Capítulo 1: Pequeños momentos.

♠️♠️♠️

Para cuando Magnus llegó a su departamento después de tres días de fiesta en la que se vió involucrado con una vampiresa con labios rojos y un joven brujo con cuernos y piel dorada, no esperaba encontrarse con todos los paquetes que había en su entrada no del todo completos.

Tal vez no hubiera notado nada si no fuera porque las cartas de su buzón estaban rasgadas. Magnus no pudo evitar molestarse cuando vió que el queso colombiano que había ordenado en línea estaba mordisqueado y las migajas se deseperdigaban por todo el suelo.

—Gente sucia. ¿A caso fuiste tú, presidente Miau? —preguntó al aire, pero como era de esperar, nadie contestó.

Magnus hizo un movimiento de manos y el desastre se limpió. Solo así logró notar el extraño camino de queso que lo guiaba al otro lado del pasillo. Al llegar hasta el final, pudo notar como unos pequeños ojos azules lo veían con atención para después retirarse rápidamente, pensaba que no la había visto.

«Aquí está el descarado ladrón», pensó.

Estaba apunto de hechizar a quién sea que hubiera robado su preciado queso, pero detuvo sus manos en cuanto vió quién era el presunto culpable.

Hecha un ovillo en el rincón más oscuro, con un par de andrajos como ropa y una gorra que ayudaba a cubrir su lío de cabello, Magnus vió una carita llena de fango. Algo en su interior se removió en cuanto vió que estaba descalza y un centenar de migajas de queso cubrían sus manos. Se veía hambrienta.

De repente se alegró de que hubiera tomado ese queso, pero jamás lo diría en voz alta.

—¿Tienes hambre?

No hubo respuesta.

—¿Puedes hablar, pequeña cheese? —preguntó con la voz más suave.

La niña solo se limitó a mirarlo con los ojos abiertos, sus manitas se aferraron al dobladillo de su raído suéter y algo se oprimió en su pecho; era algo muy cercano a la compasión, tal vez era la sensación de tristeza o disconformidad. Aún no estaba del todo seguro.

Cuando intentó acercarse, la niña se limitó a hacerse bola en su lugar, segura de que le haría daño.

—No te haré daño —Pero como pensó, tampoco contestó. Lo más seguro es que no tuviera más de tres años y pudo jurar que tenía los ojos más grandes y felinos que cualquier mundana hubiera tenido. Sus manos llenas de tierra se retorcían en su regazo con notable nerviosismo— y supongo que tienes hambre.

Hizo aparecer un pedazo de queso en un estallido de humo púrpura y la niña levantó la mirada hacía él. Sus ojos mostraban una enorme curiosidad que fascinó e intrigó al brujo por igual.

Le entregó el pedazo de queso. Contra todo lo que esperaba de ella, la niña se movió demasiado rápido, arrancó el queso de sus manos y empezó a mordisquearlo. En cualquier otra persona hubiera resultado desagradable, pero lo único que pudo pensar Magnus, fue que era la cosita más adorable que había visto en su vida. Y eso que había visto muchos niños a lo largo de los años.

Cuando la niña acabó con el queso, por una extraña razón, los ojos de la niña se clavaron en sus orbes. No le tomó mucha importancia, tenía un poderoso glamour que ni el más poderoso de los brujos lograría notar. Pero cuando la niña empezó a hacer un extraño movimiento con sus manos, Magnus se descolocó en cuanto los ojos azules de la niña pasaron a ser un par de ojos de gato. Sus mejillas mostraron algo parecido a unas franjas marrones que simulaban ser unos bigotes y la niña acercó su mano a su rostro.

Magia —le susurró con voz suave.

Y aunque la siguiente semana Magnus intentó sacarle otra palabra que le diera a entender quién o de donde provenía, lo único que logró obtener fue un extraño gesto de silencio que lo hizo pensar que no era buena idea quedársela por mucho tiempo.

Pero como él es Magnus Bane, terminó por adoptarla.

Fue la mejor decisión que a tomado en su vida.

(...)

¡Bapa!

La niña se apresuró a su encuentro y Magnus la sostuvo en cuanto brincó hacía él. Le resultaba un tanto curioso el como Agnes, su pequeña hija, había tomado la costumbre de hablar en otros idiomas menos el suyo.

—¿Torturando a la niñera, cheese? preguntó con cierta diversión cuando la vió vagando por la habitación sin supervisión alguna.

La niña estaba impecable, su ropa no tenía ni una sola arruga y la mugre que la rodeaba no parecía afectarla a ella. Era algo que le causaba cierta intriga considerando que la niña era un caos.

—¡No bapa!

Magnus la miró con la ceja alzada y fingió que le creía. La niña le regaló una mirada inocente y no pudo resistirse a esos ojitos azules.

—¿Y por qué Maris me llamó diciendo que estabas poseída? —le preguntó dejándola en el suelo y ayudándola a ponerse su chaqueta roja.

La niña no tenía más de cinco años, pero Magnus se había encargado de enseñarle todo lo que tenía que saber de moda. No criaría a una anti-moda.

Agnes hizo un puchero con sus regordetes labios.

—Es que me vió volar —admitió en un susurro—, pero yo no quería que viera. Ella hizo trampa. Es una tramposa.

—¿Sabes que ya no podrás venir a la guardería, cheese?

—Perdón, bapa.

—No importa pulgosita, pero tendremos que cambiar de casa.

Ambos pasaron la tarde juntos como papá e hija mientras remodelaban su nuevo hogar que consistía en una suite que él se encargó de modificar y glamourisar por el bienestar de ambos. Ese fue uno de los recuerdos que Magnus se aseguró de atesorar con mucho recelo. Tal vez por ello se aseguró de guardarlo en uno de sus frascos de pociones, así ningún demonio podría robarle lo que más amaba en su vida.

Su hija.

♠️♠️♠️

Empecemos con ésto MUAJAJAJAJA

Diez votos y actualizo :)

Atte.

Nix Snow.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top