Final - Lovino


Si hubo alguien que participó en las reuniones a pesar de no hacer mucho durante las primeras semanas, fue Lovino. Siempre tuvo algo que decir al respecto de todas las decisiones que eran tomadas en los comités, incluso cuando -como en la mayoría de los casos- no le afectaba ni le incumbía en lo más mínimo.

Y por bruscas que fueran sus opiniones, casi siempre solía presentar un buen punto. Muchas veces tuvo razón, es más; el único problema era la forma en la que decía las cosas. A veces se percataba de lo tosco que sonaba y trataba de suavizar sus comentarios para la siguiente reunión, pero de todas formas salían directos.
Con el tiempo, los del comité acabaron por acostumbrarse a su forma de decir las cosas, suponiendo que a este punto ya no podían hacer mucho para cambiarlo de manera tan radical.

-¿Cómo esperas que la gente te entienda si no dices las cosas como son? -espetó un día el italiano, girándose a mirar a la (nacionalidad).
-Bueno, para decir las cosas como son no necesitas pararte de tu silla, gritar, y estampar tus puños contra la mesa. -replicó ella con calma.
-... -él se quedó callado por un momento.- Estaba irritado.

Pasó buena parte de los días visitando a su hermano y siendo arrastrado con el español a los campos de cultivo de cuando en cuando. Parecía gustar más de estar solo y en calma, paseando por la ciudad o leyendo en la plaza.

Se fue con Arthur en un par de ocasiones, y no fue hasta que volvió de su segundo viaje que pareció tener algo en mente de qué hacer a continuación.
Lo primero que hizo que proponer la remodelación y semi-construcción del centro comercial.

-Un centro comercial... -sopesó Francis en la reunión.- Pero, ¿de qué lo llenaríamos?
-No tendríamos por qué llenarlo nosotros. -lo miró Lovino, brazos cruzados como si la respuesta fuera obvia.- La gente de la ciudad que quiera poner negocios, es decir, la mayoría; serían los que llenarían el lugar.
-No todo el mundo puede convertir su casa en taller y en tienda al mismo tiempo. -añadió Arthur, quien también había encontrado la respuesta como algo evidente. En eso solían concordar bastante con el italiano.- Yo apoyo la idea.

El plan le fue comunicado a Alfred y la construcción no tardó mucho en iniciar. Y cuando estuvo operativo, tampoco tardó en llenarse de tiendas y puestos que muchos en el comité ni siquiera sabían que eran posibles con la gente que había en Belafari.

Lovino, por supuesto, fue de los primeros en abrir un local en el Centro. Luego de sonreírles de manera burlona a todos los del comité durante las primeras semanas, se dedicó por completo a la tienda que había abierto.

Su local no tardó en ser conocido fuera de la ciudad cuando Arthur se fue de viaje con una camisa que el italiano le regaló por ser de los pocos que no hacían preguntas estúpidas en las reuniones. Tuvo que expandir su tienda, e incluso se vio sorprendido al encontrarse a un par de jóvenes una mañana que le pidieron que les enseñara lo que sabía.

-¿Y por qué no? -le sonrió la (nacionalidad) luego de que él se lo comentara.- Debe sentirse genial, que alguien admire tanto tu trabajo como para que te pida que le enseñes.
-Lo sé, pero... -el italiano miró a un lado, no muy seguro de qué hacer al respecto. Nunca se lo habría imaginado.- Tengo la impresión de que acabarán por hartarse de mí a las tres clases.
-¿Y? -insistió ella.- Claro que debes tratar de ser más amable y paciente que de costumbre, pero si no pueden soportarte simplemente se irán. Tal vez no eres lo suyo, quién sabe. Se quedarán sin poder aprender de ti. -ella miró al frente.- No pierdes nada con eso, ¿o sí?

Lovino se había quedado pensándolo, y al final decidió aceptar la petición de ambos jóvenes.

A partir de ese momento, algo pareció cambiar en él. Se le veía más calmado, menos irritable; como si estuviera más seguro de todo y tuviera más confianza en lo que hacía. Dudaba sus decisiones cada vez menos, e incluso se dignaba a explicar cosas con paciencia y sin cara malhumorada en las reuniones.

-Es porque ahora es el maestro de alguien. -comentó un día el inglés sin despegar la vista de su libro.- Una vez te encuentras en la posición de enseñarle a alguien más, ya no tienes permitido ser el que duda y el que pregunta. -pasó la página.- Con el tiempo terminas por acostumbrarte, y es así como la gente sabia se hace.

Con la acogida de ambos estudiantes, el negocio del italiano pareció mejorar sin manera de detenerlo. La tienda tuvo que ser expandida una segunda vez, y el alcance de lo que diseñaban se amplió debido a las ideas y sugerencias de ambos aprendices.

En algún momento le dieron un vestido a la (nacionalidad). Le pidieron su opinión y si podía por favor usarlo por un tiempo y decirles qué partes incomodaban o cualquier otro comentario que tuviera al respecto.
Al cabo de dos semanas se apareció el italiano una noche a recoger los datos.

-Bueno, eso sería todo. -suspiró al terminar de apuntar lo poco que la joven tuvo que decir.
-Iré a traer el vestido para que te lo lleves. -anunció ella, poniéndose en pie y girándose para ir a su dormitorio.
-¿Por qué? -se confundió un poco el italiano, funcionando solo por las cinco tazas de café en su organismo. Estaba algo irritado por haber tenido que venir él en lugar de sus aprendices, como ellos mismos habían dicho.- Te lo puedes quedar.
-Eh- ¿me lo puedo quedar? -se sorprendió la otra, volteándose a verlo con incredulidad.- ¿Estás seguro?
-Claro que estoy seguro. -se levantó él, dispuesto a irse para una merecida siesta. Sin pensarlo mucho, añadió.- Además, te queda precioso. En cualquier otra persona sería un desperdicio.

Y se había despedido, dejando a (T/N) nerviosa y confundida.

Para sorpresa de todo el mundo, el italiano se dedicó a huir de ella a partir del día que siguió. Evitaba a toda costa estar cerca suyo, mucho menos quedarse a solas con ella. Se excusaba con nerviosismo y escapaba de cualquier encuentro casual, y se negaba a mirarla a la cara cuando hablaban.
Si es que hablaban.

(T/N) comenzó a sospechar que algo malo pasaba desde el segundo día de toda esa ridiculez. Intentó preguntarle al respecto, pero no se veía capaz de entablar una conversación que durara más de cinco segundos y no estuviera compuesta por una pregunta mundana y un monosílabo. No lograba quedarse a solas con él para tocar el tema, porque de pronto se había vuelto la persona más escurridiza de toda la ciudad.
Y ella estaba algo preocupada.

Por alguna especie de milagro, logró acorralarlo un día en uno de los pasillos del complejo donde tenían las reuniones. Acababan de salir de una, en realidad, y todos los demás integrantes habían tomado caminos distintos para regresar a sus casas.
Pero ellos estaban ahí, en una competencia de miradas; una irritada y el otro asustado.

-Lovino, ¿me puedes explicar qué diablos-?
-¡No lo dije en serio, lo siento! ¡Por favor, solo olvídalo! -la interrumpió de pronto él, rojo como un tomate y atropellándose con sus palabras.
-¿Qu-? ¿A qué demonios te refieres? -se confundió ella.
-¿Cómo que a qué-? ¡A lo de la otra noche! -soltó, irritado.- ¡Lo dije sin pensarlo, apenas estaba despierto!

(T/N) parpadeó, como si recién cayera en cuenta de a qué se refería. ¡Estaba hablando de ese cumplido que había salido de la nada! Por dentro le dolió un poco, pero decidió no prestarle atención.
Lovino pareció darse cuenta.

-D-Debió ser muy extraño, así que lo siento. -insistió, lleno de nervios.
-Eh- no fue extraño. En realidad me- -se detuvo a sí misma. No venía al caso decir eso.- No importa, ¡eso no explica que me hayas estado evitando todos estos días!

El italiano cerró los ojos con fuerza y ser armó de valor para encararla.

-¡Me daba miedo! -cerró sus manos en puños.- ¡Ni siquiera tenía pensado decir algo así, no sabía cómo enfrentarte luego de eso!
-Pero no fue tan malo. -ella intentó calmarlo, extrañada de que reaccionara así.- ¿Por qué le das tantas vueltas al asunto? ¡Solo fue un cumplido!
-¡Porque me gustas y no quería decírtelo! -explotó, quedándose en silencio e irritado por un par de instantes antes de darse cuenta de lo que acababa de decir. Sus ojos se abrieron como platos y miró al piso, intentando darse la vuelta para huir.- Merda, merda, merda, merda-
-¡No huyas de nuevo! -se irritó ella, nerviosa por lo que acababa de escuchar pero no tanto como para no actuar al respecto.- Hay gente que se ofende cuando los evitas, ¿sabes?
-Terra, trágame. -murmuró Lovino, ocultando su rostro tras sus manos.- Olvida lo que dije, por favor. -habló apenas más fuerte.

(T/N) se hartó de la situación. Tomó las manos del rostro del italiano y lo descubrió, mirándolo a los ojos a pesar de todo su nerviosismo diciéndole que no era buena idea.
Tomó aire.

-¡También me gustas, y nunca lo sabrías de no haberlo dicho! -declaró.- ¡Ahora, deja de esconderte y mírame a los ojos!

Lovino le hizo caso y, todavía sin creérselo, miró sus ojos (C/O). Se quedaron un par de segundos en silencio en los que él terminó de convencerse de que sí, eso estaba pasando.
La (nacionalidad) trató de calmarse un poco y se las arregló para sonreír.

-¿En serio te-?
-Sí. -lo interrumpió ella.

Una oleada de pesado alivio barrió el rostro del italiano y cambió su mueca de sorpresa por una sonrisa de incredulidad.
Ella tuvo que admitir que se veía adorable.

-¿En serio?
-¡Sí!


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ewe

Ayer mi computadora colapsó y no quería encender q-q Casi me da un paro we

Mi cerebro estaba: !!!!! Los FANFICS!!!!!

La mayoría están en Drive también, pero el avance de este cap solo estaba en la compu QwQ

Como sea, el que sigue es Feliciano

Nos vemos entonces ^^7

Les loveo <3

-Gray

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