Capítulo 15

—Tenemos que salir de aquí. - las manos de Jin temblaban mientras sujetaba el brazo de Daehyun con ansiedad.

Jungkook observó una vez más la nota, estaba asustado. El saber que si algo ocurría él se quedaría atrás por esa maldita enfermedad que asolaba su cabeza, comenzaba a destrozarlo.

Tampoco podría ayudar, ¿cómo si solo con imaginarse en peligro su cuerpo parecía convertirse en gelatina?. No era un cobarde por completo, no se permitía a sí mismo considerarse de ese modo a pesar de que todo su interior parecía dispuesto a gritarlo. Sin embargo, la idea de enfrentarse a un chico que había asesinado a la mitad de su clase en el instituto... bueno, no era una imagen que pudiese causar valentía sino más bien pavor.

La gente tendía a confundir los actos premeditados e irresponsables con valentía. Tenerle miedo a un asesino era normal, eso solo lo hacía humano.

—No. Es mejor que esperemos a tu padre, él sabrá qué hacer. Jin, los tres estamos asustados pero tenemos que mantener la calma. Cerremos todo.

—¿Y si ya está dentro? - las palabras de Dae le revolvieron el estómago a los dos mayores.

Seokjin soltó a su hermano y se encogió, abrazándose la cintura con los brazos de forma completamente inevitable ante la red de pensamientos negativos que atrapaban su mente en una sensación de pánico asfixiante. La nsiedad poseía cada extremo de él.
Corrió hacia el baño de la primera planta y se dejó caer para a continuación arrastrarse hacia el retrete, con las caricias de Jungkook en su espalda notó como el vómito abandonaba su cuerpo ante el mareo que la multitud de ideas contradictorias estaba provocando en su organismo. Los nervios lo consumían, como siempre, solo que esta vez no estaban basados en absurda timidez. Esos nervios eran de simple pánico. No quería morir tan joven. No quería que alguien lo matase debido a los errores de su maldito padre.

Su rostro estaba completamente rojo y sus ojos llorosos por el esfuerzo, casi no había comido pero el ácido líquido seguía saliendo de su boca con cada arcada. Sus manos se sujetaban con fuerza a las esquinas del retrete y desde su posición podía ver como las lágrimas que bañaban su rostro comenzaban a precipitarse. Cada arcada parecía suponer un inmenso esfuerzo mientras su cabeza se encontraba todavía perdida entre las líneas de aquella aterradora nota que habían encontrado en el salón.

—Respira, intenta respirar. - Jungkook no era la mejor muestra de tranquilidad, él mismo podía notar la forma en la que sus piernas continuaban temblando y sus manos antes tibias ahora se encontraban completamente congeladas. Pero ver así a Jin lo hizo sentir la necesidad de ayudar. - Está bien, es normal que tu cuerpo se sienta mal con todo lo que está sucediendo.

Seokjin se dejó caer unos segundos sobre el suelo y cuando recuperó fuerzas tiró de la cadena para a continuación lavarse los dientes con movimientos torpes. Vió la mirada preocupada de Jungkook y su hermano a través del espejo, con el corazón todavía latiendo en su pecho, con una intensidad apabullante forzó una sonrisa.

—Llamaré a mi padre. - dijo con voz ronca y afectada.

—Si lo prefieres puedo hacerlo yo. - Jungkook no era capaz de mantener la expresión neutra, sus ojos mostraban el miedo que sin duda estaba sintiendo. - Es mejor que te relajes un poco Jinnie.

Asintió. No quería discutir así que abrazándose a su hermano avanzó con el agorafóbico hasta el pasillo, donde se encontraba el teléfono fijo de la vieja casa. Si lo pensaba, era incluso más aterrador que hubiesen encontrado el mensaje esa noche ya que con la inmensa nevada sus móviles no disponían de cobertura. De la misma forma que escapar por la montaña les resultaría imposible al ritmo en el que la tormenta no dejaba de aumentar.

—Pero no es malo. - ambos miraron a Daehyun confundidos.

—¿De qué hablas Dae? - dijo Jin nervioso. Sus sentidos luchando para mantener la calma ante cada palabra de su hermano pequeño.

—El chico, no es malo, yo lo he visto. He hablado con él muchas veces, antes estaba fuera cuando Jungkook me vino a buscar para cenar y parece simpático. Sabe jugar al ajedrez, y es un gran rival. - las manos de Seokjin apretaban los hombros de su hermano pequeño de forma inconsciente a medida que este continuaba hablando. - Además, le hacían daño y perdió el control, sin embargo ahora está arrepentido…

—Tenemos que llamar a la policía, no llames a mi padre. Llama a los jodidos policías ahora. - Jeon Jungkook carraspeó una afirmación ante la petición acelerada de Jin. Un asesino estaba justo en la parte exterior de esa casa y Daehyun había hablado con él como si ese acto no supiese nada. ¿Era valiente o solo un tonto confiado? Jungkook no lo sabía, sin embargo tampoco estaba dispuesto a dedicarle tiempo a la tarea de averiguar más detalles. No cuando probablemente los tres estaban en peligro.

Jin no pudo evitar buscar los brazos del pintor, se sentía tan desprotegido que hasta el calor corporal de Jungkook le parecía puro hielo. Por su parte el muchacho siguió marcando el número de la policía hasta que el tembleque en sus manos disminuyó. El estrés no era nada en comparación de esa sensación que le cubría el cuerpo al saber que tal vez estaban a punto de morir. Se arrepentía de demasiadas cosas.

—Policía... sí, Jeon Jungkook... El asesino que se escapó del Manicomio se encuentra en el jardín trasero de nuestra casa, estamos realmente asustados y ha hablado con el hermano pequeño de mi amigo. Lo ha convencido de que es bueno.. sí… La casa del doctor Kim, en la parte alta de la montaña justo a un extremo del sanatorio… Unos diez minutos en coche... número veinticinco... Por favor, lleguen lo más rápido posible... esperaremos.

Colgó el teléfono.
Y silencio, durante un par de segundos los tres se sumieron en el silencio que solo fue interrumpido por los crujidos que las ramas repletas de nieve causaban en el exterior y la respiración de Jin entre sus brazos, Dae se había enfadado pero no protestaba. Solo los miraba con ojos penetrantes.

—Dije que era bueno.

—¡Es un maldito asesino Daehyun! - Jungkook explotó, sin importarle que el chico escondido en su pecho se enfadase. No quería morir, incluso sin motivos para vivir, quería seguir respirando.

Miró a su alrededor frustrado llevándose la mano al puente de la nariz y apretandolo segundos antes de suspirar en voz alta. La había cagado gritando así, ahora Dae se sentiría mal. Pero... ¿Qué podía hacer? Un maldito loco rodeaba su casa dispuesto a aniquilarlos en cuanto tuviera una oportunidad. La historia se repetiría, él correría por su vida dejando a los demás atrás, se escondería en un lugar donde jamás nadie podría llegar a encontrarlo. De la misma forma que lo hizo en aquel accidente, cuando su hermano perdió la vida. Aún se escondía bajo esa capa de miedo a los espacios abiertos y relaciones humanas, de miedo a los colores que la vida podría aportarle a su ennegrecida alma.

Dae permaneció callado mientras esperaban a que la policía llegase, los tres se habían encerrado en la habitación y cerrado perfectamente cada zona. Jin permanecía abrazado a Jungkook, escondiendo su cara en el pecho de este como si eso, y solo eso, pudiera arrancar de sus entrañas el tremendo miedo que asolada por completo su pecho.

—Están tardando. - susurró.

—Hay mucha nieve, tardarán un poco más de lo normal. - la voz de Jungkook sonaba más dulce que nunca y a Jin le resultó curiosa la forma en la que solo las tragedias más grandes lograban unir a las personas de maneras tan fuertes.

—No me gusta esto.

—Lo sé Jin. Estoy tan asustado como tú pero solo nos queda esperar. Trata de dormir un poco, estás enfermo y cansado. - las manos de Jungkook acariciando su piel bajo las mantas de la cama lo hicieron estremecerse. Realmente estaba ayudándole con esos toques dulces. - Ponte algo de música en los auriculares.

Seokjin asintió, poniéndose los cascos se acomodó de nuevo a un lado de Jungkook y abrazó la cintura de este. No era cariñoso generalmente pero necesitaba apoyo, atención... Dae se había negado a proporcionarle ese cariño. Seguía enfadado por la decisión de llamar a la policía.

—Dae... duerme un poco, ya es tarde.

—Si quisiera hacernos daño lo hubiera hecho antes, lleva mucho vigilandonos.

—No me estas ayudando con eso... deja de hacer el idiota. Me da igual si fue un arrebato de ira, ese chico mató a la mitad de su clase y tú…

Pero el ruido de la verja del jardín abriéndose le quitó la respiración y no logró terminar la frase.

---------------

Hiii!!

Espero que os haya gustado, es un capítulo corto pero no quiero arriesgarme a prometer otro porque no sé cuánto tiempo tendré.

Un beso,
os amo
Mel
💜

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top