Capítulo 1


El destino siempre tiene formas inusuales de funcionar.

Hace un tiempo leyó un artículo en el periódico que hablaba sobre un hombre que ganó la lotería, una semana después, murió mientras asaltaban el banco donde cobraría parte de su fortuna. Eso sí que es mala suerte... o al menos es lo que parece a simple vista. Simplemente hay cosas que no suceden por casualidad.

—Hey, C. — a la bonita morena le fue imposible no rodar los ojos ante el llamado de su superior. Odia los nombres en clave, nunca son imaginativos.

Dio media vuelta sobre sus talones para encarar a su jefe, su guapo jefe. Bastante bien conservado para tener treinta años más que ella, nunca lo ha visto desarreglado o con una sola mota de polvo en sus trajes de diseñador hechos a la medida.

— ¿Qué ocurre jefe? — pronunció la última palabra con un deje de burla.

—Vamos a mi oficina, tengo que hablar contigo en privado. — por supuesto que fue una orden, y no le quedó de otra más que seguirle.

Arrastraba los pies como muestra de disconformidad. Los últimos tres días fueron... perturbadores, solo por nombrarlos de algún modo. El costado izquierdo de su cuerpo lo sigue resintiendo. Cuando oye como las personas se quejan después de salir de sus trabajos sobre lo demandante de su trabajo, se ríe por dentro, si tan solo supieran lo que estuvo haciendo los últimos tres días jamás volverían a quejarse.

—Toma asiento. — le indicó señalando la silla frente al escritorio. La oficina de estilo contemporáneo y de concepto abierto relucía de limpia. Todo era demasiado recto y perfecto para su gusto, tal como su jefe. — Nos llegó esto en la mañana.

Un sobre de papel manila cayo de sopetón en el escritorio. Rodoólos ojos, de nuevo. Esa fea costumbre la adquirió desde que entro a la agencia, hace bastante tiempo. Todo a causa de las actitudes y comentarios tontos que suelen hacer personas, como esa manía de su jefe de arrojar las benditas carpetas siempre.

— ¿Qué sucede esta vez? — preguntó malhumorada mientras abría el sobre. Era viernes, su fin de semana de dormir y comer estaba siendo interrumpido. —Espero que sean esas vacaciones que llevo pidiendo desde el mes pasado.

—Eso no sucederá hasta navidad. — su jefe hizo ese comentario casi burlándose, como diciendo 'si es que llegas hasta navidad'. Tomó asiento con tranquilidad en la silla giratoria de piel negra, entrelazando sus manos apoyadas en el escritorio. Su incómoda silla de plástico marcaba la clara diferencia de rangos entre ambos. — Quiero saber todo acerca de él.

El contenido de la carpeta no era nada más que una mísera página prácticamente en blanco, no había nada que leer, a excepción del nombre del individuo y una fotografía borrosa, una familia común y sonriente, justo como la de ella antes de ese día. Se tragó el nudo en su garganta, no le gustó nada la dirección que podía tomar esta poca información.

— ¿Quién es él? — pregunto sin despegar la vista de la fotografía. Le resultaba extrañamente familiar. — No hay nada más que esta vieja fotografía y un nombre tan común que la mitad de la población masculina en el mundo lo lleva.

—Ese es el punto, es todo lo que existe. — su vista fue directamente hacia el hombre frente a ella, su expresión le dijo lo que pediría a continuación. — Tienes tres días.

Adiós a su perezoso fin de semana.


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