Prólogo

Besé sus labios con desesperación, con hambre. Como si mi vida se fuera en ello. Luego, mis manos se aferraron a su nuca impidiéndole marchar.

—Esto debe acabar... —susurró contra mis labios. Mi corazón se detuvo en su lugar.

— ¿De qué estás hablando? —Le pregunté asustada mientras buscaba sus ojos con los míos, pero el los evitaba a toda costa. — ¿Kaspar? —Susurré con voz temblorosa.

Él tomó mis muñecas entre sus manos, y lentamente las desenlazó. Suspiró al mismo tiempo que cerraba los ojos con cansancio.

—Esto debe acabar. —Repitió.

De pronto, lo único que podía oír eran los latidos desenfrenados de mi corazón. Me había congelado en mi lugar, mirando su bello e impasible rostro. Kaspar alzó los ojos, y sostuvo mi mirada, entonces habló.

—Esto es un puto problema, Laura. Tú eres el problema. —Dijo, mientras la bofetada verbal dañaba mi rostro.

— ¿Qué? ¿De qué mierda estás hablando? —Espeté con la rabia creciendo en mis entrañas.

—Eres tan estúpida, que ni siquiera entiendes de lo que hablo —una sonrisa de suficiencia de deslizó por su rostro.

—Ya basta, no es gracioso imbécil.

Eso era, otra de sus estúpidas bromas. Pensé, y asentí mentalmente. Él en cualquier momento estallará a carcajadas burlándose por mi cara, y dirá lo boba que fui por creerme semejante mierda. Si, eso es.

— ¿Crees que una broma, no? —Dijo y acortó la distancia de nuestros cuerpos. El mío seguía inmóvil. —Lo crees —asintió lentamente con la cabeza.

Tomó mis caderas y me apretó contra él en un abrazo asfixiante, solo que este se sentía raro, diferente. Comenzó a acariciar mi rostro con sus nudillos y a observarlo detenidamente, mientras aguantaba... ahí está. Mi cuerpo se relajó notablemente. Él acariciaba mi rostro mientras aguantaba la risa.

—Imbécil —Dije sonriente. Y lo empujé con mis manos sobre su pecho.

— ¿De qué sonríes? —todo atisbo de risa había desaparecido por completo, dejando en su lugar una gélida mirada —. No, no pongas esa cara de cachorro abandonado, por favor. Me da nauseas. —Ahora había pasado a acariciar mi pelo. Quería empujarlo, quería golpearlo y gritarle que se detuviera, pero mi estúpido cuerpo parecía tener vida propia, ya que seguía allí, en los brazos del hombre que amaba y ahora miraba con burla—. Yo... lo siento pero... joder. Es que no lo siento realmente —una sonrisa apareció en su rostro. Parecía como si en cualquier momento iba a estallar de la risa—. Yo no te amo, Laura.

Él había dicho que los finales felices no existían. Que con él no habían. Entonces para probarle lo contrario, yo le había mirado a los ojos y le había susurrado ahógame.

Ahógame.

Que estúpida había sido.

Su agua se adentró a mi cuerpo con lentitud. Primero lo sentí en mis pies, luego ascendió en mis piernas. Enseguida mi estómago fue su víctima. La sensación de estar flotando se hizo presente, pero tan pronto como llegó, se fue en cuanto el agua llenó mis pulmones y mi corazón. Mi pecho ardía y quemaba, no podía respirar. El agua en mis ojos me dificultaban la vista, pero aun así, pude ver a un Kaspar sonriente distorsionado.

Él estaba sonriendo.

Comencé a arañar mi pecho en búsqueda de liberar el agua por algún lado, pero parecía que más me ahogaba con ella. Caí de rodillas al piso, producto del cansancio y la desesperación. Gritaba en silencio por ayuda. Abría mi boca pero ningún sonido salía por ella. Oí pasos alejándose. ¿Se estaba marchando? Gemí de dolor. ¿Así iba a morir? ¿De amor? ¿Y sin siquiera replicarle esto?

De pronto, la ira comenzó a florecer en mi pecho, reemplazando el agónico dolor. Y levantando el rostro hacia su dirección, comencé a gritar.

— ¡Bastardo! —Se detuvo. Kaspar se estaba marchando. Me estaba abandonando, sola. La rabia creció más en mi—. ¡ESTO EN UN ERROR! —Rugí. —¡TÚ ERES LO QUE ESTÁ MAL EN EL MUNDO! ¡TÚ ERES UN ERROR! —Volteó hacia mi dirección con el semblante gélido e impasible. Como si mis palabras no le hubieran afectado en lo absoluto.

Entonces camina hacia mí, se agacha y toma mi rostro con su mano. Enseguida lo quito mirándolo con odio, pero eso solo logra que lo vuelva a tomar con más fuerza y yo gima. Mira directamente a mis ojos, y respirando pesadamente, pronuncia—: Querida, el único error eres tú.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top