Capítulo 7 - Un galón y barricadas


Se miraron por unos segundos más, él tratando de ver sus ojos a través de la máscara y ella rezando porque ambos salieran de todo eso en una pieza.

(T/N) se dio media vuelta y corrió agachada hasta el otro extremo de la barricada, que tenía una deforme figura de media luna con varias esquinas.
Probablemente debido a todo el inmobiliario utilizado para crearla.

Gateó lo más rápido que pudo hasta que llegó al final. Ya no había nada que la cubriera adelante, y no sabía hacia dónde ir.
Examinó el lugar con la mirada, y divisó una columna no muy lejos de donde se encontraba.
Pero tendría que esperar a que todos se distrajeran de su posición, lo cual no parecía que sucedería pronto.
Tenía que distraerlos ella.

Escudriñó el techo con la mirada, buscando algo que pudiera ayudarla. Al otro extremo de esa sala podía ver la superposición de paredes que creaban una especie de "puerta" que daba a la sala principal, en donde estaba la verdadera entrada polarizada y obviamente bloqueada.
Lejos, casi en la superposición, pudo ver un trozo de techo que estaba más flojo que el resto.

Sacó su pistola y le añadió el silenciador que cargaba en su riñonera. Le quitó el seguro y se apostó contra un mostrador hecho pedazos a su izquierda.
Esperó a que los que estaban justo debajo se movieran un poco, tampoco quería matar si no era estrictamente necesario.
Una vez vio la apertura, disparó al techo, causando que un trozo del tamaño de una computadora se desprendiera y cayera.
El impacto con el suelo hizo que se despedazara por lo viejo que estaba, levantando una pesada nube de polvo que confundió a todos los que estaban a su alrededor y los que estaban lejos se giraron a ver lo que sucedía.

(T/N) decidió aprovechar la oportunidad para correr agachada hasta detrás de la columna cuadrada. En cuanto llegó, se percató que aún tenía unos segundos más de confusión para hacer algo.
Sacó la cabeza por un costado y miró lo que tenía en frente.
Desde donde estaba ahora podía ver la entrada con sus vidrios polarizados, y varias camionetas bloqueando la puerta, pintadas de lo que parecía ser negro con grandes letras que leían "Darksiders" en rojo.
No parecía haber gente ahí, pues era probable que todos los integrantes estuvieran demasiado ocupados con la pelea para quedarse sin hacer nada en sus camionetas. Podía ver un cadáver en el asiento del piloto de una de ellas, y el resto estaban vacías.
Tras unos instantes de analizar, decidió que era probable que los maleantes se hubieran llevado el galón de agua hacia las camionetas para irse antes de que la pelea iniciara, por lo que tal vez el tesoro estaba ahí.

Como aún le quedaban unos cuantos segundos de distracción, aseguró la pistola con seguro en su riñonera, se impulsó de la columna y salió corriendo lo más rápido que pudo hacia la desierta pequeña barricada de muebles y mesas que rodeaban las camionetas.
Lamentablemente para ella, no contaba con que alguien más aprovecharía el evento del trozo del techo a su favor.

Estaba a unos cinco metros del inicio de la barrera para cuando su sombra se proyectó fugazmente hacia la pared de su derecha por una luz amarillenta, seguida del sonido de la explosión de una granada.
Suponiendo lo que pasaría, la joven se lanzó hacia delante, tratando de llegar tras la barrera antes que la onda de energía expansiva de la explosión la sacara volando contra la pared.
Por suerte para ella, sí logró refugiarse.
Aunque cayó forzosamente contra el piso.

(T/N) impactó contra el suelo tras la barricada, rodando un par de metros más hacia delante en un aparatoso intento de salvarse de todos los pedazos de losa que salieron volando del piso al recibir de lleno la explosión.
En cuanto dejó de rodar, se arrastró lo más rápido que pudo de espaldas, impulsándose con sus piernas y manos hasta pegar su espalda al mobiliario de la barrera. Instantes después, los tozos de losa y muro impactaron contra la pared frente a ella y cayeron al suelo, acompañados del coro de gritos de dolor y confusión provenientes del otro lado.
Todo fue seguido de una onda de disparos consecutivos que se aprovechaban del nuevo caos.

Permaneció en donde estaba por unos segundos, asustada, tratando de normalizar su agitada respiración y sobreponiéndose como podía al dolor en los muslos, hombros y espalda debido al impacto contra el suelo.
Tragó saliva varias veces, y respiró hondo.
Se irguió como pudo con sus brazos para poder ver lo que pasaba del otro lado de la barricada.
Pero no pudo ver mucho, y decidió que lo mejor sería no perder el tiempo.

Gateó como pudo a lo largo de la barrera de muebles destruidos y mesas volteadas hasta que recordó algo.
Ivan estaba del otro lado.

Activó el comunicador con una mano, mientras con la otra no dejaba de gatear lo más sigilosamente posible hacia las camionetas.
Con la respiración aún algo agitada, habló lo más bajo que pudo por el dispositivo.

—Ivan. — llamó. — Ivan, ¿aún estás ahí? ¿Pasó algo?

Luego de unos instantes de silencio, pudo oír la estática que indicaba que alguien al otro lado de la línea había activado el aparato para hablarle.

Да, (T/N), sigo aquí y estoy en una pieza. — habló el ruso, se oía cansado. De fondo se escuchaban gritos, debía estar ya con las otras personas a las que había que sacar de ahí. — ¿Cómo va todo? ¿Estás bien?
—Sí, Ivan, estoy bien. — le calmó. — Creo que el tesoro puede estar en las camionetas de los maleantes. Te digo luego.
—Bien, ten cuidado. Уви́димсяv (Nos vemos). — se despidió algo apurado y hablando rápido, tal vez algo pasaba, pero (T/N) decidió no interrumpir. Supuso que lo último que había dicho se le había salido en ruso por el apuro, y ella suponía que debía ser una especie de despedida, pero no estaba segura. No sabía hablar ese idioma más allá del "sí" y el "no".

Algo más tranquila luego de confirmar que su compañero estaba bien, comenzó a gatear algo más rápido. Ya se le estaba pasando un poco el dolor de la caída y había logrado normalizar su respiración.

Avanzó hasta estar a unos diez metros de las camionetas. Había pasado un par de cadáveres, pero parecían ser de los maleantes a juzgar por las ropas.
Estaba pasando tras una estantería echada horizontalmente cuando oyó gritos de alerta y algo pequeño y de metal chocar contra una de las columnas.
Otra granada.

Se pegó al mueble lo más rápido que sus reflejos le permitieron y se encogió, protegiendo su cabeza con sus manos.
Pero la explosión no llegó.
En su lugar, oyó el sonido que hace una fuga de aire, y luego oyó más caos, esta vez acompañado de mucha gente tosiendo.
Así que era una granada de humo, interesante.

Ni se molestó en apurarse, ya que su máscara le ofrecía protección en este caso.
Gateó, entonces, sin mayor dificultad hasta hallarse a cinco metros de su objetivo. Desde donde estaba pudo divisar la inconfundible figura de un galón de cinco litros, estaba colocado con descuido al lado de una de las camionetas.
Aceleró el paso, no queriendo levantarse pues una bala perdida podría darle o la verían, y en ese caso sería una bala intencional.

No había avanzado mucho desde que divisó el tesoro cuando la rejilla de ventilación en el techo, que estaba casi sobre el galón, cayó con fuerza al piso, impactando primero en un cadáver por lo que no produjo sonido alguno.
Pero no había caído porque sí, se había desprendido como si alguien la hubiera pateado.

Instantes después, (T/N) pudo ver un par de manos aferrándose desde adentro a la abertura más cercana a ella de la pequeña entrada del ducto. Luego, una cabeza salió, seguida de un torso y unas piernas flexionadas, a forma de volantín. La persona soltó su agarre y cayó a centímetros del galón, agachada con las piernas flexionadas para recibir el golpe del piso.
Una vez en el suelo, la figura sostuvo el tesoro un una mano y se dio la vuelta sobre sus talones, aún agachada en cuclillas.
Nadie le había visto, nadie excepto (T/N), y quienquiera que fuese no parecía hacer contado con que ella estuviese ahí.

Si perder ni un segundo, la joven desenganchó su pistola con silenciador, le quitó el seguro y apuntó a la silueta delante de ella, que le observaba con cautela y sorpresa.
Definitivamente no la esperaba ahí.

Se tomó unos instantes para analizar a quien tenía delante con la poca luz que había.
La figura resultó ser un joven de ojos marrones jalados, probablemente otro asiático, de mirada distante pero concentrada al mismo tiempo, barajando con aparente objetividad las opciones que tenía ahora que le habían descubierto. Estaba sorprendido, pero no parecía estar en pánico.
Su cabello parecía negro azabache, y tenía un corte recto algo despeinado por el movimiento. Sobre la boca llevaba una de esas mascarillas que usan los doctores y los enfermos para no contagiar a nadie, solo que esta estaba teñida de negro. Traía una bufanda que no parecía ser negro, tal vez azul oscuro, y estaba atada atrás para que no se desarmara. Camisa blanca de mangas largas, pantalones aparentemente formales de color café, zapatos negros y una especie de capa azul con mangas sobre sus hombros y triángulos blancos, que la joven identificó como el antiguo uniforme del Shinsengumi, en Japón. Llevaba también un par de tirantes café que conectaban con una correa con bolsillos de riñonera, parecida a la que usan algunos militares, y vendas en ambos antebrazos.
Era una apariencia un tanto... impresionante, para encontrar en un lugar así.
Además, su arma parecía ser... ¿una espada de madera? ¿Al estilo japonesa? Tenía unas letras inscritas en el mango que le sonaban familiares, pero no podía leerlas ya que estaban en uno de los alfabetos japoneses.
Muy bien, la joven asumió que venía de Japón, entonces.

(T/N) supuso que había venido a llevarse el galón, muy probablemente a robárselo ya que no parecía ser del grupo que debían rescatar. Avanzó lentamente sobre sus rodillas, el joven no parecía tenerle miedo, pero tampoco parecía querer que le dispare.
Así que ella decidió hablar.

—Suelta el galón, por favor. — pidió en voz alta que, entre tanto ruido, solo el otro la podía escuchar. Él pareció sorprenderse por lo que dijo. — Pertenece a un grupo pacífico de gente que lo descubrió en este lugar antes de la llegada de los maleantes, así que por favor, suelta el galón. — dijo ella, a lo que el joven puso una expresión que indicaba que se lo estaba pensando.
—¿Cómo sé que tú no vas a robarlo también?— inquirió, y con razón. Tenía una voz algo monótona, con un acento asiático, pero hablaba bastante bien el idioma.
—Buen punto. — aceptó ella, pues era cierto, nada le indicaba a él que ella tampoco fuera una ladrona. — Puedes seguirme si quieres, hasta que le entregue el galón a los dueños. — sugirió. — Hagamos una tregua.
—De acuerdo. — cedió él.

El joven le entregó el galón a (T/N), quien lo envolvió en las telas para que al menos no fuera tan obvio. Gatearon juntos hasta detrás del armario y se apostaron ahí, ella a llamar a su compañero y él porque pensaba seguirla hasta que confirmara que el tesoro de verdad iría a parar a quienes lo habían encontrado primero.
La joven activó el comunicador y habló a través de él, sin que el otro le escuchara.

—Ivan. — llamó. — Ivan, tengo el tesoro. ¿Dónde estás?

Nuevamente y como la primera vez, pasaron unos segundos antes de que la estática se oyera, seguida de una voz.

—Estoy cerca del medio de la batalla. —dijo el ruso, había mucho ruido de fondo y casi gritaba.— He logrado sacar a diez personas a salvo, entre heridos e inconscientes- —se interrumpió, como si hubiera hecho algo repentino. De fondo se oyeron más disparos y gritos, y la respiración agitada del joven. — ¡Ебись все конем...!— se pudo oír, no como si lo hablara por el comunicador, sino como si lo dijera al aire. (T/N) asumió que era algún insulto en ruso o algo así, o al menos era lo más probable dada la situación. Hubo otro silencio en la línea, con el caos de fondo, antes de que el joven volviera a hablar. — Perdón por eso, pero supongo que no lo entendiste. — rio secamente, un poco cansado.
—No, y no creo querer entenderlo. — le reprimió ella. Bueno, mientras no lo dijera frente a Peter...
—No fue tan malo. — replicó, antes de percatarse que no era momento para eso. — Bueno, hemos sacado a diez personas, conmigo hay otras cuatro. Estamos bien, pero- — se oyeron disparos. — Lo siento. Estamos bien, pero no sabemos cómo salir sin que nos disparen por detrás, o por último que nos sigan.
—¿Y los otros dos?— preguntó ella. — El chico afuera dijo que eran dieciséis.
—...— se oyeron más disparos. — ¿Ya no? Diablos...— se oyó que le hablaba a alguien más. — Lo siento de nuevo, es que nos estamos quedando sin balas. — informó, jadeando. — Los otros dos ya estaban muertos para cuando entramos.
—Bueno...— sopesó ella, ideando un plan. — Esperen en donde están, sigan disparando hasta llegar a una parte de la barricada, y no dejen de disparar. Yo haré algo. — comandó, ya en voz alta.
—De acuerdo, ten cuidado. — se despidió, y la estática se detuvo, indicando que había "colgado".

(T/N) levantó la cabeza para ver lo que sucedía, logrando divisar el grupo de maleantes que seguían en pie y no se cansaban de dispararle a una mesa.
Ivan y el resto debían estar refugiados ahí atrás.

Al notar lo que ella observaba, el chico que le acompañaba decidió sugerir algo, pues había escuchado la última parte de la conversación.

—Veo que tienes granadas de humo y de luz. — dijo, a lo que ella se volteó a verle. — Podrías usarlas para crear confusión entre los maleantes y darles una oportunidad a tus compañeros para escapar.

La joven le miró, no esperaba que le apoyara con ideas.
Y con buenas ideas, ¿cómo no se le había ocurrido?
Era el mejor plan que tenían de momento, por lo que decidió ponerlo en práctica.

Sacó una de las granadas de humo, le quitó el seguro y la tiró hacia los maleantes, logrando que cayera en el medio.
En cuanto explotó y dejaron de disparar, uno de los que se escondían levantó la cabeza para ver. (T/N) le hizo señas con las manos para indicarle que se movieran hacia la barricada de la puerta trasera, cosa que pareció entender.
Pudo ver cómo los cinco resguardados, incluido el ruso, se movilizaban agachados y rápido hacia la barrera indicada.

Por su parte, la joven y su acompañante corrieron para darles encuentro, cargando con el galón. Saltaron un par de muebles y cuerpos y se reunieron en la puerta, deteniéndolos al ver que estaban por salir. Aún les quedaban un par de segundos antes que los "Darksiders" se libraran del humo para actuar, pero si abrían la puerta entraría la luz y les descubrirían.
Ivan miró raro al nuevo por unos segundos pero no dijo nada.

—No podemos salir así como así, debemos hacer algo antes. — habló ella lo más rápido que pudo, no tenían mucho tiempo. — Entraría demasiada luz y nos seguirían.
—Entonces usa tu granada de luz. — dijo el asiático. Ella se sorprendió, realmente no esperaba que fuera tan colaborativo. — Si lanzas eso, podremos salir sin que distingan ambas luces.
—Sí, pero...— dijo ella, no estaba muy segura y se le agotaba el tiempo. Ya estaban disparando al azar y tuvieron que agacharse y rezar por que el humo durara un poco más.

Entonces se le ocurrió.
Sí, lanzar la granada de luz era una buena idea, pero si lo hacían y salían, igual podrían dividirse en dos y encontrarlos muy rápido, pues solo habían dos salidas. Necesitaban algo que les dijera que en realidad iban a salir por el otro lado.
Y entonces entraba la otra granada de humo.
Si tan solo la pudiera lanzar lo suficientemente cerca de la otra puerta... entonces creerían que usaron el humo para salir.
Pero, ¿cómo hacer que llegue tan lejos?

En los instantes que quedaban, miró al asiático.
Eso era.
Su espada de madera.

—Ya lo tengo, prepárense para abrir la puerta a mi señal. — informó, hablando lo más rápido que su lengua le permitía.

Todos asintieron, tragando saliva.
Nadie sabía qué iba a hacer, pero confiaban en que les ayudara a salir de ahí.

(T/N) sacó la granada de luz y la lanzó.
Logró hacer que caiga del otro lado de los maleantes, pero bastante cerca de ellos. Explotó justo cuando el humo se había disipado y todos habían girado a ver la mesa tras la cual ya no estaban.
Tenía buena puntería gracias a todas las tardes jugando béisbol en la posición de pitcher.

Los "Darksiders" recibieron el repentino y cegador resplandor proveniente de su derecha, la misma dirección de la puerta.
En lo que a la granada le tomó llegar y explotar, la joven sacó la última granada de humo que había cogido antes de entrar y le quitó la espada de madera al asiático que estaba arrodillado a su derecha, susurrando un pequeño "solo un momento" que estaba segura que pudo oír.

Una vez producida la súbita luz, dio la orden de salir. Abrieron la puerta lo suficiente y se escurrieron todos en menos de tres segundos.
Todos menos ella, quien detuvo la puerta de cerrarse con el pie y permaneció dentro unos segundos más. Se puso en pie, lanzó la granada de humo al aire a la altura de su cabeza y la bateó con la espada del joven. No produjo tanto ruido como para que los atacantes le oyeran.
El pequeño artefacto voló a través de ambas salas e impactó contra la puerta de salida, rompiendo el pomo y cayendo al piso. Allí explotó, soltando una nube de humo.
La puerta se abrió un poco, pues ya no tenía seguro debido al pomo destruido y el pequeño impulso de la granada fue suficiente para que se moviera un par de centímetros de su posición original.

Era perfecto.
Sonrió tras la máscara y se escurrió por la puerta trasera, cerrándola con cuidado, sin que nadie la notara.
Fuera, todos se miraron con alegría al verla salir pues sabían lo que había hecho. Peter se acercó a abrazarla, y ella le correspondió.
Varios, incluidos sus compañeros, iban a decir algo cuando ella les silenció con una seña. Confundidos, le miraron con una expresión asustada de "ahora qué".
(T/N) simplemente les indicó que la imitaran, y se acercó a la puerta sin hacer ruido, pegándose a ella para escuchar lo que pasaba dentro.
Todos la imitaron, esperando ver qué pasaba.

Mientras tanto, los maleantes se recuperaron del repentino flash de luz que acababan de recibir y se gritaron que los malditos habían abierto una puerta. Corrieron hacia sus camionetas, descubrieron que el galón no estaba y giraron a ver la puerta principal.
Vieron la entrada medio abierta, y el humo en frente que se estaba ya disipando.
Se dijeron entre ellos que el grupo había corrido luego de la primera granada de humo, se había llevado el galón, y había abierto la puerta de atrás para irse, creando así el resplandor.
Uno de los hombres intervino, diciendo que eso era muy obvio, y que en realidad debían haber usado una granada de luz para despistarlos y una de humo en la puerta para que ocultara la luz real, queriendo hacerles creer que habían salido por la puerta de atrás, cuando en realidad habían salido por la otra. Dijo que el plan no les saldría bien, porque se habían olvidado de cerrar la puerta delantera, así que sería mejor que se apuraran para alcanzarlos porque debían haber huido por ahí calle arriba, que fue por donde vinieron.
Se subieron a sus camionetas, cargaron a los heridos e inconscientes y salieron del edificio por la entrada principal, conduciendo calle arriba en un intento inútil de encontrarles.

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Nuevo cap! (yay!)

Es algo más largo que los anteriores, pero es que no quería dividir este incidente en más de un capítulo ;w;''  

Ya sé que ha aparecido un nuevo personaje, y que es algo obvio quién es (? Pero no voy a poner su diseño hasta que se presente como es debido >w6

En esta parte hay una referencia! c':
Yo diría que es complicada si es que no has visto la serie a la que me refiero.

Pista: es un anime de comedia.

Nos vemos en el cap siguiente ^^/

Les loveo <3

-Gray

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