Capítulo 7
La casa de Elrond estaba en un frenesí, pues una vez más los chicos acababan de llegar a Rivendel heridos y en peligro de muerte.
Aragorn gimió de dolor cuando lo dejaron en la cama. Tenía fiebre y la herida que tenía en el muslo se había infectado. Elrond dejó que Arwen y los gemelos trataran a Aragorn con athelas y otras hierbas, pero no permitió que nadie se acercara a Legolas.
Tras asegurarse de que sus hijos eran capaces de encargarse de Aragorn, Elrond se concentró en el príncipe del Bosque Negro. Legolas había recuperado la consciencia al desmontar y cuando Elrond lo dejó en la cama de la habitación de invitados lo miró, suplicante. Cuando se dio cuenta de lo que le había pasado empezó a entrar en pánico, pero Elrond se dio cuenta.
"Legolas, no soy tu padre ni tu hermano -le dijo suavemente, sentándose a su lado-. Pero tus heridas son muy graves y sigues sangrando demasiado. Tengo que cuidar de ti. ¿Confías en mí?"
Legolas se lo pensó un poco, pero luego asintió lentamente. Elrond se sintió aliviado, pero todavía veía el miedo en sus ojos.
"¿Sería más fácil para ti si te doy algo para dormir?"
El príncipe volvió a asentir, aunque algo reticente. El elfo mayor se movió entonces y cogió una dosis que ya había preparado. Llevó la taza a los labios de Legolas y lo sostuvo mientras bebía, pero nada más hacerlo, el príncipe hizo una mueca de disgusto.
"¿Es este... el terrible brebaje... que obligaste a beber... a Elrohir?" –dijo, intentando estar menos nervioso.
Elrond no pudo evitar sonreír, divertido, pero no dejó de observar a Legolas y acariciarle el pelo hasta que empezaron a pesarle los párpados y se hundió en el olvido. Solo entonces, Elrond se puso manos a la obra.
"¿Estel?
Aragorn escuchó una dulce voz justo al lado de su oído. Abrió los ojos y vio que Arwen lo miraba con preocupación.
"Arwen."
Ella sonrió.
"Me alegro de verte despierto, Estel. Ten, tienes que beber esto."
"¿Qué es?"
"Es un té."
Elladan lo incorporó. Aragorn se lo bebió y se atragantó de inmediato.
"¡Eso no es... ningún té!"
Elrohir se rio.
"¡Claro que no! ¡Es esa horrible cosa que padre me hizo beber hace varios días!"
"¿Y por qué... -Aragorn tosió, haciendo muecas de disgusto-. ... me mentiste?"
"¿Te lo hubieras bebido si te hubiera dicho la verdad?" –preguntó Arwen, elevando las cejas.
Aragorn la taladró con la mirada.
"¡Claro que no! –volvió a toser-. ¡¿Cómo demonios se ha inventado padre este... este... veneno?!"
"Lo acaba de descubrir. Es una mezcla de athelas y una nueva hierba que cura las heridas desde el interior. ¡Y por tu aspecto lo necesitabas desesperadamente!" –respondió Elladan.
Entonces Aragorn se acordó de algo.
"¿Legolas? ¿Dónde está? ¿Cómo está?" –intentó levantarse de la cama, pero los gemelos lo detuvieron.
"¡No se te ocurra ni pensarlo!" –lo avisó Elladan.
"¡Pero quiero verlo!"
"¡Ni siquiera puedes andar!"
"¡Entonces me arrastraré! Por favor, tengo que verlo –suplicó Aragorn-. Solo quiero ver si está bien. Le hicieron mucho daño. Todavía puedo oírlo gritar... -de repente empezó a llorar-. Y todo por mí. Es mi culpa. Mi culpa..."
Los otros se miraban, preocupados. Arwen lo abrazó y le besó la frente.
"Solo descansa, Estel. No pienses más en ello. Necesitas descansar."
"Iré a ver cómo está –Elladan se ofreció voluntario-. Pero debes hacerle caso a Arwen. Descansa por ahora. Estoy seguro de que Legolas estará bien."
Un poco más tranquilo por las palabras de Elladan, Aragorn apoyó la cabeza en la almohada. La medicina empezaba a hacer efecto y, exhausto, cerró los ojos y cayó en un profundo sueño.
Narasene se paseaba ansiosamente delante de la habitación de Legolas. Todavía no sabía nada sobre su estado, pero Elrond llevaba dentro muchas horas y no había salido ni una vez. Justo antes de entrar, Elrond había prohibido que pasara nadie más, incluidos los gemelos.
Se estaba volviendo loca de preocupación. Las heridas de Legolas deben ser mucho más graves que las de Aragorn para necesitar toda la atención de Elrond. ¿Qué más le han hecho aparte de golpearlo?
"¿Nara? –se dio la vuelta cuando Elladan y Elrohir salieron de la habitación de Aragorn y se acercaron a ella-. ¿Todavía no hay noticias de Legolas?"
Narasene negó con la cabeza.
"Vuestro padre no ha salido."
Los gemelos intercambiaron miradas preocupadas. Al parecer las heridas de Legolas eran más graves de lo que pensaban.
El señor Elrond de Rivendel estaba sentado en la cama al lado del príncipe durmiente del Bosque Negro; tenía los hombros caídos y la cara oculta tras las manos, con los ojos llenos de lágrimas.
Estaba llorando. Inconsolablemente.
Los horribles eventos que sufrió Legolas hacía casi treinta años habían vuelto a repetirse... y mucho peor. Elrond nunca se había sentido tan inútil. Las heridas de Legolas eran muy graves. Los golpes y latigazos curarían pronto, pero era la otra herida la que había puesto a prueba las habilidades de Elrond.
Se las arregló para detener la grave hemorragia tras varias horas y luego tuvo que remendar el desastre que habían hecho. Para cuando terminó, Legolas había perdido tanta sangre que temió que moriría. También estaba preocupado por las heridas internas, pero esperaba que el cuerpo de Legolas se encargara de ellas. Imaginar el dolor que había sufrido casi le hizo ponerse histérico y se enfureció al ver lo que los orcos habían hecho.
Inconscientemente recordó a su esposa, Celebrian. Fue torturada por los orcos hacía muchos años y estaba a punto de morir cuando la encontraron. Se había curado... pero no su espíritu. Ya no disfrutaba la vida en la Tierra Media, así que había navegado. ¿Será ese el destino de Legolas?
Ver al príncipe sufrir así por el bien de Aragorn y la Tierra Media lo mortificaba. Tan joven y frágil, pero tan resistente. No sé cuánto más podrá aguantar.
Varios golpes en la puerta lo sacaron de su ensimismamiento. Se secó las lágrimas apresuradamente, se puso en pie y abrió la puerta. Narasene y sus hijos lo miraban, ansiosos.
"¿Padre? ¿Cómo está Legolas?"
Elrond sonrió forzadamente.
"Está descansando."
"¿Puedo verlo, mi señor?" –preguntó Narasene, a punto de llorar.
Elrond sacudió la cabeza.
"Está durmiendo. No se dará cuenta de que habéis venido."
"Solo quiero ver como está, mi señor. No lo molestaré. Por favor."
"Está bien –Elrond finalmente dio su consentimiento-. Pero no mucho tiempo."
Abrió la puerta y dejó entrar a los más jóvenes. Se acercaron a la cama en silencio, mirando fijamente la figura inmóvil. Legolas estaba de costado con una sábana que lo cubría hasta el cuello, ocultando su desnudez. Las heridas de su torso debían sanar antes de poder ponerse ropa.
A pesar de la promesa que había hecho de no molestarlo, Narasene se arrodilló al lado de Legolas y lo besó suavemente en los labios. Y entonces se sobresaltó al ver una montaña de telas ensangrentadas en un recipiente al lado de la cama. Los gemelos también las miraron, horrorizados.
Elrond se maldijo por su descuido y lo ocultó de la vista.
"Suficiente, niños. Ya lo habéis visto, así que ahora dejadlo descansar."
"Pero padre, ¿por qué hay tanta sangre?" –preguntó uno de los gemelos.
Elrond ignoró la pregunta. Sujetó a Narasene por la muñeca y la ayudó a levantarse. Tras besarla en la mejilla, la empujó suavemente para que saliera con los gemelos.
"¿Por qué no vas a calentar la sopa de champiñones, Nara? Legolas tendrá hambre cuando se despierte. Y chicos, vigilad a Estel por mí. No dejéis que le suba la fiebre."
Los jóvenes elfos no tuvieron más remedio que seguir sus órdenes.
Pobre Legolas :( ¿Se nos habrá vuelto a coger un trauma? ¿Descubrirán sus amigos lo que le ha pasado? ¿Y cómo reaccionará si lo averiguan?
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