Capítulo 31
Lo único que pudo hacer al abrir los ojos fue gemir. No sentía dolor, solo un cansancio extremo. Distinguió sombras y voces, pero no entendía lo que decían, aunque parecía ser un asunto de gravedad. Su mente seguía ofuscada, intentó recordar que sucedía, pero no lo lograba. Hizo el amago de moverse sin lograrlo, solo sintió un ligero ardor en el brazo antes de volver a perder la conciencia.
La segunda vez que abrió los ojos, sí que pudo mover los brazos. Al sentarse se mareo, pero logró contenerse, miró a todos lados buscando algo que la ayudase a orientarse, sin embargo, el aséptico cuarto no tenía nada, literalmente. Las paredes blancas y el poco mobiliario se extendían alrededor, se dio cuenta de que vestía una bata de hospital. Esto no podía significar nada positivo.
Bajó de la cama, sin molestarse en buscar una salida cuando vio la cámara de seguridad que vigilaba sus movimientos. Su mente comenzaba a aclararse, recordó la pesadez que sintió en el cuerpo, como David y ella cayeron al horrible piso del motel, mientras Adam los observaba a ambos apenas sonriendo.
Era innegable ocultar el hecho que eso si la dejo helada por un momento, pero se recompuso fácilmente. El maldito fue más inteligente que ella, solo por esta vez. Se aseguraría de que ese hecho no volviera a repetirse.
Su vista se posó directamente en la cámara y pronuncio una simple oración en ruso:
—Quiero ver al bastardo que me hizo esto.
El hecho de saber que estaba en una especie de laboratorio, la puso más nerviosa de lo que admitiría jamás. Dos hombres vestidos como enfermeros la guiaron a través de los pasillos a una sala escasamente amueblada, dos sillas y una mesa, todo de plástico. Que precavidos. Incluso sus muñecas fueron esposadas. Probablemente la interrogarían, aunque Adam sabía lo esencial de su historia, no se arriesgó a contarle todo; hay detalles que se guardó para sí, y que probablemente se llevaría a la tumba.
—Buenas tardes. — saludó jovialmente al que creyó su inofensivo y torpe vecino. — Uy, qué cara tienes.
—He sido dopada por una cantidad de tiempo incalculable para mí, si quieres bromear sobre mi aspecto podrías morderte la lengua y no es una sensación agradable. — Adam torció el gesto ante su respuesta, obviamente esperaba que se quedara callada.
—Solo han sido tres días. — informó sin perder el buen humor. — Dormiste casi todo el camino. Pedí la comida, ¿Quieres algo especial de postre? — Adam tenía esa actitud fresca, no revelaba nada pero ya lo haría, solo era cuestión de tiempo. — No me mires así, es mi trabajo. — la morena no dijo nada, siguió mirándole directamente. — David y tú son una amenaza, tuve que tomar cartas en el asunto.
—¿Quieres que te diga algo? — preguntó Carolyn inclinándose sobre la mesa. Adam se acercó a ella, pobre ingenuo. Probablemente pensaba que diría que no había ningún problema con la estúpida justificación de sus acciones. — Cuando me libre de este lugar, recordare tu bonito rostro de modelo y voy a escribir tu nombre en mi lista; te perseguiré hasta que no quede nada ti, no me importa si el FBI, la CIA o los mismos Samphir cubren tu espalda, al final, cuando de contigo como la vil alimaña que eres, ni siquiera tu mente te pertenecerá.
Adam se puso pálido. Consiguió su cometido de asustarlo, eso era buena señal para seguir.
—Y me gustaría una rebanada de pay de queso. Es mi favorito.
—Esa fue una esclarecedora conversación, Sanders. — Adam bufó ante la burla de su compañera, Allison. — Es más inteligente de lo que creíamos, demasiado para su propio bien.
—Es un hueso duro de roer. — aceptó Adam de mala gana. — Pero hablará, solo necesita un poco de incentivo.
La extraña mente de la chica rusa en la sala de interrogatorios, era sumamente difícil de descifrar. Y su cruda advertencia aun le daba escalofríos. No paso años entrenando para que una simple mujer lo pusiera a temblar, aunque no admitiría eso en voz alta.
—Si tú lo dices. — expresó su compañera no muy convencida. — Tenemos que convencerla de seguir a nuestro lado, es... peligrosa.
—No sabes cuánto. — habló el hombre distraídamente. Mirando a la prisionera comer su rebanada de pay. — Su hermano lo es más todavía. Nunca creí que una conspiración de este tipo pudiese existir, llevamos años buscando a personas como ellos, y cuando menos me lo esperaba tengo a una de vecina.
—Debo admitir que tu llamada me extraño, creí que habías renunciado de forma permanente. — observo Allison enarcando una de sus cejas rubias. — Sobre todo por la maestría pagada totalmente en el extranjero.
—Un hombre puede cambiar de opinión. — se encogió de hombros para quitarle hierro al asunto, sus intenciones seguían ocultas. — Esto es importante, avísame cuando termine de comer. Aún hay cosas que discutir.
—Claro, jefe. — aceptó Allison, el sarcasmo impregnando su voz.
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¡Hola! ¡Nuevo capítulo! Espero que les guste :D
Ya casi son 1.8K de lecturas, voy a llorar :') En fin, ya no diré mas, ojalá les guste la historia.
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