¿Infierno? | 6

Solo se siente diferente. Una sensación de claridad en el cuerpo. ¿Cómo podría ser eso normal? ¿Eso es lo que sienten las personas normales? Ese sentir de tranquilidad en el cuerpo aparece y se va para dejar entrar esa incomodidad en el pecho. Todo al mismo tiempo.

Y se repite cada que logra perderse en el vacío de los ojos. Es extraño nunca haberlo experimentado. Al menos lo es para Rindo.

Mientras a su lado está Oli, quién deja el trapo lleno de sangre en la barra de la cocina y se acerca a ti nuevamente.

Tu corazón vuelve a latir tan rápido que la respiración parece irse progresivamente hasta que estás sin respirar, de pie y rígida ante la figura alta que está cada vez más cerca. Todo hasta que lo sientes a milímetros de distancia de tu cuerpo.

Oli es bueno para percibir las emociones de sus víctimas. Es fácil leer sus caras de miedo o rabia con tan solo un vistazo. Además el ambiente cerca de esa persona también cambia drásticamente, cómo si una burbuja lo rodeará y si te acercas a la persona entras en ella experimentando un poco con lo que la persona está lidiando en su cabeza.

Lleva sus dedos a tu cara hasta que logra tocar tus lentes y los remueve de tu cara dejando tu visión borrosa.

Los examina un segundo hasta que voltea para ver a Rindo —¿Estos no son tuyos? — interroga confundido.

—Eran — contesta viendo la escena sin inmutarse desde su silla.

Olí sabe que algo raro está pasando con su jefe. De pronto se ha vuelto dadivoso y eso es extraño para alguien como el que prefiere dejar moribundo a un compañero antes que ayudarlo.

—¿Me estás diciendo que tú, Haitani Rindo estás siendo buena persona? — aprieta los lentes en su mano siendo consciente de no romperlos, sino dar ese mensaje.

—Suelta eso Olí, y no. No estoy siendo buena persona, solo no quiero que alguien muera tan pronto.

Una carcajada sale de la boca de Olí —¿Desde cuándo te han importado las muertes? ¿Qué te pasa?

—Simplemente estoy curioso por la iniciación, no quiero que eso se termine simplemente porque ella no ve.

Y con esas palabras Oli empieza a sonreír de inmediato, ha recordado lo que se viene y por su cuerpo recorre la excitación de lo que provoca lo que pasará.

—¿Quieres ir contra mi Rindo? — pregunta Olí caminando de nuevo hacia ti.

—Bien — contesta Rindo sin ningún tipo de expresión en el rostro.

—Yo escojo primero — dice el pelirrojo colocándote nuevamente los lentes en los ojos.

El ambiente es interrumpido totalmente al escuchar como la puerta se abre y detrás de esta entra un hombre desconocido para ti.

—¿Qué quieres tú? — pregunta Olí enojado.

—Perdónenme — dice de inmediato el hombre —Pense que está era la cocina para los trabajadores — contesta agachando la cabeza.

—Ajá, la cocina que luce mejor que todas las demás será para los insignificantes cómo tú — habla con un tono despectivo.

—Perdón fue mi error, no volverá a pasar — contesta dándose la vuelta para salir de ahí lo antes posible.

—No, espera, ven a comer si hambre tienes — dice Olí ahora con una sonrisa y caminando hasta la puerta para alcanzarlo.

Rindo lo mira sin más, sabe lo que Olí quiere, pero no dice nada.

Tú estás confundida y esto no se siente bien. Él no puede ser tan amable de repente, algo está mal aquí.

—Tú serás el ratón de prueba, para saber si debemos quedarnos aquí para cuándo el jefe llegué o debemos irnos — habla Olí agarrando al hombre y llevándolo hasta la mesa —Adelante, sírvele — te ordena y tú te giras de inmediato para buscar los platos.

Buscas los utensilios adecuados y le sirves la comida que preparabas, se la dejas frente a él y vuelves a tu posición anterior.

—Prueba — dice el pelirrojo agarrando al hombre por la barbilla y dedicándole una sonrisa que hace que sus ojos se cierren en el proceso.

El hombre decide confiar (¿Debería?) Y prueba la comida. Bastan unos segundos para que su cara cambie.

Tu corazón late con fuerza, no sabes lo que esto significa y honestamente tienes miedo.

—Esto es una delicia — dice el hombre con una sonrisa —Este sabe cómo el platillo favorito de mi hijo — vuelve a llevarse otra cucharada a la boca mientras lo disfruta.

—¿Hijos? — pregunta Oli.

—Sí, tengo dos de ellos. Esperan por mí en casa.

—¿Y su madre?

—Me dejo cuando supo en qué estaba metido.

—¿Sus hijos lo saben?

—No, he intentado dejar eso oculto para ellos.

—Perfecto, llévese el plato y salga de aquí antes de que llegue el jefe — Olí agarra el plato en sus manos y lo eleva para que el hombre se levanté. Se lo da y lo agarra por la espalda para sacarlo del lugar.

Cuando el hombre sale vuelve a darte la expresión fría a ti.

—Te he ganado Rindo — dice acercándose a él.

—No lo sé — dice levantándose de la silla.

—¿A dónde vas?

Justo cuando Olí termina la pregunta aparece Mikey por la puerta.

Ahora es cuando sientes que morirás realmente, él está aquí. La persona responsable de que estés aquí y que decidirá tu destino.

—Largo — dice Mikey, Rindo y Oli salen de la habitación sin decir nada.

Te quedas a solas con él, no sabes que hacer o decir, solamente estás ahí tratando de mantenerte de pie.

—Veamos si mereces vivir o no — dice sentándose en una de las sillas.

Le sirves rápidamente y te vas a una esquina sin decir nada. Solo observando el piso porque aún no quieres verlo a él, no porque en realidad da mucho miedo.

Y los nervios por saber que será de ti también te están consumiendo.

Tu cerebro se bloquea en un punto que ahora no sabes ni cómo es que estás caminado detrás de él por los pasillos de la gran casa. ¿En que momento pasaste de estar en la cocina con él, a ahora seguirlo por la casa? ¿Que paso en la cocina?

Entran a una habitación y el la cierra detrás de ti. Te quedas parada mientras el camina hacia un balcón y se sienta en una silla.

Tu cerebro vuelve a funcionar correctamente y solo ves como Mikey está tranquilo, observando la ventana del balcón. Pareciera tan inocente sentado ahí sin más.

A veces viene para observar la noche antes de invierno. Estás fechas siempre se siente nostálgico. Por eso, si tiene suerte encontrará paz observando la oscura noche haciéndose densa cada hora que pasa, pero si no corre con suerte siempre recordara tristemente su pasado y se perderá en torturarse sobre lo que pudo hacer o lo que le hubiera gustado estar haciendo ahora.

Hay tantas cosas que cambiaría y otras que dejaría. Pero no puede torturarse más, el hecho de que ahora está aquí pensando que todos tienen un buen futuro es más fácil para él.

La luz de la luna choca con el rostro cansado de Mikey, hace que sus ojeras se vean más y sus ojos alcancen a reflejar un poco de la luna.

El silencio no es incómodo para ti ahora mismo. Solo estás de pie observando a tu nuevo jefe perderse con la noche. Bueno, sería más que observar, estás apreciando su ser frágil. Esto lo verías normal en otras personas, pero por alguna razón con Mikey se siente un suceso casi imposible. Y aunque no lo conoces bien, sabes que así es.

Solo quisieras acercarte y quitarle los mechones de cabello que caen en su cara para apreciarlo mejor, aunque sabes que si lo haces tu mano será removida de tu cuerpo sin compasión alguna.

Aun así, se siente como si estuvieras viendo una obra de arte en un museo, una obra de arte de esas que dibujaban las personas en tiempo de guerra, las que reflejaban tantas cosas en un lienzo de papel; y en un museo desconfiado, ese al que les han hecho tantas cosas a las exposiciones que ahora tocar o acercarte a una obra terminará en consecuencias graves.

Tal vez sea un poco el reflejo de estragos que desconoces, que han pasado antes de que tú llegarás aquí. Todos con los que te has cruzado hasta ahora tienen un pasado llamativo. Alguna vez lo sabrás, no ahora, no es el momento, aunque quisieras averiguar todo lo que puedas para salir de aquí.

—¿Recuerdas tu niñez? — pregunta Mikey sin dejar de ver la luna en el cielo.

Tragas saliva, y pareciera pesada porque así la percibes recorriendo tu garganta —Yo... No... No lo hago — contestas buscando las palabras en tu boca.

—Curioso — responde sin más.

¿Deberías tú también preguntarle lo mismo? ¿Estaría bien que lo hicieras? ¿Molestaría la pregunta?

Claramente no lo sabes bien, está es la primera plática que mantienes con tu jefe, que resulta también ser el líder de algo muy grande. Algunos en los pasillos hacia acá le tenían miedo hasta el punto de bajar la mirada cuando el pasaba frente a ellos.

Pero realmente algo te dice que lo hagas, que preguntes, que tal vez él lo necesita, podría ser eso cierto ¿Lo es?

—¿Usted lo hace? — finalmente decides hacerlo. El único límite aquí será la muerte. ¿Realmente importa?

Mikey baja la mirada de inmediato y observa el patio debajo de su ventana. Su expresión cambia totalmente.

Y solo con ver eso el pecho empieza a doler, el aire se vuelve pesado y el cerebro se siente punzar por la cabeza, las manos te sudan y sientes las piernas débiles.

Mikey voltea para verte directamente, pero tú bajas la mirada con rapidez por el miedo.

Se levanta de su lugar y a pasos lentos camina hacia ti. Dejas de respirar y con la mirada baja das pasos hacia atrás esperando que no te alcance ¿Pero eso reglamente funcionara? ¿No estaban en una habitación cerrada?

No hay escapatoria. No la hay para ti.

Cierras los ojos al sentir como cada vez está más cerca y en cuestión de segundos su mano se posa en tu hombro haciendo que te sobresaltos al instante.

—¿A qué le tienes miedo? — pregunta en un tono de voz suave. Pero aun así tu tensión sigue aumentando, cada respiración suya hace que tus piernas pesen más y que el miedo se haga más fuerte en tu cuerpo. —¿Mhm?

El temblor en tus labios dificulta el que puedas abrirlos y formular una respuesta, se siente extraño ¿Realmente recuerdas como hablar?

Pone fuerza en su agarre y te obliga a moverte de tu lugar. Te arrastra hasta el balcón donde estaba y te hace sentarte en la silla en la que estaba anteriormente.

—No encuentro sentido a tu miedo, no has visto lo que hago realmente — dice mientras se queda de pie y coloca sus manos arriba de la barandilla de piedra observando de nuevo el jardín.

Abres los ojos para darte cuenta de que ahora eres tú la que permanecía sentada, le das un vistazo a él y después al patio debajo de ese balcón.

El aire fresco de afuera choca con tu cara y gracias a los lentes vuelves a apreciar las plantas debajo de la luna. Ahora no hay humo en el aire, no hay ruidos de fuego o balas escuchándose a los alrededores. Solo es un grillo cantando cerca.

—No hagas preguntas sobre mi — dice Mikey aumentando la tensión que estaba desapareciendo —No eres nadie para hacerlas.

Asientes con la cabeza lentamente observándolo ver el vacío.

—La comida no estaba tan mal — dice después de unos segundos —Pero debes mejorar, o te voy a cortar las manos.

¿Cómo es que este hombre puede pasar por tantos tonos de voz a la vez? ¿Cómo puede ser el tan tranquilo y malo al mismo tiempo?

—No tienes permitido salir nunca, pero tienes todo lo que necesites adentro. No molestes a nadie o te golpearan, pero no morirás, no hasta que yo lo ordene. ¿Entendiste?

Se gira para verte, sus ojos están tranquilos, aún da miedo, pero no como en un principio.

—Sí — contestas gritando tu cabeza para observar las estrellas.

—Aún si quieres sobrevivir aquí, debes demostrarme que lo has entendido y que puedes hacerlo.

La puerta de la habitación se escucha ser golpeada interrumpiendo el ambiente macabro que se estaba creando.

—¿Listo Haruchiyo? — pregunta Mikey mientras te da la espalda para buscar algo.

—Todo listo jefe — contesta Sanzu entrando a la habitación —Listo para que la persona nueva pueda demostrar que lo ha entendido.

Y es ahí que sabes que hablan de ti y que si lo hacen solo puede significar malas cosas.

Mikey camina hacia la puerta y Sanzu lo hace hacia ti para agarrarte por la espalda y obligarte a levantarte de tu lugar.

Y es así que él te guía detrás de Manjiro, bajan escaleras y entran en habitaciones nuevas para ti hasta que estás de pie ante un lugar lúgubre.

Huele a sangre y pólvora por todo el lugar. Una persona súplica en el fondo de la habitación.

Y ustedes tres caminan hasta entrar a la fuente de esos lamentos.

Adentro está Rindo con alguien parecido a él, de cabello corto, más hombres sentados en barriles y también el pelirrojo de hace rato. Todos te observan entrar atentamente.

Nada bueno significa.

Nada bueno significa que ahora todos esos ojos estén postrados en ti y que tú estés de pie ante un hombre de rodillas en medio de la habitación, un hombre que te recuerda a alguien.

Claro que te recuerda a alguien porque fue el que comió en la cocina antes de que Mikey llegará. El que es padre soltero.

—Para demostrar que lo has entendido, debes matarlo pequeña rata — dice Sanzu detrás de ti —O morirás tú a manos de él. Tú decides — dice susurrándote al oído está última frase —Y que sea divertido.


Deje de leer el manga desde hace mucho así que, si estoy desactualizada en algunas cosas perdón, la historia la escribiré con los últimos datos que tuve, que fue cuando se muere south :] (por qué no sé cuándo vuelvan mis ganas de leer manga o ver anime)

También estaba en un pequeñísimo (sarcasmo) bloqueo de escritor por eso mi inconsistencia. Perdón.

También baje la historia de Infinity porque genuinamente no me estaba gustando. La reescribiré, lo prometo :]

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