Catorce.

Sus dedos entumesidos por el frío tecleaban con la mayor rapidez que les era posible sobre la pantalla del celular. Unas dos o quizás tres semanas después de halloween habían pasado y la temperatura parecía descender conforme pasaban los días. En el fondo se sentía horrible por tratar de reemplazar a Emmanuel con más "amistades" virtuales. Su conocida y compañera de partidas de COD BO2 Nicolle la había metido a un grupo de whatsapp donde todos hablaban todo el tiempo, todos los días.

Su mirada se desvió rápidamente cuando observó a cierto chico moreno salir de su casa y caminar por la acera. Analizó cada movimiento de él: cada paso que daba, la manera en la que caminaba, su rostro medio cubierto por una vieja bufanda azul marino, y las manos metidas en los bolsillos de una elegante y formal chamarra negra. 

—Esta vez no lleva el suéter de Spider-Man —pronunció para sí misma abriendo apenas sus agrietados labios por el frío.

Lo miró absorta con una punzada de arrepentimiento desgarrándola por dentro. Se sintió aún peor cuando, a punto de desaparecer de su vista, Emmanuel detuvo su andar y dedicó unos segundos a echar una mirada a la casa de ella. Un remolino de sentimientos encontrados la hizo desear que éste pudiese verla a través de la ventana, pero sabía que era imposible.

Una vez que el moreno continuó su camino, Candy se sintió como Edward Scissorhands al final de la película. Cuando sólo la chica sabe que él está ahí pero por el bien de todos simplemente él permanece encerrado por voluntad propia. Comenzó a sentirse más melancólica por lo que, buscando algo para llenar el vacío, volvió a integrarse a aquella conversación virtual.

KataKatana
—Creo que todos deberíamos enviar una foto de nosotros mismos como para medio conocernos.

Fubuki007
—¡Claro!

NikoKira777
—Perfecto.

Fubuki007

Foto que me tomaron mis amigos cuando no me daba cuenta. Super casual ja,ja,ja.

Las mejillas de Candy se sonrojaron al máximo y su corazón de agitó apenas vio la foto de ese chico con quien apenas llevaba un par de semanas hablando y jugando partidas en línea. Se sintió hipnotizada por su masculina mandíbula, sus labios de color rosa fuerte natural, unas pobladas y perfectas cejas que daban más efecto a unos cautivantes ojos claros. Era tan atractivo que hizo que la pálida chica bloqueara la pantalla para tomar un respiro.

Fue aquí por primera vez en su vida cuando Candy le tomó importancia a su aspecto. Corrió a verse al espejo del baño dentro de su cuarto y entró en pánico al darse cuenta que no era precisamente atractiva. Su postura siempre estaba encorvada, y era un desastre de la cabeza a los pies. Su cabello siempre esponjado y sin forma, su piel era blanca como el papel de modo que sus venas se veían escandalosamente azules, sus ojeras muy marcadas por tanto desvelo y sueño de mas, sus dientes chuecos a tal punto de parecer que tenía colmillos pero en realidad eran sus dientes previos a los caninos. Incluso Emmanuel había pensado que eran colmillos.

—Básicamente él es un Sr. Darcy o incluso un Patch Cipriano, y yo estoy lejos de ser una Elizabeth Bennet o una Nora Grey. —chilló saliendo del baño.

El resto del día y toda la noche, se sintió más melancólica que nunca.

Candy no había entrado al grupo en todo el día ni en el anterior. Sólo se dedicó a jugar en su celular a Clash Royale y una que otra partida en línea de BlackOps II pero en un horario donde sabía que no estaría ninguno de los del grupo. Mientras se encontraba leyendo por milésima vez el último libro de Harry Potter, su teléfono comenzó a sonar anunciando una videollamada de Nicolle. Dejó que el teléfono sonara hasta que paró, mientras ella observaba el aparato como si este fuese a explotar, pero al parecer Nicolle volvió a insistir. Temblando tomó el celular y respondió la videollamada.
Trató torpemente de mantener el teléfono en una buena posición e iluminación. Pudo observar en la pantalla a una chica de piel bronceada, de cabello negro lacio y muy largo, ojos café y unas largas pestañas.

—Hola —saludó con una perfecta sonrisa que dejó a la vista una perfecta dentadura blanca y alineada.

—Ho... la... —respondió tratando de escucharse normal.

—La verdad me preocupé de que ya no hablaste en el grupo desde ayer. Y los demás querían que me asegurara de que "no eras un viejo de cuarenta años" —dijo esto último rodando los ojos.

—En... tien... do... —sentía que su voz apenas y se oía.

—¿Estás bien? Te ves pálida.

—Es mi tono de piel normal...

—Oh, ya veo —hizo una pausa—. No te pongas tímida, Candy. Sigo siendo yo.

—Si. Tu voz es igual a cuándo hablamos en el comunicador cuando jugamos —Candy comenzó a tener más confianza mientras avanzaba la conversación.

Hablaron por un largo rato de muchas cosas, hasta que Nicolle tocó el tema de Emmanuel.

—Oye ¿y qué hay de Emmanuel? El chico que entró a tu casa buscando a su gata.

—Bueno...

—Lo último que comentabas es que solían pasar los viernes juntos.

—Si. Bueno no lo he visto en un tiempo.

—¿Por qué? ¿Discutieron?

—No estoy segura. Es complicado.

—¿No tiene arreglo?

—No lo sé...

—Bueno, sé que detestas a las personas y las evitas al máximo. Pero él parecía ser muy amigo tuyo, al menos por lo que me contabas. Y no creo que ninguna amistad debería terminar de mala manera.

Las comisuras de Candy se elevaron involuntariamente. Sentía tener por fin una amiga con quien hablar.

Por otro lado, Emmanuel estaba en su descanso en el trabajo, con una compañera no sólo de ahí si no también de su Facultad. Ésta le contaba sobre una mala cita a ciegas que había tenido, sin embargo el chico medio prestaba atención y su contraria lo notó.

—¿Escuchaste algo de lo que dije? —inquirió la fémina mordiendo una papa frita con brusquedad.

—Oh, si —dudó.

—Claro —replicó ella con sarcasmo—. Y a ti ¿qué es lo que te tiene tan atontado últimamente?

—Pues... —soltó tras un largo suspiro. Finalmente decidió contarle a su amiga sus penas, claro que sin revelar mucho sobre Candy.

—Suena a que fue tu culpa —comentó la chica después de escuchar todo.

—Vaya, gracias —exclamó él en respuesta con evidente sarcasmo.

—Bueno dices que te bloqueó de whatsapp ¿pero intentaste llamarla?

—Creo que es evidente que me detesta. Le envié mensajes de texto y obviamente no respondió.

—Emmanuel —la chica le lanzó una papa al rostro—. Las mujeres queremos "que nos sigan". Si ella es tan asocial como dices es claro que no sabe tratar con las personas y apenas está tratando contigo ¡y tú la besas! Ella sólo necesitaba un tiempo, si de verdad te importa búscala, llámala, lo que sea. Pero muestra tu interés en ella.

Emmanuel sintió hacerse pequeño en su asiento. Se sentía regañado pero a la vez estúpido por no haberse dado cuenta de aquello por su cuenta.

—Realmente me dolió que me echara de su vida de ese modo —admitió algo apenado, mientras Joe, el dueño de la tienda les hacía señales a Emmanuel y Sunny de que el descanso había terminado.

—Pues haz algo al respecto —aconsejó la chica alta y robusta, amiga de Emmanuel.

Así fue como se decidió a llamarla antes de irse a dormir, hoy saldría temprano del trabajo así que usaría la tarde para meditar bien las palabras que diría. Y en caso de que ella no respondiera tocaría a su puerta; aunque nada de esto sería necesario, pero él ni Candy lo sabían aún.

Después de haber terminado la llamada con Nicolle, Candy estuvo casi todo el día frente al espejo y viendo tutoriales de belleza en YouTube, quería verse bonita para tomarse una foto digna de mostrar a Fubuki007. Cuando el cielo comenzó a tornarse naranja bajó a la cocina para buscar algo de comer, pero no había nada. Molesta, buscó un vaso de vidrio para servirse jugó de arándano. En ese momento recibió un mensaje directo de Fubuki007, el cuál sólo decía un simple "Hola". La chica sintió su corazón apretujarse por lo que soltó el vaso haciendo que este se rompiera y los vidrios quedaran en todas partes. Restó importancia al asunto y respondió el mensaje.

—Hola.

—Hola.

—¿Cómo has estado? Ya no hablaste en el grupo justo cuando empezamos a presentarnos y mostrar nuestras fotos así que me quedé con la duda de saber como eres.

—Estuve ocupada con unas cosas, no he tenido tiempo de hablar en el grupo.

—Ya veo. Niko dijo que eres una chica linda así que realmente me gustaría conocerte. Manda una foto.

Candy ya no respondió a esto. Bloqueó el teléfono y olvidando el vaso hecho añicos en el suelo se cortó al dar un paso. Como siempre, ella solía estar descalza, así que un pedazo de vidrio se había incrustado en la planta de su pie. Su piel era demasiado sensible, cualquier corte o raspón que se hacía le dejaba una cicatriz sin mencionar que no dejaba de sangrar por lo menos en media hora.

—No puede ser, no puede ser —se repetía a sí misma entrando entrando ligeramente en pánico. Ella detestaba ver sangre, pues se desmayaba al verla.

Tal como pensó un río de sangre comenzó a brotar de la planta de su pie donde estaba encajado el pedazo de vidrio. Empezó a sentir su cuerpo débil y unas leves náuseas. Se alejó como pudo de los vidrios y se sentó sobre el frío piso en una esquina de la cocina. El mareo comenzó y la vista se le nublaba en un tono amarillo. Como pudo tomó el celular y con la mirada medio perdida trató de llamar esta vez, de forma consciente, a Emmanuel. Éste no respondió la primera vez que la llamada fue enviada a buzón, pero insistió.

—¿Hola? —escuchó la voz del moreno al otro lado de la línea.

—Por favor... ven... hay mucha... sangre... —trató de mantenerse consciente.

—Sólo ven. Por favor —su voz ya se escuchaba débil. Colgó y se levantó sólo para quitar el seguro a la puerta.

Se disponía a tomar servilletas de cocina para cubrir la herida pero ver tanta sangre fue demasiado para ella, así que se desmayó.

—¡Tengo que salir!. —gritó Emmanuel saliendo por la puerta sin esperar la respuesta de su madre.

Preocupado y con el alma en un hilo corrió hasta la casa de su amiga. Pasó por debajo de la barra suelta lo más rápido que pudo y sin preocuparse por limpiarse la tierra de la ropa avanzó hasta el porche y luego la puerta. El corazón se le detuvo al abrir y encontrarse a Candy más pálida de lo normal, inconsciente y con una herida en el pie. Entró en pánico, eventualmente.

—¡Candy! ¡Candy! —la tomó como pudo entre sus brazos. Y trató de despertarla.

No se le ocurrió otra cosa más que llevarla a su casa. Su mamá era enfermera después de todo. Salió de la cocina y subió las escaleras a toda prisa saltando los escalones de dos en dos y entró a la habitación de Candy. Por suerte el frasco de pastillas estaba a la vista sobre el escritorio, lo tomó y guardó en el bolsillo interno de su chamarra. Luego entró al baño y tomó una toalla. Bajó lo más rápido que sus pies le permitían y con la toalla envolvió el pie de la chica. La cargó en su espalda y salió. Corrió como pudo dando la vuelta a la casa y agradeció que el portón de metal del frente se pudiese abrir por dentro.

No le importó en lo más mínimo si alguien lo estaba viendo o alguien lo había visto. Corría con la chica en su espalda en dirección a su casa. Cuatro casas para llegar a la suya. Tres. Dos. Una. Atravesó el patio y azotó la puerta al entrar. Caminó a la sala y depositó a la chica inconsciente en el sofá.

—¿Qué pasó? —atinó a preguntar su madre una vez entró a la habitación justo detrás de su hijo.

—Por favor ayúdame. Se cortó el pie y se desmayó —explicó Emmanuel con rapidez delatando su preocupación.

—¡Dios mío! Trae el botiquín —ordenó a su hijo acercándose a Candy y tomando su rostro entre sus manos.

Emmanuel volvió rápido y la señora acomodó a Candy a lo largo del sofá. Se sentó en él de tal modo que los pies de la chica quedaron sobre sus piernas y comenzó a curar la herida. Emmanuel se mantuvo cerca de ella pues sabía que en cualquier momento despertaría. Y así era, notaba cómo Candy parecía recobrar la consciencia.

—Estás bien. Está todo bien —le dijo apenas vió que ésta abría los ojos. El moreno actuó con rapidez y tomó el rostro de ella en sus manos tratando de distraerla para que no notara que no estaba en su "zona segura"—. Todo está bien.

—La herida no fue tan grave, pero parece tener una piel sensible —anunció su madre llamando la atención de Candy quien con brusquedad se incorporó en el sofá.

—Candy, tranquila —fue lo primero que se le ocurrió decir a Emmanuel.

La chica comenzó a hiperventilar y mostrar en su rostro el temor que estaba sintiendo en ese momento. Abrazó sus rodillas y ocultando su rostro entre éstas comenzó a gritar. Emmanuel la abrazó y disculpándose con ella sacó el frasco de pastillas para ponerlo en su mano, todo ante la mirada asustada y desconcertada de su madre.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Fueron 2265 palabras en este capítulo. Realmente andaba inspirada xD

Había un montón de cosas que quería que pasaran en este capítulo y creo que lo logré.

Como dato, una persona no dura desmayada más de dos minutos, pero como Candy no había comido en todo el día este tiempo se extendió. Desmayo por susto, ligera hemorragia y falta de comida.

La canción que puse arriba la estaba escuchando mientras escribía la parte dramática así que la puse aquí también xD

Creo que por ahora es todo. Espero hayan disfrutado el capítulo.

Muchas gracias por leer 💖💖💖💖

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top