20.

Geno ya estaba bañado, seguía con la fiebre culpable de su malestar y debilidad, lo mejor era seguir en cama.

La soledad que estaba teniendo a diario no le gustaba, se sentía inseguro, y ahora conociendo que tenía a otra persona deambulando por su casa los nervios no lo dejaban tranquilo.

En cualquier momento entraría en pánico y tendría otra crisis con solo ver al desconocido en la habitación.

Tocaron la puerta, y alerta Geno guardó en silencio, nadie entró.

Veía que el breve recorrido de la cama al umbral se hacía más prolongado, como si la puerta se alejara cual pesadilla.

Sin sentirse capaz, bajó la mirada.

Fue un fracaso ir por las buenas.

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