Capítulo 39 - Los Rescatados


Escondidos tras un mostrador de vidrio en el patio de comidas de un centro comercial abandonado completamente a la naturaleza, (T/N) y Arthur observaron lo que pasaba frente a ellos. Ella con horror y él con tranquilidad.

Había humo por todos lados, se oían disparos, el suelo se remecía con explosiones y todos gritaban y se quejaban. Se podía ver un grupo de gente atada a una hilera de árboles que intentaban desesperadamente zafarse de sus sogas y mordazas para que ninguna bala perdida les caiga.

—Lo primero sería asegurar a los que están capturados y evacuarlos. —indicó Arthur, tomando un trozo de vidrio roto y afilado. (T/N) le imitó.
—Un momento. —lo detuvo ella del hombro al ver que estaba por ponerse en pie, y él se giró paciente a verla. —¿Y a dónde los llevaríamos?
—... —Arthur pensó por unos instantes y volvió a agacharse.— Te escucho.
—Natalya e Ivan no deben estar demasiado lejos. No sé dónde estará el dúo norteamericano, pero de momento podríamos llamar a uno de cada grupo por los intercomunicadores para que vengan a apoyarnos. —propuso ella, y el inglés asintió, aceptando la idea.

(T/N) activó el aparato en su oído y contactó con la línea de Natalya.

—Natalya, soy yo. Necesitamos que vengan al patio de comidas lo antes posible. —llamó. Hubo unos segundos de estática antes de que al otro lado de la línea se escuchara una pequeña respiración.
—De acuerdo, allá vamos. ¿Dónde están? —inquirió la bielorrusa.
—Eh, parece un local de helado. Estamos detrás de una hilera de árboles, deberían ser capaces de ubicar eso. —le indicó.
—Bien, eso vemos. Vamos a dar la vuelta. —anunció, y justo antes de que cortara se pudo oír a Ivan de fondo preguntando por la conversación.

Pasaron unos segundos antes de que oyeran pasos desde donde ellos vinieron. Arthur se giró y se levantó con cuidado sobre las ramas, arrimándolas para encontrarse con ambos hermanos que pasaban al lado del local.
Entraron por sobre el mostrador de al lado y se agacharon junto con los otros dos.

—¿Qué está pasando? —preguntó Ivan.
—No tenemos idea. —mencionó el inglés.— Pero a mí me parece que estamos lidiando con más de un bando.
—¿A qué te refieres? —inquirió seria Natalya.
—Que no solo son los maleantes y el grupo de los hermanos de la lady. Debe haber un bando más, alguna dictadura u otros maleantes. —comentó.
—Sí, yo también estaba pensando en eso. —se sumó (T/N).— No creo que el grupo –aparentemente– pacífico quiera quedarse a pelear mientras sus compañeros están atados, y no hay forma de que los maleantes se ataquen entre ellos con tal magnitud.
—Exacto. —completó el inglés.
—Entonces, ¿debemos desatarlos y sacarlos de aquí? —inquirió Ivan.
—Lo más rápido posible. —asintió la (nacionalidad).— No queremos que nos caigan balas perdidas ni que nos vean.

Todos asintieron y se apostaron contra el mostrador de vidrio. Ivan cogió un trozo de metal afilado tirado a un lado y la bielorrusa empuñó la cuchilla. Esperaron una abertura entre los disparos para salir.

En cuanto la vieron, Arthur murmuró un pequeño y rápido "now!" y saltó por encima del mostrador, corriendo agachado hacia la hilera de árboles. (T/N) le siguió, deslizándose por encima del mueble para correr al lado del inglés, seguida de los dos hermanos. Se dispersaron rápidamente tras los árboles, cortando las sogas de las manos de los rehenes.
Era complicado cortar con un trozo de vidrio, pero se las arreglaron.

Todas las personas que iban siendo liberadas agradecían rápidamente y se pasaban tras la hilera de los árboles para ayudar a desatar gente con lo que sea que encontraban cerca.
(T/N) se alegró de que fueran todos tan valientes y colaborativos.

Cuando estaban por terminar, ella llevó una mano a su intercomunicador y llamó al japonés.

—Kiku. —llamó.— Kiku, no sé dónde estás, pero necesito que encuentres a los hermanos norteamericanos.

Hubo estática en la línea por casi un minuto hasta que se oyó la voz del asiático.

—Enseguida. ¿Sucede algo? —habló.
—Necesitamos evacuar a mucha gente. —dijo ella, mirando a los rescatados. Debían ser como veinte. Y eso, porque no sabía si algunos se habrían metido en la nube de humo que era la pelea.
—Entendido, veré que puedo hacer. —y cortó.

Mientras tanto, una vez todos liberados, se agacharon en el piso para no recibir disparos. Los cuatro compañeros intercambiaron miradas. Debían alejarlos de la conmoción, pero... ¿hacia dónde?
Estaban mirando todos a su alrededor para cuando Ivan señaló frente a ellos, justo tras la hilera de árboles. Debía haber sido un local de comida rápida, a juzgar por los colores dañados con el tiempo y la cortina de hojas cubriendo todo.

Se movilizaron agachados y pasaron entre las plantas, algunos deslizándose sobre el mostrador y otros gateando rápidamente por las partes destruidas. Se aglomeraron en la cocina recubierta de enredaderas y, mientras los cuatro compañeros buscaban una forma de salir, los veinte rescatados aprovecharon para contarse entre ellos y ver si faltaba alguien.

—De acuerdo, descontándolas a ellas dos, faltan cinco. —dijo uno de los jóvenes.
—No, faltan seis. —le corrigió una chica. —Theliz no está.
—Argh, ese testarudo. Debe haber entrado a la pelea a por su hermano. —sopesó otro joven.

Para cuando los rescatados habían llegado a la conclusión de que faltaban seis, Natalya había encontrado la puerta para el personal entre todas las ramas. El ruso y el inglés pidieron espacio, y en cuanto lo obtuvieron, cargaron contra la puerta.
La tumbaron hacia afuera y ambos se fueron con ella al tropezarse con una raíz. Ivan cayó completamente, pero Arthur fue más rápido al poner sus manos y se impulsó antes de terminar en el piso.
Jaló al ruso de sobre la puerta y los rescatados salieron en tropel, seguidos de (T/N) y Natalya.
La (nacionalidad) los detuvo afuera, y todos esperaron pacientemente contra una pared, juntos entre ellos.
Se llevó una mano al intercomunicador y respondió la llamada.

—Señorita (T/N), los encontré. Habían llegado de casualidad al último piso. Encontraron cosas útiles, por cierto. —informó el japonés. ¡¿Cómo llega alguien "de casualidad" a un tercer piso?!— Nos estamos dirigiendo a su posición, ¿se han movido?
—Sí, salimos por el pasillo de atrás. Necesitamos evacuar ya, aún quedan seis metidos en el conflicto. —habló ella, escaneando con la mirada a todos los rescatados. Parecían estar entre el mismo rango de edades, ¿se conocerían de antes? Eso explicaría por qué andaban juntos con tanta sincronía.
—Entendido, allá vamos. —apresuró Kiku antes de colgar.

Esperaron cerca de medio minuto antes de ver al japonés, seguido de los dos hermanos, aparecer por la izquierda del pasillo que rodeaba el patio de comidas por detrás de los locales.
Llegaron a su lado y miraron a todos los rescatados.

—Kiku, guíanos. —comandó (T/N), a lo que el otro asintió.

La idea de haberlo mandado solo por delante era que se paseara por todo el centro en muy poco tiempo y reconociera todas las salidas y pasillos existentes. Así cuando necesitaran salir, él podía guiarlos.

Kiku comenzó a correr por el pasillo de la derecha, seguido de los veinte rescatados y el resto del grupo. La (nacionalidad) avanzó al final entre Alfred y Matthew.
Ambos cargaban con dos bolsas de papel cada uno.

—¿Qué encontraron? —preguntó ella, intercambiando su mirada de un lado al otro.
—Te lo diremos en cuanto estemos afuera. —se excusó el estadounidense en un tono alegre, y ella podía apostar que estaba sonriendo bajo la máscara.

Siguieron corriendo por más pasillos en silencio, teniendo que dar un rodeo inmenso pues varias salidas y pases estaban bloqueados por escombros caídos, plantas y huecos demasiado grandes para saltarlos. El grupo grande era bastante colaborativo, a decir verdad.
Los del grupo de nuestra protagonista hicieron de guías, quedándose en algunas esquinas para verificar que nadie se quedaba atrás y flanqueando al grupo grande por si aparecía algún maleante.

Estaban pasando de largo por una intersección de pasillos en el primer piso cuando Matthew se sorprendió.

—¡Son Gilbert y la chica! —exclamó mientras frenaba en seco, viendo pasar a ambos jóvenes por el pasillo de la izquierda en la dirección contraria a la suya.

(T/N) frenó casi al mismo tiempo que él, sobresaltada, y alcanzó a ver parte del prusiano perdiéndose en dirección al patio de comidas.
Miró rápidamente adelante, viendo cómo el grupo comenzaba a detenerse.

—¡Ustedes continúen! —comandó ella mientras el canadiense detrás suyo arrojaba las dos bolsas hacia delante, siendo atrapadas por Arthur. Se giró rápidamente para ver que el oji-violeta de lentes se alejaba por donde habían venido y volvió a mirar a los demás por unos instantes.— ¡Matthew y yo iremos tras ellos, esperen afuera!

Y corrió tras el canadiense.

Ambos corrieron por el pasillo paralelo al que habían visto usar a los otros dos. Podrían haber cruzado toda la intersección y perseguirlos en el mismo pasillo, pero eso les hubiera tomado mucho tiempo.
Lo mejor que podían hacer era llegar al patio de comidas antes que ellos.

No tenían tiempo para buscar las escaleras, por lo que al primer agujero en el techo que vieron decidieron subir por ahí. Lo vieron a lo lejos, y mientras seguían corriendo el canadiense se adelantó y se giró, uniendo sus manos como un pequeño escalón y flexionando las rodillas.

(T/N) corrió hacia él sin detenerse ni un segundo y pisó sobre sus manos. Él la impulsó hacia arriba y ella salió catapultada en dirección al hoyo. El impulso fue tanto, que al acercar sus rodillas a su pecho la (nacionalidad) fue capaz de aterrizar en el segundo piso sin la necesidad de colgarse de ningún lugar.
Lamentablemente, la estructura estaba tan dañada que cedió bajo sus pies.

Merde! ¡(T/N)! —gritó Matthew preocupado desde abajo al ver el piso desprenderse sobre él.

El canadiense se apartó sin mucho problema de los escombros que se le venían encima. Quien tenía problemas en ese momento era ella.
Ni siquiera había tenido tiempo de pararse cuando el suelo colapsó bajo sus pies. Se lanzó para adelante y logró alcanzar el borde recién creado, pero se chocó contra él y se deslizó hasta quedar colgada de sus manos enguantadas.
Que aún estaban algo heridas, así que inmediatamente después de quedar colgada se volvió a soltar con un corto quejido, esta vez por el dolor repentino.

Cayendo, (T/N) tuvo instantes para ver lo que pasaba bajo ella, así que lo narraremos como si fuera cámara lenta. Pudo ver que caería sobre mucho escombro deforme, por lo que probablemente terminaría con uno, sino ambos tobillos torcidos. Eso en el mejor de los casos, si pisaba demasiado mal podría romperse una pierna o algo, por no mencionar los golpes.
De alguna forma se giró en el aire y logró ver al canadiense saltando sobre los trozos de cemento en su dirección sin sacarle la mirada preocupada de encima. Ella sabía que no sería capaz de llegar a tiempo para posicionarse bien y atraparla estilo princesa sin que ambos terminaran heridos, así que estaba bastante confundida sobre qué iría a hacer el de lentes.

Una vez esos instantes terminaron y (T/N) fue sacada de su cámara lenta mental y traída a la trágica realidad, no fue capaz de contener un pequeño grito al ver el suelo acercándose rápidamente a ella.

Por suerte, Matthew logró reaccionar lo suficientemente rápido. Saltó sobre un par de trozos de escombros y se lanzó hacia la joven, rodeándola con sus brazos y empujándola con su viada, cayendo y rodando por el piso un par de metros adelante con ella.
Se soltaron una vez dejaron de rodar y se incorporaron a duras penas.

—Gracias, Matthew... —agradeció ella, respirando profundamente por el susto que se había llevado.

El canadiense había estado a punto de decir algo para cuando una explosión lo interrumpió. Una explosión que había sonado bastante cerca de su posición.
Se miraron entre ellos y corrieron en dirección al sonido.

Ya ninguno estaba muy seguro sobre si sería necesario subir al segundo piso para encontrar caos.

Estaban pasando por una serie de pasillos para cuando llegaron a un área que a (T/N) le resultaba familiar. Tenía un agujero circular con barandas en la parte de arriba y llegaba luz desde las supuestas claraboyas del techo.
Era el lugar en el que Ivan y ella se habían encontrado con Natalya y Arthur.

Ella reaccionó rápido y jaló a Matthew detrás de una columna al oír gritos provenientes de arriba.
Gritos de muchas personas, pero entre todas reconocieron los de una voz familiar.

Alter Schwede!

Era el prusiano.
Su grito llegó a los oídos de los dos que estaban abajo segundos antes de otra explosión. Hubo caos por un momento antes de que la muchacha que los había guiado allí apareciera corriendo desde un costado del círculo y cruzara frente a los dos escondidos.
Ambos reaccionaron demasiado tarde como para detenerla, y para cuando salieron de su escondite escucharon a alguien detrás.

Scheiße! Frau, ¡vuelve aquí! —gritó Gilbert, corriendo tras ella pero frenando unos instantes al verlos a los otros dos.— Schön, Matthew. ¿Qué hacen...? ¿Saben? No importa, ¡ayúdenme a detenerla!

Los otros dos asintieron y corrieron junto con el albino tras la muchacha. La siguieron por el pasillo en línea recta hasta que dobló a la derecha y chilló, tropezando y cayendo bruscamente en un intento de girar. Una balacera pasó sobre su cabeza antes de que se incorporara y corriera en la dirección contraria.
(T/N) descolgó una granada de humo de su cinturón y la tiró hacia los maleantes que comenzaban a ir tras ella, doblando la esquina hacia donde se había ido la muchacha junto con los otros dos.

—¡De acuerdo, esto es muy malo! —anunció la (nacionalidad), corriendo por su vida entre el canadiense y el prusiano.— Gilbert, ¿tienes alguna idea de qué sucede?
—¡No lo sé, schön! ¡Escuchamos gritos y explosiones desde afuera, y ella simplemente se desesperó y entró corriendo! —respondió el albino, confusión presente en su tono.

Giraron aleatoriamente por varios pasillos, tratando de evitar a los maleantes que les seguían mientras que al mismo tiempo trataban de no perder de vista a la muchacha cuyo nombre aún desconocían.

En algún momento salieron a un área amplia del centro. Parecía haber sido en algún momento esa zona en algunos centros comerciales en los que puedes ver hasta el último piso si levantas la vista y vice-versa, donde también suelen estar ubicadas las escaleras mecánicas.
Claro que en este caso todo estaba recubierto de enredaderas, hojas y raíces; pero aún se podían diferenciar unas cosas.

Salieron por un pasillo lateral en el segundo piso –al que habían subido eventualmente en medio de la huida. La muchacha corrió en dirección a las escaleras mecánicas que daban al primer piso mientras los otros tres recién habían dejado el pasillo a unos diez metros de ella.
Y para cuando lo notaron fue muy tarde.

Unos sujetos (claramente maleantes) bajaban apresurados por las escaleras que daban al tercer piso, justo al lado de las que tomaba la muchacha para bajar. Gritaron cosas como "allí está" y "que no escape de nuevo", y uno de los sujetos saltó los últimos escalones para girar tras ella y batearle la cabeza con un remo de madera que llevaba con él.
Un fuerte sonido de golpe –parecido al de una pelota de beisbol siendo bateada, pero mucho más grave y sonoro– resonó por el lugar antes de que la chica cayera bruscamente por las escaleras y rodara chocando con ramas y raíces hasta terminar tirada en el primer piso a la vista de todos.

(T/N) sintió un escalofrío. Ese tipo de sensación que le da a uno cuando presencia una escena dolorosa tan real y cruda que puede sentir el dolor en sus propios nervios.
Algo como las expresiones que ponen los chicos cuando uno de sus compañeros recibe un golpe en la entrepierna, pero multiplicado varias veces.
Pero eso no era todo. (T/N) no pudo evitar pensar que...
Que acababan de asesinar a la muchacha.


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7u7

Nos vemos el martes que sigue~

Les loveo <3

-Gray

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