Capítulo 32

Carolyn se levantó de la incómoda silla de plástico, claro que antes termino el postre. La necesidad de averiguar su ubicación estaba por encima de todo lo demás, incluso de encontrar a David. No dudaba que Claudius estuviera siguiéndole la pista, disponía de todos los medios para encontrarla. Un mareo la hizo tambalearse, el tirón en su estómago fue su aviso para sentarse en el piso y no dar de lleno contra este.

Vio su cuerpo físico ser atendido por una mujer rubia, que obviamente no tenía idea de qué hacer con ella.

Algo no estaba bien con ella. Le tomo tiempo aprender a controlar el viajar a su antojo, y de un momento a otro caía en trance como una principiante. Esas reacciones eran peligrosas, perder el control de viajar puede enviarte a un recuerdo sin retorno.

—No tengo mucho tiempo. — se sobresaltó por la voz de David. ¿De dónde salió? Incluso en su yo astral, lucia demacrado. — Adam... nos engañó.

—No me digas, Sherlock. — dijo Carolyn sin ocultar su sarcasmo. — ¿Tú me haces viajar sin voluntad? — le acuso con repentina molestia.

—Si salimos vivos de esta, te lo explicaré con lujo de detalles. — tomó su mano y tiró de ella fuera de la sala de interrogatorio. Ni siquiera puso una queja, no había nada que perder. — Estamos en Virginia, Adam nos trajo a este lugar para jugar al científico loco. Esto se volvió personal, Carolyn. Ya ni siquiera se trata de nosotros, solo es cuestión de tiempo para que Claudius de con nosotros.

—No debí confiar en él. — se arrepintió Carolyn inútilmente. — Pero ya no hay vuelta atrás. Llévame a donde estas, tengo que buscar la forma para sacarnos de aquí.

—Vamos.

Ambos caminaron por interminables pasillos hasta llegar a donde estaba David. Su estado era peor que el de Carolyn, al parecer seguía dopado, pues dormía profundamente a causa del sedante suministrado a través de la intravenosa en su mano. Le dieron escalofríos.

—Al parecer soy más interesante que tú. — David intento bromear inútilmente, pues su hermana ni siquiera movió un musculo. — Tomaron muestras de nuestra sangre, están examinándola.

—Quieren chantajearme, ¿verdad? — preguntó sin rodeos.

—Si... utilizaran a todas las personas cercanas a ti. — los ojos oscuros de David mostraban desagrado. — Si quieres tener la oportunidad de salir de aquí, tendrás que aceptar el trato.

—David... nunca tendrán una oportunidad de siquiera chantajearme. — Carolyn soltó una risa seca. Mirándole directamente tenía la misma barbilla que su padre.

—¿Por qué? — preguntó el joven extrañado.

—Eso solo funciona cuando tienes a alguien que te importa. — respondió la chica, guardándose las emociones para sí. — En mi caso... no tengo nada que perder. Ni siquiera una mascota.

—Encontraran algo.

—Entonces solo debo ser más inteligente. — sentenció Carolyn con convicción. — Saldremos de esta, lo haremos.


Cuando Carolyn regreso en sí, estaba en una habitación totalmente diferente de las anteriores donde estuvo. Movió sus manos sin esposas, agradeciendo ese pequeño placer. Parecía una oficina, el escritorio, los muebles de madera oscura... incluso el sillón donde yacía acostada era verdaderamente cómodo. Se llevó una de sus manos a la nariz, esperando el sangrado que había estado teniendo en sus últimos viajes; sin sangre. Eso era bueno.

La puerta se abrió y de inmediato se sentó en el sofá, seguía débil y un poco temblorosa por el viaje involuntario, aunque eso no evitaría que consiguiera su cometido. Adam atravesó el umbral de la puerta, la expresión en su rostro era demasiado seria para ser buena.

—¿Qué sucedió? — preguntó este guardando su distancia.

Hombre listo.

—No sé. — mintió con facilidad. No levanto la vista de sus manos, estas tenían ligeras marcas alrededor de sus muñecas. — Dímelo tú. — levanto la vista para obsérvalo nuevamente.

—¿Si pudieras cambiar algo, que sería? — preguntó Adam, aparentemente evadiendo su comentario.

—Mis pechos son pequeños. — mencionó Carolyn mirando su escote. — Me gustaría hacer mis labios más voluptuosos, también.

—Sabes a lo que me refiero. — el cuello de Adam se coloreo de rojo, ya comenzaba a perder la paciencia. Ni siquiera tuvo que acercarse para ver la seriedad plasmada en su rostro.

—Se lo que quieres decir. — admitió la morena. — Es mi manera de decir que puedes irte al carajo y más allá.

—Creí que eras más inteligente.

—Soy lo suficientemente inteligente para no caer en la trampa. — replicó Carolyn con total seriedad. — Si aceptase tu jugosa oferta, — continúo, dejando que el sarcasmo impregnado en su voz fluyera. — estoy segura que me harán hacer su trabajo sucio.

—No es como si no hicieras el de otras personas. — bien, consiguió que confesara sus verdaderos fines.

—Nadie me obligaba, realmente. — admitió de mala de gana. — Y recibía un buen pago.

—Todos tienen un precio, Carolyn. — esta asintió de acuerdo. ¿En qué momento apareció el gemelo perdido de Adam? Esto parecía un programa de cámara escondida. — Hace falta descubrir el tuyo.

—Cuando lo descubras me gustaría saberlo. — se mofó por el comentario de Adam.


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