Capítulo 6
Nadie podría entender el miedo que se extendió por el cuerpo y mente de Jungkook en el momento en que comprendió que tal vez, si ese asesino se encontraba dentro del hogar de los Kim él y sólo él sería el único sin posibilidad de supervivencia.
Quizás podría parecer que estaba siendo egoísta por pensar tan sólo en su vida. Una vida que ni siquiera le causaba demasiada emoción, pues sus días eran una constante repetición de terapias inútiles, jornadas de dibujo y cócteles de somníferos a escondidas. Su vida, esa vida que continuaba viviendo sin planes de futuro certero, era sin duda un revoltoso desastre pero lo cierto es que todavía tenía la esperanza de conseguir curarse. Jungkook se aferraba a esa posibilidad tanto que casi dolía notar como esta era arrancada de sus entrañas cada vez que fallaba. Las calles en las que había jugado, el mar que tanto amaba escuchar o el simple roce del viento contra su cara, se habían convertido en algún momento en sus mayores enemigos.
Ahora ya no amaba la vida de la misma forma en la que solía amarla. Él ya no era un niño repleto de ilusiones y sueños amontonados en el cajón de su mesilla para ocultarlos de los malvados adultos. Él estaba creciendo, descubrir el mundo cruel que le esperaba cada vez que asomaba su nariz a la ventana había sido solo la primera parte de un sentimiento que lo persiguió durante demasiado tiempo. Una sensación dolorosa que se aferraba a la piel de su cuello causándole ansiedad siempre que trataba de volver a poner sus pies sobre el mundo real que tan poco le gustaba.
Antes de su enfermedad en su cabeza solo existía lugar para sueños: viajes que realizar, idiomas que aprender, un trabajo que escoger o incluso jornadas de vacaciones con sus amigos, tal vez acampando o visitando algún festival de música donde cada persona que se cruzase ante sus ojos fuera más única y especial que la anterior. Pero sus sueños habían muerto hace mucho tiempo, al igual que ahora moría su esperanza de recuperarse y con esta sus ganas de volver a ser el adolescente plagado de colores e ideas extrovertidas.
-Jungkook. - la voz de SeokJin sonaba lejana sin importar que el muchacho estuviese a su derecha, de cuclillas y posando la mano sobre su hombro para llamar su atención.
Jungkook se giró, el corazón repiqueteaba con tanta fuerza en su pecho que incluso sus manos y piernas habían comenzado a temblar al ritmo de cada latido. Su rostro, antes lleno de calor por la calidez del desayuno o la chimenea encendida, ahora se tornaba pálido y frío. Incluso sus labios habían tomado un tono más rojizo del habitual. Como si la temperatura de la casa hubiese bajado varios grados a la vez.
El invierno estaba cerca después de todo, aquello podría haber sido una gran excusa de no ser por el temblor exagerado de sus labios. No hacía tanto frío como para que su cuerpo mostrase tales síntomas, mucho menos cuando la anaranjada luz del fuego de la chimenea seguía tiñendo la tez de su piel de un color hogareño que aportaba ironía a su sentimiento de pánico.
-Ei, Jungkook. ¿Qué te ocurre? - Jin sentía esa necesidad de ayudarle. Cuidar a quienes se encontraban en circunstancias difíciles era prácticamente una característica de su personalidad. Tal vez odiaba a Jungkook. No, incorrecto, tal vez odiaba lo que ese muchacho representaba. Jeon era la metáfora de su vida hecha persona, el ser humano que le ponía un bonito rostro a los problemas que provocaron que sus padres se separasen y alguien que en apariencia parecía mucho más importante para su padre que Dae o él mismo, Jungkook era el sinónimo de cada paciente al que su progenitor había atendido con vehemencia mientras dejaba a sus hijos de lado. Pero Seokjin nunca permitiría que este sufriera mientras estuviese en sus manos la posibilidad de ayudarlo, su lado amable continuaba surgiendo como una muestra inoportuna de la persona solidaria que era por mucho que se empeñara en pensar tan solo en sí mismo.
Su madre solía decir que cada vez que se comportaba con exagerada amabilidad ante desconocidos le recordaba a su padre y SeokJin seguía negándose a parecerse a ese hombre en algo, por muy pequeño que fuese el detalle que les hacía tener lo más mínimo en común.
–Yo... - Jungkook se giró ante el hijo de su psicólogo, apretó la mano de este tomándola con ansiedad. Era un idiota, por su miedo irracional y por buscar apoyo en alguien que solo conocía de un miserable día. Sin embargo, su ilógica mente se sentía segura cuando era ese chico ante sus ojos el que tiraba de él para sacarlo del precipicio hacia el que caminaba con la mirada ciega de pánico - Estoy asustado.
Jin asintió y dejó escapar de su boca una perfecta sonrisa inquieta. Quería proteger a Jungkook, pero si realmente un asesino caminaba por el interior de esa casa su única opción era arrastrar al chico con agorafobia hacia el exterior. Ataques de pánico, ansiedad... el remedio podría ser mucho peor que el conflicto para el muchacho pero lo mantendría vivo al fin y al cabo. No importaba si tendría que arrastrarlo a través de los crecidos matojos que el final del otoño había arrojado sobre los caminos de tierra húmeda.
–Ven conmigo. - SeokJin entrelazó los dedos de su mano con los de Jungkook y por un momento sintió alivio al notar como el chico asentía obedientemente con sus brillantes ojos para a continuación levantarse. - Dae, ven aquí. No te alejes de nosotros.
Su hermano pequeño asintió. Daehyun sabía cuando era adecuado obedecer, podía ver en las pupilas de Jin el nerviosismo, cubriendo por completo su aura. En ocasiones habían compartido esos momentos durante su infancia, en los que SeokJin trataba de mostrarse fuerte aunque en realidad el miedo lo hiciese temblar mientras se ocultaban bajo su castillo de sábanas blancas durante las noches de tormenta.
Cuando eran unos niños aquella fortaleza, tan pequeña y frágil, era su refugio. Se escondían abrazados fingiendo ser caballeros con armadura y un escudo que nadie ni nada podría atravesar, pues había sido forjado con escamas de los dragones más antiguos y fuertes. El problema de crecer es entre otras muchas cosas, que los sueños empiezan a perder fuerza y la realidad se antepone a cualquier mínima muestra de quimera utópica. Te arrancan del escondrijo invencible para soltarte en un mundo en el que si te caes sentirás los pies pisoteando tu espalda, debes levantarte rápido, olvidar el dolor o la sangre recorriendo tus rodillas por los golpes y seguir adelante. Pero no todos pueden, a veces te cansas, te rindes y pierdes.
Y Seokjin era una de esas personas que siempre trataba de levantarse por su hermano, incluso si a veces terminaba agotado.
-Iremos juntos a la habitación, no quiero que ninguno se separe o haga ruido de forma excesiva. Vamos a cerrar la puerta y mantenernos ahí hasta que papá llegue. - la mano de Jin tomó también la de su hermano pequeño. - Es probable que no haya sido nada grave, pero es preferible que nos mantengamos juntos.
Jungkook tragó saliva, era curioso pero le asustaba mucho más tener que escapar hacia el frío mundo exterior que encontrarse cara a cara con un asesino en el interior de esa casa. Después de todo ese del que hablaban en las noticias era solo un chico, alguien que perdió la cabeza debido a los continuos insultos y vejaciones de sus compañeros. Un chico perdido, un chico que por otra parte había acabado así por el maltrato psicológico que otros vertieron sobre su espalda. Alguien demasiado cansado como para pensar con la claridad necesaria.
-Jinie. - la atención de los dos muchachos de edades similares recayó sobre el pequeño - Creo que es más adecuado revisar primero el salón, puede que el ruido fuese causado por un animal... papá mencionó que los gatos salvajes se cuelan a menudo debido a que muchos vecinos los alimentan. Hoy el clima es oscuro y frío, podrían estar buscando un refugio ante la obvia amenaza de tormenta.
Fue solo un momento de duda para el mayor de los tres, el hijo del psicólogo soltó las manos de los dos chicos y se apartó de ellos, si alguien tenía que arriesgarse ahí era él. No porque el protagonista sea el héroe o porque no quepa otra opción distinta en ese preciso instante, si no porque su hermano podría correr peligro en esa casa y Jungkook ya estaba demasiado expuesto a la ansiedad por lo ocurrido minutos atrás. Jin podía verlo en su mirada llena de miedo, en sus manos temblequeantes o la forma en la que su boca se abrió con sorpresa con el simple toque de la mano de Dae sobre su codo. La persona con menos cosas que perder ahí era él. Podría subir a la habitación y olvidarse de todo, pero nadie les prometía la total seguridad incluso ahí encerrados. Lo más lógico era comprobar qué sucedía e informar a su padre, después podrían esconderse asustados.
Ya habría tiempo para crear un castillo de mantas con una falsa barrera de protección que les ayudara en la casi imposible tarea de tranquilizarse.
–Subid vosotros, revisaré rápidamente el primer piso y llamaré a papá. - tenía miedo y el intento por disimular se fue a pique con su voz aguda - Venga, arriba.
Lo más difícil para Jin fue recorrer el silencioso pasillo hasta el salón de la casa, el día era gris tal y como Dae había indicado. Así que a pesar de las ascuas brillantes que aportaban calor al ambiente, la luz era escasa mientras caminaba de una zona otra. El lugar estaba totalmente igual al día anterior, por supuesto a excepción del cristal roto de forma tosca y torpe.
Tragó saliva y miró a su alrededor sin saber qué hacer, la luz de un relampago logrando que su corazón se desbocase locamente dentro de su pecho. Y el silencio, esa sensación de tan solo poder escucharse a sí mismo junto con el chirrido de la madera mientras los otros dos muchachos avanzaban hacia el dormitorio en el piso superior.
Cuando Jungkook y Dae entraron en la habitación el lugar se sumió en un casi total reposo, la madera ya no chirriaba y los gruesos pasos asustados se habían quedado reducidos a las aceleradas pisadas de Jin. Aún podía escuchar su respiración agitada, el corazón presionando y oprimiendo su pecho, la tela de su ropa moviéndose... pero nada más. Revisó toda la planta baja y al no hallar nada se decidió a subir al segundo piso, casi podía notar ese dolor en su cuello cuando caminaba sin mirar hacia atrás, como cuando era un niño que temía que en la oscuridad del pasillo de su casa se escondiera algún fantasma.
Estaba aterrado, siempre había sido un chico con muchos miedos absurdos; las películas de posesiones infernales, los cementerios, durante una época de su vida incluso los ovnis le causaban cierto pavor... y ahora podía percibir como aquellos miedos eran muy distintos del que en ese instante experimentaba. Porque en ese instante la amenaza podría ser real, no se limitaba a una hipótesis imaginaria de su mente asustadiza.
Una vez más caminó con sigilo mientras revisaba cada rincón de la casa, sus ojos tratando de captar hasta el menor movimiento en las sombras de aquel día grisaceo a medida que avanzaba. La única habitación que le faltaba era la suya, aunque durante un segundo pensó que tal vez Jungkook y su hermano podrían estar en peligro, se obligó a olvidar esa estúpida idea.
-No hay nadie. - abrió la puerta de la habitación todavía con el corazón desbocado y una petición muda de aquellos dos chicos estuvieran sanos y salvos. Dae estaba sentado con Jungkook en su cama, tranquilo y con los ojos curiosos sobre las persianas. - Pero prefiero que nos quedemos aquí. Llamaré a papá.
Los dos chicos asintieron, centrados en encontrar algo que los entretuviera a pesar del angustiante sentimiento del miedo. Pasaron la mañana viendo películas, los tres sobre la misma cama prometiendose no mencionar el tema de nuevo hasta que el doctor Kim llegase. Sin embargo, el padre de Seokjin también achacó la rotura del cristal a los gatos monteses aquella noche.
–Pondré algo ahí para tapar el agujero. - el doctor Kim suspiró - No entiendo como han podido romper el cristal, suelen colarse en el sótano pero nunca habían hecho esto. SeokJin ayudame, arreglaremos este desastre.
"Tras la conexión en directo con uno de los encargados del cuidado del muchacho nos han quedado claras dos cosas, la primera es que no es violento cuando no se encuentra en una situación de peligro. Los expertos han asegurado que Choi Junhong, también conocido como Zelo, no es excesivamente vehemente a estas alturas de su tratamiento. Sin embargo, lo segundo en lo que han insistido es su especial rencor hacia aquellos que lo llevaron al sanatorio. Como mostramos en las cintas anteriores, el chico tenía especial interés hacia aquellos implicados en su encierro durante las últimas sesiones de psiquiatría a las que fue expuesto. Su cuidador lo ha dejado claro, la hipótesis apunta directamente hacia una venganza. Recordemos también que algunos de los doctores que han tenido contacto con la terapia de Zelo habitan en las casas próximas al sanatorio.... "
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Holiiii!!!!
Por aquí os dejo un nuevo cap de la versión JinKook de Agorafobia. La verdad es que estoy añadiendo bastante cosillas nuevas y en comparación con los caps de la versión Namjin estos son bastante más largos.
Cree Agorafobia por primera vez hace muchos años, así que supongo que significa que al versionarla al JinKook necesito adaptar mi nueva forma de narrar a lo que escribí hace tiempo.
Un beso,
os amo
Mel
💜
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