Capítulo 41

Pueden ocurrir varias cosas en las situaciones bajo presión, uno de ellas es quedarte totalmente paralizado y la otra es actuar por impulso. A veces hay que tragarse el vómito verbal atorado en la garganta para pensar con claridad.

Justo eso le sucedía a Carolyn. Deseaba gritarle al despojo humano frente a ella todo lo que guardaba en su alma, si es que aún tenía una. Quería vociferar todo de lo que ese individuo era culpable, en lugar de eso solo lo observó inquisitivamente. Aquel hombre que alguna vez le inspiró respeto e incluso miedo, ahora solo quedaba una sombra. Sonrió por las comparaciones realizadas en su mente, era lo suficientemente fría para saborear esos cambios nada agradables.

—¿Qué es tan gracioso? — preguntó Claudius sin perder el porte, ni siquiera se levantó de la silla.

—Tú. — le respondió sin perder la sonrisa.

Carolyn se acercó al escritorio cautelosamente, apoyo ambas manos en este y sus ojos se volvieron letales.

—Eres menos que una escoria. — pronunció sin dudar en su idioma natal. — Y ambos nos iremos al infierno, estoy lista para enfrentar mi destino ¿y tú? — le preguntó, deleitándose cuando vio a Claudius torcer el gesto. — Eso creí.

Y dejó salir a la pantera que llevaba dormida en su interior. Por primera vez en años, renunció a su preciado control. Se lanzó contra uno de los culpables de que su vida se fuera al carajo, y por supuesto que David ni siquiera se molestó en detenerla.

Tiró a su ex – jefe de la silla, su arma se fue lejos en el forcejeo. No importaba, sus manos eran más que suficientes. Ambos cayeron al suelo, forcejeando y repartiendo golpes a diestra y siniestra, y para ser honestos Carolyn atinaba la mayoría de estos. Obviamente Claudius no se esperó esa reacción de su antigua aprendiz.

Unos brazos tiraron de ella hacia atrás, siguió pataleando intentando zafarse del agarre de acero, pero quien quiera que fuera la persona que la sostenía estaba hizo un buen trabajo.

—Carolyn. — la voz de Adam sonó en su oído. — Déjalo, ya casi está muerto.

Se quedó quieta en los brazos de Adam. Vio a Claudius y este tenía razón, a pesar de los golpes y la sangre el bastardo seguía sonriendo. A su lado, David lucia más pálido que de costumbre.

—Vamos a subir, el helicóptero nos espera.

Carolyn se perdió por completo. Fue como si en una fracción de segundo estuviera en otro lugar más tranquilo, cuando la realidad era otra totalmente diferente. Sus piernas se movieron por inercia al momento en que Adam la coloco en el suelo. Incluso tuvo que darle un empujón para salir de aquel lugar.

Los tres corrieron, Adam por delante para indicarles el camino hacia arriba. Subieron por unas escaleras que parecían interminables hasta llegar al helipuerto de la azotea. Un bosque frondoso se extendía ante la vista de Carolyn, y si no estuvieran en una situación de riesgo inminente, probablemente se detendría a contemplar el panorama detenidamente. Los tres fijaron su vista en el cielo cuando oyeron el ruido de las hélices retumbar.

—Al fin. — dijo David para sí. — Hey, ¿Cómo sigues? Tremenda paliza le pegaste al viejo.

La morena vio como Adam le decía a David que se callara con una mirada fulminante, a nadie le pasó desapercibido este hecho.

—Falta uno más. — dijo Carolyn a modo de respuesta. Su rostro carente de expresión e incluso sus labios lucían sin color. — Ya está aquí. — señalo con un gesto de barbilla cuando el helicóptero aterrizaba en la zona marcada.

—Es hora de irnos. — anunció Adam caminando con rapidez hacia su medio de viaje.

Un disparo detuvo en seco a las personas. Incluso no pudieron evitar bajar la mirada para examinar su cuerpo en busca de alguna herida.

—¿Allison? — expresó Adam totalmente confundido al ver a la rubia apuntar con su arma directamente hacia ellos. — ¿Qué haces?

—Terminar con esto de una vez por todas. — apuntó a Carolyn, dispuesta a terminar primero con la bonita morena. — Tú vas primero, fenómeno.

Sí, siempre tuvo esa sospecha sobre el odio de la rubia hacia ella. Los celos son un sentimiento bastante feo, más cuando dejas que gobiernen tu vida.

—Siempre supe que tenías algo contra mí. — dijo Carolyn sin ánimos, casi aburrida. — Yo soy algo así como la chica extranjera y popular que está en la cima, tu serías esa chica pasadita de peso a la que molestaría a diario. — medio sonrió. — un blanco fácil en la lista de cualquiera.

Vio como la determinación de Allison flaqueaba, una pequeña grieta que su hermano aprovecho de la mejor manera. En menos de un segundo, cuando David corrió hacia ella, ambos desaparecieron.

—Carolyn... tenemos que irnos. — Adam tiró de su mano para dirigirlos al helicóptero.

—No, espera. — opuso resistencia la joven rusa. — David, va a regresar. Tiene...

—Se acaba el tiempo, vienen hacia acá. — Carolyn registró las palabras de Adam, pero lo ignoró de todas formas.

—¡Vete! — le gritó Carolyn al ver que no dejaba de insistirle. — No puedo dejar solo a David, es mi hermano.

—Justo ahora se te ocurre dejar salir tus sentimientos. — dijo Adam exasperado, lanzando ambos brazos al aire. — ¡Eres frustrante! — explotó contra ella.

Los se miraron con ímpetu, esperando a que el otro cediera. Pero Carolyn no perdería ese duelo de miradas, ni en sueños.

—Miren a quien tenemos aquí. — la morena se tensó al oír esa voz. Se giro con rapidez para ver al hombre que fue su torturador hace meses. — Ni me molestaré en explicarte nada.

Dos disparos se oyeron en el aire. Uno del hombre frente a ella y otro de David, el cual temblaba mientras sostenía el arma que recién había disparado. Nada mal para ser la primera vez, pensó cuando vio al hombre caer de frente al suelo.

—David... — intentó dar un paso, pero un dolor agudo la atravesó en el estómago. Una herida, hace tiempo que no tenía una de esas. — Oh...

Su visión comenzó a tornarse borrosa, probablemente por la pérdida de sangre. Oia como Adam le pedía que se quedara con ellos. Sintió un inmenso dolor cuando David presiono en la herida, buscando inútilmente detener la hemorragia.

—Vamos, Carolyn. Has superado un montón de cosas, esto no es nada. — le urgió Adam con desesperación.

—Acepto mi destino. — logró articular después de unos intentos, incluso sentía el sabor metálico en la boca, se ahogaba en su propia sangre. — Estoy lista...

Y sonrió, verdaderamente sonrió como hacía años no se permitía.


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¿Adivinen? Este es el último capítulo, triste... para mí. Aún falta el epílogo, el cual va a ser bastante largo y que ni yo misma he podido completar :I como que me da miedo terminarla. 

Bueno, espero que les guste. Mil gracias por darse el tiempo de leer lo que escribo :D 


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