—En efecto, parece que solo buscan una sola cosa, pero...—hice una pausa para agregar suspenso.
—¿Qué? —preguntó con cierta emoción, parecía que iba recobrando su ánimo habitual.
—Tengo una cita el próximo viernes—mi hermana se alejó y me miro con los ojos abiertos.
—¿Cita...?
—Normal, tranquila. No pudiera quedar para otra cosa con un desconocido—aclaré.
—Ah—exclamó con alivio—¿Cómo se llama?
—Oscar, quedamos de vernos en un restaurante.
—Ay pues ojalá algo bueno salga de eso, si no, dile que tu hermana está aprendiendo jiujitsu. —me dijo haciendo unos movimientos de golpe con las manos.
—¿En serio? —cuestioné asombrado
—Bueno, es mi propósito de año nuevo—respondió sonriente.
En ese momento, al fin salieron Leo y Pato.
—¿No los notas más felices? —comentó mi hermana, observándolos.
—Supongo que les ha hecho bien asentarse.
—Sobre todo a Leo, por fin tiene claro que hacer de su vida.
—¿Ves que no estuvo mal lo que hiciste? —observé de manera afectuosa— sólo debes encontrar un modo menos inquisitivo.
—Lo tendré en cuenta.
—¿Lista? —preguntó mi hermano que ya estaba frente a nosotros.
—Si, vámonos para que no les agarre la noche.
—Mariana—llamo Andrés saliendo de la casa con una mochila morada—¿No olvidas algo? —se la señaló.
—¡Madre de Dios! —expresó riendo—La más importante casi la olvido—se acercó dando brincos para tomarla.
—Cuida tu cabeza—le aconsejó—¿Si van a ir a donde dijeron? —preguntó dirigiéndose a los otros dos.
—No necesitarás el auto —respondió Leo sonriente.
—En efecto, vayan con cuidado.
—¿A dónde van? —preguntó curiosa nuestra hermana.
—Vamos a darnos una escapadita.
—Así es, vamos a ir a Tepoztlán—añadió Pato, recargándose en Leo.
—¡Llévenme! —suplicó Mariana.
—Tú te vas muy juisiocita a la escuela—intervino Andrés—Vamos a ver una película con Iván ¿Te unes? —me invitó.
—Si, claro no más que se vayan.
—Entonces, te esperamos. Mariana, ten buen viaje, concéntrate en la escuela—se despidió Andrés dándole un beso y un abrazo, luego se dio la vuelta y regresó a la casa.
—Bueno pues ya vamos pequeña, que su abuela nos espera a las 5—les recordó Pato comenzando a subirse al auto del lado del copiloto
—Que cruz tenerla de familia—se quejó Leo mientras daba la vuelta para también subir, Mariana no se movió solo se quedó contemplándome.
—Ya sube Boo—le dije de manera cariñosa abriéndole la puerta.
—He notado que ya no discutes con Andrés—comentó aun inmóvil.
—Las cosas entre nosotros han mejorado bastante,
—¡Otra cosa que no me cuentas! —se quejó haciendo un puchero, le pellizque con cariño su nariz.
—Aún no lo asimilo del todo, pero tranquila que te pondré al tanto.
Siguió con su cara enfurruñada pero finalmente se acercó y me beso la mejilla.
—Al menos me voy con la tranquilidad de que están en paz.
—Así es niña, ahora sube.
Los de adentro comenzaban a apresurarla.
—Suerte con el chico.
—Cuídate—le di un abrazo largo, costándome un poco soltarla y después le di un beso en la frente, una vez hecho esto por fin se subió y partieron, me quedé contemplando un momento hasta que doblaron en la esquina desapareciendo de mi vista,
Las actividades del día a día retomaron su curso natural, Andrés dejaba en una guardería a Iván, prácticamente se encargaba de todo respecto a él, ya que nosotros se nos complicaba por el trabajo, conforme más se acercaba mi cita más nervioso me sentía.
Era la primera vez que salía con un completo desconocido, lo único que sabia era lo que habíamos hablado por mensaje. La única forma en que yo conocía a personas era en fiestas, y rara vez llegué a tener citas de este estilo con ellas, generalmente íbamos a otras fiestas o a lugares mas privados, por lo que me sentía inexperto y eso me ponía demasiado ansioso.
El día de la cita finalmente llego, después del trabajo empecé a arreglarme para estar a tiempo, quizás me pase de puntal ya que llegué casi 20 minutos antes pero me daba tiempo de tranquilizarme, pedí un vaso con agua y esperé, mientras platicaba por mensajes con Mariana, quien estaba al pendiente. Suponía que en parte le preocupaba que corriera algún tipo de riesgo, lo cual era una probabilidad conociendo a las personas de esa manera.
Justo pasados los 5 minutos de la hora, apareció el que al parecer era mi cita se quedó parado donde estaba mirándome, por alguna razón tenía un gesto confundido.
—¿Tan diferente me veo de las fotos? —cuestioné un poco incómodo.
Él sonrió, por alguna razón los nervios que había sentido se empezaron a evaporar
—No, bueno más bien, no sé—esa respuesta me extrañó.
—¿No sabes? —si hasta me había halagado mi sonrisa, como no sabría si hay o no diferencia con la realidad, el chico se sentó y siguió observándome, parecía que estaba tratando de darme una explicación.
—Mira te voy a ser bien sincero, no era conmigo con quien hablaste —Lo miré con la misma cara de confusión que la suya.
—¿Era tu gemelo malvado? —Eso hizo que se riera.
—Bueno, se podría decir que si —Era la respuesta que menos esperaba
—¿Si tienes un gemelo? —Pregunté ya bastante confundido, él se rio más
—No es propiamente mi gemela, pero siempre le he dicho así—Siguió riéndose ante mi confusión— he pasado por una mala racha y estaba muy mal y mi prima decidió que sería bueno que saliera con personas debo aclarar que yo no estaba al corriente de eso, hoy sólo me mando a una cita con quien sabe quién. Te seré honesto, no esperaba que fueras un chico, digo no tengo ningún problema, pero no tienes cara de ser alguien por quien me vuelva gay—me sorprendió que fuera tan directo, quizás me hubiera molestado el engaño, pero yo también fui víctima de una persona que pensó que me iría bien intentándolo en una app de citas, al menos mi hermana fue más decente.
—O sea todo este tiempo he estado hablando con tu prima
—Si, pero no te preocupes sea lo que te haya dicho es verdad, ella es como una extensión de mi
—Vaya—acabé riéndome, nunca creí que mi primera experiencia conociendo a alguien de manera virtual acabaría así —bueno ya estamos aquí ¿quieres pedir o prefieres irte? —pregunté.
—Digo no me comprometo a nada si me quedo ¿verdad?, ya que fui obligado a bañarme
—Si me caes bien podrías quedarte comprometido a invitarme una cerveza
—Es algo que si puedo cumplir—dijo riendo.
Oscar resultó ser una persona con la cual acabas riéndote por una u otra cosa, tenía una extraña forma de hablar y en menos tiempo de lo que pensé pude corroborar lo que me dijo su prima, era fan de las películas infantiles, siempre estaba parafraseando alguna, creo que en cierta forma tenía mucha similitud conmigo conforme más pasaba la cena más me daba cuenta que era simpático y me caía bien pero simplemente no había atracción
—Y ¿quieres contarme tu triste historia? —quise saber deteniendo un poco su larga conversación sin ninguna linealidad, me sorprendía que no podía sentir diferencia entre con quien hablé y él, en efecto parecía que su prima era el mismo.
—¿De qué hablas? —preguntó confundido.
—No sé, siento que cuando alguien interviene en nuestras vidas es porque ya estamos en la perdición.
Oscar me miró un momento y luego sonrió.
—A veces solo es que nos falta un poquito de valor y nos dan un empujón.
—¿Ese es tu caso? —soltó una carcajada.
—Creo que la intervención de Pamela fue más un acto desesperado. Tardé dos años más de lo que debí en titularme, no encuentro trabajo por falta de experiencia, mi padre me quiere obligar a trabajar con mi tío, mi madre me quiere convertir en sacerdote y mi prima en casarme. —contó de manera resumida— Demonios que ni yo sé que quiero desde que acabé la universidad ninguno me ha dado tregua. —finalizó bufando
—¿Sacerdote? —de todo lo que me dijo fue lo que más me llamo la atención.
—Mi madre tiene la idea de que si no funcionas em la vida Diosito es el camino digo no es que no concuerde con la idea, pero hay muchos caminos del Señor y dudo que el mío sea ese
—Suena un tanto caótica tu vida—comenté riendo.
—Si bueno, pero eso no quiere decir que me este quieto—aclaró—me vine aquí con mi abuela a intentar encontrar mi camino —le creía, no podía imaginarme que fuera del tipo de persona que se estuviera quieta, no dudaba que ya hubiera pasado por diferentes tipos de trabajos—además tengo otra boca que alimentar—añadió.
—Claro, Ikki—recordé, su prima me había mencionado al gran perro que Oscar tenia de mascota—de los Caballeros del Zodiaco.
—¡Si! ¿Los viste? —pregunto emocionado.
—¡Por supuesto! —respondió con el mismo ánimo.
—Ah que bonito tener cosas en común, en fin, Ikki es mi mejor amigo, casi lo tengo que dejar cuando me vine para acá, pero jamás me he alejado de él, no pude abandonarlo, aunque fue un show traérmelo no me arrepiento.
—¿De dónde vienes?
—¿Eso no te dijo Pam? Soy del bonito y cálido estado de Chiapas, cuando gustes un cambio de aires estás invitado.
—Creo que me convienes de amigo—Oscar de nuevo se carcajeo.
—Salud por eso, hermano—alzó su cerveza, lo imité y chocamos la botella. —Bueno ya sabes mi triste historia ¿Qué hay de ti?
—Mi hermana fue la que me metió en esa aplicación —expliqué —digamos que no me ha ido precisamente bien en mis relaciones.
—Puedes contarme estamos en confianza —me sonrió invitándome a hablar.
Por su forma de ser me hacía sentir cómodo de contarle mis tragedias a grandes rasgos.
—Y bueno, Mariana considero que ya era momento de volver a mis andadas—finalicé mientras me pedía otra cerveza.
—Vaya vaya, sabes ganarías bien si vendieras tus historias a la Rosa de Guadalupe.
Solté una carcajada ante su comentario.
—Debería considerarlo.
Empezamos a reírnos de nuestras tragedias.
—Me has caído bien Alan y sabes que por la molestia que te pudo causar mi prima te invito una chela en otra ocasión. En un lugar menos formal.
—Bueno, eso me parece bien, aunque debo admitir que no me molesto hablar con ella.
—Eso no la salva eh—me advirtió con una sonrisa—Cuando la vea no va a llegar a los 30.
Intercambiamos nuestro número personal y dimos por terminada la reunión, salimos del establecimiento y cada uno tomo su propio camino, apenas me alejé de él, le marqué a Mariana, quien se carcajeo con la situación.
—No puedo creer que exista otra mente brillante como la mía—comentó.
—Locos abundan.
—¿Y entonces nada de nada?
—No, es buena persona—admití—pero de eso a algo más, no.
—Lástima—expresó mi hermana—¿Volverás a intentarlo? —quiso saber poniéndose un poco más seria.
—Creo que con esta experiencia tuve.
—Mmm Bueno, solo no te cierres Ali.
—No te preocupes, Boo—la tranquilicé—empiezo a estar dispuesto a abrir mi vida a quien venga.
—Esa actitud me gusta—me imaginé que sonreía con cierta calma—debo dejarte las tareas llegan al piso, pero de la señora del 5—me reí y la alenté a que continuará estudiando.
El resto de mi recorrido a casa trate de comprender que había sucedido en las últimas horas, dudaba que fuera común que pasara algo como esto.
Aunque habíamos quedado de hacer otro plan no creía que fuera a contactarme, yo no quise hacerlo para no molestarlo, pensé que de ahí no pasaría, sin embargo, casi al día siguiente me mando un audio de al menos 2 minutos, aunque la informacion necesaria apenas y llegaba a 30 segundos, pese a eso no me desesperó.
Resultó que le gustaba ver los partidos de futbol, algo que a veces llegaba a hacer con mi familia, por lo que me invitaba a ver el próximo en un bar, accedí, de cierta manera me sentía identificado con él, además me hacía falta salir con otras personas además de mis hermanos.
Es así como comenzó nuestra amistad, con unas cuantas cervezas y mucha palabrería poco a poco se fue volviendo cada vez más cercano a mí, al punto de considerarlo mi mejor amigo.
Realmente nuca cree un vínculo con nadie, se me facilitaba hablar con las personas, siempre acaba relacionándome con medio mundo a donde fuera, como decía mi papá era ajonjolí de todos los moles, pero nunca me sentí cercano a alguien, solo eran amistades superficiales, era la primera vez que me sentía con tanta confianza con otro ser humano aparte de mi familia.
Parecía que al fin estaba bien en casi todas las áreas de mi vida, quizás faltaba la afectiva, pero eso lo consideraba un extra que aún no era su tiempo, estar bien con mi familia, mantenerme en un buen trabajo que me agradaba y tener a Oscar me era suficiente.
Con una sorpréndete rapidez llegó el mes de abril y con ello el primer cumpleaños de Iván, además su bautizo. Mi padre nos bautizó a todos, él era el creyente, mamá no tanto, pero respetaba sus creencias por lo que no iba a dejar que el niño siguiera creciendo así.
Gustavo se encargó de lo religioso, yo de preparar la comida y la casa, aunque solo seríamos nosotros quería que quedara un bonito recuerdo, fue en ese momento en que finalmente conocí a la tan mencionada Pamela.
—Si quieres le digo a mi prima que tomé las fotos—me sugirió Oscar en una de nuestras reuniones, pocas semanas antes del ansiado día.
—¿Existe? —cuestioné haciendo que me mirara confundido.
—¿Te vas a poner existencialista?
—¿Qué? —pregunté esta vez siendo yo el confundido.
—Mira si me preguntas si existe Dios, considero que sí. Al menos esa creencia siempre he tenido, y mira que mi abuela ha pasado por todas las enfermedades que te hacen estirar la pata y ahí sigue tan campante, creo que tiene más salud que...
—Oscar, no hablaba de eso—interrumpí su perorata
—Aaaaa ¿Entonces de quien dudas de su existencia?
—De Pamela. —soltó una carcajada.
—¿Por qué lo dudas?
—No sé, comienzo a pensar que es un invento del gobierno— de nuevo se carcajeo.
—Existe, solo que es una alma libre e inquieta, debería seguirle los pasos—comentó al aire quedándose pensativo.
—Entonces ella puede venir—dije regresándolo a la realidad.
—Aja, por mi viene hasta la luna—respondió con confianza, al parecer ella no tenía la misma opinión.
Fui testigo de una larga conversación entre ellos donde a Oscar acabo suplicándole hasta que logro convencerla.
—No tenías que rogarle.
—Tranqui, hermano, solo se hace la difícil. Una fotógrafa te prometí y eso cumplí—exclamó guiñándome el ojo.
Un punto que aún faltaba aclarar era quien sería el padrino, porque aunque me lo pidió Andrés, no me sentía en la capacidad, no creía que fuera como un mero trámite como lo fue el registro, nuestro padrino fue mi tío mismo que por las diferencias con papá brilló siempre por su ausencia, lo más que llegó a hacer por nosotros fue celebrarnos nuestro cumpleaños número 25 , al menos a mis hermanos, por lo que quería que quien fuera a serlo realmente pudiera cumplir sus funciones que le correspondían mismas que yo carecía, además moralmente me causaba cierto conflicto.
—Agradezco que me consideres—le dije a mi hermano cuando me lo pidió—pero no me tienes que poner en todo lo que involucre al niño solo por los problemas que hemos tenido, creo que ya quedaron claras las cosas y no tengo porque guardarte ningún rencor.
Me vio con cierta angustia, como si no creyera que fuera sincero.
—Pero él te adora—insistió.
—Creo que un padrino no solo es un nombre para el acta de bautismo, Gus siempre ha sido nuestra guía, por lo que no dudo que también lo sea para Iván.
—¿Estás diciéndome que sea Gustavo el padrino? —preguntó, yo le respondí asintiendo con la cabeza.
—¿Crees que yo sea el adecuado? —cuestioné, intentándome hacer que me entendiera.
—Nunca fue un conflicto para ti, ni para nadie de la familia, no en ese aspecto al menos.
—No, pero siento cierto peso cumplir con ese deber cuando no cumplo con sus ideales.
—Papá nunca lo había visto así—siguió repelando.
—No, pero yo sí. Creo que hubiera sido más creyente en otras circunstancias. Gus va a estar feliz, créeme.
—Está bien, creo que tienes razón —admitió finalmente—tu solo lo consientes—me dijo con cierto reclamo al cual reaccioné riéndome.
—Bueno cada uno de nosotros tiene su función en la familia.
—Si, Leo es la mala influencia—respondió sonriendo un poco.
Finalmente, con todo lo necesario y el padrino elegido llegó el día del evento que lo celebramos días antes del cumpleaños ya que caía entre semana y además de esa manera Mariana pudo estar presente. Yo los alcance en la iglesia, la misma donde nos bautizaron a casi todos, ya que a los mayores lo hicieron donde vivan antes que era el Distrito Federal.
Apenas llegué con Oscar, mis hermanos se nos quedaron mirándonos de manera suspicaz pero no hubo tiempo de interrogatorios. Ellos entraron a la iglesia mientras que nosotros nos quedamos en el atrio esperando a Pamela que apareció casi a la par de nosotros, resoplando.
—¿Llegué? ¿Si llegué? —se cuestionó intentado recuperar el aire.
—En cuerpo, tu alma creo que sigue corriendo—respondió Oscar mientras la saludaba abrazándola y dándole un beso.
Era muy parecida a su prima, a excepción de la complexión, era un poco más curvilínea que él, por lo demás tenían las mismas caracteristicas, el pelo negro y encrespado, los ojos que parecían dos ciruelas negras, cejas abundantes y un hoyuelo en la comisura de los labios, solo que curiosamente Oscar lo tenía del lado izquierdo mientras que Pamela del lado derecho.
—¿En serio son primos? —cuestioné contemplándolos, su respuesta fue una risotada de ambos.
—Si no fuera por los tres años de diferencia creería que somos gemelos separados al nacer—respondió—soy Pame, tú eres Alan ¿Verdad?
—Si, un gusto—respondí extendiéndole la mano, pero ella no la estrecho, se acercó a mí y me plantó un beso en la mejilla.
—Finalmente te conozco, me pareciste agradable, no me equivoque. Has sido algo bueno en la vida de mi primo—ella también tenía su particular manera de hablar, no sabía si era porque teníamos el tiempo encima o si siempre hablaba con prisa.
—Ella es eternamente como el Correcaminos—comentó Oscar respondiendo la pregunta que tenía en la cabeza.
—Hablando de, ya debería estar dentro ¿Tu familia ya está ahí? —asentí—demonios, digo perdón, estoy un lugar santo y siendo mal hablada, en fin, debo cumplir con mi deber. Un gusto—y sin más corrió hacia a la iglesia.
—¿No debería yo presentarla? —pregunté viéndola irse, casi dejaba su humito como las caricaturas.
—Alcánzala—me reto con una sonrisa.
Veía muy difícil lograr eso por lo que deje que ella solita se presentara, fuimos a alcanzarla porque estaba a punto de empezar la misa.
Fue una ceremonia muy bonita y bastante significativa porque era el primer nieto, Andrés tenía una sonrisa en el rostro que le desconocía por completo, mientras que Iván reía cuando le echaron el agua, algo poco común ya que usualmente lloraban, por un momento se me metió la idea de que, en un futuro, el camino de mi sobrino fuera el sacerdocio.
Después de la ceremonia, fuimos a la casa donde todo ya estaba preparado para comer, la casa estaba llena haciendo que el ambiente fuera cálido no solo por la primavera. Fue en el momento en que no me libré de un interrogatorio, aunque ya les había hablado de Oscar.
—El Oscar y ella es su prima Pame—los presenté.
—Ay ya me conocen, estuve hablando con. ¿Eres Leo? —preguntó Pame a mi hermano.
—Es un nombre tan sencillo y lo olvidas—reclamó el mencionado
—Es que tienes más cara como de Luis, en fin, Gustavo esta con el niño, Joaquín es tu Uy, Andrés, aja si ya todos me conocen—resumió sonriente.
—Entonces tu fuiste quien los reunió—comentó Mariana que se nos unió.
—Claro, algo debía hacer de su vida—respondió Pame sonriente.
—Fuiste malvada, ni siquiera le dijiste.
—Porque se cómo es, a si fue sin expectativas.
—Ustedes no deberían hablar—intervine, dos mentes malvadas no era bueno que estuvieran en el mismo tiempo y espacio.
—Ay como si les hubiera ido mal—repuso la mayor.
—Si bien que has sido feliz con Oscar—añadió Boo.
—No lo niegues flaco, deberíamos agradecerles por hacernos coincidir—dijo Oscar tomándome de la espalda baja.
—¿Entonces si salió algo? —quiso saber con curiosidad Leo al notar el gesto, intenté alejarme, pero me retuvo.
—¡No! —exclamé.
—No me niegues, tantos meses y aun me niegas —se quejó Oscar.
—¡Oscar! —grité, aun tratando de zafarme.
—¡Cuñado! —grito emocionada Mariana, extrañamente eso hizo que finalmente me soltara.
—-Tu hermano—dijo confundiéndonos.
—¿Cómo? —inquirió mi hermana mirándolo sin comprender.
—-A decir verdad, así es como me gustaría llamar a tu hermano—respondió con un guiño en el ojo.
—¿Me esta insinuando algo? —cuestionó viéndonos en busca de una respuesta.
—Mas le vale que no—gruño una voz que de repente apareció, como siempre Andrés llegaba cuando menos te lo esperabas.
—¿No te gustaría que te llamara cuñado? —lo provocó Oscar.
La respuesta de mi hermano fue abrazar a Boo de manera posesiva.
—¡Sobre mi cadáver!
Por suerte Gus llego con el niño en brazos rompiendo la tensión por que cuando se trataba de Marianita todo se lo tomaba a pecho.
La convivencia siguió con calma, Oscar se acoplo de manera increíble con mi familia al menos con casi toda, para Andrés ya había entrado en la lista de sujetos indeseables. Pame hizo grandes migas con Leo y Joaquín, parecía que conocíamos a ambos de hace años.
De nuevo, lo que me deseo Mariana se estaba cumpliendo, quizás no de la manera que esperábamos, pero a veces no se necesita más que amistades verdaderas para sentirte querido y especial.
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