Prende-Acte

Los trigales yacían en llamas, los cuales crecían a ambos lados del camino. 

       Sin duda, no habría cosecha en ese año, al menos no en la casa Ulrichmüller, como una serpiente se deslizó entre el dorado mar, dejando a su lado un muro de humo negro a su serpenteo y una lluvia de ceniza y chispa.

      El aroma a hierba quemada fue tan fuerte que despertó a Luca.

       Él poco a poco fue enfocando la escena, hombres peleando con sables y mosquetes, con bayonetas, bieldos y hoces a diestra y siniestra. 

       El muchacho tenía en sus manos el sable de caballería. Lentamente comenzó a reincorporarse, en su boca un sabor metálico. Frente a él vio el reloj de bolsillo de su familia y estiró la mano. Lo tomó entre sus manos, y lo guardó en su abrigo. Luca colocó su peso en el sable y lo usó como soporte para reincorporarse. Hacía un calor infernal.

      Hombres uniformados con los colores del ejército real francés estaban masacrando a los trabajadores de la casa de la baronesa, mientras los gritos de tanto militares como civiles, se convertían en desangelados coros dignos del infierno.

      —¡Caudillo!, ¡Te haré pagar por lo que le hiciste a Mavis! —Gritó furiosamente un hombre frente a Luca. Un hombre joven de complexión atlética, de cabellera rubia enmarañada, quien caminó torpemente hacia Luca. El hombre se notaba que había quedado herido durante la batalla, pues cojeaba de una pierna y a pesar de que le sacaba dos cabezas, ya no atemorizaba a Luca. —¡Ya has vivido lo suficiente!

       —En eso último...estoy de acuerdo contigo, Baptiste. —Replicó Luca, el muchacho cojeaba al igual que su contrincante.

       —Lo has perdido todo, caudillo. Te convertiste en un criminal del reino, perdiste toda la credibilidad, ¿y todo por qué? ¿Por esa perra austríaca? —Gritó Baptiste, mientras apuntaba con su sable hacia la imponente casona tras Luca.

       Luca giró la cabeza y miró por última vez la casa de la baronesa Emiliana, por un momento el joven rebelde se la imaginó en su cabeza, probablemente apuntando desde la terraza, con un mosquete en sus manos disparando contra sus enemigos, con esos ojos azulados llenos de chispa y fuego.

      Luca sonrió.

      —Ella lo vale, "Barcelonete" —Respondió Luca y alzó su sable con una burlona sonrisa en el rostro.

       —¡Ya te dije que no me digas así! —Gritó Baptiste y comenzó a correr hacia Luca, Luca hizo lo mismo y ambos se encontraron en medio del campo de batalla.


Una novela original de Robb Romanen

Agreement: Sangre & Tinta

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