Capítulo 28

El lugar a donde el hombre del bar los llevo, resulto estar bajo el propio local. Las personas gritaban obscenidades y toqueteaban por aquí y por allá a las chicas que ofrecían sus servicios a cambio de efectivo. Adam solo enarcó una de sus bien delineadas cejas en dirección a una voluptuosa mujer.

—Si salimos de esta, mañana tendré compañía. — lo oyó murmurar.

Rodó los ojos, hombres, nunca pueden dejar de pensar en sexo. Esa es la razón por la cual el buen barman cedió ante sus encantos, un poco de escote por aquí, su mirada coqueta por allá y listo. Cayó rendido tras la promesa de un sexo alucinante... hecho que jamás ocurriría.

—Nos vemos en un rato, polluela. — susurró no tan bajo en su oído, después de apretar su trasero ligeramente. Ocultó su mueca y las ganas de golpearle de puro milagro.

Unos segundos después de se fue y oyó a Adam, que venía tras de ella, reír. También quiso golpearlo. Pero se contuvo, eventualmente.

—Lo siento, pero no pude resistirme. Fue demasiado. — se disculpó subiendo ambos brazos en gesto de paz. — ¿Qué sigue?

—Solo sígueme. — negó con la cabeza, como si eso ayudara a borrar los últimos sesenta segundos de su existencia. — Espérame bajo el ring. Subiré, tomare un cartel y traeré a David.

—Claro, polluela. — aceptó Adam sin dejar de sonreír.

—Las pagaras, Sanders. — prometió dando media vuelta sobre sus talones para seguir con su camino.

—¿Como? Nunca...

—Yo sé todo, Adam. — miró sobre su hombro para aclararle porque sabía su apellido. — No tientes a la suerte.

Cuando llegó a donde el hombre obeso para subir al ring y seguir fingiendo que deseaba estar allí. La cortó en seco diciéndole que a menos que deseara pelear, no podría subir.

—Ella no subirá, pero yo sí. — dijo Adam sorpresivamente a sus espaldas. — ¿De cuánto es la apuesta?

—500 euros. — respondió el hombre cruzando de brazos.

Su actitud socarrona sacó a Carolyn de quicio, estuvo a punto de responder, pero Adam se le adelanto tendiéndole unos cuantos billetes para subir a que lo masacraran a golpes, ¿de dónde obtuvo el dinero?

—Tienes suerte muchacho, nos hace falta un oponente. Sigues tú. — el hombre se retiró guardando el dinero el bolsillo trasero de su pantalón.

Maldito holgazán, quiso gritarle Carolyn.

—Eres algo así como mi responsabilidad. — expresó Carolyn, interponiéndose entre Adam y las escaleras para subir al cuadrilátero. — No dejaré que subas...

—Ten un poco de confianza en mí, mujer. — la hizo a un lado con suma facilidad. Dejándola con la palabra en la boca.

Se quitó la chaqueta y el gorro, y se los tendió. Los cogió de mala gana al no ver rastro de arrepentimiento. Vio la decisión tomada en ese pobre hombre americano, lo noquearían en cuestión de segundos.

—Si ves que se pone demasiado feo, haz algo para detener la pelea. — advirtió Adam antes de subir a su sentencia final.

A Carolyn no le quedó de otra que asentir. Y se arrepentido de inmediato cuando su vista se posó en el contrincante.

Esto tenía que ser una broma.

Las personas suelen subestimar a los bibliotecarios, pensó Adam sin mucha emoción. El chico frente a él tenía una altura considerable, algo de músculo y sus nudillos se veían destrozados; odiaba el hecho de tener que pelear... hace años que no se metía en una pelea por voluntad propia. Pudo percibir la sorpresa en el rostro de su oponente. Extraño, Adam no recordaba haberlo visto en algún momento.

Oyó la frase para comenzar la pelea, y el chico no perdió el tiempo. Su oponente finteó con él hasta que consiguió asestar un golpe limpio en su barbilla. Le dolió como el demonio. Pero esta era su oportunidad, adelantarse nunca es bueno. Aprovechó el momento de distracción para dar un golpe directo al estómago de su contrincante, este se quedó sin aire y volvió a aprovechar la oportunidad para noquearlo.

La horda de gritos y abucheos rugió con fuerza cuando lo derribo. A pesar de los golpes que el chico inconsciente en el suelo, le propino salió prácticamente ileso. Ignoro el sabor metálico en su boca y busco a Carolyn con la mirada. Se acercó a ella, poniéndose de cuclillas en el ring. Lucia extrañamente sorprendida, aunque no sabía por qué.

—¿Has visto a tu hermano? — le preguntó, preocupado porque hubiera pasado algo anormal. Bueno más anormal de lo que ya era la situación.

—Si. — respondió Carolyn asintiendo distraídamente. — Acabas de noquearlo.

—Oh. — Adam no supo que decir a eso último. — ¿Lo siento? 

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Me siento muy feliz, ya son 300 seguidores... me sorprendí al revisar mi perfil. Mil gracias a todas los lectores que han leído lo que escribo, las lecturas y votos en los fics de CDS han aumentado mucho en los últimos meses, eso también me sorprende muchoooo. Así que, muchas gracias. 

Es todo por hoy :D 

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