Capítulo 34 - Las Ruinas
Una vez el inglés, la (nacionalidad) y la bielorrusa lograron salir de la camioneta por la puerta del conductor sin despertar a nadie más, se estremecieron ante el frío.
Al menos las dos señoritas, pues Arthur parecía inmune al frío dentro de su traje.
Se subieron a la moto, la joven adelante para conducir, el rubio en el asiento extra y la oji-violeta tras la conductora. Natalya se sostuvo con delicadeza de la cintura de (T/N) y encendieron el motor, avanzando a través de la nieve seguidos de cerca por la camioneta.
Siguieron la ruta que seguía la ladera de la montaña hacia arriba, pues muchas opciones no había; y para mediodía comenzaron a tomar curvas y sortear obstáculos algo torpemente tratando de seguir el mapa lo mejor posible.
Almorzaron ligeramente en el camino en cuanto todos se hubieron despertado, sin detenerse ni un segundo, y la única meta en mente de (T/N) era llegar antes del atardecer a las ruinas.
Sea lo que sea que le esperaba ahí, era importante. No sabía cómo, pero lo era.
Podía sentirlo, y no podía estarse tranquila.
Por suerte, fueron capaces de cumplir con el objetivo.
Debían ser cerca de las cuatro para cuando a lo lejos pudieron divisar unas manchas en la nieve que no parecían ser rocas, y su ubicación coincidía con el mapa.
Aceleraron hasta llegar ahí y se bajaron de los vehículos lentamente.
Sí, definitivamente eran unas ruinas. Eran tal y cómo (T/N) las recordaba de los breves segundos que las había visto en sus sueños. Debían estar hechas de rocas, ¿cuáles?, no lo sabía, pero eran rocas de una forma u otra.
En realidad, era un gran complejo de paredes esparcido por el área. La (nacionalidad) suponía que eso debía haber sido alguna especie de estación de vigilancia, pues parecía estar compuesto de varias habitaciones pequeñas.
No era tan grande, ahora que lo veía bien, pero no era lo que ella se esperaba.
—Bien, por fin llegamos. —anunció ella de pie frente al grupo, girándose para verles.— Si les soy honesta, no tengo la más remota idea de qué debemos hacer aquí.
—Cuánta sinceridad... —comentó Gilbert desde un costado.
—Todo lo que vi en mis sueños fueron a ustedes conmigo, en este lugar, y frente a nosotros estaba una persona más o menos de mi tamaño que me explicaba algo. —relató ella, no queriendo guardar más secretos que concernieran a la misión.
—Eso quiere decir que, lo que sea que encontremos aquí, debe darnos algún tipo de pista o de indicación sobre qué hacer luego. —analizó Yao.
—Concuerdo, realmente dudo que haya una persona como tal esperándonos. —añadió Kiku.
—Entonces debe ser algo como lo del diario. —dijo Peter desde donde estaba al lado de la joven.
—Es posible, dejar pistas a través de notas no es mala idea. —confirmó Ivan, asintiendo con la cabeza.
—De modo que buscamos algún papel o algo fuera de lugar que parezca reciente. —resumió (T/N).
—Cada uno busque por donde quiera. El lugar no es tan grande, de todos modos. — propuso Matthew, a lo que todos asintieron.
Peter corrió dentro de las estructuras y el grupo entero le siguió, dispersándose una vez llegaron a la primera habitación.
(T/N) recorrió los diferentes cuartos con calma, cruzándose con varios de sus compañeros que también buscaban en la zona. En algún momento se quedó sola y se dedicó a admirar las paredes, suponiendo que todos habían corrido a algún lado porque alguno había encontrado algo.
Pasó la palma enguantada de sus manos con mucho cuidado por la congelada piedra, sintiendo las hendiduras de las inscripciones en la pared. Parecían los mismos símbolos que brillaban en el purificador cuando estaba... bueno, purificando, valga la redundancia.
Recorrió la cara de la pared con su mano hasta que se chocó con la esquina, o eso supuso. Cuando apartó la vista para ir con el grupo, descubrió que lo que había detenido su mano de seguir avanzando era una superposición en la pared, por lo que había un pasillo y tal vez un nuevo cuarto que no había inspeccionado.
Y dudaba que alguien más se hubiera percatado.
Se las arregló para pasar por el estrecho espacio entre las paredes superpuestas y se descubrió apareciendo en un nuevo cuarto sin huellas en la nieve, indicando que era la primera en llegar. Había una única ventana frente a ella que daba al sol poniéndose.
Se había hecho tarde.
En medio del cuarto había una especie de plataforma circular de piedra, como si hubiera sido un pedestal o una mesa. Le llegaba al pecho y había algo sobre ella.
Se acercó al pedestal y observó lo que tenía en frente a la luz anaranjada de la puesta de sol.
Era un pequeño cuadernito de notas, más pequeño que su mano. Lo tomó y saltó para impulsarse sobre la pequeña plataforma, sentándose con las piernas cruzadas una vez estuvo cómoda.
Lo abrió con cuidado y leyó lo que había dentro, reconociendo la letra inmediatamente.
"Hola de nuevo, ha pasado un tiempo, ¿verdad? Espero todo haya estado bien. No sabes cuánto me alegra que hayas decidido ayudarme, en verdad.
Tengo entendido (según mis sueños) que has podido encontrar diez personas además del pequeño que ya iba contigo.
Sabía que eras la indicada.
Tengo buenas noticias, además. Ya logré encontrar la ubicación de este artefacto grande raro del que te hablé en mi diario. Parece ser que es un gran recinto ubicado bajo tierra.
Dejo las instrucciones y las direcciones en esta misma libreta.
Aún no he llegado, por supuesto, pero sé que ese es el lugar. Además, no hay forma de que llegues antes que yo, así que te estaré esperando ahí.
Mucha suerte, y espero todo vaya bien.
–V."
Sí, era la misma persona dueña del diario que inició todo eso. Esta vez no había noticias suyas, pero (T/N) esperaba que todo estuviera bien de su parte también.
Cerró la libreta, dispuesta a leerla junto con todos, y se giró para ver a la persona que había entrado mientras ella terminaba de leer la primera página.
—Lo encontré. —anunció ella, agitando la libreta, aún sentada en el pedestal.
—Así veo. —dijo Yekaterina de pie tras ella, podía adivinar que estaba sonriendo bajo la máscara.— Volvamos con el resto.
La joven se bajó de la piedra y dejó la habitación tras la ucraniana, caminando con calma hasta la salida donde el resto del grupo les esperaban al lado de los vehículos.
—So... ¿encontraron algo? —preguntó curioso Alfred.
—Sí, ahora les leo. —lo miró la (nacionalidad).
Todos se ubicaron en un círculo de pie (pues sentados se congelarían los traseros), y (T/N) prosiguió a leerles desde la primera página.
Las páginas siguientes explicaban que, al parecer, el artefacto ese se encontraba en un gigantesco recinto bajo tierra compuesto de bastantes galerías y laberintos, con muchas formas de llegar a la sala final –en la que estaba el artefacto mismo–.
Las coordenadas les indicaban que se encontraba relativamente lejos de donde estaban, pero tampoco estaba del otro lado del mundo. Les tomaría unas cuantas semanas llegar, tal vez, pero no podían estar muy seguros.
La libreta no tenía mucho más escrito, por lo que la cerraron y se quedaron unos segundos en silencio, digiriendo la información mientras la joven guardaba el objeto en su mochila.
Arthur abrió la suya y extrajo un mapa distinto al que habían estado usando hasta entonces. Lo apoyó en el capó de la camioneta y comenzó a trazar líneas con sus dedos, como si hiciera cálculos.
(T/N) supuso que estaba tratando de ubicar las coordenadas que habían aparecido en la libreta.
Al cabo de unos segundos lanzó una pequeña exclamación y todos se acercaron a ver.
Y en efecto, el lugar exacto que señalaba en inglés no estaba del otro lado del mundo, pero sí estaba lejos.
El piloto sacó un lápiz y comenzó a trazar varias rutas posibles desde su posición actual hasta el punto del artefacto.
Tras una corta votación, se decidieron por tomar la ruta que bajaba por el otro lado de la montaña y seguía campo adentro, pasando por gran cantidad de ciudades en las que podrían detenerse a buscar comida y gente.
Después de todo, se suponía que eran trece personas a las que había que reunir y solo eran diez en el grupo (descontando a los dos originales, claro).
Se subieron a los mimos lugares que en la mañana y encendieron los motores, emprendiendo el camino ladera abajo por el otro lado de la montaña. El sol acababa de ocultarse y no tendrían luz por mucho más tiempo, por lo que debían bajar de la montaña lo antes posible
Por suerte, este lado era mucho menos empinado, así que se podía avanzar mucho más rápido.
Ya de noche llegaron a lo que debía ser una cabaña para los esquiadores. Había camionetas descompuestas y abandonadas al tiempo y muchos otros vehículos que no podían distinguir entre la oscuridad.
Se cuadraron entre los autos abandonados e inservibles y se bajaron para comer ahí mismo. No veían nada con lo que encender una fogata, de modo que la cena de esa noche sería simple.
Y así lo fue.
—Creo que tendremos que volver a dormir todos en la camioneta, no hay forma de que encontremos algo más cálido cerca. —suspiró la ucraniana.
—Por mí no hay problema, frau, yo dormí perfectamente. —apoyó la idea el albino.
—Yo igual. —se sumó el francés, y desde un costado Matthew le dedicó una mirada cansada de "no me digas, ¿en serio?".
—Bien, pero yo me congelé toda la noche solo porque Kiku no quiso dormir conmigo. —se quejó Alfred.
—Yo estuve bien, muchas gracias. Tomaré el mismo lugar. —se apresuró a decir el japonés.
—Yo dormí contra la puerta. —comentó Arthur.
—Yo igual. —murmuró Yao a un lado.
—Honestamente, no me hubiera incomodado si te hubieras girado, ¿sabes? —intervino (T/N).— Es más, me hubiera llegado más calor corporal, ahora que lo pienso.
—Really?
—Vamos, ¿creen que haya espacio para mí en la maletera? —imploró Alfred.
—Yo creo que sí. —comentaron Matthew y Peter a coro.
—Yo creo que no. —cortó Natalya.
—Yo creo que sí, pero igual no vas a poder dormir ahí atrás. —resumió Gilbert.
—¿No? ¿Por qué no? —lo miró el estadounidense.
—¿De qué lado dormirías? ¿Del lado de los hermanos? Lo dudo mucho. —comenzó el albino.— Tendrías que dormir del lado de (T/N). No creo que quieras dormir hacia la puerta, y también dudo que quieras dormir al lado de Arthur, por lo que tendrías que ir del lado del equipaje. Pero no creo que (T/N) y Peter quieran dormir entre ambos, ¿o sí? —finalizó el escritor, mirando a la joven.
—En este punto ya no me importa, realmente. Lo único que eso puede significar es que vamos a estar más apretados y por ende más cálidos. —dijo ella, cansada.— De todas formas es Peter el que dormiría al lado de Alfred, así que él decide.
—¿Yo? —preguntó el niño.— Por mí no hay problema. —y sonrió.
Alfred celebró y Natalya llevó una mano a su frente mientras Ivan sonreía macabramente.
Terminaron de comer y se levantaron directamente hacia la camioneta. Todos subieron a sus sitios, se acomodaron, se quitaron las máscaras y comenzó el silencio.
(T/N) no sentía nada tocando su espalda, pero si sentía de vez en cuando la cálida respiración del inglés.
El caballero debía estar manteniendo su distancia, huh.
Peter estaba entre sus brazos como todas las noches, y frente a ella estaba Alfred temblando de frío. Sus ojos azules miraban al pequeño acusadoramente, como si en ese momento envidiara lo cálido que debía estar.
(T/N) lo miró y se percató de que estaba relativamente lejos de ella, casi aplastándose contra el equipaje.
Con sus labios deletreó "¿pasa algo?", a lo que el estadounidense frunció el ceño y se encogió entre las mantas, sacando apenas su barbilla para deletrear de vuelta "tengo frío". Ella se confundió bastante, y deletreó "claro que tienes frío, estás demasiado lejos. ¿Por qué no te acercas?".
El rubio la miró algo incrédulo, pero se acercó de todas formas, quedando su cabeza a veinte centímetros de la de ella. (T/N) le deletreó que no se moviera, o perdería el calor que ha generado; y se tapó con la manta hasta la boca, dejando su nariz fuera para poder respirar mejor.
Pero por supuesto que nadie pudo dormirse. Al cabo de una hora y algo más, Gilbert levantó la voz tal como la noche anterior.
—¿Quieren jugar algo de nuevo, o intentamos desde las canciones? —preguntó el prusiano, aparentemente divertido por la situación. Todo el mundo gruñó al saber que no eran los únicos despiertos y que nuevamente podría tomarles mucho tiempo dormirse.
—Canta para nosotros, (T/N). Si eso no funciona, tendremos que jugar algo. —propuso Francis.
—De acuerdo, por mí está bien. Los que se sepan la letra me siguen si quieren. —anunció ella, y guardó silencio por unos instantes para pensar en una canción.
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Capítulo nuevo!
Aunque en este no hay referencias :c
Pero hey! En el capítulo que sigue no se progresa mucho con la historia (creo), así que lo subiré el viernes :3
Después todo continuará como siempre.
Nos vemos el viernes, entonces ^^/
Les loveo <3
-Gray
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