Capítulo 11 - Plan


El grupo dirigió la marcha hacia la salida principal de la ciudad. Según el nuevo integrante, la base principal de los "Darksiders" era una antigua refinería abandonada tras la decadencia del petróleo sobre un barranco al norte.
Porque bueno, ya que los vehículos funcionaban ahora con otro tipo de energía, la gran mayoría de instalaciones para refinar el petróleo habían cerrado hacia años.

Como el nuevo tenía una camioneta 4x4 con inmensa maletera y una tercera fila retirable, decidieron que parte de ellos viajarían allí.
Sin embargo, ni Peter ni (T/N) accedieron a mover el equipaje del asiento extra de la moto a la maletera del auto. ¿Por qué? Porque por receloso y paranoico que suene, acababan de conocer al estadounidense y no estaban dispuestos a confiarle sus cosas (y sobre todo, el purificador de agua) sabiendo que en ese mundo muchos tenían el descaro de escapar con todo.
No les gustaba tener que pensar mal de todos, pero estaban obligados a ser precavidos.

De forma que se dividieron en dos grupos: (T/N) y Peter viajarían en la moto mientras que Kiku, Yao e Ivan viajarían con Alfred en la camioneta.
La joven les repartió comunicadores a todos los que no tenían y emprendieron la marcha.

En la moto iban en silencio, flanqueando la camioneta por la derecha.

En el vehículo, por otro lado, el japonés iba sentado de copiloto mientras que los otros dos estaban a sus anchas en la segunda fila. El conductor tarareaba una melodía popular y el resto estaban en silencio.
Casi.

—¿Quién te vendó las heridas?— preguntó de pronto Ivan.
—(T/N). — le miró el chino. — ¿Por qué?
—Bueno. — rio un poco para sí el alto. — El vendaje está hecho algo torpemente.
—No me sorprendería. — hubo una pausa. — No creo que sea médica, así que probablemente no tiene tanta práctica para estas cosas. — comentó Yao, mirando las vendas de sus manos.
—El punto es que funcionan. — añadió el ruso.
—Exacto. — sonrió el otro.

Callaron por un rato. Delante, los otros dos pensaban acerca de lo que acababan de oír.
El rubio había dejado de tararear lo que parecía ser "Last Friday night" y les dio un vistazo a través del espejo retrovisor.

—¿Que no creen que sea médica?— el japonés repitió lo que había dicho el chino.
—No realmente. — asintió.
—¿Por qué?— inquirió el copiloto.
—Bueno... no lo sé. — admitió Yao. — Simplemente no me da la impresión de que lo sea. Para empezar es bastante joven.
—Podría estar estudiando para ser médica. — dijo desde adelante el estadounidense, mirándolo por el espejo.
—Cierto. — aceptó el chino. — Pero ninguna de las mochilas de su equipaje es un botiquín de médicos. Uno pensaría en llevárselo de su casa si va a emprender semejante viaje en este mundo en caos.
—Buen punto. — miró al frente el rubio con una sonrisa.
—¿A los estudiantes de medicina les dan un botiquín?— preguntó el ruso.
—Bueno, no. — lo miró el chino. — Pero deberían tener uno, en los últimos cinco años las universidades e institutos te pedían que tuvieras uno en tu casa, sobre todo si estudias eso.
—¿En serio?— preguntó esta vez el otro asiático.
—Es decir, yo era estudiante de medicina antes de todo este caos, y a toda la facultad nos pidieron eso. — se encogió de hombros Yao.

Hubo un par de pequeños "Ahh" y luego el silencio de nuevo.
El copiloto parecía estar pensando algo.

—Entonces eras estudiante de medicina, ¿no, Wang?— quiso confirmar. Parecía estar recopilando información de todos, por cómo iban sus preguntas.
—Así es.
—¿Y tú, Braginski?— miró al ruso.
—¿Yo?— dejó de mirar por la ventana para encarar al asiático. — Yo era estudiante de informática.

Calló silencio sobre todos, e Ivan miró a su alrededor confundido.

—¿Sucede algo?— preguntó.
—Bueno... honestamente no me lo esperaba. — admitió Yao mirando a un lado. El ruso sonrió divertido.
—¿Y qué hay de ti, Jones?— lo miró el japonés.
—Yo estudiaba para ser arquitecto. — sonrió sin dejar de mirar el camino. — Quería construir los edificios más impresionantes de todo Estados Unidos.
—Ya veo...— lo admiró por unos momentos el copiloto.
—¿Y tú qué estudiabas, Kiku?— preguntó Yao desde atrás.
—Ah, no. — se giró en su asiento el japonés. — Yo ya no estudiaba, yo era diseñador gráfico.

El grupo condujo por el resto del día, deteniéndose en una abandonada cabaña para pasar la noche. Se instalaron, encendieron la pequeña fogata y convencieron al estadounidense que les acepte la comida y el agua.
Pero insistió en dormir en su camioneta, la que (a diferencia de la moto) no entraba en la cabaña y debía quedarse fuera.
Con el argumento de que alguien debía cuidarla y quién mejor sino él, dejaron que se durmiera dentro del vehículo.

A la mañana siguiente descubrieron que estaban rodeados de niebla.
Bueno, estaban cerca del mar, así que (T/N) y Peter no estaban muy sorprendidos que digamos.

Desayunaron, se desperezaron, levantaron sus cosas y abandonaron la cabaña para proseguir con su camino. (T/N) les prestó máscaras de oxígeno a los dos que no tenían hasta que la niebla hubo pasado.
No fue hasta mediodía que divisaron el barranco.

Los dos vehículos condujeron con calma por la ladera del acantilado. Debían rodear la formación rocosa para poder subirla por el otro lado.
A eso de las cinco de la tarde, con el sol poniéndose a su lado, Ivan oyó estática en su intercomunicador.

—Ah.
—¿Pasa algo?— preguntó Yao al ver que el que estaba sentado a su lado se llevaba la mano a su oído.
—Sí, debe ser (T/N). — dijo, para luego activar el comunicador. — Aquí Ivan, ¿todo bien?
—...— se oyó la estática. — Sí, todo bien. — era la joven. — Pero diles que lo mejor sería detenernos para pasar la noche por aquí.
—¿Por qué?— Ivan miró a Yao, quien le miraba paciente. Nadie más que él podía oír lo que decía (T/N). Todos esperaban a que terminara de hablar para preguntarle.
—Porque de todas formas debemos armar un plan. — se oyó.
—¿Pero no sería mejor atacar de noche?— inquirió el ruso.
—...— la joven se lo pensaba al otro lado de la línea. — Sí, es cierto. Buen punto. — hubo otro silencio. — Pero insisto en que debemos tener un plan. Al menos detengámonos unos minutos para conversarlo.
—Bien, le diré a Alfred, no cuelgues. — avisó Ivan. — Alfred. — miró al conductor, quien le echó un vistazo por el espejo retrovisor indicando que le oía. — (T/N) dice que sería buena idea detenernos un momento para discutir nuestro plan de ataque.
—Buena idea. — el conductor miró a su alrededor en el camino. — Dile que nos detendremos a la altura de esa pequeña gruta. — apuntó con su índice derecho una pequeña cavidad en la ladera.
—De acuerdo. — activó el comunicador. — (T/N), Alfred dice que nos detengamos a la altura de la gruta que está más adelante.
—Está bien, puedo verla desde aquí. — dijo la joven. — Los voy a adelantar, Peter quiere ir al baño. — hubo una pausa. — Allá los veo.

La estática cesó y el grupo de la camioneta pudo ver cómo la moto los pasaba como bólido en dirección a la gruta.

—¿Pasó algo?— preguntó Kiku, aun mirando el lugar por el que había desaparecido el vehículo.
—Peter tiene ganas de ir al baño. — informó Ivan con una sonrisa.

Alfred rio.

En la moto, por otro lado, aceleraron hasta llegar a la pequeña caverna. Entraron, y se internaron un poco más de lo necesario hasta encontrar una estalagmita lo suficientemente ancha para que Peter se escondiera detrás para orinar.

El niño corrió tras la formación rocosa y (T/N) pudo oír un pequeño suspiro de alivio al mismo tiempo que agua cayendo.
Habían llegado justo a tiempo.

Esperó a que el pequeño terminara de realizar sus necesidades admirando la gruta.
Frente a ella había una laguna subterránea plagada de cristales que brillaban con quién sabe qué cosas que reaccionaban a la oscuridad.

Pudo ver a la camioneta entrar lo que pudo en la caverna y estacionarse. Detrás de la estalagmita salió Peter, aliviado, y avanzaron hasta encontrarse con los muchachos.

—¿Todo bien?— preguntó Yao, con Kiku e Ivan ayudándolo a bajar.
—Hehe, sí...— rio algo avergonzado el niño.
Woah...— se asombró el estadounidense al ver la laguna.

Admiraron el cuerpo de agua en silencio por unos segundos.
Era hermoso, lástima que estuviera contaminado.
¿O no?

—Pero, ¿no es agua subterránea?— preguntó Kiku— ¿No debería estar menos afectada que en otros lugares?
—Tal vez...— suspiró (T/N). — pero el medidor de radiación y contaminación que tenía se me cayó al mar hace cinco meses. — lamentó.
—Oh, yo tengo uno. — dijo Alfred.

Giró sobre sus talones y se dirigió a su vehículo. De la maletera extrajo una mochila, y de ella el pequeño aparato que medía qué tan limpia estaba el agua.
Se acercó con el grupo a las orillas de la laguna y sumergió el objeto.
Esperaron por un par de segundos.

—¿Y?— preguntó Ivan.
—No, no es potable. — comunicó el joven, poniéndose en pie. — No está contaminada, pero aun así no es potable.
—Pero si no está contaminada...— comenzó Peter. — ¿Eso quiere decir que nos podemos bañar en ella?

Todos se miraron.
Bueno, no era una mala idea, ninguno recordaba la última vez que habían entrado en algo parecido a una piscina.
Pero ahora no tenían tiempo para eso.

Well, no es mala idea. — admitió Alfred, recorriendo a todos con la mirada.
Да, pero ahora no. — reprochó Ivan con una sonrisa de niño. — Primero hay que ir por mis hermanas.
—Oh, así que estamos buscando a tus hermanas. — el estadounidense recién se enteraba, parecía irritado.
—Propongo que vengamos tras haber rescatado a las hermanas de Ivan. — habló (T/N), realmente quería darse un chapuzón en esa bella laguna y era raro tener semejante oportunidad.
—Concuerdo con la señorita (T/N). — dijo Kiku desde atrás.
—¡Yay!— festejó Peter. — ¡Será el premio por la misión cumplida!

Hubo una corta cháchara hasta que se pararon en una ronda entre la moto y la camioneta para discutir el plan de ataque a la base principal de los "Darksiders".

Alfred les explicó que había estado antes en esa refinería, antes de que los maleantes la tomaran como base, así que se sabía las salas y los posibles usos que les estaban dando.
Dijo que era muy probable que estuvieran manteniendo a los prisioneros separados en dos grupos: uno en el tanque de gasolina refinada y otro en el tanque de diésel refinado. Ambos tanques eran los suficientemente espaciosos en ancho para albergar a unas treinta personas por tanque. Antes se usaban para guardar los ya mencionados gasolina y diésel refinados, pero con la caída del petróleo ahora estaban vacíos y servían de recinto si perforaban un agujero en cualquier parte.
Los maleantes debían estar reuniéndose en las salas de los trabajadores, los camerinos, las duchas, la cafetería y la cocina, lugar en el que también debían estar sus reservas de agua.

El plan era entonces estacionar los vehículos lo suficientemente lejos para que estuvieran fuera de peligro, pero lo suficientemente cerca para poder huir en ellos. Yao se quedaría junto con la camioneta y la moto porque igual estaba medio inválido.
Y Peter tenía mucho miedo como para ir.
Debían arreglárselas para distraer a los guardias nocturnos que hacían rondas con linternas en los puentes que conectan los varios tanques, evitar la zona del personal e irrumpir en silencio en busca de las dos chicas, que bien podían estar en recintos distintos.
Luego huir como alma que lleva el diablo y lograr hacer que los maleantes crean que tomaron otra ruta.

Sí, sonaba como el mejor plan que tenían para una empresa tan riesgosa.


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¡Feliz San Valentín! (?)

En este cap no hay ninguna referencia :c

Pero esperen, les tengo un regalo :'v
Mi regalo de San Valentín para ustedes va a ser....

*redoble de tambores sin presupuesto*

Capítulo tripe! En cualquier momento subo los dos que siguen ^^/
Disfrútenlo! (=ヮ=)೨

Les loveo <3

-Gray

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