°°Cap. 22: Quien pudiste haber sido°°
Para cuando finalizó el día y regresaron al lugar donde se hospedaban, los agentes y el chico con antecedentes penales disfrutaban de una buena cena en el restaurante del hotel. Comían un estofado de verduras y pollo con bastante calma, a excepción del azulado, el cual comía una hamburguesa con papas fritas que pertenecía al menú infantil.
Los tres hombres de G.U.N. platicaban algunas cosas triviales respecto a la familia del plateado; el de ojos negros solo escuchaba atentamente. Así pudo descubrir que Silver dejó Zona Snow para entrar a la milicia y que su padre pudiese tener una vida digna como un hombre de la tercera edad. Su mamá había fallecido hace varios años, cuando él acababa de cumplir los diecisiete, por un ataque al corazón.
Después escucha como Mephiles menciona a los padres de ambos con una sonrisa en el rostro, contando las incontables veces en las que fueron a parques de diversiones, o cuando su papá los asustaba con una máscara de látex similar a un cerdo degollado mientras los perseguía por toda la casa. Shadow sonreía ante cada anécdota que parecía estar olvidando por el pasar del tiempo.
Actualmente sus papás residían en Casino City, ambos vivitos y coleando, felices debido a que sus hijos parecían estar formando una vida digna que los complacía por cada poro de su piel.
Sumerge una de sus papas fritas en kétchup y la come sintiendo una leve molestia en su pecho, tenía ganas de decir algo, ¡También quería tener un recuerdo familiar para compartirlo con ellos en ese momento!
Pero no lo había. Y eso le frustraba.
Era extraño, puesto que nunca se había preocupado por ese tipo de cosas que, sabe muy bien, no vivió en ningún momento de su infancia. Para empezar, ¡Ni siquiera recuerda haber tenido una! Él solo sabe que apareció de la nada corriendo por ahí como un ciervo siendo cazado. Algunos recuerdos difusos de un niño con lentes gritando algo irreconocible le llegaban de vez en cuando, otras veces solo veía a aquel criminal que lo acogió con cariño enseñarle cosas básicas para poder sobrevivir.
A él no le habían pintado un mundo color de rosa. Él sabía de sobra que estaban en la otra cara de la moneda, con la miseria, la basura y la delincuencia.
Por favor, ni siquiera recuerda cómo demonios supo diferenciar el bien del mal, lo cuál era ilógico al verse claro cuál de esos caminos había tomado.
— Blue —susurró el de ojos albinos—. ¿Todo bien?
— Ahm, sí, claro —respondió al instante—. Es solo que ya me está dando algo de sueño —dio un leve bostezo y observó su hamburguesa a medio comer.
— Ya casi terminamos de cenar, no te preocupes —dijo el agente de vetas rojas mientras daba algunos últimos bocados a su tazón.
Su mente se iluminó por un instante al recordar algo de suma importancia, terminó su hamburguesa en varios grandes mordiscos y dos tragos de refresco y exclamó:— ¡Voy al baño!
Corrió ante la mirada confundida de los erizos en la mesa y se metió al baño que se encontraba en el mismo restaurante. Agradeció que este era para una sola persona y puso el seguro en el picaporte. Buscó entre sus bolsillos el celular de uso rudo que G.U.N le había "obsequiado" y buscó en los contactos al comandante; y, aún sabiendo que su llamada podría ser grabada por los agentuchos esos, marcó sin dudarlo.
— ¿Comandante?, ¡Que gusto saludarlo!
Omitamos falsos escenarios, ¿Qué necesitas?—dijo el hombre al otro lado de la línea.
— Quisiera que pudiera ponerme en contacto con Scourge.
Un leve silencio dominó la llamada por unos segundos, después le contestó otra persona completamente ajena al comandante canoso y gruñón de G.U.N.
¿Blue?—habló el verdoso.
— ...¿Qué?, ¿Estabas en G.U.N? —confundido exclamó el menor.
Están arreglando mi papeleo en este momento, le dije a este tipo que ya es muy noche para estar haciendo estas cosas pero me ignoró bestialmente —dijo con un tono resignado el de ojos azules— ¿Qué necesitas, cariño?—
El apodo le hizo pasar saliva con un sabor amargo directo al corazón.
— Quiero que consigas otro celular y necesito que sigas a María cuando va con Fleetway, toma fotos, encuentra pruebas de que es la maldita rastrera que está dando tropezones a una misión de alto grado de ese jodido plantel militar.
Escuchó una leve carcajada que le sacó una sonrisa de manera inconsciente.
A tus órdenes siempre, primor~ —
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Al regresar al cuarto del hotel, siguieron su amena plática en la habitación de Silver y Mephiles. Terminaron esa extensa conversación después de una hora más y fueron a reposar al enorme sillón en la sala de estar.
Mientras tanto, el de ojos negros revisaba cada uno de los chicles que había conseguido hace algunas horas atrás, observaba también algunos de los dulces que había comprado el moreno y que pusieron en su mochila; veía algunas gomitas, mentas, paletas y ese juguetón par de dulces que había robado y que había puesto a escondidas dentro de su bolsa del suéter.
Miró por un momento ambos caramelos y sus pensamientos divagaron tanto que se sonrojó poco a poco por sus mejillas. Nunca había obsequiado nada a nadie más en su vida, pues no había tenido la dicha de querer compartir algo con una persona con la que tuviera un lazo sentimental.
Se sintió idiota. Se emocionaba tanto por lo que aquel azabache fuera a decirle en cuanto los viera en sus manos. Solo era alguien inexperto que por fin comenzaba a sentir interés en alguien más.
Un primerizo en el amor.
Recordó un poco la curiosa forma en que se conocieron, muchas parejas se encontrarían por primera vez en un parque, escuela o por amigos de amigos. Pero, ¿Ellos?
Nada de eso, eso era para gente cualquiera. Ellos se conocieron en una celda de prisión siendo él mismo el arrestado y con una bala en la pierna, para terminar. Excelente anécdota para contar después ¿No?
Cerró su mochila terminando de ver todas las golosinas coloridas, volteó a ver a los tres ajenos frente a él. Mephiles estaba jugando Candy Crush mientras su hermano le daba ciertos ánimos e instrucciones.
— ¡No! —exclamó molesto el rojizo—, ¡Si lo hubieras dejado podrías haber hecho un caramelo rayado, serás estúpido!
— ¡Ya!, ¿¡Crees que es fácil!? —refunfuñó el de vetas verdosas—, ¡Solo me quedan dos movimientos!
"Ciertos ánimos"¿Bien?
Una vibración comenzó a emanar de uno de sus bolsillos del pantalón, verificó atento una notificación que llegó al celular que le pertenecía al verdoso. Lo desbloqueó con cierto patrón y vio que se trataba de aquella aplicación de GPS que había colocado en el celular de la eriza rubia.
—"María se está moviendo a una zona de departamentos" —pensó— "Hotel 'La posada', a casi 45 kilómetros de distancia de casa. ¿Qué hace ahí?"
Miró al moreno que seguía corrigiendo a su hermano con bastante reproche, dudó en decirle lo que pasaba. Quizás María le era infiel desde antes que él y no quería que se enterara de su boca, por lo que decidió callar.
Que extraño era todo esto. ¿Se engañaban mutuamente? Doblemente extraño.
— Silver —le habló al albino—, ¿Puedes mostrarme las grabaciones que viste en G.U.N?
— Claro —dijo con una sonrisa mientras abandonaba un cubo de Rubik en el sillón donde estaba—. La laptop está sobre la mesa de noche de la habitación, acompáñame —le hizo una seña para que lo siguiera y ambos se dirigieron al cuarto.
Colocó la contraseña en el dispositivo una vez que habían llegado a él. Le dio la computadora al de ojos obscuros y mencionó: — Lamento haberte hecho perder el tiempo hoy, ahora que tú prioridad es encontrar al último criminal de la lista no debí de darte una distracción —se disculpó con sinceridad mientras lo veía con su sonrisa calmada de siempre.
— "Créeme que terminar es lo que menos quiero" —pensó el menor. Retuvo un suspiro de sus labios y simplemente sonrió con ánimos falsos—. No te preocupes, ¡Necesitaba estirar las piernas un rato!
El albino dio una ligera carcajada y abandonó la habitación. Al poco rato el moreno de ojos rojos entró para ver qué era lo que hacía, cerró la puerta detrás de él y se sentó a un lado del chiquillo para ver las grabaciones que anteriormente el plateado había revisado.
— El auto pasa por un túnel...y ya no sale —observa el mayor.
— Puede que hubiese una salida clandestina que no captó la cámara, son muy comunes —notó como el azabache le miraba sospechoso—. ¡No es como que haya uno en Green Heels! Ni que yo haya usado alguno —miró hacia otra dirección con ojitos inocentes.
— ¿Por qué me veo en la obligación de no creerte?
— Shhh...
—¿Q..—¡SHHH!—¿...?
El azulado le hace señas para que el más viejo se acerque y contarle algo en voz baja, el azabache obedece.
— A nadie le importa —dijo para después alejarse del moreno y soltar fuertes carcajadas.
— ¡Serás, pensé q-!
— ¡Felicidades!
— ¡Agh! —suspiró frustrado el moreno— Idiota.
— Somos tal para cuál, ¿Recuerdas? —exclamó travieso y con un ligero sonrojo.
El de ojos rojos sonríe mientras desvía la mirada a otra dirección.
— He notado cierto patrón en las grabaciones —dijo el menor retomando el tema inicial— Hay un elemento en común en todas además del claro secuestro a menores.
El azabache observa curioso a la pantalla de la laptop, eran diez tomas diferentes, con distintos ángulos de visión debido a la posición de la cámara. Se podían apreciar algunos restaurantes de comida china o italiana, la mayoría de Snow Mountain y solo dos en Green Heels. Siguió prestando atención cada que se reproducían los clips, hasta que notó el detalle.
— Las diez tomas son cerca de una montaña —murmuró con un tono pensativo.
— Exacto, podrá haber diferentes comercios y calles, pero todas conectan a ser cercanas a esa montaña en específico —explicó—. Solo debemos de buscar el nombre de alguna calle o avenida que se llegue a mostrar.
— Aquí en Snow Montain solo hay cuatro montañas —dijo el azabache—. Una de ellas contiene mucha vida verde, así que la descartaremos.
— Quedan tres montañas, debemos de checar las calles cercanas a alguna de ellas —abrió el navegador de la laptop y escribió:— Montañas de Snow Mountain.
°Montaña Sky.
°Montaña del Conejo.
°Montaña Cranberry.
°Montaña Snow.
— En ese caso deberíamos de dividirnos la búsqueda —añade el azul al ver los resultados.
El azulado se levantó dejando la laptop en manos del moreno, tomó una libreta y una pluma que había en el cajón de la mesita de noche y regresó a su sitio.
— La Montaña del Conejo* es la que tiene vegetación y está prácticamente en el camino de Zona Snow a la zona de Angel Island —pensó en voz alta al chiquillo— no nos sirve —tachó el nombre en su pequeña lista—. Si yo voy a montaña Sky, Silver y Mephiles a montaña Snow y tú a Cranberry estaría bien, ¿No?
— No creo que sea buena idea separarnos.
— Agilizará la búsqueda.
— Pero es peligroso.
— Son agentes de la milicia, saben defenderse y yo también, ¿Cuál es el problema?
— No iremos solos. Punto final.
El menor entrecerró sus ojitos viendo al mayor, buscaba un indicador en su rostro que le dijera porque pensaba de manera tan estúpida.
Y la encontró.
— O no será que...¿Estás preocupado? —dijo en tono curioso.
El azabache desvió la mirada.
— Aww —chilló con tono de burla— ¿Se preocupa por mi el niñito que quería verme tres metros bajo tierra? —juntó sus manos y apoyó su mejilla derecha en ellas.
— ¡Basta! No es e-eso —dijo tratando de verlo a la cara sin sonrojarse, escuchando como el cobalto comenzaba a reír más alto ante ello— ¡Ya! —cerró la laptop y la dejó en la cama.
El azabache se le fue encima al criminal mientras le empezaba a hacer cosquillas en las costillas, el azul reía con desespero mientras trataba de apartarlo y soltó la libreta en cualquier parte de la cama.
— ¡No-o! JAJAJA ¡Dej-jamee! —lo tomó del rostro y pegó su frente con la del azabache— ¡P-Por favor! JAJAJA
El azebache dejó tranquilo a su acompañante, viendo como el azul retiraba las lágrimas que salían levemente de sus ojos y tomaba aire ante el anterior pedido. Miró y apreció esa inusual belleza que reflejaba al estar tan tranquilo, sin gestos de defensa o burla, solo él en su estado natural.
Compartir momentos cálidos con él se sentía muy extraño, comer ambos en la misma mesa, vivir en la misma casa y besarse a escondidas del mundo.
Nunca se lo preguntó, pero, ¿Qué hubiera sido de este chico delante de él, si jamás hubiese comenzado a robar?
Probablemente estaría en finales de alguna carrera universitaria, quizás fuera doctor o maestro ante su coeficiente tan alto.
¿Lo hubiera conocido si ese fuera el caso?
¿Lo tendría como ahora, riendo entre sus brazos y disfrutando de un día libre de criminales, drogas y recuerdos dolorosos?
¿Tendría esa infancia y adolescencia que le arrebataron con tanta crueldad?
El azulito terminaba de reír, y observó las facciones del moreno que se encontraban perdidas sobre su rostro con una mirada que jamás había visto dirigirse a él pero que, sin duda, la reconocía y le incomodaba.
La lástima.
— ¿Pasa algo?
— ¿Eh? A-Ah, sí, claro. Digo, n-no pasa nada —besó la frente del chiquillo y recargó la suya en ella de nuevo— Solo pensaba...pensaba en ti.
— Bueno, me siento halagado —dijo con burla—. Pero estoy justo delante tuyo, así que no te creo del todo —lo delató con una sonrisa.
— En realidad —se animó a decir—, pensaba como sería tu vida si fueses un civil común.
— ¿Mi vida? —exclamó confundido.
El de ojos negros pensó un poco, y después se apartó del azabache levemente para poder mirarlo a los ojos.
— No necesito pensar qué hubiera sido, el hubiera no existe, Shadow —le aclaró—. Pasó todo lo que tuvo que pasar porque así debía ser.
— Lo sé, es solo que...¿Nunca lo pensaste ni un poco?
— No suelo pensar en cosas que me distraen de mi presente.
Hubo un pequeño silencio mientras ambos acomodaban sus cuerpos en la cama ajena. Ambos acostados uno al lado del otro mientras observaban el techo.
— ¿Sabes? —dijo el cobalto—. Algunas veces tengo pequeños recuerdos, borrosos y nada claros, por supuesto —rió irónico—. Recuerdo a un niño de lentes enormes y de pelo rojo, me dice cosas que no comprendo, no tiene voz —dijo en voz baja—. No sé quién es, ni qué era mío.
— ... —su silencio le alentó a proseguir.
— Es el único recuerdo que tengo en donde no sé dónde estoy —dijo con el seño fruncido.
— Es un recuerdo viejo, en ese caso —comentó el moreno—. ¿Que te gustaría ser de grande?
— Pfft, ¿Ser de grande? —dijo con burla— ¿Se te olvida que tengo 21? Eso ya pasó, Shadow. Ya soy grande y soy una amenaza en todo el sentido de la palabra —exclamó con obviedad.
— ¿Nunca hubo nada que te llamase la atención? —insistió el mayor— Como ser doctor o abogado, ¿Quizás, ser maestro?
El azulado estalló en risas mientras escuchaba aquellas ideas que jamás había siquiera considerado alguna vez en su vida. Se controló un poco y dijo: — Shadow, mi vida como delincuente siempre ha sido así —mencionó ahora con una sutil sonrisa—. Nunca pensé en ser algo más, porque supe que cuando lo intentara, sería después de salir de presión. Pero mis cadenas son perpetuas. No hay nada que pueda hacer.
— Pero ahora tienes la oportunidad de hacerlo...esta misión es para eso —sostuvo una de las manos color durazno entre las suyas Y la besó con dulzura.
El azulado se sobresaltó ante esa acción, se sonrojó y miró hacia otro lado. Pensó, ¿Qué haría después? Esa maldita pregunta era difícil para alguien que pensaba que iba a estar muerto para antes de los 27.
Ser alguien...¿Ser alguien?
¿Quién podría ser?
Pensaba en una persona que no fuese un criminal, una persona que pueda estar al borde la muerte en constantes ocasiones, una persona que pudiera estar cerca de armas, una persona que pudiera hacer justicia por mano propia y frustrar crímenes de alto grado.
— ¿Por qué no...entras a G.U.N como agente?
La sugerencia del moreno hace que abra sus ojos de par en par. Mira el cielo de la habitación con sorpresa y después mira directamente al azabache.
— ¿Ser agente de G.U.N?, ¿Cómo tú? —dijo rápidamente.
El moreno miró sus ojos repletos de una sutil iluminación interna, una pisca de una extrañada esperanza. Miró en su rostro la oportunidad de convertirse en alguien, observó en sus ojitos una grandiosa idea.
Acarició su mejilla y elevó su mirar negruzco hacia él.
— Agente Sonic —dijo pensativo el moreno—, a mi me gusta. ¿Y a ti?
— Me gustaría considerarlo un poco más —dijo un poco tímido—. Al menos hasta que lleguemos a Green Heels de nuevo...¿Crees que pueda tener una buena vida después de esto?
— Yo me encargaré de eso, cariño —expresó con una sonrisa, estando sonrojado y con su mirada cálida directamente en el rostro del chico.
¿Realmente podría ser libre?
Aunque siempre lo haya dudado, por alguna razón las palabras del hombre moreno le habían dado cierta esperanza a sus pensamientos rotos, y al mismo tiempo, le alegró que alguien creyera en él.
Como criminal siempre se las apañó solo, inclusive con la llegada de Scourge. Pero hacer las cosas solo...¿Siempre?
¿Y si era esto lo que necesitaba?
¿Esperanza?
¿Alegría?
¿Un compañero de vida?
Se separaron de golpe al escuchar unos toques en la puerta, el azabache de forma rápida se quitó del costado del azul y se sentó en la cama mientras tomaba la laptop. Mientras que el azulado se sentó de igual forma y recogió el cuaderno que había soltado junto con el lápiz y empezó a garabatear.
— ¿Chicos? Ya hay que dormir.
Mephiles entró a la habitación, notando que el azabache fingía teclear algo con la pantalla de bloqueo aún, y el azulado trataba de borrar con un lápiz sin borrador. Sonrió para si mismo ante la "estupidez" que había notado, cerró la puerta y notó a Silver a su lado derecho.
— ¿Y?
— ¿Y...qué?
— ¿No hacían nada romántico?
— ¿Qué? —confundido— ¿Por qué harían eso?
El plateado lo miró con ternura y dijo:— Debes de prestar atención, Meph. De verdad que eres un despistado —exclamó dando una suave carcajada al final.
— ¡Sí presto atención! Es solo que...no tienen necesidad de ponerse así en nuestra habitación —dijo con un tono refunfuñón.
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Tronaba su cuello con facilidad mientras acomodaba sus guantes color café, después tronó sus dedos juntando ambos puños y regresó sus manos a un teclado frente suyo.
Abrió una carpeta en un navegador de fondo negro y letras azules, entró a un sitio web y reprodució una canción, empezó a mover sus brazos y cabeza al ritmo de la música; sonó su celular y lo colgó de inmediato.
- I party like a rockstar, look like a movie star —comenzó a cantar en voz baja.
Salió de la página donde se encontraba mientras seguía cantando, fue a los archivos propios de la PC y empezó a insertar comandos y códigos hasta llenar al menos la mitad de la página, después rompió un paquete que se encontraba a su mano izquierda, sacando de él un videocaset.
— Muy simple, deberías ponerle más empeño, León.
El videocaset tenía algo poco común en los de su tipo, y es que, en la parte inferior del costado izquierdo, tenía una entrada USB. El sujeto tomó un cable para conectarlo a su computadora, nuevamente abrió otra carpeta y encontró un único archivo.
Tomó sus audífonos de cascos y se los colocó, lo conectó al aparato eléctrico y abrió el archivo.
— ¡AAAAH!
Dio un salto de la silla cayendo al suelo, con los cascos fuera de su lugar mientras se sobaba sus orejas. Permaneció allí durante un muy buen rato.
Se levantó sobando una de sus orejas aún, se sentó en su silla nuevamente y cerró el archivo sin ponerse los cascos nuevamente.
— Estás demente, León...
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Se encontraba en la tina tomando un relajante baño con velas a su alrededor.
— Ah...Ah... ¡Achú! *Sniff*...
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Creó varias copias del mismo único archivo, y las insertó en diferentes memorias USB que tenía; les ingresó el programa que había escrito y, quedando un total de 26 memorias, las metió en una pequeña bolsita que tenía a la mano.
— Si es un rectángulo deberé repartir las bocinas... —murmuró entre planes.
La estrategia de captura estaba en marcha, y no tardaría en ser ejecutada, si todo iba bien sería la derrota del erizo azul y de esos agentecitos del gobierno.
Después de todo, ¿Cómo evadir sus químicos mortales?
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