Capítulo 11
Ahora que sabía más sobre David, era hora de ponerse al 100% para encontrarlo. Las palabras de Franz le calaron hondo, existía algo verdaderamente turbio en esta situación. Bueno, más turbio de lo normal. Unos golpes a su puerta la sobresaltaron, nunca tiene visitas, así que, cuando se levantó a revisar quien llamaba, lo hizo con cautela, esperando lo peor. Era Adam, hubiera preferido a otro Franz.
— ¡Rayos! Que feo golpe tienes ahí. — fue lo primero que Adam señaló cuando abrió la puerta.
—Mi novio me golpeo. — hizo que sonara como una confesión.
—Oh... ¿Estas bien? ¿Denunciaste? — la incomodidad inundó el semblante de su vecino.
Se tragó la mentira mal armada, y al parecer le incomodo más el hecho la parte del novio que el golpe.
—Hice algo mejor. — siguió la conversación. — Fue un disparo limpio, nadie lo extrañara.
La risa mental hizo eco en sus pensamientos, Adam era el vivo retrato del pánico. Al parecer le creyó, lo cual es bueno. Quizá con eso al fin se olvide de ella.
— ¿Es una broma, cierto? — preguntó medio sonriendo.
—Algo así... ¿Qué necesitas?
—Hum... quería saber cómo estabas, supe del escándalo de ayer. — algo común en casi todos los lugares del mundo: la comunicación existente entre los vecinos. Siempre se enteran de lo que ocurre, aunque no sea su problema. — Veo que estas completa.
—Sí, todo está perfectamente. — aseguró a un Adam titubeante. — Puedes regresar a tu departamento.
— ¿Ni siquiera me invitarás a pasar?
—No, regresa a tu casa. — y le cerró la puerta en su cara.
Hombres, nunca captan las indirectas.
Dos semanas pasaron antes de tener una nueva pista. Comprendió que si quería entender el presente de David, primero tendría que investigar el pasado. Encontró algunas noticias en los periódicos, la sección de internacionales tiene más utilidad de lo que mucho creen. Sin embargo, algunos artículos que necesita no estaban disponibles en línea. Tendría que hacer un viaje a la biblioteca.
Hace años que no va a una. Le traían mala suerte, siempre termina pasándole algo en el momento menos indicado. Entró al imponente edificio. El silencio reinaba, había pocas personas para ser un miércoles por la tarde. Necesitaba periódicos, y en un mar de información, difícilmente podría encontrarlos por si sola. Tendría que pedir ayuda, y detesta tener hacerlo.
—Buenas tardes. — saludó a la señorita detrás del escritorio. — Busco un periódico de hace algunos años, es un diario alemán...
—Final del segundo pasillo a la derecha. — le respondió sin siquiera levantar la vista.
Carolyn se quedó boquiabierta por el trato, justo cuando iba a replicar, la voz conocida de Adam hizo eco.
— ¿Qué está sucediendo, Edna? — al parecer ese era el nombre de la mujer detrás del escritorio.
Por supuesto, a la mujer se le trabo la lengua y no supo que responder. Lógico, cuando haces mal el trabajo y tu atractivo jefe te hace la pregunta a sabiendas de la respuesta... bueno, esa es la reacción.
—Necesito unas fotocopias de este documento. — le pasó un trozo de papel.
—Pero, está en la sección de historia. Hay mucho polvo y tendré que subir muchas escaleras. — replicó con el ceño fruncido.
—En el cajón hay guantes y cubrebocas. — apuntó el cajón de abajo con la barbilla. —Yo ayudo a la señorita con su duda. Gracias.
La encargada se fue totalmente enfurruñada. Adam tenía su lado perverso, después de todo.
Ah, y su ruso era más que bueno.
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Adam, Adam, Adam... quien lo diría. Este capítulo es introductorio para que conozcan un poco mas sobre el vecino extranjero de Carolyn, en el siguiente capítulo... bueno, ya veremos ;)
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