7. Fue mi culpa
Isaac se estiró sobre la cama y me buscó entre sus brazos. Le hice una sonrisa forzada e intenté disimular mi falta de sueño. Besó la punta de mi nariz y se quedó así por unos minutos, debo admitir que en el lugar hacía mucho frío, al parecer la calefacción estaba tardando mucho en funcionar, pero no me afectaba ya que Isaac era capaz de emanar un calor reconfortante.
—¿Puede ser que haya escuchado unos pasos en los pasillos anoche? —su voz sonó ronca y profunda mientras hundía su rostro en mi cuello.
—Si, fue Trevor —acaricié sus revoltoso cabello —. Me levanté para ver si se encontraba bien, y me dijo que saldría a tomar un poco de aire.
Isaac me miró preocupado y elevó sus cejas, como si lo que acababa de decirle fuera algo malo. Elevé un poco mis manos restándole importancia a la situación.
—Tranquilo, sólo se fue unos minutos —lo abracé fuertemente buscando su calor —. No sé porque te pones así.
—Me puse así porque lo conozco —se levantó y se puso unos pantalones, seguido de una camisa bordo —. Ojalá me equivoque —dijo en una mueca y con el ceño totalmente fruncido.
Obviamente no que me quedé atrás a pesar de su actitud rara, y lo seguí pisando sus talones hasta la habitación de Trevor. En el camino intenté preguntarle un par de veces que me lo explique, pero Isaac estaba muy sumido en sus pensamientos.
—Trevor, soy Isaac abre la puerta —tocó la madera con un golpe seco —. Trevor no me hagas voltear la puerta —repitió nuevamente.
Elevé mis cejas sorprendida por su violenta actitud, y lo tomé del brazo —. Isaac no le hables así él está mal, no es su culpa que quiera encerrarse.
Este se dio vuelta y me miró ansioso —. Niña, lo conozco a Trevor y sé que cuando algo le molestaba o le hacía sentir mal, él jamás se encerraba. Eso era lo menos que haría, preferiría mil veces golpear una pared, hacer un desastre, hacer ruido.
Se sintió un ruido tosco, como si algo se hubiera caído al suelo. Arrugué mi frente y ambos esperamos a que la puerta se abriera. Isaac no cesó con los golpes hacia la madera, mientras que las quejas de Trevor aumentaban cada vez más. Sonaba raro, su voz se la sentía pesada y arrastrada. En cuanto se sintió el ruido de la cerradura, Isaac se abalanzó molesto y preocupado, lo cual hizo que Trevor cayera al suelo sentado debido al gran empujón de la puerta. Cubrí mi boca al ver su cama llena de cigarrillos y unas bolsitas con un polvo blanco. Nunca vi cocaína, pero supuse que era eso.
—Mierda —dijo Isaac caminando hacia la cama y tomando un puñado de aquellas bolsitas —. ¡Mierda! ¡Trevor en que pensabas! no, claramente no pensabas —dijo para sí mismo mientras sacudía sus manos.
Trevor lo miró con sus ojos pesados y rojos, no sabría decirse si es por la droga o por haber estado llorando, lo más probable era por ambas cosas. Isaac lo tomó del cuello de la camisa y lo alzó a rastras hacia una silla que había a un costado. Lo sacudió un poco mientras golpeaba sus mejillas tratando de que reaccionara y volviera en sí. Pero no hubo caso, estaba en un trance, entre despierto y dormido.
—Fue mi culpa ¿Sabes? —arrastró sus palabras y su mentón comenzó a temblar, aún así largó una carcajada de forma muy exagerada —. Yo le dije que se vaya, no quería que estuviera con una persona como yo, se merecía algo mucho mejor —agarró su cabeza tratando de buscar un equilibrio mental —. La dejé sola sabiendo que todos corríamos peligro, y ahora está luchando por su vida, ¿Merezco estar bien mientras ella se encuentra tendida en una camilla? soy un desastre —llevó el cigarro hasta sus labios y cerró sus ojos mientras inspiraba el humo hasta sus pulmones, una lágrima redonda se deslizó por su mejilla —. No toques mis cosas —se puso de pie con dificultad, tiró del brazo de Isaac e intentó alejarlo de su cama.
Me crucé de brazos con un nudo gigante en mi garganta, no me salía el llanto, estaba muy impactaba ver a Trevor en ese estado, sufriendo y tratando de sacar el dolor de su interior. Su ojos azulados estaban opacos, sin brillo, no era él. Parecía un cuerpo vacío que se oscilaba de un lado a otro sin tener un camino al cual seguir. Y esa sensación la conozco muy bien, el no saber como seguir adelante después de tanta mierda. Isaac lo ignoró por completo mientras tiraba a la basura toda la droga y limpiaba los cigarros usados. Trevor parecía un niño que intentaba conservar sus juguetes, ese capricho que nos hace tan mal, ese veneno que siempre se presentaba en los momentos más frágiles, que al principio es la única cosa que encontramos como alivio. Y es tan engañoso que no nos damos cuenta el agujero negro que vamos formando inconscientemente, no hasta que perdemos la batalla que pensábamos que íbamos ganando. Ese veneno se alimenta de nosotros, nos borra las cosas que queremos olvidar, nos hace dejar de sentir, nos hace ser otra persona, alguien que no conocemos, alguien que nunca tendríamos que conocer.
Me incliné levemente hacia él y toqué sus hombros, los cuales temblaban y sudaban frío —. Ven, siéntate conmigo —lo alejé un poco de Isaac, el cual no musitaba ninguna palabra hasta el momento. Intenté que se sentara en la silla, pero estaba tan mareado que se echó al suelo y se sentó con la vista totalmente perdida. Me arrodillé al frente suyo y tomé sus manos frías y pesadas —. Trevor nada de esto es tu culpa, tú no sabías lo que iba a pasar. En estos momentos no sólo Mailén te necesita, nosotros también —encontré su mirada en mis ojos mientras llevaba el cigarro nuevamente a su boca.
—Lo siento, lo siento mucho —elevó la mirada hacia Isaac —. Hermano, por favor no me dejes solo.
Isaac lo miró de reojo y se limitó a mover su cabeza. Lo único que hizo fue limpiar todo, dio vuelta media habitación buscando si había otra especie de droga, y una vez listo se acercó hacia mí. Me tomó de las manos y besó mis nudillos en un largo silencio.
—Niña, ¿Puede volver con Lizzie? quiero hablar a solas con Trevor, y de paso ayudarlo a que vuelva en sí —bajó su mirada mientras llevaba sus manos al puente de su nariz. Se lo notaba angustiado, seguía teniendo el ceño fruncido y su mandíbula se marcaba por la tensión de sus dientes —. Tranquila, sé como manejar la situación. No es la primera vez que Trevor hace ésto.
Suspiré profundo y acaricié su mejilla —. Está bien, me hace mal verlo así —dije mientras lo veía por encima del hombro de Isaac. Estaba recostado en suelo mientras sollozaba y temblaba por momentos —. Si me necesitas llámame.
—Lo haré —dijo con una sonrisa forzada y llevó mis manos a su frente intentado buscar algún tipo de consuelo.
Me alejé de la habitación a paso lento y continuo, me sentía con una lástima profunda. Por el momento todos duermen, ya que todavía era muy temprano. Me aliviaba un poco saber que pudimos ayudarlo a Trevor ahora, y no más tarde en donde todos iban a verlo en esa situación. En cuanto entré al cuarto la vi a Lizzie en la cama en donde estábamos Isaac y yo. Estaba dormida profundamente y abrazaba una camisa de su hermano, algo que Lizzie acostumbraba a hacer de vez en cuando. Me apoyé en el marco de la puerta y la observé con una sonrisa enternecida, por lo menos hay pequeñas cosas que no cambian. Su rostro angelical me generó mucha emoción, cada día estaba más parecida a su hermano, ese ceño fruncido aún estando dormida delataba por completo las facciones de ambos. Me acerqué despacio sin hacer mucho ruido y me acosté a su lado, acaricié su largo cabello y la acurruqué entre mis brazos. De un momento a otro me encontraba relajada, y el sueño comenzó a gobernar mi mente. No me di cuenta en qué momento me quedé totalmente dormida.
***
Al mediodía todos estábamos en la gran cantina del lugar, estaba totalmente desolada, pero Judith conocía a donde se guardaban suministros de comidas en casos de emergencia. Al parecer nadie hablaba, pareciera que Trevor no fue el único que tuvo una mala noche. Los mellizos estaban callados y miraban su comida sin ganas, aunque el más afectado era Theo.
—¿Trevor no vendrá a comer? —dijo Judith rompiendo parte del silencio.
—No se encontraba bien, le dolía mucho el estómago —dijo Isaac en tono serio y sin emoción alguna.
El silencio rondó nuevamente, y esta vez parecía más definitivo. Da la impresión que todos nos sentíamos afectados estando en este lugar, es como haber vuelto a un recuerdo que ya se había sanado y olvidado, hacía mucho tiempo atrás.
—¿Estás bien? —alargué mi mano hacia la de Theo —. Ambos están muy callados.
Se encogieron de hombros al mismo tiempo y Theo largó un suspiro largo —. Me trae muchas sensaciones este lugar, nunca creí que volveríamos. Pensé que lo había superado, ahora ya no sé que pensar —me miró con una vaga sonrisa —. Pero estoy bien no te preocupes, ya se me pasará.
Aún así percibí cierta mentira en sus palabras, y supongo que Ben estaría pensando lo mismo.
—¿Puedo ir con Trevor? —dijo la pequeña que estaba sentada en los brazos de Isaac.
—Más tarde —dijo Isaac y le acercó un plato de sopa, pero esta se lo negó rotundamente —. ¿Me harás darte de comer? Ya estás grandecita.
Todos rieron ante esa actitud de Lizzie, y eso hizo que la pequeña escondiera su rostro avergonzada en el pecho de su hermano. Desde que los conocí, Lizzie todos los días al despertarse tenía una obsesión de cariño con Isaac, lo necesitaba tener cerca hasta que se le pasara la pereza de recién levantada. Y si no era con él, era con Trevor, por lo que es normal que pregunte tantas veces donde está o cuando va a venir. Luego de terminar de almorzar, me acerqué hacia Judith la cual estaba con una mirada perdida por momentos.
—¿Cómo están? —pregunté por Tom y Mailén.
—Estables, Tom anoche movió un poco sus dedos, pero supongo que fue por algún tipo de reflejo que tuvo. Y Mailén —hizo un mueca no muy cómoda —. Temo que no despierte. Lo siento mucho Gabriela.
Cerré mis ojos tratando de soportar el peso que esas palabras habían provocado en mí —. ¿Estás muy segura de eso? —dije en un hilo de voz, carente de esperanza.
Judith asintió lentamente —. No hay actividad cerebral, y ambas pupilas están dilatadas, anoche tuvo un derrame y no pude hacer nada para ayudarla, no sé como querrán decirle ésto a Trevor —dijo con lágrimas en sus ojos.
Me quedé quieta en mi lugar y alcé mi mano pidiendo silencio. Caminé inexpresiva hasta el baño y al cerrar la puerta a mis espaldas me desplomé en un llanto silencioso. Vomité y lavé mi cara mientras sigo llorando. Agarré mi cabeza la cual estaba a punto de explotar y me senté en el suelo frío. Me acurruqué cruzada de piernas y no hice otra cosa que seguir llorando. Acababa de perder una amiga, los recuerdos de nuestras risas y nuestras charlas comenzaron a pasar una y otra vez por mi mente, tenía ganas de arrancar parte de mi pecho y eliminar ese dolor agobiante que me estaba asfixiando lentamente. Pensé en sus últimas palabras y me duele saber que nunca más tendré la oportunidad de remediar las cosas entre nosotras, se fue enojada conmigo, se fue para siempre. La amaba muchísimo, y nos ayudábamos muchísimo, fueron los mejores tres años de mi vida, fue una compañera espléndida. Tan buena, tan mágica, no se merecía tal destino y ahora mismo me preguntaba si fue nuestra culpa al habernos quedado callados, al no haberle contado nada de nuestros pasados ¿Habría cambiado en algo de todo ésto?
Trevor no lo soportará, y eso me hace llorar aún más. Estará destruido, arruinado, el amor de su vida estaba viva por máquinas que hacía el trabajo por ella.
¿Será la ley natural? ¿El amor de alguien debe morir para que el del otro reviva? ¿Así de doloroso tendría que ser?
Nota Autora:
Volví y de la manera más triste, me pesa muchísimo la muerte de Mailén y por más que no fue un personaje tan desarrollado a lo largo de ambas novelas, me parece que hizo su aporte entregando el amor más sincero hacia nuestro querido Trevor.
En fin, ojalá que todxs se encuentren bien en ésta cuarentena y quiero que sepan que no están solxs, si necesitan hablar allí deje mi nueva novela/diario "Alguien dijo ¿Cuarentena?" (allí pueden hablar y contarme cosas que viven a día a día, y conocer las historias de otros)
Nos leeremos pronto, y no se preocupen por el tema actualizaciones que estaré muy pendiente a ellos.
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