CHAPTER II
CHAPTER II
( benny boo! )
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"TRAE EL ORO A CASA", "TRAE UN CACHORRITO", "TRAE UN PRÍNCIPE", FUERON las últimas voces que escucharon antes de alejarse de su no tan amado hogar. Agnys se encontraba alejada del grupo en el asiento trasero, mientras que las chicas se encontraban en el delantero y los chicos en el lateral, los cuales no podían dejar de ver los dulces frente a ellos, antes de saltarles encima.
Agnys miraba por la ventana internamente despidiéndose de todo lo que conocía, su padre, su hermano, Pánico y Pena, todo lo que alguna vez la hizo sentir completa, incluso cierto pirata que la perseguía por toda la Isla con tal de enojarla.
— Te ves un poco pálida, déjame ayudarte— dijo la voz de Evie sacándola de sus pensamientos, mientras aplicaba maquillaje en el rostro de Mal.
— ¡Detente! — dijo la pelimorada mientras alejaba su mano—. Estoy conspirando.
Memorias de noches de risas vinieron a Agnys sin poder evitarlo, noches con la peliazul rodeadas de maquillaje que pudieron "encontrar", más bien robar, en la Isla.
— Bueno, no es muy atractivo— dijo mientras mordía un dulce antes de notar la atención de Agnys sobre ellas, por lo que le habló tratando de ser amable a pesar de su pasado—. ¿Quieres que te maquille?
La nombrada solo miró hacia la ventana ignorándola, como si nunca se hubiera dirigido a ella, lo que hizo que Evie soltara un suspiro.
— Estas... son saladas como nueces, pero dulces como no sé qué— dijo Carlos comiendo un dulce.
— Déjame ver— dijo Jay provocando que Carlos le mostrara el interior de su boca, provocando en Agnys una arcada de disgusto.
Definitivamente, su verdadera condena no era estar encerrada en la Isla, sino ahora con estos cuatro inútiles.
— ¡Miren! — exclamó la peliazul luego de que Mal tocara un botón que abrió una misteriosa ventana.
— ¡Es una trampa! — siguió Carlos al ver que se dirigían hacia el puente destruido.
Todos comenzaron a gritar mientras se abrazaban entre ellos, excepto por Agnys quien los miraba sin poder comprender su poca capacidad cerebral. Auradon no los mataría, ya se habían deshecho de los villanos al meterlos en aquella Isla, además que según los Reyes los asesinos no eran más que lo que creían que ellos eran, era imposible creer que caerían tan bajo para hacer lo mismo.
Un dorado brillo comenzó a aparecer formando lo que restaba del destruido puente.
— ¿Qué acaba de pasar? — preguntó Carlos.
— ¡Debe ser magia! — exclamó Evie.
— ¡Ey! — Mal llamó la atención del conductor—. ¿Este botón abrió la barrera mágica?
— No, éste abre la barrera mágica— dijo mostrando un botón dorado—. Este abre mi garaje y este botón...
La ventana anteriormente abierta por la pelimorada volvió a cerrarse dejándolos con las palabras en la boca.
— Que agradable sujeto.
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Todo era demasiado verde, demasiado brillante, los ojos de Agnys se encontraban dañados, después de todo el sol prácticamente no llegaba a la Isla. Demasiadas personas comenzaron a saludarlos mientras pasaban y la música tocada por una banda comenzó a escucharse, dándoles un claro indicio de que habían llegado a la Secundaria Auradon.
La puerta del vehículo fue abierta y Agnys no pudo haber pedido por una presentación más perfecta.
— ¡Ya te quedaste con todo lo demás! — gritó Carlos en el suelo tirando de una especie de manta azul—. ¡¿Por qué quieres esto también?!
— ¡Porque tú lo quieres! — le contestó Jay tirando del otro extremo.
Agnys bajó detrás de ellos, luego de Mal y Evie, encontrándose con una pareja de su misma edad y otra mujer que los miraba atentamente con grandes sonrisas, dándole un gran disgusto.
— ¡Déjenlo como lo encontraron! — exclamó con un tono de voz cantarina que dañó los oídos de Agnys, quien no dudó en taparse los oídos por un momento—. Y con eso me refiero a que, en verdad, lo dejen.
Jay y Carlos volvieron a meter todo dentro de la limusina de mala manera.
— Hola, bombón— dijo Jay acercándose a la chica castaña vestida de rosa, horrible color, de manera seductora—. Me llamo Jay.
La chica rió antes de que la mujer interfiera.
— Bienvenidos a la Preparatoria Auradon, soy el Hada Madrina, la directora.
— ¿La Hada Madrina? — preguntó Mal—. ¿La de "Bíbidi bábidi bu"?
— ¡Así es, bíbidi bábidi!
— Siempre me pregunté cómo se habrá sentido Cenicienta, cuando usted apareció de la nada, con esa varita brillante y la cálida sonrisa. Y esa varita brillante.
Agnys miraba a Mal con los brazos cruzados y una mirada de realización, la chica hacía demasiado énfasis en la varita del Hada Madrina, y aunque ella no le había confirmado sobre el plan de Maléfica, sola se dejó en evidencia.
— Eso fue hace mucho tiempo y como siempre digo: "¡No se concentren en el pasado o perderán el futuro!"
La pareja se adelantó, mientras el chico comenzó a hablar.
— Es un placer conocerlos a todos, yo soy Ben.
— El Príncipe Benjamin y futuro Rey— lo interrumpió la chica con demasiada emoción.
— Ya me ganaste con "Príncipe"— dijo Evie dando un paso adelante, provocando que el cabello de Agnys flameara aún más—. Mi madre es una Reina, eso me convierte en Princesa.
— La Reina Malvada no tiene estatus real aquí— volvió a interrumpir—. Igual que tú.
Ben dio una incómoda risa.
— Esta es Audrey.
— La Princesa Audrey, su novia— volvió a hablar la chica, irritando a la hija del Inframundo, antes de sostener las manos de Ben—. ¿Verdad, Benny Bú?
Una risa trató de salir de la boca de Agnys, pero con todo el esfuerzo del mundo lo impidió.
— Ben y Audrey les mostrarán el lugar y nos veremos mañana— dijo el Hada Madrina antes de sujetar las manos de la pareja y elevarlas hacia el cielo, lo que provocó un salto de susto por parte de todos—. ¡Las puertas de la sabiduría están siempre abiertas! Pero la biblioteca está abierta de 8hs a 11hs y como habrán oído me gusta que se respeten los horarios.
El Hada Madrina se retiró junto a la banda, dejando al Príncipe Ben frente a ellos.
— Es un placer por fin conocerlos— dijo comenzando a saludarlos uno a uno, ganándose un golpe de Jay, una larga mirada de Mal y una mancha de chocolate de Carlos—. Chocolate. Esta es una ocasión especial, una que espero que quede para la historia...
Se acercó a Agnys quien extendió su mano dispuesta a que éste se la besara como Princesa del Inframundo que era, no dejaría que la degradaran.
— Así que tú eres el culpable que me trajo aquí— dijo la chica mientras Ben besaba su mano como esta había pedido silenciosamente.
— Así es, bienvenida— le contestó con una sonrisa, antes de dirigirse a Evie, quien no estaba dispuesta a soltar su mano.
— Gracias por nada— susurró por lo bajo, enojada de tener que estar en aquel lugar.
— Como el día que comenzamos a unirnos— continuó su discurso.
— O el día en que le mostraste a cinco personas dónde se encuentran los baños— se burló Mal.
— ¿Fue demasiado? — le preguntó.
— Fue un poco más que demasiado.
— Qué mala impresión doy.
Ambos rieron ante la atenta mirada de Agnys, quien aprovecharía esto luego.
— Eres la hija de Maléfica, ¿cierto? — interrumpió Audrey—. No culpo a tu madre por haber querido matar a mis padres. Mi mamá es Aurora, La Bella...
— Durmiente— terminó Mal—. Sí, el nombre me suena. Y yo no culpo para nada a tus abuelos por invitar a todo el mundo, menos a mi madre, a ese estúpido bautismo.
— Lo pasado, pisado.
— Seguro— ambas rieron con una risa falsa.
Un silencio incómodo llenó el lugar divirtiendo a Agnys, antes de que Ben lo rompiera.
— ¿Qué les parece si damos una vuelta? — dijo girándose—. La escuela Auradon fue construida hace trescientos años y mi padre la convirtió en preparatoria cuando fue Rey.
Pasaron por la estatua del nombrado, Ben dio dos palmadas y la estatua se convirtió en la Bestia, provocando que Carlos gritara saltando a los brazos de Jay, ganándose miradas extrañas del grupo.
» Carlos, está bien. Mi padre quería que su estatua cambiara de bestia a hombre para recordarnos que todo es posible. «
— ¿Se le cae mucho el pelo? — preguntó la pelimorada.
— Sí, mi mamá no lo deja subir al sofá.
Agnys rodó sus ojos antes de seguir el recorrido, entrando finalmente al edificio dónde todos los miraban como si en cualquier momento los atacarían, lo que la hizo sonreír.
— ¿Tienen mucha magia aquí en Auradon? ¿Cómo varitas y cosas así? — preguntó Mal.
— Sí, claro que existe, pero casi no la usamos. La mayoría somos mortales comunes y corrientes.
— Que además son Reyes y Reinas— dijo Agnys con algo de desprecio en su voz mientras cortaba una de las flores que se encontraba en el florero a su lado.
— Es cierto— contestó Audrey ubicando el brazo de Ben sobre sus hombros—. Nuestra sangre real se remonta a siglos.
— ¡Doug, acércate! — dijo Ben a un chico con poca contextura física, rubio y con anteojos de leer—. Él es Doug, los ayudará con sus horarios y les mostrará sus dormitorios. Ya me voy, pero si necesitan algo no duden en...
— Pedírselo a Doug— dijo Audrey antes de que ambos se fueran.
— Hola, chicos. Soy el hijo de Tontín— dijo el chico rubio llamando su atención—. De Tontín, Doc, Tímido, Feliz, Gruñón, Dormilón y... Hi-Ho.
Terminó el chico viendo fijamente a Evie.
— Evie, la hija de La Reina Malvada— se presentó.
— E-En cuanto a sus materias, ya los inscribí. Historia de leñadores y piratas, Reglas de seguridad para Internet e Introducción a la Bondad Curativa.
— Déjame adivinar, nueva clase— dijo Mal antes de dirigirse al resto de ellos—. Vamos a buscar nuestros dormitorios.
El grupo la siguió, Agnys sin ganas, antes de que Doug volviera a hablar.
— Sus dormitorios quedan por allá.
— Espero que tenga cortinas, esta luz es desesperante— dijo Agnys poniéndose los anteojos de sol que se encontraban en su bolsillo.
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