#8 +18!!


 { 0509 }。3:00 a.m.
     
   Grant tenía la mirada fija en el techo aunque no podía ver absolutamente nada en plena madrugada. Era absurdo para él no poder conciliar el sueño cuando su cuerpo sufría el cansancio de las misiones y no era para menos, el resto del equipo estaba en los brazos de Morfeo, pero él simplemente daba vueltas de un lado a otro sobre el colchón.
          
   El muchacho decidió cerrar los ojos y pensar en cualquier cosa que le fuese de utilidad para lograr dormir. La habitación estaba vacía y el silencio inundaba el lugar. Lo único que se escuchaba era su respiración. Dejar la imaginación volar nunca fue bueno para él, más cuando se trataban de estas bochornosas horas en que la mente del agente nunca funcionaba del todo bien.
     
   Pero allí estaba de nuevo, divagando en cualquier cosa y terminó pensando en mujeres. Venga, ¿desde cuándo se pudo acercar realmente a una? Poder tomar su mano, besarle o tener una cita o ir más allá a la intimidad. Su vida de agente no le permitía tener aquellos lujos cosa que de cierto modo le frustraba. Entonces cayó en cuenta en la falta que hacía el calor femenino en su vida.
      
   No obstante, apareció esa mujer, la mujer perfecta para él, no era tan voluptuosa y tenía las medidas perfectas; era baja, con un precioso cabello castaño que llegaba a su estrecha cintura. Le ponía muchísimo que fuese delicada con la tez canela, una que pudiera marcar y adueñarse de ella si así lo deseaba.
   
   Para Ward era necesario llevar el control de la situación pero se le fue de las manos cuando anheló que aquella mujer estuviese en su cama ahora mismo, entre sus brazos y entonces la noche no sería tan monótona, aburrida y al menos no la pasaría despierto en vano.
   
   Deseaba tomarle por las caderas al mismo tiempo que besaba su cuello, ser delicado y cariñoso en el acto. Quería desnudarla sin prisa y calentar su cuerpo para que reaccionara al tacto. Gran rogaba por besar aquel abdomen plano y descender entre sus piernas con todas las intenciones de llevarla al mismo cielo de ser necesario.
   
   El joven se encontraba acalorado por lo que pensaba, su anatomía reaccionaba a la fantasía. Supo que tenía un problema en su entrepierna por ir más allá. Frustrado se sentó en la cama y frotó su rostro con la diestra. El pelinegro se apoyó del espaldar y sacó las sábanas que ciertamente le incomodaban en aquel momento. Echó la cabeza a un lado, inhaló y exhaló con intenciones de calmarse.
   
   Sus compañeros podían escucharle y la puerta estaba sin pestillo. En solitario y inició algo que no tenía marcha atrás. Maldijo por lo bajo mientras levantaba la camiseta que cubría su abdomen para mejor comodidad. Él gruñó exasperado de tan solo pensar en que no podía tener a alguien para jugar a su antojo y es por ello que terminaba en estas situaciones.
   
   ¿Por qué no seguir disfrutando de lo que el pensamiento le otorgaba? Grant acarició el bulto por encima de los pantalones del pijama, encargándose de endurecer su hombría mientras seguía en la compañía de tan erótica mujer. Él se veía delineando con el ápice de su lengua cada curvatura pero era ella quien al final terminaba tomando el control de la situación y le sonreía para hacer lo que una buena dama debía.
   
   El muchacho bajó la liga de las prendas inferiores y liberó su pene ya erecto, sin pensarlo dos veces, proporcionó un contacto directo que estremeció cada centímetro de su cuerpo, provocando un leve jadeo. Porque eran aquellas manos delicadas que jugaban con toda la extensión y le torturaban como nadie. Eran aquellos delicados dedos que abrazaban su hombría y le dedicaba un nuevo vaivén que iba poco a poco en ascenso.
   
   Ella tocaba por donde le diera la gana y él no ponía resistencia alguna porque estaba fascinado de lo hábil que era. Sus gemidos inundaban las cuatro paredes y sin duda, gozaba como aceleraba el ritmo y su pulso también iba aumentando. Con la mano libre jugó con sus testículos. La chica sabía lo que hacía porque ella delineaba con el pulgar la glande provocando que Grant se desesperara hasta más no poder.
   
   El hombre estaba en el camino correcto para llegar a la cima exacta del placer. Le restaba importancia que fuese él quien se proporcionaba tales caricias. Estaba sumido en otra cosa. Echó la cabeza hacia atrás y separó sus labios vociferando cualquier cosa al aumentar el ritmo.
   
   El muchacho sacudía su falo, lo apresaba y volvía a tomar aquel vaivén tan tentador una y otra vez. Jugando con la piel sensible que mandaba escalofríos a su columna y le regalaba un delicioso hormigueo en el abdomen bajo que le incitaba a continuar con las acciones en busca de su propio placer. Estaba tan seguro de lo que sucedía en aquella velada que prefería entregarse a ella.

   En aquel instante, Daisy era su mujer, la mujer que sonreía por las expresiones en el rostro del hombre. Era la mujer que le pedía que acabase cuando a él le diera la gana. Ward buscaba una situación para recomponerse pero le era prácticamente imposible cuando estaba sumido en el éxtasis. Su respiración se agitó, su pecho subía y bajaba. No podía detenerse, no ahora.

   Él enredaba las manos en las hebras de su sedosa cabellera, tiraba de ella y simplemente la dejaba ser. Esa manera en que unía su boca y besaba toda la extensión de su virilidad. El muchacho proporcionaba caricias por su abdomen plano y tenso a causa del placer. Descendía atrapando en las palmas su pene erecto, bombardeando el mismo para no perder el ritmo que tenía.
   
   Estaba cerca. Ella estaba haciéndolo bien. Tenía el entrecejo fruncido, humedeció sus labios con su lengua y asintió cuando le preguntó si deseaba continuar. La mujer le engulló por completo, ahuecó sus mejillas y restregó el músculo húmedo contra toda su hombría. Gruñó exasperado, perdiendo la cuenta del tiempo que había transcurrido. Elevó la pelvis con algo de desespero hasta que por fin experimentó el orgasmo.
   
   Una ola de placer fue contra él, arremetió con fuerza, viniéndose por su causa. Su propios fluidos terminaron cayó en sus manos, sus músculos se tensaron y él gimió roncamente dejándose ir en aquellas sensaciones inexplicables provocados por los constantes espasmos que sufría.
   
   Abrió los ojos luego de un rato de permanecer en silencio en esa misma posición, bajando la velocidad del tortuoso ritmo. Se percató que en efecto, allí no había nadie más que él. Suspiró intentando calmar su respiración y corazón desbocado. Observó su propio desastre así que se apresuró por las toallas húmedas en uno de los cajones de la mesa de noche. Limpiándose con rapidez las desechó y acomodó todo en su lugar.
   
Por simple curiosidad miró la hora en su móvil y eran las tres de la mañana. El horario comenzaba a las siete y media. A Coulson no le gustaría saber que él había desperdiciado sus horas de sueño y mucho menos le agradaría las ojeras pero le importaba una mierda lo que el líder pensara. Aquella noche terminó siendo productiva y al mismo tiempo decepcionante. Se metió bajo sus sábanas y acomodó su cuerpo para dormir. Al menos lo haría plácidamente luego de jugar con la imaginación.


Hola mis amores, por fin he vuelto y como soy muy buena(? Aquí les traigo un nuevo one shot, en esta ocasión +18 de nuestro villano favorito de la serie Grant Ward, secretamente aún shippeo a Daisy con él :c #HailSkyeward(? Mañana les tengo otra pequeña sorpresita.

Les amoooooo, Francisca Malavé XOXO <3


PD: Brett Dalton es mi perdición BAI! <3

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