24. La carta

Noelle corrió lo más rápido que pudo, a lo lejos pudo notar como todos estaban impacientes de brazos cruzados mientras caminaban de un lado a otro.
Isaac elevó su mirada llena de lágrimas y tomó ambas manos de Noelle, éste sonrió y la abrazó fuertemente.

—Trevor acaba de despertar y quiere verte —dijo entre llantos —. Él está bien Noelle...

Ella sintió un pequeño peso menos de encima, por más de que Trevor hubiera despertado ella sabía muy bien de que había algo mal en él.
Intentó calmar un poco sus nervios y lentamente abrió la puerta de la habitación.
El sonido del cardiograma comenzó a oírse a lo lejos, lentamente la joven pudo identificar el cuerpo de Trevor cubierto por una manta blanca, la camilla relucía por la luz del sol que entraba por el ventanal a un costado, y allí estaban... eso ojos azulados algo maltratados por pequeños rastros de lágrimas.

—Trevor... —dijo entrecortado.

Él elevó su mirada y sonrió de costado.
—¿Tan mal estuve?

Ella negó lentamente y a paso rápido buscó sentarse cerca de él.
Tomó su mano y la apretó fuerte, como si tuviera miedo de perderlo una vez más. Fue inevitable pensar que no lloraría, fue inevitable pensar que Noelle no se derrumbaría ante Trevor.
El joven la miró extrañado y acompañó sus llantos con pequeñas caricias en su espalda, él entendió el daño y el dolor que había causado en éstos meses.

—Lo siento mucho —dijo por lo bajo —. En aquel momento deseé rendirme y dejar todo atrás. Aunque no lo creas, pude hablar con Mailen.

La joven se sobresaltó al oir sus palabras.
—¿Cómo un sueño?

—Como un sueño... no sé si habrá sido algo real o tan solo mi propia imaginación, pero de alguna forma puede descargar parte del dolor que estaba sintiendo —Trevor agarró su pecho con cuidado de no mover su hombro —. Es hora de que sane, que cicatrice mi herida y por más que me da miedo, es lo que debo hacer. Le hice una promesa.

—Quiero que me cuentes todo —dijo la joven atenta a sus palabras.

Trevor comenzó a relatarle palabra por palabra todo lo que había experimentado en éstas pocas horas, cada vez que la mencionaba su mentón temblaba, aún así no dejó de que ninguna lágrima se derramara.

—¿Y qué vas a hacer ahora? —dijo Noelle luego de un leve silencio.

—Le escribiré una carta... nunca tuve la oportunidad de despedirme, siempre pensé en miles de otras cosas más e ignoré lo más importante, mis sentimientos. Creí que sería fácil tapar mi dolor con mi enojo, estaba negado a aceptarlo y ahora me doy cuenta que estuve viviendo en un mundo sin sentido —Trevor miró de reojo su hombro y luego a Noelle —. Necesito que me ayudes a escribir la carta, por favor. 

Noelle sacudió su cabeza, no pudo contestar nada ya que un nudo se le había formado en la garganta, y comenzó a buscar entre estantes algún papel o lápiz.
Volvió al lado de Trevor y se preparó para escribir lo que sea que saliera de ese malgastado corazón.
Luego de escribir al pie de la letra todo lo que el joven le dictó, Noelle se quedó en silencio con la garganta cerrada y un nudo en el estómago.

—Noelle... No quise decirlo antes pero yo supe lo que te pasó en aquella misión, sé lo de Kuarahy —Trevor bajó su mirada algo inseguro —. Es por eso que dejé que estuvieras conmigo a cada momento, comprendí que de todos, tu eras la persona que más comprendería mi dolor. Me ayudaste muchísimo y no me alcazan las palabras para agradecerte. Ambos estábamos destrozados y aun así estuviste presente en mis delirios y arranques de pura ira y tristeza. Gracias y lo siento mucho...

—Ya está Trevor, no hace falta que me digas todo eso. Me duele que no me hayas dicho antes de que sabías todo, hubiera sido más fácil para mí si hubieramos sido un poco más sinceros desde el principio —Noelle bajó la mirada preocupada y esta vez tomó las manos del joven —. Me alegra de que estés bien, de que confíes en mí, no sé como hubiera soportado una pérdida más en mi vida.

Ambos permanecieron en silencio por unos minutos, lo único qie se escuchaba era el ruido de las máquinas conectadas a Trevor. Cada uno estaba sumido en sus pensamientos, estaban intentando procesar todo lo que había pasado en este poco tiempo.

—Estamos jodidos —dijo Trevor con media sonrisa.

—Muy jodidos —dijo Noelle riendo por lo bajo.

—¿Y ahora qué haremos?

—No sé y eso es lo que más me asusta. Uno puede estar bien y en cuanto menos te lo esperas, todo se derrumba...

—¿Es cliché decir que hay que vivir disfrutando cada momento?

Noelle inclinó su cabeza y apretó aun más fuerte la mano de Trevor.
—No es cliché, creo que la persona que inventó esa frase era muy consciente de lo frágil que es el ser humano y de lo podrido que es el mundo, eso es lo que hace que el destino sea tan impredecible.

—Vivir da miedo —dijo Trevor cerrando sus ojos —. Mucho miedo.

—Vivir da muchas experiencias y eso nos convierte en guerreros —dijo Mailen asintiendo lentamente —. Mientras más sobrevivas, más fuerte te haces.

—Gracias por no alejarte de mí.

—Gracias a ti por no dejarme —finalmente ambos se abrazaron y se quedaron así por un largo tiempo, cada uno siendo el pilar, el hombro que soporta el peso de lo que vienen acarreando de hace meses, tal vez años.

El ruido de la puerta interrumpió el abrazo, y no pasaron dos segundos hasta que se oyeron las voces de los demás.
Todos entraron aturdidos y emocionados, Isaac fue el primero en abrazar a su amigo, su hermano.
Las lágrimas no faltaron en llegar y a Trevor no le alcanzaban las palabras para pedir disculpas. Él sabía el dolor que había causado, pero eso pasa siempre, un corazón dañado tiende a lastimar a otros.
Cada uno tiene su propio tiempo para sanar, algunos lo hacen a la hora, otros al día y otros pueden demorar semanas incluso meses o años, lo importante es tener paciencia y acompañar, demostrar que siempre estarás a su lado no importa cuan difícil sea la situación.
Un abrazo o tan solo estar allí sin decir nada es el mejor regalo para alguien que perdió su voz, muchas veces las palabras de aliento son una simple caricia sobre la oscura superficie. Sonríe por ellos, llora con ellos y sufre con ellos, comprende, acompaña, toma su mano por más fría que esté e intenta mantenerla cálida entre las tuyas.
No hay receta, no hay solución, no hay una respuesta, tan sólo es la vida que pasa y seguirá pasando. Es inevitable, y entiendo que a veces es frustante y duele mucho, pero cuando te levantes, cuando vuelvas a inspirar profundamente una bocanada de aire, verás todo el camino que hiciste y sentirás tus pies cansados y desgastados, tal vez te incomode un poco, pero sabrás que hiciste lo mejor que pudiste. Avanzar, dejar tu huella, dejar tu marca, y seguir, porque el tiempo no te permite ir hacia atrás.

Noelle se bajó del auto y contempló todo el campo verde.
Comenzó a caminar y a lo lejos pudo distinguir la lápida de Mailen.
Bajó su mirada avergonzada, como si fuera la primera vez que se presenta ante alguien y lentamente sacó la carta de su bolsillo.
Se inclinó sobre sus rodillas y con media sonrisa la dejó a un costado.

—Sé que debería venir él personalmente a dejarte esta carta, pero en estos momentos no puede —bajó su mirada borrosa por sus lágrimas —. Pero también sé que lo entiendes mejor que nadie, y sabes que si llegase a venir se derrumbaría una vez más. Prometo de que a su tiempo él vendrá personalmente, y hasta entonces te dejo ésta carta de su parte.

Noelle abrió la carta y prosiguió a leerla en voz alta:

“Esta vez realmente estuve al borde de tirar todo.
He estado luchando todo este tiempo por ti.
Debí haberme despedido hace tiempo.
Pero tal vez eso es lo que hacen las personas heridas, intentan seguir sus vida sin pensar mucho en lo que sienten.
Me diste paz y la terminé perdiendo.
Te escribo esto para admitir que eras mi medicina, mi cable a tierra.
No creo que pueda perdonarme.
Lo siento por las formas en que te mentí y podría importarme menos ahora, pero ya sabes, me lastimaste bastante al irte tan de repente.
Por favor despiértame cuando construyan una máquina del tiempo.
Quiero volver contigo aunque sea cinco minutos más.
Despiértame cuando estabas durmiendo a mi lado.
Porque de verdad te amaba.
Mailen, gracias por los años más felices de mi vida.
Me despido de ti, te digo adiós ya que si tuviera que volver a conocerte no lo haría, porque ninguna otra versión tuya se iguala a tu versión más bella” (carta inspirada en la letra de la canción "Happiest Year" de Jaymes Young)

***

—Trevor —dijo Theo algo serio —. ¿Qué haremos con Derek y tu padre?

—Theo no creo que sea el momento apropiado para hablar de esto —dijo Ben cruzado de brazos.

—Está bien, ya lo tengo decidido —dijo Trevor seriamente —. Quiero que mi padre se pudra en prisión, convengamos que allí dentro se encontrará con un montón de gente que él mismo les cagó la vida, y con respecto a Derek, me gustaría tener una charla con él.

—¿Seguro? No es necesario que le vuelvas a ver la cara, además...

Trevor interrumpió lo que estaba diciendo Isaac.
—Ellos son la familia que sigo arrastrando, ahora quiero hacer las cosas como se deben, y quiero que estés a mi lado cuando lo haga Isaac.

—Está bien, cuando estés mejor te acompaño.

—Bien —Theo cortó la tensión con un fuerte aplauso —. ¿Quién tiene hambre?

Todos lo miraron extrañados.
—Acabas de comer hace media hora —dijo Gabi cruzada de brazos.

—No es mi culpa tener un metabolismo tan veloz —dijo tocando su estómago —. No saben como quedó el baño, yo que ustedes no entro por un buen rato.

—Eso me hace acordar de que tienes que limpiar el mío —dijo Trevor de una forma seria y con una leve cara de asco.

—Cierto, mierda. ¿Qué dices Ben? ¿Me acompañas? —dijo alzando sus cejas.

—¿Me ves cara de ama de casa?

—Yo diría cara de Esperancita, pero como tú quieras. Sin ofenderte mi Benjamin.

—¡Pero si eres un neandertal, sucio y vulgar! —Ben apretó sus manos muy enojado y se volteó lentamente hacia Tyler —. Perdón amorcito, no quería que vieras ésta parte de mí.

—¡Pero que insultos tan formales! Aunque no me sorprende, con esa cabeza tan gorda no me extraña que te baile el cerebro, deberías ponerte relleno de almohada —Theo se cruzó de brazos.

—Y tú eres tan lento incluso con el viento a favor —Ben apretó sus dientes y se arrimó poco a poco a su hermano.

—¿Ah sí? Pues ten cuidado, si algún día visitas un zoológico tienes el riesgo a que te metan a una jaula —dijo Theo sonriendo de costado.

—¿No te duele la cabeza de tanto pensar?

—Eres tan feo que te trajeron al mundo dos cigüeñas, una para dejarte y otra para pedir perdón —Theo explotó de la risa.

—No lo puedo creer —dijo Ben agarrando el puente de su nariz —. ¿Le puedes decir algo? —dijo volteandose hacia Gabi.

—Bueno, es hora de un poema:
son feos, son tarados, pero a fin de cuentas, son mis hermanos —Gabi sonrió de oreja a oreja —. Ahora dejen de pelear o juro que se arrepentirán.

—Lo sentimos —dijeron ambos al mismo tiempo.

Gabi sonrió y se aferró al brazo de Isaac.
Todos comenzaron a reír, incluido Trevor, y eso hizo que una gran tensión desaparezca de la habitación.
Hacía mucho que no compartían un momento así, y todos sintieron la nostalgia de aquella amistad alocada que todos en su momento habían vivido juntos.
Lo de hoy fue una clara señal de que aún esos lazos existían, y de que nada ni nadie serán capaz de romperlos.

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