Capítulo 20 - El laberinto


Persiguiendo al japonés que corría tras el estadounidense desesperado, la (nacionalidad) se internó en el laberinto que había sido tomado por la naturaleza con el paso del tiempo.
Ingresó, giró un par de veces siguiendo los pasos del asiático, pero a los dos minutos lo perdió de vista. Intentó oír sus pisadas, pero no pudo diferenciarlas entre los gritos y el ruido que salían de alguna parte de ese lugar.

Se detuvo en donde estaba para recuperar el aliento, examinando su alrededor. Estaba en una pequeña recta que hacia delante giraba a la izquierda, y había venido de una bifurcación que daba a tres lados. Las paredes eran de plantas, por lo menos de un metro de ancho, así que no se podían atravesar y tampoco ver a través de ellas. Debían medir cerca de dos metros y medio de alto, por lo que no era capaz de ver al otro lado de ambas paredes.
Originalmente no debía haber habido techo, pero las plantas mutadas habían crecido como árboles y enredaderas, y ahora apenas se podía ver el cielo a través de las hojas. Entraba la suficiente luz, por suerte, pero creaba una especie de ambiente encantado, como si fuese un bosque de los cuentos de hadas.
Claro que sería muy hermoso si de fondo no se oyeran los gritos de la pelea o lo que sea que pasara.

En ese momento se percató que no llevaba ningún arma con ella. Había dejado su mochila en el equipaje de la moto, y ahí dentro había dejado sus armas. Solo llevaba su riñonera, en la que había una pequeña navaja suiza, pero dudaba que eso fuera a servirle como protección.

Decidió que eso sería mejor que nada, y movió su mano para sacarla.
Pero al mover su riñonera, en su espalda algo se movió en su cinto. Extrañada, descolgó lo que sea que estuviera allí y lo observó.
Claro, ¿cómo podía haberse olvidado de que lo llevaba con ella?
Era el taladro.

La historia de por qué tenía ese aparato atado a la espalda de su cinturón era algo larga, pero la resumiré. Resulta que, en algún momento, Peter y (T/N) habían necesitado salir de un lugar con urgencia, y lo único que habían encontrado cerca había sido la caja de herramientas que ella se había llevado de su casa el primer día del caos.
Dentro de la cual estaba ese taladro.
Así que ella lo había sujetado del cable y girado como si fuera un lazo de vaqueros para destrozar un vidrio con él.
Desde entonces lo cargaba en su espalda baja.

Algo aliviada de tener la pesada herramienta con ella, la sujetó del extremo del cable y se dispuso a avanzar por el laberinto.
Solo entonces se le pasó por la cabeza.

¿Hacia dónde avanzar? ¿Debía continuar buscando al asiático y al estadounidense, o debía regresar con el resto?
Y hablando del resto, ¿no eran los gritos de Peter lo que había escuchado mientras se internaba en el laberinto tras Kiku? ¿La había seguido como ella había seguido al japonés? Oh, diablos. Eso quería decir que el pequeño debía estar perdido dentro de ese lugar.
Tenía que haber mantenido la calma, ¿qué clase de ejemplo era?

La joven desistió de culparse, suponiendo que ya no había mucho que hacer al respecto. Había actuado por impulso, no había pensado bien en lo que hacía, y ahora por eso el pequeño y quién sabe quién más se habían internado en ese lugar.
Fabuloso. Pero no podía quedarse hecha bolita a un lado, llorando de miedo por la situación. Estaba asustada, no sabía qué podía haber tras cada esquina que girara, y tampoco sabía el camino fuera.
Pero debía mantener la calma, tenía que encontrar al resto y salir de ahí.

Así que respiró profundo y caminó lentamente por el laberinto.
Se le pasó por la cabeza guiarse por los sonidos para saber qué camino tomar, pero se lo pensó mejor. Los enredos como esos no funcionaban de esa forma, podía haber alguien del otro lado de la pared de plantas pero para llegar allí había que darse toda la vuelta.

A los tres minutos ya se había aburrido de caminar sin nada que hacer. No quería correr porque no le gustaría chocarse con alguien al girar la esquina, así que caminaba lentamente.
Ni siquiera se preocupaba por no hacer ruido. De todas formas, nadie iba a oírla, con todos los gritos y el desastre.
Así que decidió cantar en voz baja, solo por no arriesgarse a que alguien del otro lado le dispare o algo. Decidió cantar un mix mental de varias estrofas de canciones que pasaban por su cabeza.
Comenzó con una en inglés.

"If I retreat
Words, wars, and symphonies
Make room, we're taking over here"

No recordó lo que seguía, hace mucho que no la escuchaba, así que continuó con otra parte de la canción.
Había llegado a una bifurcación, el camino se abría hacia tres lados: izquierda, derecha, o de frente.

"Cold hearts brew colder songs
Fate will play us out
With a song of pure romance
Stomp your feet and clap your hands"

Decidió ir hacia la izquierda. No había nada que le indicara que debía ir por ahí, pero tampoco había algo que le indicara que debía ir por las otras dos, así que giró. Esta zona tenía menos pasto en el piso, ¿habrían pasado por aquí?

"Let's kill tonight!
Kill tonight!
Show them all you're not the ordinary type
Let's kill tonight!"

Observando el suelo, notó que había trozos de plástico y vidrios. ¿Qué diablos había estado pasando en ese laberinto?
Estaba algo aliviada, en cierto modo, de no haber visto balas o cartuchos hasta ahora.
Giró hacia la izquierda otra vez y comenzó a cantar otra canción desde un punto cualquiera, esta vez en español.

"Las caras más bonitas que he conocido,
soy la fotografía de un desaparecido
La sangre dentro de tus venas,
soy un pedazo de tierra que vale la pena
Una canasta con frijoles,
soy Maradona contra Inglaterra anotándote dos goles"

Siguió caminando por la recta hasta que encontró pisadas, muchas pisadas. Zapatillas, zapatos formales, botas, converse, y todo tipo de calzados.
No distinguió, lamentablemente, las huellas de los botines de Peter.
Bueno, al menos eso decía que no debía haberse encontrado con el grupo de gente.

"El otoño con sus hojas desmalladas
Los versos escritos bajo la noche estrellada
Una viña repleta de uvas
Un cañaveral bajo el sol en Cuba
Soy el mar Caribe que vigila las casitas,
haciendo rituales de agua bendita"

Debían haber pasado cerca de ocho minutos para cuando oyó pisadas muy cerca de ella. Se detuvo en seco, comenzando a girar el taladro del cable por si era alguna especie de maleante.
No estaba muy lejos de la esquina para cuando de la derecha apareció una persona.

Hicieron contacto visual, al menos del lado de ella pues llevaba la máscara, y la persona que acababa de aparecer intentó regresar por donde vino. Como no miró donde pisaba, se tropezó con una roca y cayó al suelo, oportunidad que la (nacionalidad) aprovechó para acercarse y preguntarle si había visto a alguno de sus compañeros.

Avanzó lentamente a su lado, el sujeto la miraba algo asustado. En cuanto estuvo más cerca pudo verle mejor.
Debía tener la edad de Arthur, tenía leves inicios de una barba, el cabello largo, rubio y ondeado atado en un pequeño moño en su nuca y los ojos índigos. Traía una pequeña capa azulada que le cubría hasta los codos, una camisa blanca debajo, pantalones medio formales negros llenos de tierra y botas con cuchillas en sus estuches a los lados. Atado a la cintura llevaba una especie de tela negra bastante desgastada, y colgando cruzada cargaba una gran mochila gris con un estampado de la Torre Eiffel a un lado.
Tenía cara de ser francés, y estaba bastante confundido de por qué ella no lo había matado todavía.

—Perdón si te he asustado. — se disculpó ella, quitándose la máscara para que confiara, él se sorprendió. — Pero estoy buscando a mis... um, a mis amigos.
Ah... une belle fille... (Una bella chica)— susurró el joven, aún bastante perplejo e intentando torpemente erguirse del suelo con sus codos. — Pensé que eras uno de los maleantes...
—No, no te preocupes, no pienso hacerte nada. — lo tranquilizó, ayudándolo a pararse. — ¿Te has cruzado con algún niño, o japonés, o sujeto con máscara y casco envuelto en una capa?— preguntó, mencionando unos cuantos pues no sabía quiénes exactamente habían entrado.
—No, lo siento...— la miró por unos instantes, para luego sacudirse la tierra de su capa. — ¿Tú no habrás visto a un muchacho con casco de hockey?
—¿Con casco de hockey...?— repitió, extrañada. — No, no he visto a nadie desde que entré.
—Ya veo...— sopesó, mirando al piso.
—¿Sabes qué es lo que está pasando?— inquirió ella.
—Más o menos...— la miró él. — El muchacho que estoy buscando y yo entramos a este laberinto en busca de algo que nos sirva, y al final del enredo encontramos una caseta abandonada con un pequeño contenedor lleno de agua y frutas. — narró. — Lo guardamos con nosotros, pero entonces escuchamos a más gente entrar, creemos que son el grupo/dictadura de la zona. Seguidos de ellos entraron un grupo de maleantes locales, y ya te imaginarás la que se armó cuando nos encontraron llevándonos la comida.
—Vaya...— analizó ella. — ¿Cuál es tu nombre?
—Francis Bonnefoy. — sonrió él de lado. — ¿Y tú?
—(T/N) (T/A). — se volvió a colocar la máscara. — Entonces estás buscando al muchacho para poder huir con el tesoro, ¿verdad?
—¿Cómo...? ¿Cómo sabes que tengo el contenedor?— se alarmó, moviendo la mochila tras su espalda de manera protectiva.
—No lo sabía, me lo acabas de confirmar. — rio internamente ella, Francis soltó un sonido de queja.
—Y tú, ¿estás buscando a tus amigos?— preguntó él.
—Así es, sucede que pasábamos por aquí cuando uno de ellos se desesperó y entró despavorido en el laberinto. — contó. — Y los demás le seguimos, pero los perdí en el camino. — se dio media vuelta. — Bueno, fue un gusto.

El silencio cayó cuando ella comenzó a caminar hacia la bifurcación del frente. Estaba por comenzar a tararear algo para cuando se percató que el francés la estaba siguiendo.
Sin girarse a verle, le preguntó.

—¿Por qué me sigues? Pensé que buscabas a tu compañero. — cuestionó.
—Ah, es que...— rio nervioso. — Voy desarmado... y bueno...

(T/N) simplemente suspiró rendida y dejó que el joven la siguiera.
Caminaron tranquilos por cerca de cinco minutos, girando aleatoriamente en cada esquina y sintiendo que no llegaban a ninguna parte.
Ella podía escuchar a Francis cantar muy en voz baja tras ella.

"Quoi, qu'on y croit ou pas
Y aura bien un jour où on y croira plus
Un jour ou l'autre on sera tous papa
Et d'un jour à l'autre on aura disparu"

Reconoció la canción en las primeras dos estrofas, pero no estaba muy segura sobre si era buena idea cantar también. Al fin y al cabo, la canción estaba en francés y ella estaba segura de que su pronunciación no era la mejor en comparación con la del joven.
Pero como igual tenían para rato en ese laberinto, y cantar relajaba, decidió continuar con la canción.

"Serons-nous détestables?
Serons-nous admirables?
Des géniteurs ou des génies?
Dites-nous qui donne naissance aux irresponsables?"

El joven tras ella se sorprendió de que continuara cantando, pero no tuvo tiempo de decir mucho. De entre los árboles cayó una granada de humo tras ambos, y pudieron oír los pasos agitados de un grupo de gente.
Asustados, (T/N) y Francis comenzaron a correr por sus vidas.

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Hey! Sé que es algo tarde, lo siento ;~; Pero tenía cosas que hacer
Descuiden, que igual el cap que sigue lo voy a subir el jueves! ^^

En este capítulo no hay referencias :c

Aquí está el diseño de Francis:

En esta parte hubo tres canciones, si no me equivoco.

• Let's Kill Tonight - P!ATD

• Latinoamérica - Calle 13

• Papaoutai - Stromae

Nos vemos el jueves, entonces ^^~

Les loveo <3

-Gray

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