Capítulo 5 - En busca de ellas
El grupo se levantó temprano por la mañana, desayunaron, recogieron todo y emprendieron su camino sin contratiempos.
Yao prefirió no preguntar por qué compartían el agua tan libremente con él.
Prefirió no preguntar muchas cosas, en realidad.
Como por qué no se habían detenido a pesar de llevar ya un par de horas metidos en la tormenta de nieve tóxica. No habían perdido el curso, pues (T/N) tenía una brújula perfectamente funcional, pero al chino le preocupaba el hecho de que no se podía ver mucho a la distancia. Los árboles o rocas a más de tres metros eran siluetas entre la espesa nieve en polvo que se levantaba con el viento.
Así que el asiático se limitaba a entrecerrar los ojos para poder ver, hundirse entre el equipaje en el asiento extra y cubrirse con una capa que la joven le había prestado de entre la ropa.
Caminaban con tranquilidad, bueno, (T/N) caminaba con tranquilidad. Yao estaba medio incapacitado para hacerlo y a Peter le costaba caminar, pues la nieve le llegaba hasta más arriba de las rodillas así que estaba sentado en el asiento del piloto.
Por lo que la joven caminaba con esfuerzo pero con calma, jalando del manubrio a la moto y con esta a sus dos acompañantes.
De cuando en cuando verificaba su curso con la brújula, sin problemas para ver gracias a su máscara.
En algún momento oyó que Peter le decía algo, pero no pudo distinguir las palabras por culpa de la tormenta.
Le pidió que repita a través de los intercomunicadores inalámbricos.
—¡Que hay una silueta de un hombre, a la una en punto!— se escuchó en el dispositivo acoplado a su máscara.
—¿Cómo?— se sorprendió ella, girando inmediatamente hacia la dirección indicada.
Y en efecto, a lo lejos se podía divisar la silueta de un hombre adulto bastante alto. Su paso se notaba irregular, tal vez estaba moribundo por inanición o por el frío.
Bueno, se divisaba a la distancia, pero debía estar a unos diez o veinte metros de ellos.
—Peter, saca el megáfono, por favor. — comandó (T/N), deteniendo la marcha. La silueta se movilizaba muy lentamente.
—¡Sí, Capitana!— respondió el niño medio en broma y medio en serio, rebuscando entre el equipaje.
Yao observaba la escena algo confundido.
El pequeño encontró el aparato y se lo alcanzó a la joven, quien lo tomó, lo encendió, y lo acercó bastante a la zona frontal de la máscara, de la cual salía el sonido.
—¡Hey!— gritó en el megáfono, arrastrando la letra "e", intentando atraer la atención de la silueta que pareció detenerse. — ¡¿Amigo o enemigo?!— interrogó, bajando el aparato y guardándolo.
Se pudo distinguir cómo la persona movilizaba sus manos hasta su rostro, y luego se oía un sonido opacado por la nieve.
Estaba gritando algo.
Luego comenzó a correr débilmente en su dirección, todavía gritando algo que el grupo no lograba escuchar bien.
(T/N) se quitó la máscara para recibir el sonido con más claridad, observando la silueta acercarse.
Para cuando entró en el campo de visión del grupo, detuvo lo que estaba gritando a la mitad, quedándose sin palabras.
Era un hombre joven muy alto y de piel bastante pálida, estaba en mal estado, golpeado, y se veía agotado y con hambre. En cuanto llegó frente a los otros tres, se quedó de pie, inmóvil, como si estuviera sorprendido. Miró rápidamente a Peter y a Yao y observó a (T/N) en silencio, respirando con dificultad, con sus ojos violetas clavados en la joven. Sus cabellos rubios grisáceos estaban alborotados y despeinados, traía una larga bufanda gruesa y blanca, un gran saco beige-caqui de invierno, pantalones color azul oscuro, botines para alpinismo marrones y tenía nieve en todas partes.
Se veía triste.
Exhaló una nube de vapor blanco por el frío y bajó la mirada, como si no hubieran sido las personas que pensaba que eran. Permaneció así por unos segundos hasta que comenzó a levantar la mirada, como si fuera a preguntar algo.
Pero se detuvo, y se quedó mirando algo a la altura de la mano de (T/N).
Levantó un brazo con algo de esfuerzo y, señalando el moño de la tela blanca que habían encontrado el día anterior que ahora estaba atado a su muñeca, hizo una pregunta.
—¿Dónde... dónde encontraron eso?— dijo débilmente, tenía una voz dulce.
(T/N) bajó la vista hacia su mano y observó el moño. Lo levantó y lo señaló, preguntando si se refería a eso.
El joven asintió, atento.
—En los restos de una fogata de tres personas, ¿por qué?— dijo ella, volviendo a ponerse la máscara. La tormenta seguía fuerte, pero estaba comenzando a amainar. — ¿Sabes de quién es? Les estamos buscando.
—...— el joven se tomó unos segundos para responder, como si debatiera entre decirle o no. — ¿Saben quiénes son los "Darksiders"?
Todos guardaron silencio, pues nadie se esperaba que preguntara eso.
—¿Los qué?— preguntó Peter, confundido. Ella giró su cabeza para verle y se encogió de hombros en respuesta. Iba a decir que no sabía para cuando Yao habló.
—Son un grupo grande de maleantes, ¿verdad?— comentó.
—Así es. — afirmó el otro, respirando con dificultad. — Son la banda de maleantes más grande en esta área, sí.
—¿Cómo lo sabías?— inquirió el niño al asiático desde el asiento del piloto.
—Los maleantes que me atacaron me dejaron con vida porque se dijeron que tenían que apurarse para que unos tales "Darksiders" no los alcanzaran. — explicó el chino, aparentemente orgulloso de saberlo.
—Pero, ¿qué tiene que ver eso con el dueño del listón?— preguntó (T/N).
—Que le pertenece a una de mis hermanas, y ambas fueron capturadas por los "Darksiders". — dijo el joven en tono serio.
Todos volvieron a guardar silencio, no sabían qué decir. No sabían si decir "lo sentimos" o si decir algo en primer lugar. Lamentaban lo que le había pasado a las hermanas de sujeto, pero no había mucho que pudieran hacer al respecto, ¿verdad?
¿Verdad? (T/N) estaba convencida de que, sea como sea, debían encontrarlas. Incluso si eso implicaba tener que rescatarlas de una de las bandas más grandes de maleantes de la zona.
—¿Y qué hay de ti?— inquirió ella. Pues, ¿qué había pasado para que se las llevaran a ellas y no a él?
—Mis hermanas se las arreglaron para obligarme a salvarme a mí y dejarlas a ellas atrás. — explicó, apenado. — Supongo que querían que yo sobreviviera, sí, pero no pienso abandonarlas sin pelear.
—¿Sabes hacia dónde se fueron?— dijo Yao de pronto, como si comprendiera las intenciones de (T/N).
—No, honestamente. Pero se mueven en grupos grandes, así que no debe ser muy complicado seguirles la pista. — comentó el joven.
—Perfecto, ¡entonces encontrarlos será pan comido!— exclamó alegremente Peter.
—¿Eh?— dijo confundido el otro, mirándolo.
—¡Porque vamos a encontrarlas! ¿Verdad, (T/N)?— la miró entusiasmado el pequeño. El otro joven la miró confundido y algo asustado, tal vez por lo que proponía el niño.
—Por supuesto. — asintió ella. — Las estamos buscando. Y si quieres ayudar, eres libre de unirte a esta comitiva.
Hubo silencio nuevamente. El joven parecía estar pensando seriamente qué responder, pensando en si debía confiar en el peculiar grupo que acababa de encontrar, en si realmente valía la pena arriesgarse a confiar en gente otra vez.
Pero claro que valía la pena.
Si era por sus hermanas, todo valía la pena.
Se enderezó con algo de esfuerzo y encaró a los otros tres, tendiéndoles la mano con una cansada y pequeña sonrisa.
No pudieron evitar pensar que era algo adorable, en contraste con su apariencia.
La tormenta estaba a punto de pasar.
—Ivan Braginski. — se presentó, aceptando la propuesta de formar equipo con ellos para rescatar a sus hermanas.
—(T/N) (T/A)— dijo ella, estrechando la mano del otro joven, a quien catalogó en su cabeza como posible ruso debido al apellido.
Ivan dirigió su mirada hacia el que estaba sentado en el asiento extra de la moto, no muy detrás de la joven.
—Yao Wang, mucho gusto. — se presentó el asiático, a lo que el otro asintió para luego mirar al niño.
—Peter Kirkland. — sonrió alegremente el pequeño.
El ruso pareció sorprenderse ante la presentación del rubio, pero cambió su expresión inmediatamente, como si ocultara su sorpresa. Se volteó a mirar a (T/N) para preguntarle algo, mientras el grupo reanudaba la marcha.
Ya casi se había disipado la tormenta.
—¿A dónde iremos, si puedo preguntar?— habló sobre el viento calmándose. Ya eran capaces de ver más a distancia.
—Seguiremos el camino que tomaron desde la fogata hasta algún punto que nos indique que cambiaron de rumbo. — indicó ella.
Avanzaron en silencio, sin muchos contratiempos, abriéndose paso entre la nieve. Se detenían cada cuanto para que los dos que iban caminando se sentaran sobre la moto y descansaran un poco, también para calentar sus piernas pues mucho tiempo hundidas en la nieve las congelaba.
El paisaje era bastante uniforme. Todo estaba cubierto de una capa blanca y tóxica y de cuando en cuando sobresalían un par de bultos debido a los arbustos, varios árboles mutados salpicados por aquí y por allá, dejando a (T/N) a suponer que debían seguir en las afueras de una ciudad, probablemente sobre la línea de alguna carretera.
Llegarían al siguiente pueblo en un día y algo más de caminata seguida.
Pasaron el resto de la mañana andando en silencio, nadie sabía qué decir pero todos sabían que no era necesario decir algo.
No había nada de lo que hablar, y los cuatro debían admitirlo.
Apenas se conocían.
Se detuvieron a eso de las dos de la tarde para comer.
Le convidaron a Ivan el almuerzo, quien aceptó con algo de desconfianza, reluctante a que un trío de extraños le brindaran semejante amabilidad así sin más.
Pero comió de todas formas, y cuando lo hizo, su expresión era la de un niño pequeño con un dulce.
(T/N) sonrió en sus adentros, era muy adorable.
Cuando terminaron de comer, el ruso sacó su cantimplora medio vacía para beber algo, pues parecía que llevaba un par de días sin tomar cosa alguna.
La sostuvo en sus manos y la miró con algo de tristeza, pues no le quedaba mucho y tendría que esperar a la siguiente ciudad para ver si de un milagro encontraban una gota de ese líquido más valioso que la vida misma.
Pero Peter le ofreció una taza de agua.
Ivan le miró confundido, y dirigió su mirada a (T/N) en plan: "¿vas a dejar que el niño me dé una taza entera de agua?". Ella ni siquiera se percató que le miraban.
Entonces recurrió al asiático.
Yao simplemente le brindó la mirada de: "yo no sé, solo bebe".
Así que bebió y agradeció como si le hubieran salvado la vida luego de mil infiernos de agonía.
Prosiguieron con su marcha, ya en un camino despejado de la nieve, avanzando en una pequeña pista de tierra rodeada de plantas mutantes crecidas más de lo normal. No parecían encontrarse cerca de un cuerpo de agua, por lo que la joven supuso que esa noche no habría niebla.
Como no había nada que hacer, Peter se dispuso a tararear algo.
En su mente, Yao simplemente rezó porque no fuera "London Bridge is falling down" otra vez. Pero si llegaba a serlo, no tenía el corazón para pedirle al niño que se detuviera. No es como si cantara mal, de todas formas.
Por suerte para el chino, el pequeño no cantó. Simplemente tarareó la melodía de una canción que (T/N) cantaba a veces, pero no se sabía la letra.
Ivan, por otro lado, pareció reconocer la canción. Y, como si lo hiciera para sí, comenzó a cantar por lo bajo aunque perfectamente audible para el resto, siguiendo el ritmo de Peter y comenzando en un momento aleatorio de la letra.
"Oh, canción. Canción de doncella.
Vuela al sol, vuela como ave.
Al soldado en el lejano frente,
lleva un saludo de Katyusha"
Tenía una voz suave y dulce, y no nacía demasiado esfuerzo para entonar así que se oía como algo simple para pasar el rato.
La joven le oyó cantar, y decidió continuar con la siguiente estrofa, en el mismo tono simple.
"Déjale recordar a una chica ordinaria,
deja escuchar su linda canción,
que guarda el recuerdo de su Patria,
y su amor, Katyusha mantendrá"
Coreando el final de lo que la joven había cantado, el ruso continuó, algo sorprendido de que conocieran la canción.
"Que guarda el recuerdo de su Patria,
y su amor, Katyusha mantendrá"
Dejaron que Peter tarareara el intermedio de la melodía, y (T/N) dirigió su mirada hacia Ivan, quien parecía estar pensando lo mismo que ella.
Cuando continuaba la letra, cantaron al mismo tiempo.
"Florecieron manzanos y perales,
sobre el río estaba la niebla.
Katyusha subió por la ribera,
de este río, cubierto de niebla
Katyusha subió por la ribera,
de este río, cubierto de niebla."
Cuando comenzó a oscurecer a eso de las cinco, la joven se subió al asiento del piloto y Peter se fue a sentar sobre todo el equipaje, en el asiento extra junto con Yao. Ivan dudó al principio, pero luego el chino le convenció de sentarse tras la joven. Sí, se sentó tras ella en el asiento del piloto, pero se sentó al revés, mirando hacia atrás.
Condujeron entonces hasta llegar a una pequeña estación céntrica, que era una pequeña cabañita que lo único que tenía era un par de sillas y mantas.
Antes del caos, estas estaciones servían para que los viajeros y mochileros tuvieran un lugar donde descansar o pasar una tormenta.
Echaron las cortinas y cerraron la puerta para que no escape el calor, que no era mucho pues las paredes tenían pequeñas ranuras, pero algo era algo. Armaron una especie de nido con las mantas y se sentaron alrededor, dejando la moto a un lado en la pequeña habitación.
Yao ayudó a (T/N) a encender una fogata en una olla que estaba tirada por ahí, y la colocaron a un lado de su nido de suavidad.
Se sentaron en forma de triángulo, con la joven y el niño en un extremo y los otros dos en los otros extremos. Comieron un par de frutas, que ya se estaban acabando, y bebieron agua con efervescentes de varios sabores.
Ivan observaba a sus tres nuevos compañeros con curiosidad, como preguntándose algo o decidiendo entre un par de cosas.
La joven se percató de esto.
—¿Sucede algo?— inquirió, quitándose la máscara, pues ya era tarde e iban a dormir.
—Ah, no nada, señora. — se excusó él.
Todos lo miraron algo extrañados y sorprendidos, y él les devolvió la mirada, confundido.
¿Había hecho algo malo?
—Eh... no tienes por qué llamarme señora. — dijo la joven, apenada. — Si quieres mantener las formalidades, entonces que sea señorita. No estoy casada.
El ruso pareció sorprenderse mucho ante esta última afirmación.
—Lo siento... yo creí...— tartamudeó, y miró a Peter, como si confirmara algo. Miró luego al asiático y pareció relajarse. — Bueno, tiene sentido...
Yao y (T/N) no sabían que pasaba y se miraron, confundidos. Prefirieron no preguntar.
Al niño, por otro lado, algo le desconcertó.
—Pero... igual (T/N) es muy joven para estar casada, ¿no?
—Bueno, eso depende, pero usualmente estarías en lo cierto. — le confirmó ella al pequeño.
—Eh, ¿en serio?— inquirió el ruso tomado por sorpresa. — ¿Cuántos años tienes?
—Veintiuno y algo más. Peter tiene siete y Yao tiene veintiséis.
—Ya veo. — dijo algo asombrado, como si sacara cálculos. — Sí, no tendría sentido. — susurró para sí mismo.
—¿Y tú cuántos años tienes?— le preguntó el niño, curioso.
—Veinticuatro. — le sonrió con dulzura, a lo que el pequeño le imitó.
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Yay! Nuevo cap!
Bueno, ahora que acabó Overlord voy a comenzar a actualizar esta historia lo más regular posible, tal vez semanalmente~
En el cap pasado pregunté si querían los bocetos de los diseños de los personajes para este fic, así que aquí están de los que han salido hasta ahora:
(Pueden ver que su cabeza está en negro, lo puse así porque.. pues bueno, porque son ustedes, no sé como son sus cabezas (? )
Ahí los tienen ^^/
Cuando salgan más personajes los pondré en sus respectivos capítulos~
En este cap tampoco hubo referencias :'c
La canción que cantaron fue Katyusha, que es... bueno, es una canción rusa.
Si buscan Katyusha en YouTube les sale :'v
Nos vemos en el próximo cap~
Les loveo <3
-Gray
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