II

"Misión: corazones robados"

La joven miraba la habitación que usaría durante su estadía, esa, simplemente, maravillosa.

Lo mejor era que podría tomar cuántos libros quisiera de la habitación de Nathalie.

Sus ojos (_c/o_) se fijaron en la pequeña maleta que llevaba consigo.

Sabía que tarde o temprano se iría con su madre y, adiós diversión.

Una idea cruzó por su mente de pronto, tecleó algo en su celular y lo apagó antes de tomar su bolso, corrió escaleras a bajo con una gran sonrisa.

Estaba por abrir la puerta del altier cuando escuchó algo que la dejó pasmada.

—Ya no siento que pueda seguir así, Nathalie —la inconfundible voz de su tío hablaba.

Se asomó por la puerta entreabierta para ver mejor, el diseñador estaba mirando la réplica de "la dama de oro" con su asistente junto a él.

—No digas eso, por favor...—la voz de la mujer dejaba en claro su tristeza —lo haces, sigues adelante por Adrien, ¿No?

La joven se sujetó de la puerta, sintiendo que podría desmayarse ahí mismo.

—Sigo adelante por mi hijo— repitió el mayor, volteando sonriente para ver a la mujer —Y por ti... No podría seguir adelante si no te tengo a mi lado— confesó.

Sorprendida, la adolescente comenzó a retroceder, era como si todos los momentos de su vida donde veía a Gabriel y Nathalie mirándose, sonriendo, se reproducían en su mente.

Miraba a la nada, con el corazón golpeando en su pecho con furia... Eso hasta que reaccionó al chocar contra una mesita, cayendo al suelo junto a un jarrón que estaba allí.

Soltó un quejido de dolor, levantando la mano para ver una leve cortada en ella.

Las puertas del altier se abrieron de golpe, dejando ver a los dos adultos que corrieron hacia ella.

—¡¿Estás bien?!— preguntó con desesperación el diseñador.

La mujer le ayudó a ponerse de pie, ambos adultos fijaron su mirada en la herida, de la cual unas cuantas gotitas de sangre comenzaron a salir.

El cuerpo del mayor se tambaleó, la asistente corrió hacia él, sujetando su brazo y guiando a su jefe hacia un sillón cercano.

La joven, sin mucho problema, sacudió su ropa y sonrió un poco. Una herida no le causaban tanto daño, pero olvidaba la fobia de su tío hacia la sangre.

—No pasa nada, solo tropecé sin querer— se acercó hacia los adultos, el hombre alejó el rostro al ver la sangre —Tío, no es nada —rodó los ojos con burla.

—Debes tener más cuidado, niña—Nathalie dijo antes de irse al altier.

Cuando estuvieron solos, _____ miró al mayor con el ceño fruncido.

Era como si lo estuviera inspeccionando, entonces vio al gran diseñador de modas Gabriel Agreste, un hombre frío y asocial, sonreír levemente y fijar sus ojos en su asistente.

En los labios de la adolescente se formó una gran sonrisa, que desapareció al sentir una gasa limpiar su herida.

—Parece que no podemos dejarte sola— la mujer sonrió burlona, limpiando la herida y tomando una venda al terminar.

—Perdón, prometo pagar el jarrón — dijo sintiendo una leve molestia ante el tirón de la venda sujetando su piel.

—Es más importante tu bienestar que un estúpido jarrón, _____— habló el platinado, cubriendo su rostro con una mano por la frustración —pero ten más cuidado.

—Si, yo estoy herida pero el tío Gaby se va a desmayar —soltó una risita, la cual fue contagioso para Nathalie.

—¿Puedo saber qué te causa tanta gracia, Nathalie?— cuestionó molesto el diseñador, la mujer le sonrió antes de cerrar el botiquín y llevarlo a su lugar.

La mirada grisácea de Gabriel se fijó en su sobrina, frunció el ceño y ella le devolvió el gesto.

—¿Puedo salir?—indagó la menor, cruzando sus brazos con una sonrisa victoriosa.

—Ubicación en tiempo real— pidió serio, pues la menor pasó mucho tiempo en París y, para él, cualquier cosa podría pasarle.

—Sí, ya me sé el protocolo— la menor rodó los ojos.

De su bolso, _____ sacó el celular y se lo entregó al mayor. Este anotó su número privado de celular y se lo devolvió.

—Voy por Adrien, ¿lo dejás salir o debe volver antes de las doce?—la niña ladeó la cabeza sonriendo ahora con gracia.

—Antes de la cena los quiero aquí— se levantó de su lugar, justo cuando Nathalie apareció — ante cualquier percance me llamas inmediatamente.

—¡Sí, gracias!— exclamó emocionada, los abrazó a ambos rápidamente y desapareció por la puerta principal.

—¿Sabes que París no estará a salvo con esa niña corriendo por las calles verdad?— la mujer de mechón rojo miró a su jefe confundida.

—Es mejor, así no tendremos que preocuparnos por un rato mientras ciertos villanos aparecen.

Tal parece que ella entendió inmediatamente, pues se miraron, sonrieron y fueron hacia el altier.

Mientras, afuera de la mansión, la joven protagonista se detuvo a ver el cielo celeste.

Aún era temprano, Adrien estaría saliendo del colegio y podría ir por él.

Sonrió, pero por lo gracioso que parecía esa idea, sino por lo que vio hace unos minutos.

Creía, sin duda alguna, que ambos adultos tenían algo más que una relación de jefe y empleada, incluso más que una amistad.

Simplemente, había demasiada química y una atmósfera que los rodeaba.

Quizás era hora de volver a ser un equipo con su primo, ambos  buscando un bien que los beneficiaria a ambos adultos.

—Que comience la misión— murmuró con gracia, caminado hacia el colegio de su primo.

En su corazón, sabía que su tía Emilie estaría muy feliz si viera a Gabriel ser feliz, ¿Y quién mejor que esa mujer de mechón rojo?

Era como una historia que todos sabían, como esos libros de romance que le gustaba leer.

Y era hora de poner en práctica toda esa teoría romántica que aprendió con los libros.

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Holaaaaa

Llevo dos tazas de café para escribir esto y terminar la tarea XD

Sé que es poco pero le pongo mucho cariño y amor ❤️

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