Final - Ivan
El invierno llegó a Belafari un poco después de la publicación del primer libro de Gilbert y de la primera cosecha de Antonio y compañía. Mientras los encargados de los sembríos se dedicaban a planificar cómo iban a disponer de las tierras y los maleantes en redención iniciaban los turnos para quitar la nieve de las calles principales, Ivan pensaba en una manera de pasar el rato. No tenía problemas en salir a la nieve unos minutos para ver a los niños jugar, pero no soportaba estar más de dos horas fuera de su departamento. Necesitaba una manera para distraerse del frío y de los malos recuerdos que éste traía consigo, por lo que reunió a un grupo de jóvenes de Blend con la excusa de intentar ganar acceso a los satélites de internet y poner a todas las computadoras en funcionamiento y se pasaron unas dos semanas encerrados en un taller a un par de calles de la plaza principal.
Sus hermanas, (Y/N) y Yao se pasaban de cuando en cuando para verificar que estuvieran bien y dejarles té o cosas por el estilo, pero la mayoría tenían cosas que hacer. Las clases no se detenían por el frío, así que Natalya pasaba buena parte de los días en la escuela. (T/N) se encargaba de ayudar a Matthew a llevar a los niños de su clase fuera de la escuela para que pudieran aprovechar de la nieve y el hielo, y Yekaterina y Yao estaban más que ocupados con toda la gente resfriada que venía de las ciudades circundantes en busca de un simple té.
Y cuando lograron conectar las computadoras con el internet y toda la celebración pasó, Ivan se quedó sin distracciones más allá de los videos que ya estaban en la red desde antes de la Sequía. Cuando Amanda, Vladimir y los forasteros comenzaron a subir sus videos, encontró con qué llenar veinte minutos de un día a la semana, pero el resto del tiempo seguía vacío y atormentándolo con hacer recordar. Se dedicó a leer y a que Kiku le enseñara a hacer origami, pero seguía sin ser suficiente.
Por lo que se pasaba el resto del tiempo encerrado en su cuarto o sentado en la azotea del edificio hasta que quedaba cubierto por la nieve.
Y nadie pareció darse cuenta.
Un día, Natalya se encontró con (T/N) tras las clases de Matthew y le dijo que necesitaba hablar con ella sobre algo.
-¿Qué pasó? -preguntó la (nacionalidad).
-Es sobre mi hermano. -comentó seria.- No sé cómo está, pero no dudo que esté teniendo problemas para querer despertarse por la mañana.
-¿A qué te refieres? -se confundió un poco (T/N), solo recordando lo que había conversado con él en el sótano de ese banco durante la Sequía luego de haber preguntado.- Ah-
-Supongo que te diste cuenta cuando viajábamos, pero te lo digo igual: no se lleva muy bien con el frío. -le contó la otra.- Le trae malos recuerdos, y necesita de una distracción constante. Y dudo que la tenga.
(T/N) le había dicho que trataría de hacer algo al respecto, pero para cuando el día había terminado y había dejado a Peter dormido en su cama, se sentó en la mesa de la cocina y se percató de que no tenía la más remota idea de qué hacer sobre el tema. Pensó un poco y llegó a la conclusión de que, fuera lo que fuera que podía hacer, lo primero era sacarlo de su departamento. Ahí dentro, a solas, era inevitable que recordara todas sus malas experiencias con el frío de cuando era niño.
Así que a la mañana siguiente fue a visitarlo. La sorpresa en su rostro pálido cuando le abrió la puerta fue más que suficiente para saber que algo no andaba bien. No quiso incomodarlo, así que simplemente le avisó que por la noche pensaban hacer una fogata y contar historias, y que estaba más que invitado.
Él le regaló una pequeña sonrisa y le dijo que iría si no se quedaba dormido antes.
Para su sorpresa, sí se apareció cuando estaban armando la fogata. Les ayudó a acomodar los troncos y se la pasó jugando con un grupo de niños a tres en raya mientras los demás se dedicaban a contar anécdotas graciosas. Los menores se retiraron a eso de las ocho, y (T/N) acompañó a Peter a casa para dejarlo durmiendo.
Cuando volvió, se encontró con que se habían puesto a contar historias de terror. Natalya tenía a todos aterrorizados con una que había escuchado en un campamento con sus compañeros de escuela cuando era joven, pero como la (nacionalidad) llegó cuando ya había iniciado no le dio tanto miedo. De lo que sí se percató fue que Ivan estaba bastante entusiasmado con la idea de contar ese tipo de historias. Cuando fue su turno, ella se quedó tan absorta en su expresión de emoción genuina y diversión infantil bajo las muecas que hacía mientras narraba, que solo prestó atención a la historia cuando la mitad de los presentes gritaron asustados y Kiku a su lado se aferró por su vida a ella; no porque estuviera asustado, sino porque Alfred lo estaba estrangulando en su miedo.
Al ver a Ivan reír hasta casi no poder respirar por haber asustado a todos sintió que comprendió un poco qué pasaba, y de pronto tuvo muy en claro qué podía hacer para ayudarlo.
Como la nieve no parecía ir a derretirse hasta el inicio del verano, decidieron organizar competencias de escultura, captura la bandera y batallas de bolas de nieve. (T/N), apoyada por Alfred, Elizabeta y Vladimir, fueron los principales promotores de esta actividad. La (nacionalidad), por su lado, lo había ideado como parte del plan para crear memorias y momentos agradables con Ivan relacionados al frío; es decir, lo que nunca pudo hacer de niño.
Por lo que los siguientes días se dedicaron a estar en la plaza principal los que podían, rodeados de nieve. Se organizaban turnos en los días de escuela para llevar a los alumnos en horas de Educación Física, y las competencias iniciaban los días de semana desde las cuatro hasta las siete u ocho de la noche. Peter y (T/N) participaron juntos en la competencia de esculturas, aunque ningún equipo le ganó a los hermanos italianos, y se separaron en las otras dos categorías. La (nacionalidad) hizo equipo con el ruso en captura la bandera, y podía haber jurado que nunca lo había visto tomarse un juego con tanto esmero.
Su victoria fue aplastante frente al equipo liderado por Alfred y Yao, en parte tal vez porque nadie atravesaba la nieve mejor que Natalya y Matthew, pero de todas formas ganaron. Ivan casi ahoga a (T/N) en un abrazo mientras celebraban, y ambos casi quedan aplastados cuando el resto de los integrantes del equipo se les sumaron.
Con el regreso del verano y las primeras señales del derretimiento de la nieve llegó la ardua tarea de planificar las cosechas y decir adiós a las esculturas de nieve que se habían construido durante las competencias. Tuvieron reuniones para el tema de la comida, por supuesto, y al acabar con los puntos importantes se pusieron a hablar sobre qué tan bien habían resultado las actividades de nieve.
-Deberíamos hacer lo mismo el invierno que sigue. -había propuesto alegre el ruso, dejando sorprendidas a sus dos hermanas y a la (nacionalidad).
-Yo apoyo esa idea. -se le había sumado Matthew.
El verano vino y se fue sin mayores problemas. Belafari no era una ciudad costera, por lo que no tenían mar al que ir a la playa; pero sí se celebraron carnavales con los aspersores que regaban los parques principales de la ciudad. (T/N) se dedicó, en su mayoría, a supervisar las actividades de Antonio y compañía, encargados de los sembríos; así como del invernadero de los médicos.
A la llegada del otoño vieron la temperatura decrecer, pero no hasta el punto del invierno nevado que habían tenido. Sí tuvieron una oleada de frío a mediados de la segunda semana, y algunos pensaron que tal vez sí nevaría por algo de un día. Esas suposiciones fueron negadas una de las tardes en el programa de radio del universitario, en el que ahora participaba un meteorólogo que se había mudado a Belafari con la apertura de la escuela y que anunció lo que ya se sospechaba: la oleada de frío pasaría sin mayores consecuencias.
Eso resultó un gran alivio para el español y los demás, pero la mayoría de niños estuvieron algo decepcionados con la noticia, ya que tendrían que esperar hasta el invierno siguiente para poder jugar en la nieve.
-Ojalá hubiera nevado al menos un día. -había mencionado Ivan una vez, mientras (T/N), el niño, sus hermanas y él tomaban té en la azotea de su departamento.
-¿Verdad? ¡Tengo una revancha pendiente contra Camilo! -había concordado Peter, haciendo un gesto como si arrogara una bola de nieve.
Las tres señoritas se habían mirado sorprendidas entre ellas, y ambas hermanas le habían sonreído a la (nacionalidad).
Por supuesto que, cuando regresó el invierno, las competencias se retomaron y hubo una alegría general por poder sentarse todos entre la nieve de la plaza principal a compartir una taza de chocolate caliente otra vez.
Una noche en la que acababan de terminar un castillo de nieve construido por todos, (T/N) se acercó a Ivan sentado del otro lado de la plaza cargando dos tazas de chocolate caliente. Se sentó a su lado en la banca y le entregó la bebida, dirigiendo su atención a los niños haciendo ángeles de nieve tras asentir a su "gracias".
-Me pregunto de dónde sacaron el chocolate... -dijo él al cabo de un rato en silencio, observando su taza.
-Creo que lo fabrican en Diáfuge. -mencionó ella, tomando un sorbo.
-¿Diáfuge? Ah- ¿la ciudad a tres horas de aquí? -la miró el ruso.
Ella asintió en silencio, observando a los niños. Permanecieron así por un par de minutos, Ivan regresando su mirada al frente al cabo de unos momentos. Se recostó en la banca y miró a las estrellas, dejando salir por su boca una nube de vaho que desapareció casi de inmediato.
Una ráfaga de viento pasó entre ellos, bajando la temperatura a su alrededor por los instantes que duró.
-Ugh- No me gusta el frío... -masculló el ruso, encogiéndose en una bolita sobre la banca.
-Eh- Pero fuiste el primero en correr a la plaza cuando comenzó a nevar. -ella lo miró, algo confundida.
-El frío sigue sin gustarme, pero... -Ivan miró al cielo de nuevo.- Me gusta estar con ustedes aquí, es mucho mejor que quedarme solo en mi departamento.
(T/N) sintió que su corazón se derretía con lo adorable que había sonado eso. Bebió otro poco de su taza y miró a los niños. Habían dejado de hacer ángeles de nieve, y ahora parecían estar armando muñecos.
El ruso pareció recordar algo.
-Ah, cierto. -dijo de pronto. Se giró a mirarla.- Hay algo que quería decirte.
Ella se giró a verle en señal de que le escuchaba, pero se dio con la sorpresa de que la miraba con una expresión que nunca le había visto antes. Algo sorprendida, le dio otro sorbo a su taza y esperó a que dijera algo.
-Eh, ¿sí...? -apremió al cabo de un rato, ya nerviosa por la prolongada atención.
-Ah- eh- B-bueno- -se tropezó sobre sus palabras el otro, sonriendo avergonzado como si recién se percatara de que se había quedado mirándola.- Yo-
-¡¡Cuidado!!
Ivan fue interrumpido por el grito de Peter desde donde jugaban los niños, seguido de una bola de nieve estampándose contra la frente de (T/N).
El niño corrió hacia donde ellos estaban, casi arrepentido.
-¡Lo siento, (T/N)! -se disculpó mientras ella se quitaba la nieve del rostro con su mano libre.- Esa bola iba dirigida a Matías, ¡pero la esquivó!
-¡Perdón! -gritó otro niño desde el grupito.
-Está bien, está bien. -lo calmó ella.- Es solo nieve. Pero tengan cuidado, ¿bien? No son los únicos en la plaza.
La (nacionalidad) despeinó los cabellos del niño con una sonrisa tranquila y este sonrió de vuelta, asintiendo. Se detuvo unos momentos, los miró a ambos, y se fue corriendo con una sonrisa aún más grande. Cuando llegó con sus amigos, los dos sentados en la banca vieron cómo les decía algo y se iban caminando para jugar más lejos.
(T/N) suspiró con calma.
-¿Decías-? -preguntó para que el ruso continuara, interrumpiéndose ella misma al sentir su mano sobre su cabeza, girándose a verlo.- Eh-
-Tienes nieve. -indicó el, peinando con cuidado sus cabellos para sacarle la nieve.
-Ah- gracias. -se acomodó sus cabellos ella en cuanto él terminó. Lo miró, y se percató de que se había acercado para alcanzar.
Ivan le sonrió como niño y se quedó en esa posición en silencio. Ninguno de los dos pronunció palabra, y lo único entre ambos era el vaho que aparecía cada vez que respiraban. Él abrió la boca para hablar, pero la cerró de nuevo por un rato.
-Lo que quería decirte era- -comenzó, guardando silencio de inmediato, como si comenzara a dudar a esas alturas.
-¿Era...? -apremió ella en voz baja, nerviosa por la cercanía.
- Ты- Me gustas, (T/N). -declaró en voz baja también, serio, tragándose la vergüenza.
Ella sintió que de pronto ya no tenía frío en el rostro y que su corazón quiso escaparse de su pecho por unos instantes. Quiso responderle, pero al intentar hablar descubrió que no podía, y tampoco sabía cómo decir lo que quería decir.
Él apoyó su frente en la zona ente su hombro y cuello, escondiéndose.
-Qué frío hace... -murmuró.
(T/N) dejó su taza al lado en la banca y se acercó lo más que pudo, teniendo que poner sus piernas sobre las suyas, y lo abrazó rodeando su cuello, acariciando sus cabellos con cuidado.
-¿Así está mejor? -preguntó ella, teniendo que suprimir la risa que se le salía de la alegría.
Ivan soltó una risa corta y la abrazó, casi dejándola sin aire por la fuerza y lo repentino que había sido. A ella se le escapó la risa y a él se le contagió; y rieron por un rato, sentados donde estaban.
-Mucho mejor.
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ewe
El siguiente es Kiku~
Nos vemos entonces ^^7
Les loveo <3
-Gray
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