2. Náuseas.
¿Lograré terminar esto en menos de 24 horas? Lo averiguaremos.
Neta amo mucho a esta pareja, seguramente no es muy conocida, pero me pone muy feliz escribir sobre ellos.
Fandom: Carry On (Saga "Morire besando a Simon Snow")
Pareja: Simon x Baz
⚠︎ ADVERTENCIA ⚠︎
• Spoilers del primer libro
• Cambio en el final del mismo
Hay algunas cosas que Tyrannus Basilton Grimm-Pitch jamás entendería, entre ellas:
Primero: ¿como era posible que Penélope Bunce siguiera estando al principio de la lista de mejores estudiantes? ahora que su madre era la directora, esperaba que le pusiera la vara más alta (pensándolo bien, este si lo entendía, Bunce no se rendía ante nada).
Segundo: el apetito de su novio, el ex-elegido y mejor amigo de Bunce, Simon Snow. Ese chico en un día con mucha hambre podía dejar sin alimento a media escuela. Los primeros cinco años compartiendo cuarto con él eso realmente le molestaba, pero después de aceptar que se había enamorado de ese glotón, en realidad se dió cuenta de que Simon se veía muy lindo al comer, como una ardilla transportando nueces en sus cachetes.
Tercero: a Nicodemus y su afición por fumar, es un vampiro, ya está muerto ¿No el punto de fumar es morirse? ¿O entendió mal?
Y cuarto, y más importante: no entendía su estúpido estómago de vampiro.
Necesitaba tanto sangre como comida para sentirse bien, hasta ahora la mediocre comida de Watford y las ratas de las mazmorras habían bastado, pero de un tiempo a otro tenía más hambre, al punto en que terminó matando a una de las ovejas de Nicodemus (quien luego de la muerte de Ebb aceptó pidió quedarse en la escuela para cuidar a esos animales que tanto quería su hermana). El mayor en lugar de molestarse decidió tomarlo como "aprendiz", no para cuidar animales de establo, le enseñó a controlar mejor sus instintos y a cazar en el bosque. Nicodemus le aseguró que no se convertiría en asesino por probar sangre humana de vez en cuando, pero Baz no estaba convencido, además tenía que si la nueva directora se enteraba lo echaría de la escuela, y a un mes de graduarse.
En fin, si su creciente apetito por la sangre no era suficiente, la comida últimamente no le estaba sentando bien, tenía que salir a mitad de las clases luego de estar en el comedor. Se pensaría que el baño quedaría como una escena del crimen, por el contrario, solo devolvía los alimentos, el liquido rojo era bien recibido por su cuerpo y digerido sin problemas, o al menos esa es la conclusión a la que llegó.
Esta noche era peor, solo quería sacar la cabeza del escusado, asearse e ir a dormir con Snow. La convivencia en el cuarto había mejorado de forma drástica desde las vacaciones de invierno, ¿quién hubiera imaginado que la aparición del fantasma de su madre terminaría en él cumpliendo sus fantasías con el chico rubio? sin mencionar el fin del Humdrum y el fin de Simon como "el elegido", ahora solo era Simon Snow: el mago promedio, cuyo cual lo observa desde el marco de la puerta con una expresión preocupada.
—¿Baz, no crees que deberías ir a una revisión? No estamos tan lejos de la enfermeria.
El mencionado se levantó agotado, tiró la cadena y se dirigió al lavabo observando sus ojos enrojecidos al igual que sus mejillas, era bastante notorio con su palida piel.
—No necesito un estupido chequeo, solo necesitan contratar a un nuevo chef. -comentó poniendo una cantidad generosa de pasta en su cepillo.
—Pero te llevas bien con la cocinera.
—Con ella sí, pero seguro sus ayudantes tratan de envenenarnos. —se metió el cepillo en la boca buscando desesperadamente quitarse el sabor a bilis.
—Si ese fuera el caso, ¿Por qué yo no estoy enfermo? —Basil rodó los ojos mientras se tallaba los colmillos, escupió un poco y volteó la el rostro para mirarle.
—Porque con las cantidades que comes tu estómago es inmune a hasta al estómago de cabra relleno.
Podría vaciar las venas de dos cabras en menos de cinco minutos, pero jamás probaría el haggis.
—Penny no come tanto como yo, y no se enfermó.
—Estoy bien, Snow, seguro es algo de vampiros, puede que mientras más viejo me haga más sensibilidad tendré a la comida.
—No eres viejo. —Replicó. —Apenas y eres cuatro meses mayor que yo.
—Cuatro meses más sabio.
Simón arqueó una ceja casi diciendo “¿En serio?”, la cuál tomó desprevenido a Baz, quien solo se apresuró a poner orden y recostarse junto a Simón, quedándose recargado sobre su hombro. De vez en cuando juntaban las camas para quedarse juntos.
El cumpleaños de Baz había pasado hace un par de meses, en Febrero, justo dos meses después de todos los traumáticos de navidad. En lugar de hacer un viaje a la costa sur de Inglaterra con su familia, decidió quedarse y pasarlo con su novio. Como ya se había señalado, su amiga de la cocina le preparó un pequeño postre, nada seco y no tan dulce para empalagarlo, en aquel momento no tenía este problema. Simon no tenía forma de comprar un regalo, su magia aunque ya no explotaba y tenía mejor control de ella, ahora era más baja de la media, no era suficiente para invocar algún regalo de cuento de hadas, o para llevarlo a esa ilusión de estrellas que vieron cuando trató de transmitirle su magia, cuando aún eran enemigos jurados.
Así que el chico de lunares recurrió a otra alternativa: sexo.
Fue torpe, ninguno sabía muy bien que hacer con sus manos, o sus piernas, sobretodo Baz cuya altura se centraba en esas dos extensiones de su cuerpo era difícil acomodarse. Entonces se dieron cuenta que el problema estaba en que ninguno sabía quién iba a dirigir, como en un vals. Se relajaron un poco y se dejaron llevar, luego de eso, todo se volvió ridículamente fácil. Baz sintió que podría morir esa noche y sería el maldito mago-vampiro más feliz del mundo. No fue algo perfecto, ni de lejos, pero fue el cumpleaños más feliz en su vida.
Aún podía recordar las palabras de Simon esa noche, cuando todo terminó.
“Quisiera estar más unido a ti”
Cuando dijo eso, Simón sintió mariposas en el estómago.
El resto de la semana no fue mejor. Estaba casi seguro de haber acabado con todas las ratas de la torre, por más que se esforzó en no matar a las hembras. Esperaba no tener que recurrir a la caza nocturna tan seguido, pero lo que sea que tuviera, no parecía mejorar, los vomitos y náuseas seguían igual o peor que antes. Cansado de toda la situación, finalmente decidió pedir apoyo, aunque no con la enfermera.
—Ya te lo dije, mocoso, han pasado más años desde mi conversión y sigo disfrutando de un buen plato de pescado y patatas. —comentó el hombre mientras echaba a una oveja para poder sentarse frente al invitado. —ve a un doctor, no te matará.
Baz soltó un bufido. Por un lado estaba aliviado de que su dieta no dependiera de la cacería, por otra parte ya esta situación lo tenía hastiado. Si seguía así no podría seguir acompañando a Snow, hace unos días no había problema, él no comía nada mientras se enternecía observando esas mejillas con lunares llenas de comida, hoy fue suficiente con verlo juntar mantequilla en su pan para que pasara del blanco al verde.
—¿Y si el doctor es un cazador?
—Si te hace daño, tu sexy tía Fi le hará más daño. —Baz hizo una mueca de asco.
Apenas había procesado que ese hombre sin colmillos el cual era un desastre con solo mirarlo, una vez salió con Fiona, quién irónicamente ahora cazaba a los de su tipo.
—bien, ¿Pero y si tampoco puede decirme que tengo? ¿No hay alguna clase de doctor especializado en gente como nosotros? —Nicodemus soltó una escandalosa y seca risa, era como escucharlo a través de una lata oxidada.
—A parte de ser el único chupasangre que no le gusta alimentarse de personas, eres el único que he visto enfermo, no herido.
Baz iba a responder ofendido, hasta que Nico abrió una caja de galletas frente a él. Lastima que la casa no tenía baño, tuvo que conformarse con un arbusto afuera.
Por años el pelinegro estuvo celoso de Agatha Wellbelove, no por su falta de magia, claro, si no por estar tan cerca de Simon por años, al grado de ser la pareja favorita de todo Watford. Sin embargo, ahora ella estaba en Los Estados haciendo quien sabe qué, tratando de parecer una normal, seguro, recuerda vagamente que Simón le menciono algo sobre la rubia abandonando su hogar y su varita. Baz odió verlos juntos por años, al grado de coquetearle a la chica con la intención de hacerlos terminar, sin embargo, esa relación ahora era una ventaja.
Los padres de su ex adoraban a Snow, con o sin magia, con o sin su hija. Quizá eran lo más cercano a figuras paternas que tenía. Y el Señor Wellbelove era un buen médico, la forma de compensar su falta de magia, o eso pensaba Baz, quien era lo suficientemente prudente para no decir lo que pensaba.
Con ayuda de Penny, habían falsificado una carta del Señor Grimm, la cuál decía que se llevaría a su hijo y a Simón a una escapada familiar. Era una gran mentira, pero la nueva directora estaba tan desinteresada de la familia Pitch-Grimm que no se metería de más.
De esa manera, tomaron un tren a Londres, y luego de un viaje lleno de altibajos para el enfermo, al fin llegaron al hospital.
—¿Solo náuseas?
—Si, y horribles. —respondió Baz.
—Hoy solo comió espaguetis, pero sin mantequilla, ni hierbas, ni siquiera un poco de sal para darle sabor. —añadió Simón quien durante semanas había estudiado la alimentación de su chico con la esperanza de que le hiciera caso. —y no es solo eso, también se duerme en clases.
—Solo dormitaba.
—Roncaste y le tuve que fingir que era yo para no arruinar tu buena imagen. —Basil se sonrojó un poco, pero por dentro agradeció el gesto.
—Bien, tenemos que revisarte. Pasa por aquí.
El Doctor Wellbelove hizo una revisión física normal, fuera de la obvia anemia por negarse a consumir sangre humana, tener un latido bastante lento, la regeneración rápida al sacarle sangre y los colmillos retractiles, no notó nada extraño o alarmante. Los estudios normales no eran concluyentes, mostraba un desorden completo en hormonas femeninas y masculinas, no podía diagnosticar si así debían ser o si había algo malo, nunca atendió a un no muerto.
Decidió hacer nuevamente el examen médico, y para su sorpresa, si hubo un cambio.
—Hmm... —musitó el médico.
—¿Que? —preguntaron ambos, Baz con un tono Neutro y Simon con uno ansioso.
—Realmente no sueño usar magia para esto pero... —Con calma sacó su propia varita, llamó la atención del más bajo, estaba camuflada como una pluma antigua, bastante ingenioso, sin dudas. —Solo quiero comprobar algo.
Con destreza, Wellbelove susurró un “Revela tus secretos” pegando la punta sobre el vientre de Pitch, el cual se iluminó con fervor, Baz volvió a sentir mariposas, igual que aquella noche. Simón abrió los ojos sorprendido, por su parte, le recordó al mismo brillo que tenía el insidioso Humbrum cuando le dió (casi) toda su magia. Cuando apartó la varita, parecía mucho más sorprendido que los chicos.
—¿Que fue eso? —Preguntó Simon, tratando de no sonar ansioso, no lo logró.
—Esto es... Bastante peculiar. —Soltó levantándose de su asiento, comenzando a hacer en un cuaderno.
—Doctor, ¿Sería tan amable de responder la pregunta de Snow? —pidió Baz procurando ser cortés a pesar de remorirse de miedo por dentro. Él si lo logró.
El padre de Agatha cerró la libreta, y pidió una disculpa mientras escogía las palabras. Sin embargo llegó a la conclusión de que entre más tardará, más difícil iba a ser explicarlo y más asustados iban a estar los chicos.
—Parece que... De algún modo, estás embarazado.
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