Capítulo 4 - Un rastro
T/N) despertó a eso de las ocho y algo de la mañana tras oír un canto que interrumpió sus aburridos sueños.
Abrió los ojos lentamente para darse cuenta de que había jalado las mantas hasta por encima de su cabeza mientras dormía. No tenía frío en los pies, así que supuso que debía estar dentro de un capullo de telas.
Fuera de las mantas podía oír a alguien cantando en voz baja.
" En la pena,
de este mundo interminable
Por el que la gente
lucha..."
Era una muy bonita voz.
Dirigió su mirada hacia el pequeño en sus brazos. Peter seguía completamente dormido.
Sonrió internamente al ver su expresión de paz.
Levantó un poco su mano y asomó su cabeza entre las mantas, acostumbrando sus ojos a la luz. Escaneó la parte de la estación de tren que podía ver, no encontrando algo distinto a como había estado anoche.
Entonces localizó a la persona que cantaba.
"Sin importar la herida,
el día en que sane
vendrás
A dejar todo para mí
Ai yaa yaa..."
Era el joven asiático que habían salvado la noche anterior.
Estaba sentado de espaldas a ella, algo pálido, y se había recogido su largo cabello marrón en una desordenada coleta baja. Su casaca gris estaba algo desaliñada, y por su cintura podía ver como sobresalía su camisa roja arrugada. Traía pantalones caqui oscuro y botas de invierno.
Tarareaba la melodía de la canción que había estado cantando, la cual ella no supo reconocer, pero le resultaba una tonada bonita.
Aunque la letra era algo... ¿triste?
Tratando de hacer el menor ruido posible, alcanzó con su brazo libre su máscara, pues con el otro se apoyaba para estar algo levantada. Se la colocó, aseguró, y salió de las mantas para acomodarlas sobre Peter.
Pudo notar cómo el joven se tensó por reflejo en cuanto la oyó sentarse, pero se relajó al instante.
Debía estar bastante débil.
Se alineó la casaca y botas, ajustó su moño y se puso en pie.
El asiático no dio señas de ir a moverse. Se mantuvo sentado de espaldas a ella, admirando el ferrocarril desgastado por el frío mientras masajeaba su mano vendada, sintiendo la fábrica con delicadeza.
Ella sacó algo de agua y la pasó a una taza. También cogió uno de los trozos de las varias tartas que tenían en los contenedores, y lo colocó en una servilleta.
Caminó hasta el joven y se sentó a su lado.
Lo miró, aunque él no pudiera ver quién era ella.
—¿Tú eres quien me salvó?— preguntó volteando a observarla. Aún estaba débil, y parecía tener algo de miedo, lo que ella comprendió.
(T/N) simplemente asintió con la cabeza.
Pudo ver cómo una efímera onda de alivio pasaba sobre el rostro del joven, quien le regaló una pequeña sonrisa.
—Muchas gracias. — agradeció.
—No hay problema. — dijo ella. El asiático pareció sorprenderse al oírla hablar.
—¿Eres mujer?— dijo avergonzado, mirando al piso. — Perdón, no me percaté. Creí que eras un hombre...
—Está bien, no te preocupes, no puedo esperar que te percates mientras traigo esta cosa puesta. — agregó ella, señalando su máscara. El joven emitió un pequeño "heh". (T/N) se preguntaba si hubiera estado bien decirle que ella tampoco le había reconocido como hombre hasta que le vio la cara. — ¿Cómo te llamas?
—Yao Wang. Otra vez, muchas gracias por salvarme, te debo la vida. — dijo con una débil sonrisa. Así que era chino. — ¿Y tú? ¿Cuál es tu nombre, si puedo saberlo?
—(T/N) (T/A)— dijo ella.
—(T/N)...— repitió para sí, como si admirara el sonido.
Permanecieron un rato en silencio. (T/N) podía oír a Peter moviéndose entre las mantas, aún dormido.
—¿Cómo te encuentras?— preguntó al fin.
—Bueno, honestamente tengo sed y hambre, pero no es algo que pueda reclamar. — comentó.
—¿Qué pasó para que terminaras así?— inquirió ella, genuinamente curiosa.
—Estuve vagando por un buen tiempo sin agua ni comida. — explicó él. — Resulta que unos maleantes me encontraron un par de ciudades atrás y me quitaron lo poco que traía conmigo. Nada de valor sentimental, por suerte, pero se llevaron la poca agua y comida que tenía. — sonrió con melancolía.
—Tiene sentido...— analizó (T/N).
—¿Por qué me salvaste?— preguntó de pronto, al parecer triste.
—¿Por qué? ¿No debía?
—No, no es eso, es solo que...— hizo una pausa, ordenando lo que iba a decir. — Sí debes saber, que alguien normalmente no correría el riesgo de salvar a otro por más buena persona que fueran por el simple hecho de que no hay comida para todos. Y mucho menos agua. Pero entonces, ¿por qué tú sí?
—Larga historia. — sentenció ella. — Pero no te preocupes, no eres una carga si eso es lo que piensas.
El joven simplemente sonrió.
—Ten, debes comer y beber para recuperarte. — dijo (T/N), acercándole el agua y el trozo de tarta. Al ver cómo Yao la miraba asustado por ofrecerle una taza entera de agua, agregó. — Y no estamos faltos de agua aquí, así que toma. No te retengas.
—... De acuerdo, gracias. — dijo con algo de desconfianza, por supuesto.
Se llevó la taza a la boca y bebió.
(T/N) sonrió de tan solo ver su expresión cambiar al beber el líquido. La felicidad y agradecimiento, además de sorpresa, eran legibles en su rostro.
Bebió la mitad del agua y comió con cuidado pero rápido, como si no hubiera probado bocado en años. Se veía tan feliz, que ella se limitó a observarlo revivir.
Acabado el trozo de la tarta, continuó con la bebida.
Lágrimas comenzaron a caer tímidamente por sus mejillas. Pausaba lo que hacía para secárselas con la otra mano y continuaba, pero las lágrimas volvían a salir.
Repitió el proceso hasta que se hubo acabado el contenido de la taza, llorando de felicidad.
(T/N) esperó unos segundos para hablar.
—¿Deseas más?— preguntó lo más dulcemente que pudo.
Él giró rápidamente su rostro para verla, como si estuviera loca.
Pero su expresión le indicaba que sí.
Moría por más, parecía no haber recibido tanta amabilidad desde hace mucho tiempo.
(T/N) recogió la taza y la servilleta intacta, se puso en pie y avanzó hacia la moto. Sirvió la misma porción, además de un tercio de manzana, y regresó a su lado.
Se sentó y le entregó todo.
Yao recibió las cosas como si fueran sagradas antes de comenzar a devorárselas.
Ella simplemente sonrió en sus adentros y se quitó la máscara para comer otro tercio de la manzana.
Comieron en silencio.
Para cuando terminó, el joven parecía haberse calmado. Ya no lloraba, y su expresión era una paz absoluta mezclada con agradecimiento. Volteó a verla, y cuando estaba a punto de decir algo se detuvo.
Se quedó con la boca abierta por unos segundos, admirando el rostro de (T/N) sin la máscara.
Reaccionó y le dedicó una sonrisa sincera.
—Ya no sé cómo agradecerte, (T/A)...
—Puedes llamarme por mi nombre, no hay problema. — apresuró a decir ella.
—Bueno, (T/N). Otra vez, no sé cómo agradecerte. — dijo él. — Muchísimas gracias, en serio.
—No hay de qué. — calmó ella. — Igual no pienso dejar a alguien morir si tengo la oportunidad de salvarle.
Yao la miró, sorprendido.
(T/N) le regaló una pequeña y calmada sonrisa antes de pararse, dejando al asiático asombrado.
Caminó hacia Peter y lo sacudió con cuidado.
—Hora de despertarse, bello durmiente. — dijo ella en un tono suave, agachada al lado del niño.
—Ah... ¿(T/N)...?— murmuró el pequeño, despertando. — Oh, buenos días. — sonrió.
—Buenos días. — sonrió ella.
Peter se levantó, dobló las mantas y las guardó en el equipaje. Entre los dos recogieron la colchoneta y la guardaron también.
Ella se puso su máscara y le entregó el último tercio de la manzana a Peter.
No fue hasta entonces que el pequeño se percató de la presencia del otro.
—Oh, buenos días, señor. — saludó. — ¿Te encuentras mejor?
—Sí, muchas gracias. — agradeció Yao, sonriéndole.
—¿Cómo te llamas, señor?— preguntó el niño mientras comía.
—Yao Wang. — se presentó, levantándose con cuidado para cojear hasta el pequeño. De pie era apenas más alto que la joven. — ¿Y tú?
—Me llamo Peter Kirkland, mucho gusto. — dijo alegremente, tendiéndole la mano.
—El gusto es todo mío. — añadió Yao, estrechando la pequeña mano del niño.
Peter simplemente sonrió más.
Se acomodó el sombrero y su capa, ató bien los cordones de sus botines y sacudió un poco sus pantalones.
—Muy bien, muchachos, andando. — comandó (T/N). — Puedes venir con nosotros si quieres, Yao, mientras te recuperas del tobillo y tus heridas.
—Gracias. — dijo él.
Entre los dos le ayudaron a subirse al espacio que quedaba en el asiento extra y, una vez estuvo cómodo, Peter se acomodó en la conexión con la moto y (T/N) se subió al sitio del piloto.
Condujeron con tranquilidad hasta salir de la ciudad. No había rastros de gente, y eso era bueno en parte.
El niño cantaba alegremente "London Bridge is falling down" por décima vez en una ronda sin que ninguno de los dos mayores le interrumpiera, pues estaban demasiado concentrados esperando a que se equivocara en la letra de una maldita vez para soltar alguna risa.
La canción era larga, y de alguna forma Peter se la sabía entera y de memoria, incluso las dos últimas estrofas que eran poco conocidas.
Estaba en la onceava vuelta para cuando pasó.
"Set a man to watch all night,
Watch all night, watch all night,
Set a man to watch all night,
My fair— ."
Y se detuvo en seco.
Al oír que el pequeño no continuaba con la canción, Yao se giró a verle.
Parecía observar algo con concentración en la distancia.
—(T/N), allá a lo lejos veo los restos de una fogata. — dijo de pronto.
—¿Cómo?— respondió ella, sorprendida. — ¿Dónde?
—¿Pasa algo?— inquirió Yao.
—A las dos en punto. — indicó Peter.
Torcieron el curso ligeramente hacia su derecha para alcanzar lo que el niño había visto.
Mientras, el chino se limitó a mirar al niño con intriga, pues no habían respondido su pregunta.
Ella pareció percatarse de esto.
—Sucede que los restos de fogatas significan que alguien pasó por aquí hace no mucho. — explicó la joven. — Y como rara vez encontramos gente, siempre es interesante hallar rastros. Además, es fácil diferenciar las fogatas de gente inofensiva y de maleantes, así que también nos ayuda a mantenernos alejados de gente que no queremos encontrar.
—Ya veo...— comprendió el asiático, asombrado.
—¿Yao?— llamó Peter de la nada, como si recordara algo.
—¿Dime?
—¿Cuántos años tienes?— preguntó mientras se giraba a mirarle, ojos azules desbordando curiosidad.
—Veintiséis, ¿por qué?— respondió calmado.
—No, nada. — dijo satisfecho el niño.
Manejaron por unos minutos más hasta que comenzaron a desacelerar.
Rodearon los restos de la fogata dando vueltas con la moto, observando lo que tenían en frente.
Había hendiduras en la tierra que señalaban que tres personas adultas habían estado sentadas ahí. Una serie de cuatro ranuras al lado de una de las hendiduras sugerían que esa persona llevaba consigo alguna especie de arma blanca, o cuatro de ellas al menos. Al lado de otra de las áreas en donde se habían sentado se podían ver tres hoyos circulares separados por iguales distancias no muy grandes. De esos tres hoyos salían tres caminos que desaparecían a los pocos metros.
Probablemente esa persona tenía algo que había clavado en la tierra, y al sacarlo había arrastrado las o la punta por el piso, creando los caminos.
Lo único que se le ocurrió a (T/N) que pudiera haber hecho tales marcas, era algún tridente.
Pero le resultaba algo poco probable.
Por último, al lado del sitio de la tercera persona, al parecer la más grande de las tres, había un profundo hoyo circular.
A nadie se le ocurría qué diablos podía haber estado clavado ahí.
Alrededor de la fogata y las hendiduras había, por supuesto, pisadas. Dos pares parecían ser de botas, mientras que el par restante tenía pinta de ser de zapatos formales.
Uno de los pares era significantemente más grande que el resto, llevando a la joven a pensar que pertenecían a algún hombre adulto bastante alto.
Otro de los pares era muy probablemente de una mujer, por la forma de las huellas.
Entre la tierra se veía una especie de listón de tela blanca, que debía haber pertenecido a alguna de esas personas. (T/N) lo recogió y lo ató como un moño a su muñeca, pues podría servir como vendajes luego.
No había mucho más que les pudiera dar pistas, por lo que asumieron que las tres personas se habían ido sin percances, llevándose todo lo que trajeron.
La fogata no estaba caliente, así que dedujeron que habían pasado por aquí hace algún tiempo, tal vez un par de días o más.
Peter sonrió al saber que había más gente viajando en grupos que no fueran maleantes.
Dejaron de rodear la fogata para continuar con su camino en la dirección que muy probablemente habrían tomado esas personas.
(T/N) tenía la corazonada de que necesitaban encontrarlas.
—¿Otro presentimiento?— preguntó el niño al percatarse de eso.
—Algo así. — respondió ella.
Yao simplemente permaneció en silencio, supuso que era algo que no le incumbía.
Pasaron el día tranquilos, sin mayores eventos y con bastantes períodos largos de silencio.
Condujeron constantemente hasta que oscureció.
Y se levantó la neblina.
Ingresaron con la moto en una pequeña caverna formada por los árboles mutados, en la cual no se colaba gran parte de la niebla.
Al entrar encontraron unos cuatro lobos salvajes mutados.
El asiático se tensó inmediatamente, demasiado confundido por el hecho de que ninguno de los otros dos se hubiera asustado como para producir sonido.
Se limitó a mirar con algo de pánico a la joven.
El grupo dejó la moto a un lado y juntaron papeles y maderas antiguas para encender una fogata. Arrumaron hojas para hacer una especie de colchón y tiraron un par de colchonetas, armando una media luna en torno a la fogata.
Los lobos los ignoraron y se acurrucaron entre ellos en un lado de la cavernita circular.
Yao estaba muy confundido.
(T/N) se percató y le explicó la naturaleza de aquellas bestias.
—Pero me extraña que no te hayas percatado, digo, de todas formas viajabas solo hasta que te encontramos. — comentó ella al finalizar la explicación.
—Sí, pero solía mantener mi distancia de los animales. Creía que si no me acercaba, no me atacarían, pero no esperaba que simplemente no me notaran. — dijo el chino algo más calmado.
—Yo tampoco. — confesó Peter alegremente.
—Yo lo descubrí a las malas, porque una vez me desperté y estábamos rodeados por un grupo de hienas mutadas que ni siquiera se molestaron en mirarme o moverse, siguieron con sus propios asuntos. — recordó (T/N), a lo que Yao hizo una mueca extraña mientras el niño soltaba una risita.
Comieron, bebieron, y el niño y ella se acurrucaron juntos a un lado de la moto casi en el centro de la media luna, mientras el chino se ponía cómodo en uno de los extremos.
Se cubrieron con las mantas y admiraron el fuego en silencio por un buen espacio de tiempo.
El joven esperó hasta que el pequeño se hubiese dormido para decir algo.
—¿Tienen algún objetivo?— preguntó de pronto, sin dejar de mirar al fuego.
—¿A qué te refieres?— respondió calmadamente ella mientras se quitaba la máscara y la colocaba a un lado. Él volteó a verla y pausó lo que iba a decir para admirarla unos segundos.
—Que si tienen planeado llegar a algún lado, organizar a gente para reconstruir el planeta, buscar a alguien, algo así. — explicó. — O simplemente vagan por el mundo.
—Ah, bueno. — dijo ella, pausando. No sabía cómo decirle, pensaba que era demasiado pronto. Muy probablemente no le creería. — Sí, tenemos una especie de objetivo.
—¿Puedo saber cuál es?— inquirió él.
—Es... uh. — (T/N) sabía que sería demasiado extraño contarle toda la historia a alguien a quien apenas conocía. "Viajamos en busca de un aparato mágico que nos encomendó un profeta a través de sus sueños y un diario místico. Nuestra misión es reunir a trece elegidos que salvarán al mundo usando tecnología de la antigüedad" sonaba muy tirado de los pelos, a pesar de ser la verdad. Pero ella tenía esa impresión muy dentro de sí de que podía confiar en el asiático. La misma clase de impresión o presentimiento que les había ayudado a ella y a Peter en más de una ocasión, y que incluso la había animado a "adoptar" al pequeño. — Es... una larga historia. Pero en cierto modo, es un intento de recuperar al mundo. — dijo al fin. — Aún tenemos una esperanza.
Yao guardó silencio por un momento, observándola, intentando ver a través de lo que sus (C/O) ojos escondían.
—Cuando mis heridas sanen y me haya recuperado...— comenzó de pronto, bajando la vista. — ¿Me dejarán a mi suerte?
—¿Eh?— ella no se lo esperaba.
—O sea, ¿seguirán con su camino y yo con el mío? ¿Será un adiós?— volteó a verla, la joven pudo notar algo de tristeza en su mirada.
—¿Cuál era tu camino en un inicio? Antes de que te atacaran los maleantes, claro. — preguntó ella.
—... Ninguno, en realidad. — suspiró, mirando al fuego otra vez. — Cada día era un camino distinto en busca de comida y agua.
—Ya...— analizó ella. Había sido, entonces, un vagabundo desde que todo se vino abajo. Ese presentimiento profundo permanecía dentro de la joven, algo le decía que no lo habían rescatado por mera casualidad. Pero aún era muy pronto. — Honestamente, no sé qué pasará cuando te recuperes. Puede que todo siga igual como puede que las cosas hayan cambiado. Supongo que lo decidiremos cuando llegue el momento. Lo mejor será no preocuparnos por eso. — finalizó, echándose al lado del pequeño y cubriéndose con las mantas, dedicándole una última mirada y una pequeña sonrisa al chino. — Descansa, Yao. — se acomodó y rodeó a Peter. — Buenas noches.
El otro permaneció en silencio, repasando en su mente lo que (T/N) acababa de decir. Tenía razón, ¿por qué se estaba preocupando por algo que todavía no iba a pasar? Y a juzgar por el estado de su tobillo, tampoco iba a ser muy pronto que digamos.
Tal vez era porque no quería separarse de ellos, nadie había sido tan honestamente amable con él desde hacía muchos años. (T/N) era una caja de tesoros, apenas llevaba un día de conocerla y ya había descubierto un par de cosas interesantes. Por no mencionar que era bella en lo poco que la conocía. Peter, por otro lado, era un muchachito encantador. A Yao le alegraba que, en un mundo como ese, aún pudieran existir pequeños como él.
Y suponía que era posible en parte gracias a los cuidados de (T/N).
Aún no sabía qué clase de relación tenían la joven y el niño, pero juzgando por las apariencias no estaban relacionados por sangre. Al menos no como hermanos.
Yao detuvo su tren mental de indagaciones y sonrió para sí mismo, admirando la paz con la que esos dos dormían.
—Hasta mañana. — susurró.
Se recostó, se tapó con las mantas, y sintiendo que no había dormido tan cómodamente en milenios se dejó caer en los brazos de Morfeo.
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Actualización sorpresa porque me dio la gana~
Bien, lo siguiente que actualice tendrá que ser el último capítulo de mi otra historia, Overlord, así que nos veremos luego ^^/
En este cap no hay referencias :c
Las dos canciones aquí son:
- London Bridge is falling down
- Aiyaa 4000 años - Hetalia (ya saben, una de las canciones de personaje de China).
Les loveo <3
-Gray
PD: ¿Creen que debería subir como multimedia al final de algún capítulo el diseño de los personajes? Los tengo en dibujos por ahí, y los subiría en cuanto aparezca algún personaje nuevo.
No lo sé, díganme en los comentarios (??
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