Capítulo 5

Nunca se ha sentido cómoda en la oficina de su jefe. Todo es demasiado limpio y aséptico, no es que ella fuera desorganizada, pero hasta el grado de tener gel antibacterial en el escritorio y spray para limpiar superficies es demasiado.

—Bueno, no te hagas la interesante, muéstrame que tienes. — rodo los ojos mientras entregaba el informe. Tomo asiento en la misma silla incomoda de la última vez.

—Se llama David Akerman. — pronuncio cuando vio a su superior hojear el reporte. — Es alemán, tendrá unos diecinueve años ahora.

— ¿Samphir? — leyó en voz alta esa extraña palabra.

—En los tiempos antiguos eran los elegidos para impartir el "orden". — explico usando comillas en la última palabra. — Ya sabes, asesinato y traición, maquillados con fines altruistas. Al terminar con el primer encargo les tatuaban en el cuello ese símbolo, una marca que llevarían hasta el día que mueran, y estimando que muchos ni siquiera sobrevivían a la primera prueba, son una verdadera rareza verlos en acción.

— ¿Todavía existen? — la miro por encima de los documentos que sostenía frente a sus ojos.

—Solo aparecen en ocasiones sumamente especiales. —respondió torciendo el gesto. — David Akerman tiene que ser verdaderamente especial.

— ¿Por qué dices eso? — bien, ahora su jefe parecía realmente interesado. Sus ojos se posaron en ella con verdadero interés.

—Porque David Akerman no existe.

— ¿Murió? — pregunto su jefe frunciendo el ceño.

—Ese es el problema. — resopló. — No hay absolutamente nada de él, más que la fotografía.

— ¿Registros médicos, actas de defunción?

—Nada. — volvió a confirmar. — Tengo una pista, pero... necesito un boleto de avión a Suiza y una identificación falsa.

—Sales por la mañana.

Y esa era su manera de decirle que saliera de su oficina.


Se recostó en la cómoda cama del hotel en cuanto entró a la habitación. Más tarde iría al hospital psiquiátrico adjunto a la Universidad de Zurich. No se molestaría en desempacar, solo sería un viaje de entrada por salida. Se dirigió al baño de la suite para tomar un relajante baño de espuma. Aprovecharía para depilarse las piernas, no siempre se puede lucir como una reina de belleza o modelo de pasarela.

Sacó los objetos de la maleta que necesitaría para su transformación. El reloj digital de la mesita de noche marcaba las tres y media de la tarde, viajar a una ciudad relativamente cercana a Rusia hace del jet lag algo inexistente, de Moscú a Zurich hay tan solo una hora de diferencia.

Sonrió cuando vio el jacuzzi, hizo un pequeño baile mental mientras llenaba la bonita tina de baño. Viajar en primera clase y ocupar la mejor suite del hotel, es un lujo que pocos pueden darse. Cuando se sumergió en el agua tibia fue un respiro para su cuerpo, acomodo una toalla detrás de su cuello para poder recostarse.

No podía mojar su cabello, puesto que llevaría peluca. El color claro de sus ojos cambiaria a uno más oscuro, inclusive ya no sería ciudadana rusa por el próximo par de días, en su lugar esta vez nació en Uzbekistán hace veintiséis años.

Estiro sus piernas fuera del agua para aplicar crema depilatoria, en unos minutos haría efecto y podría retirar el poco vello que tenía. Mojo la toalla detrás de su cuello con agua fría y retiro la crema con olor a jazmín, su favorito. Otro pequeño placer de la vida.

Se secó con rapidez con el esponjoso albornoz del hotel. Deslizo su mano derecha por el espejo empañado y observo su reflejo. Cabello oscuro y ojos claros; para muchos eso es una combinación que entra en los estándares de belleza clásica, para ella solo una máscara. Desde hace años que no era ella realmente. Sacudió la cabeza para alejar esas ideas, era mejor que comenzara a arreglarse si quería estar a tiempo para el plan de hoy.

Su gafete nombraba a Zarina Serdyukova como su portadora, y por ahora ese es su nombre. El Dr. Schnieper la guiaba a través del antiguo edificio que albergaba el área de psiquiatría, le explicaba el funcionamiento de las rondas, y que mientras estuviera aquí el sería su superior. Rodo los ojos mentalmente. Mientras más rápido tuviera ese archivo en sus manos, más rápido terminaría su estadía aquí.

—Aquí es el archivo general del hospital. — al fin le dijo algo importante. — Los archivos más antiguos están en la planta baja.

—De acuerdo. — respondió con tranquilidad. — El lugar parece bastante tranquilo.

—Lo es, en su mayoría. — siguió el doctor con la conversación. — Ella es la enfermera Giulia, es la encargada de suministrar los medicamentos y darle seguimiento a los pacientes.

La presento con la mujer mayor.

—Mucho gusto, Zarina. — saludo la enfermera leyendo el nombre falso en su gafete; parecía la abuela que todo niño desearía, de esas que te dan dulces a espaldas de los padres.

—Igualmente. — respondió cordial. — Muchas gracias por aceptarme en el programa.

—Con un historial como el de usted, difícilmente podríamos negarnos. — habló el doctor. — La dejó con Giulia, tengo unos asuntos que atender en la oficina. Hasta más tarde.

Si supieran que ese historial era totalmente falso. Realmente, todo en ella es inventado, desde sus ojos más oscuros por los lentes de contacto hasta la peluca rubia de cabello natural.

—Bueno, señorita. Sígueme, tenemos muchos expedientes que revisar. — le dijo la enfermera Giulia con demasiado ánimo.

De todas formas puso su mejor cara, la mujer mayor le estaba ayudando sin darse cuenta. Se encogió de hombros y la siguió, si la vida te da limones haz limonada.


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Muchas gracias por lo votos y comentarios :D 

De paso, les dejo una imagen de como me imagino a la protagonista, esta actriz se adapta bastante bien a la forma en la cual me la imagine. En fin, ojalá les haya gustado el capítulo, ya comienza el meollo de la historia, atención. 


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