Capítulo 30

Después de esa esclarecedora charla, ninguno hablo más. Hasta que David decidió romper el silencio.

—¿Por qué no te ves tan afectada por esto? Yo apenas estoy saliendo del impacto. Me acabo de enterar que fui accidente. — se le notaba. Se dejó caer en la silla donde Adam estuvo sentado antes. — ¿Y porque el niño bonito está contigo?

—Porque nunca tuvo sentido que Claudius supiera de mis habilidades, sobre todo cuando ni yo misma sabía. Era obvio que algo en mis genes tenía que estar mal. — explicó Carolyn. No iba a ocultar nada, carecía de importancia a estas alturas. — La realidad, es que jamás quise darme cuenta de la situación; es más fácil ir con la corriente. Pero tenías razón: solo he sido un pequeño y débil peón en su tablero de ajedrez. Ese hombre solo sabe hacer daño y mi madre sigue el mismo camino.

—Eso es jodido.

—Sí, bastante. — sonrió Carolyn, asintiendo a las palabras de David. — El niño bonito que te noqueo... — recalcó sin dejar la sonrisa de lado. — bueno, Adam sabe lo esencial y nada más. Ya estaba demasiado dentro de todo el asunto para evadirlo. Creo que está más seguro con nosotros que pos su cuenta.

Silencio otra vez. Había muchos detales para discutir y ninguno decía nada.

—No eres un accidente, David. — dijo Carolyn de repente. — Quizás para Claudius, pero tu madre te amo hasta el último minuto. — le aseguró, recordando aquel recuerdo en la fotografía. — Ella comprendía lo especial que serías y por eso dejó todo atrás; tus habilidades pueden cambiar muchos hechos.

—Tú lo hacías. — dijo este, cruzando sus brazos sobre el pecho.

—Y no me siento orgullosa. — suspiró cansadamente. — Por lo menos, antes creía que lo hacía porque era lo justo para mantener el orden. Ahora no estoy tan segura de eso.

—Ver hacia el pasado ya no tiene sentido. — dijo su hermano con convicción. — Eso no me ha ayudado en los últimos diez años de mi vida. Seguiremos con tu plan de sobrevivir, realmente no tienes planeado nada, ¿verdad?

—En absoluto. — aceptó Carolyn con facilidad. — Un paso a la vez, no hay que apresurarnos.


Adam conducía con demasiado cuidado. Incluso respetaba el límite de velocidad.

—A este paso nunca llegaremos ningún lado. — dijo David desde el asiento trasero. — Manejas como una abuela.

—Estoy de acuerdo. — dijo Carolyn, cansado por toda la situación. — Sin embargo, ni yo sé a dónde ir. ¿Alguna idea?

—¿Han pensado en ir a la embajada de mi país? — preguntó Adam de repente. — Digo, en las películas de conspiraciones Norteamerica suele resolver el conflicto.

—Soy rusa. — Carolyn rodó los ojos. — La ex – Unión Soviética nunca se ha llevado bien con Estados Unidos, Alemania no se queda atrás. — miró a David por el espejo retrovisor, este asentía de acuerdo. — Te ayudarán a ti, pero a nosotros... con mi historial, difícilmente me darían asilo político.

—Buen argumento. — aceptó Adam de mala gana. — entonces, sigo en blanco.

—Quizás podríamos comer algo para aclarar las ideas. — sugirió David. — Muero de hambre. Hay una pizzería a unas calles.

—Nadie puede pensar con el estómago vacío. — asintió Adam siguiendo las indicaciones del muchacho. — Espero que tengan autoservicio.

Los atendieron en ventanilla con rapidez y subieron las cosas al auto de renta. Regresaron al destartalado motel para comer tranquilamente. Se sentaron a la pequeña mesa destartalada para comer. Adam sirvió el refresco, mientras Carolyn servía las rebanadas en platos desechables. Comieron en silencio, cada uno de ellos pensando en soluciones.

—¿Eres igual a tu hermana? — pregunto Adam a David mientras tomaba otra rebanada de pizza.

—Soy más guapo. — respondió este con la boca llena, Carolyn frunció el ceño. Asqueroso. — Pero hago lo mismo que ella, con el plus de viajar en tiempo real e... interactuar.

Incluso Carolyn se vio sorprendida por esa nueva información.

—¿Puedes cambiar el pasado? — preguntó Adam anodadado por la confesión de joven.

—Algo así. — dijo David, incomodo por las miradas de ambos individuos delante suyo. — Nunca nada que cambie el rumbo de la historia.

—Las flores... — pronuncio Carolyn en voz alta, recordando aquel día. — y la piscina también fueron obra tuya.

—Tenías que darte cuenta. — se encogió de hombros. — Las flores, todavía no sabía que eras mi hermana, pero si yo te decía lo de Claudius no me creerías.

—Tal vez. — la morena estuvo de acuerdo con la afirmación de David. Tenían que moverse rápido, o de lo contrario todos terminarían enterrados en alguna zanja. — Tene...

No terminó la oración, sintió una fuerte — y desagradable — presión en el estómago. No a típica que siente al viajar, sino cuando te subes a una montaña rusa y estas en la cima. Su visión se nublaba y cuando intento hablar no logro completar una frase, miró a David antes de caer el suelo y estaba en la misma situación.

Lo último que vio fue a Adam de pie, esbozando una pequeña sonrisa.


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