Capítulo 34
Carolyn recorrió los pasillos de vuelta a la oficina de Adam, mató el tiempo robando algo de ropa de los vestidores del personal, la mujer inconsciente en el cubículo dos podría dar fe de ello, también tomo su tarjeta de acceso, solo por mera precaución. Claro.
Espero unos minutos para que ambos salieran de esa habitación y poder regresar. El tonto ni se molestó en cerrar la puerta, cosa que ella sí hizo. Necesitaba privacidad para lo siguiente. El computador de Adam estaba encendido, así que ingreso rápidamente a su correo electrónico; imprimió los archivos que se envió la última vez que estuvo en la agencia y los guardo en la filipina del uniforme que robo.
Aprovecho para revisar el correo de su captor. No había nada interesante, hasta que revisó el correo eliminado. También los imprimió. Al parecer Adam tenía casi tantos trapos sucios como ella, envió una copia oculta a su correo.
Cuando reunió toda la información en una cómoda carpeta comprimida, la envió a destinatarios a los que probablemente les interesaría. Sonrió de lado, pensando en todos los fondos que Claudius malverso en los últimos años.
También cierta lista de personas que debían desaparecer misteriosamente, algunos destinatarios estaban incluidos en esta. Siempre sospechó que el jefe ocultaba algo, solo que su imaginación no fue suficiente para saber hasta donde llegó; nunca se preocupó en preguntar porque le asignaban esos objetivos, o porque tenía que investigarlos. Solo lo hizo, discreta y ciegamente. Los fines egoístas siempre terminan anteponiéndose sobre lo mejor para los demás.
Claro, ahora sabía que todo lo que hizo fue en vano. Tal vez esa fue la razón por la cual sintió una extraña satisfacción cuando presiono enviar, nada de culpabilidad. Se levantó de la silla de Adam, el pobre ingenuo creyó cada palabra que dijo, no es que fueran mentiras, era un hecho innegable que alguien ya venía tras ella, solo que no estaba al tanto de cuándo ocurriría.
Salió de la oficina con total tranquilidad, dejando la puerta abierta tras de sí.
El lugar donde descansaba David, por ponerle algún nombre, era un ambiente de hospital de inicio a fin. Tenía varios cables conectados, algunos pendían de su cabeza y sienes, apreciaba unas pocas bolsas bajo sus ojos. En pocas palabras: lucia demacrado. Mucho.
Retiro la intravenosa de su mano con cuidado y los desconecto de los otros cables que adornaban su cuerpo. Lo dejo un momento a solas, necesitaba conseguirle algo para ponerse. Utilizó la tarjeta de acceso para entrar a un armario y coger ropa del personal, con ojo crítico observo el uniforme, pensando que tendría que servir por el momento. Lo único que faltaba era que David despertara.
—¿En serio les dijiste que venían en camino? — preguntó David mientras se ponía la ropa que Carolyn le consiguió.
—Sip. — remarcó la última letra. — Date prisa, idee este plan sobre la marcha, no sé cuánto tiempo tarden en darse cuenta de la mentira.
—Hay un atajo subterráneo. — le confió David, mientras terminaba de atarse los zapatos. — Tenemos que atravesar hasta la oficina de Adam, pero...
—Nos las arreglaremos. — interrumpió Carolyn a David. — Hay algunas cosas que debo contarte... pero primero lo primero. Salgamos de este lugar. — la convicción en su propia voz incluso le sorprendió a ella. — Andando.
Salieron del ala de donde estaba David, estaba vacía a causa de la mentira de Carolyn, sin embargo, Adam o Allison no tardarían mucho en darse cuenta
David abrió con maestría la compuerta secreta oculta tras una alacena. el mueble parecía hueco, sin embargo, al empujar correctamente el lugar exacto una puerta corrediza saltaba a la vista. Dejó que David entrara primero, después de todo el conocía el camino. Vio cómo se agacho para poder traspasar el pasadizo, cuando calculó que el espacio era suficiente para entrar con facilidad, se aventuró hacia el pequeño túnel. Cerró la puertecilla tras de sí lo mejor que pudo, esperando que cualquiera tardará en notar algo anormal en el ambiente.
El túnel le causaba esa desagradable sensación de claustrofobia con cada centímetro recorrido, David solo le decía que casi llegaban. Llevaba como diez minutos diciendo lo mismo. Se alegró cuando vio a su medio hermano ponerse en pie y luego trepar por la pared a un punto más alto, cuando llegó a esa misma posición le ayudó a subir.
—Hay que recorrer un tramo un poco más largo desde aquí. — le informo, guiándola nuevamente por el camino escasamente iluminado. — En menos de una hora saldremos de este lugar.
—Eso no me preocupa, David. — dijo Carolyn, caminando a su lado. — Realmente no tenemos a donde ir, y esta situación está lejos de terminar.
—¿Tiene algún caso seguir yendo contra corriente? — cuestiono David, cansado de la situación de los últimos días, la frustración era visible en su rostro y no era el único. — Esto no parece mejorar por ningún ángulo. No le veo fin.
—Y si sigues quejándote, menos lograremos hacer algo para remediar la situación. — ¿era normal esa frustración que sentía para con su hermano menor? Llevaba toda una vida sin saber que tenía un hermano, en algún momento debía actuar como la mayor.
—¿Te das cuenta que actuamos como si fuéramos hermanos? — preguntó David riendo. Como si con eso le quitara hierro al asunto.
—Técnicamente lo somos. — Carolyn enarcó una ceja por las palabras de su hermano. — Ya sabes, por lo menos de sangre.
—Sí, solo de sangre. — meditó en voz alta David. — ¿Por qué fuiste a Alemania cuando te enteraste de la verdad? Pudiste enviar a alguien para, humm, terminar conmigo.
—Pude hacerlo. — afirmó Carolyn mientras asentía. — Pero quería conocerte, tal vez de esa manera me convencería que no todo estaba perdido.
—¿Por qué perdido?
—Soy como un barco a la deriva, con más explosivos de los que podrías imaginar. En cualquier momento explotaré, y nadie se molestará en recoger mis pedazos. — utilizó esa analogía, pues le salió de lo más profundo de su ser. — Ambos crecimos demasiado rápido, aunque eso no sea una excusa para todo lo que nos ha sucedido.
—Creo que soy afortunado, a comparación de ti.
—Sí, bastante. — dijo Carolyn esbozando una ligera sonrisa. — Tu historial es una hoja en blanco, al mío ya ni siquiera le caben nombres. — soltó unas risitas nada discretas cuando vio a David estremecerse. — Pero ya sabes, el destino siempre tiene extrañas formas de funcionar.
—¿Siempre hablas en clave?
—Usualmente. — respondió Carolyn. — sigamos, aún tenemos mucho que conversar.
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¡Capítulo nuevo! Falta muy poco para los 2K de lecturas, soy feliz. También estoy feliz, ¿Por qué? Hace un par de días cumplí años, veintiuno (21), el tiempo vuela, en un año me graduó de la universidad y mis planes para viajar de intercambio a España son cada vez mas concretos. No sé, tengo ánimos y quería compartirlo con alguien.
Mil gracias por darse el tiempo de leer lo que escribo. Espero que le guste el capítulo :D
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