Cap 9

Los empleados cuchicheaban fuera en el jardín tarde en la noche, unas horas antes, María había escuchado a la reina cuando dijo que reinaba mejor que sus estúpidos padres.

- ¿Cómo puede hablar así de sus padres? - Dijo el jardinero.

- Ella es así, nunca olvidaré lo que le hizo a la pobre Cosette- Dijo María.

- ¿Alguna vez han sentido curiosidad de quien pudo haber matado a la reina? - Preguntó uno de los herreros los caballos del carruaje de la reina.

- No dudó que pudo haber sido ella misma- Dijo María.

- ¡Qué cosas dices María! - Le dijo el jardinero.

- Yo tampoco lo dudo- Dijo una cocinera.

- Mejor no hablemos sobre eso, si se entera que sospechamos de que ella asesinó al rey Gort y a la reina Emilia, nos matará a pedradas, o nos electrocutará, nos mandara a la horca o la guillotina, nos lanzará al mar... Hay tantas cosas que puede hacer... - Dijo otro de los herreros.

- Mejor así, vayamos todos dormir, seguro la reina se levantará con mal genio como siempre y debemos estar descansados para soportarla, si nos artamos de ella y tratamos de hacer lo mismo que Cosette hace un año, terminaremos como ella- Dijo el jardinero.

Todos los empleados se fueron a dormir, algunos estaban asustados porque quizás alguien podría innformarle a la reina sobre esa conversación tan peligrosa y prohibida.

A la mañana siguiente la reina desayunó y salió en su carruaje a pasear.

Mirando por la ventanilla pudo ver a dos jóvenes, jugueteando y lanzándose miradas tiernas, supuso que eran pareja. Y el amor le repugnaba mucho.

Se bajó del carruaje para pasear por el mercado y contemplar sus asquerosos artículos.

Cuando de repente los jóvenes que había visto, se acercaron a ella y le brindaron jugo de uva.

- Perdone que la molestamos Majestad, es que acabamos de cosechar unas y el jugó está fresco, recién preparado... ¿Le gustaría probar? - Le dijo la chica.

La reina tomó el baso y le dio un sorbo al jugo.

- Me agrada, lo beberé.

La reina se bebió el jugo por completo.

- Gracias Majestad.

- De nada, y un Consejo...

- ¿Si?

- El amor es algo inútil, y no te deja avanzar, te estanca.

La reina subió al carruaje dejando a los jóvenes enamorados un tanto desconcertados.

Unos minutos después, comenzó a sentir mareos dentro del carruaje, y luego se desmayó.

Al llegar al Palacio, el cochera abrió la puertesilla del carruaje, y vio a la reina recostada, mientras la sangre corría desde dentro de su boca, hasta parte de su cuello.

Rápidamente el cochero la tomó y llamó al obispo que se encontraba entrando al castillo.

Rápidamente limpiaron con un pañuelo la sangre de su boca.

El curandero llegó y preguntó :

- ¿Otra vez? ¿Cuántas veces han envenenado a la reina?

- ¿La han envenenado otra vez? - Preguntó María.

- Pues parece que si...

El curandero examinó cuidadosamente la sangre, y encontró el veneno esparcido. Rápidamente le dieron un jarabe, y una hora después la reina despertó, jurando que mataría a aquellos jóvenes por haberle dado ese jugo envenenado.

Al día siguiente, buscó a lo jóvenes en el pueblo, y los encontró jugueteando en el mismo lugar.

Los guardias los sujetaron y los subieron al carruaje para que hablaran con ella mientras se dirigían al Palacio.

- ¿Qué sucede majestad? - Preguntó el chico.

- Pues resulta ser que no saben... ¡Creen que soy tonta! ¡Ayer casi muero! ¡Por su jugo!

- ¡Alguien debe ponerle frenos a usted! - Dijo la chica exaltada.

Llegaron al Palacio y la reina los bajó a empujones. Los llevaron hasta el precipicio donde la reina lanzaba las personas al mar.

Colocó bolas de hierro en sus pies para que no pudieran nadar hacia la superfice.

- ¿Alguna última cosa? - Les preguntó la reina.

- Te amo Rose- Dijo el chico mirando a la chica.

- Te amo Joseph- Le respondió ella.

- ¡Qué estupidez! - Gritó la reina.

Ambos se abrazaron, y la reina los empujó, jamás se separaron durante la caída, cayeron abrazados en el mar.

La reina se sacudió las manos en el vestido como si hubiera terminando un trabajo, y volvió en el carruaje a su Palacio.

Hades la esperaba en la Sala del trono, lamiendo un hueso seguramente de algún asesinato reciente.

- ¿Hades por qué todos quieren acabar conmigo? ¿Acaso soy una mala persona?

El cardenal entró en la habitación, y planeaba decirle algo a la reina, cuando la Miró a los ojos, y vio algo extraño.

Por un momento sus ojos se pusieron completamente negros, y luego volvieron a su Estado habitual.

El cardenal apretó la Cruz del Rosario que siempre traía colgada en su cuello, Miró al cielo y rezó un Padre Nuestro.

Luego salió corriendo de la habitación, dejando dudosa a la reina.

Se dirigió a la iglesia y tomó al obispo por los hombros, lo Miró a los ojos y le gritó:

- ¡El diablo se apoderó del cuerpo de la reina!

- ¿Qué?

- Lo ví, tiene un espíritu dentro, lo ví en sus ojos, aunque ella es malvada de naturaleza, supongo que el monstruo es ella misma, pero aún así, hay que tener cuidado... No sabemos de lo que será capaz ahora ese cuerpo habitado por Satanás, y si Satanás eligió ese cuerpo para vivir, es porque es el más cruel sobre la faz de la tierra.

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