°° Cap. 17: La informante °°

No sabía porque el azulado no mostraba indicios de dar la señal que tenían acordada para la misión. Solo platicaba con aquel criminal como si fueran buenos camaradas de toda una vida y evadía completamente mirar hacia el obscuro callejón donde se encontraba oculto.

Estaba todo muy silencioso de ese lado de la calle, no se escuchaban más allá de unos cuantos negocios cerrando sus cortinas de aluminio y colocando candados por aquí y por allá. Eran más que nada restaurantes nocturnos y alguno que otro local de videojuegos.

Digo, si no, ¿Qué más estaría abierto a las dos de la madrugada?

— Aparentemente se encontró un indicio de Darkblue después de que escapó del museo —mencionó el zorro mirando al de ojos cielo—. No sé como es que tu jefe consigue información tan valiosa, es una maldita rata, sin ofender —aclaró mirando hacia el cielo estrellado.

— Debemos ponernos de acuerdo para matarlo —dijo sonriendo de manera amable—. Supongo que tienes una idea de qué hacerle, ¿no es así?

— Haría inmensidad de cosas con ese idiota —exclamó gruñendo—. No hace otra cosa más que meterse en asuntos que no le importan.

— ¿Es así? —sonrió aun mas el de pelaje azul.

El menor se acomodó en la banca de metal, mirando hacia el azabache sin que el canino se percatase de ello. Se estiró un poco de la espalda, señal de que debían de ponerse en marcha.

— No puedo creer que Fleetway no pueda satisfacerse con las seis esmeraldas que ya tiene —soltó de golpe el hombre mientras tomaba su frente de manera frustrada—. Ahora por culpa de un mal trabajo de ese tipejo tenemos que soportar su humor del culo todos los días hasta que la encontremos.

Sintió unas intensas ganas de golpearle la cara al zorro, ya era la segunda vez que se refería a él como una maldita alimaña cualquiera. Contuvo su respiración profundamente por algunos segundos

— ¿Por qué no solo darle lo que quiere? —dijo entre dientes, tratando de mantener su tranquilidad.

— ¿Por qué los demás debemos de corregir los errores de "su favorito"? No es nuestra culpa que haya resultado ser un verdadero inútil. 

Ok, ese comentario sí le molestó la médula, de verdad iba a golpearlo si Shadow no se atrevía a dispararle ya...espera, ¿Qué?

— "¿Shadow no ha disparado todavía?" —pensó confundido 

Se suponía que al momento de la señal, Shadow debía de dispararle el sedante al individuo que estaban buscando. Decidió esperar un poco más para volver a hacer la señal, creyendo que quizás no había sido muy notorio al hacerla.

Mientras tanto, con el moreno.

Él se encontraba preparando el arma después de ver la señal, dudando un poco del disparo debido al pequeño detallito de que se podía morir. Sin embargo, al estar a punto de abrir fuego, una mano lo tomó por el hombro.

— ¿Por qué tan solito?~

Al voltear a su derecha, recibió un fuerte puñetazo  en todo su rostro, golpeando su cabeza contra el muro de concreto y quedando levemente desconcertado. Soltó el arma tranquilizante por inercia para sujetar su cabeza.

— ¿Qué mierda? —se recuperó lo más rápido que pudo y tomó las manos de aquel tipo antes de recibir otro golpe.

Una batalla comenzó a partir de ese momento, tratando vagamente de alcanzar su arma de fuego en el cinturón de su traje.

— Yo no haría eso sí fuera tú —una voz masculina le habló, teniendo un tono levemente risueño y coqueto—. Me darás el tiempo suficiente para dejarte K.O y créeme, estás tan lindo que no quiero hacerlo~

— "¿Lindo?" —pensó el moreno mientras evadía varios puñetazos.

En un tiempo en el que ambos se cansaron, el aparente criminal frente a él tomó ventaja y tomó el arma del suelo. Corrió hacia él para tratar de dejarlo fuera de combate pero...

— Me facilitaste un poco las cosas, espero que no te moleste prestarme el arma un ratito~

Le señaló la pistola de dardos y se fue corriendo en dirección a donde se encontraba Darkblue.

Maldita sea.

Observó al azulado en el parque, el cual daba sutiles miradas hacia donde él se encontraba. Sabía de sobra que estaría molesto por no disparar todavía. Comenzó a acercarse de manera disimulada a la zona de aquella plaza, tratando de no alertar al zorro mientras buscaba al maldito que le quitó el arma.

En ese momento, el azulado estaba muy enterado de lo que había pasado en el callejón, observando desde aquella distancia como aquel sujeto de capucha negra corría con el elemento clave de su misión en manos. Frunció el entrecejo con fastidio al notar que las cosas no iban por el camino planeado.

—  ¿Sucede algo...? —exclamó con un tono de confusión su acompañante.

—  No, solo me dio un pequeño dolor de cabeza —dijo en un suspiro.

—  Oh, ¿enserio? —dijo con una sonrisa— ¿No es porqué acabo de frustrar los planes de Scourge?

Abrió los ojos de golpe, esquivando por una milésima de segundo un dardo que venía desde el este directo a su persona. Dio dos saltos hacia atrás hasta quedar a una distancia prudente de aquel tipejo.

— ¿Creyeron que no me iba a enterar de lo que tenían entre manos? —dijo mientras caminaba tranquilamente, a la par de que el tipo con capucha bajaba de uno de los árboles cercanos a aquella banca— ¿Qué no sabía que el estúpido de Scourge vendió mi cabeza a G.U.N?

— "¿Vender su cabeza?" —pensó el cobalto.

— Me sorprende tu velocidad —dijo mientras lo observaba muy interesado—...¿Quién eres?

— Al parecer no te enteraste de eso —le respondió con burla—. No te preocupes, los idiotas suelen presumir victorias que jamás han ganado.

La sonrisa del rostro canino se borró de inmediato, lo miró sintiéndose superior mientras chasqueaba los dedos. El tipo encapuchado le cedió el arma y se hizo a un lado— Te he preguntado quién carajo eres —exclamó con molestia, apuntando a su cuerpo.

— Mmm... deja lo pienso un poco —fingió mirar hacia el cielo, pensativo, mientras se percataba de un destello blanquecino. Bajó su mirada directo al criminal actuando encontrar una gran respuesta— ¡Oh, ya sé! —se colocó en una posición de pelea y dijo:— Soy la persona que te pateará el trasero.

En un parpadeo, Scourge cae como una bendición directa del cielo para atacar al acompañante misterioso de aquel tipejo. Darkblue aprovecha aquello para atacar de frente al zorro, el cual esquiva algunos golpes y apunta directo al cobalto de nuevo. 

Al ver esto, el azabache sale de su escondite, ya que realmente ya no importaba quién se involucrara en la batalla. Taclea a Romeo cuando este estaba a nada de tirar del gatillo y ambos ruedan por el suelo entre puñetazos y forcejeos. 

— ¿¡ Y tú quién mierda eres!?

— El agente que te entregará a G.U.N.

Le brindó un derechazo que le provocó la caída de uno de sus molares inferiores, dejando uno de los caninos del zorro a nada de caer libremente de su boca abierta de par en par debido al noqueo repentino. El moreno se quita de encima al notar que no había presencia de movimientos por parte del cuerpo debajo de él.

Una patada le llega directo en las costillas de su lado izquierdo, viendo al maldito erizo verde mirar a otro lado nervioso por el repentino fallo en su pelea contra el tipo desconocido.

— Lo siento, no suelo patear mierda muy a menudo.

— Serás cab-

Esquiva un dardo tranquilizante a media oración, notando al azulado forcejear el arma con el zorro mientras el encapuchado huía de la pelea.

— ¿¡Por qué no te aseguraste de que este inútil estuviera inconsciente!? —le regañó el de ojos celestes, tratando de ganarle el arma a Romeo.

— Al ver su cara de baboso supuse que era así.

— Hijos de puta...

El zorro logró zafarse del agarre con el erizo azul, quitó el seguro del arma y apuntó a los tres individuos con alteración.

— ¡Jamás van a tener mi cabeza!, ¡Malditos agentuchos de la G.U.N! —gritaba con una sonrisa de oreja a oreja— ¡Se creen la gran cosa!, ¿¡Cierto!?

Scourge iba a golpearlo con molestia, no le gustaba escuchar que se refirieran a su lindo niño de ese modo. Sin embargo, la mano del chico le detiene del pecho; voltea a verlo con confusión, observando la sonrisa confiada y maliciosa del de menor estatura.

Déjalo terminar —murmuró al verdoso.

— ¡Jodánse!, ¡Me vale un puñetero comino todo lo que quiera G.U.N de mi!, —apuntó al azulado y colocó la yema de su dedo índice en el gatillo— ¡Tragense esta, perras!, ¡Junto con las muchas más rellenas de plomo que les meteré cuando ya no lo sepan!

— ¡Blue!

El azebache corre para tratar de interponerse entre el sedante y el chico, sabe que esos tranquilizantes son muy fuertes al estar hechos para animales peligrosos. En su camino a ser la salvación del menor; una fuerte luz deslumbra sobre el disparo y, en menos de un segundo, Darkblue solo mueve su cabeza un poco a la izquierda y Romeo comienza a electrocutarse de manera severa sobre sus propios pasos.

Poco a poco su cuerpo va arrodillándose en el asfalto del parque mientras un olor a quemado y gritos que se escuchaban como un chillido ahogado les adornaba la vista y su escucha.

La electricidad se detiene, el azulado sonríe y Scourge suspira mientras toma su frente con los dedos de su mano derecha. Shadow se acerca al cuerpo del canino y confirma lo que desde el principio fue notable.

— Está muerto.

— No me digas —dice sarcástico el azulado mientras se hinca junto al moreno—. Él está muerto y tú trataste de hacerte el héroe por un rufián como yo, ¿No es eso adorable? —dijo con una sonrisa linda mientras apoyaba su brazo en su pierna izquierda y recargaba la mejilla en su mano.

— Ahm...Blue —le llama el verdoso.

— ¿Si?

Al voltear a ver al mayor, se encuentra con una imagen un poco predecible. Dos hombres de G.U.N tomando a Scourge por sus antebrazos y otros cuatro apuntandole a una distancia prudente.

— ¿De dónde salieron estos hombres? —dijo nervioso mientras sentía sus manos prisioneras.

— Oh, nos comenzaron a seguir hace unos minutos —le responde el azabache.

El verdoso lo mira de manera recriminatoria, guardándose unos muy buenos y elaborados insultos hacia el de ojos rojizos. Los agentes lo toman con más fuerza y lo dirigen a una patrulla que había llegado en esos mismos segundos.

— ¿Qué piensan hacer con él? —dice el cobalto mientras se quita la capa de todo su cuerpo, logrando embelesar al moreno.

— Supongo que recibirá su merecido —apenado, respondió. Mirando a otro lugar un poco consternado.

— "Demonios" —piensa el criminal.

— Agente Shadow —le llama uno de los cadetes al acercarse al mayor—. El Comandante solicita la presencia del equipo en el cuartel, se disculpa de antemano por la hora.

— Entendido.

Ambos son obligados a subir a otra de las patrullas que llegaron, observando al momento de irse como el cuerpo carbonizado de Romeo era levantado del suelo con una camilla de tela azul y cubierto por una franela de plástico dolor negro.

El silencio en el camino fue incómodo, aunque ambos erizos no le prestaron atención a esto por navegar en sus propios pensamientos. Shadow pensaba que serían regañados, mientras que Blue imaginaba lo que le podrían hacer a Scourge.

No quería que lo encerraran.

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— Scourge the hedgehog —habló una voz gruesa—, acusado de actos en contra del bienestar social y la pacífica convivencia de diversos grupos corporativos bancarios y de gobierno; acusado de robo, secuestro, allanamiento, complicidad de asesinato, asesinatos variados y diversas violaciones hacia personas y sus derechos que se dictan bajo la ley de este país.

El de ojos azul marino se encontraba esposado, mirando incrédulo una carpeta de color rojo dónde se encontraba una foto de él con los trajes típicos de la prisión, era de la primera y única vez que habían logrado atraparlo hace algunos años atrás.

Bajo su retrato se encontraba toda la lista de crímenes que había cometido desde que era un adolescente hormonal, y de los que claramente se arrepentía, hasta ahora que era un adulto de menos de 30 años.

El hombre de piel morena sonríe levemente, esperando su sentencia a la prisión de manera indefinida mientras se preparaba el juicio en su contra.

El cobalto estaba sentado a su lado, siendo espectador de la derrota de su querido amigo con derechos. Sería mentira decir que no estaba preocupado por ese hombre de ojos azules.

Él fue su compañía durante mucho tiempo.

El comandante suspira, toma un sello de color púrpura y, con más fuerza de la necesaria, lo coloca en el documento que identificaba a la vista del criminal.

— Quedas exento de cargos.

¿Qué?

El azulado y el de ojos rojos se miran a la vez, incrédulos de lo que acababan de escuchar. Inclusive Scourge exclamó en sorpresa y confusión.

Una extensa sonrisa se refleja en el rostro azul y verde, a la par de una muestra de confusión y derrota del de vetas rojas.

— ¡Eres libre de cargos! —gritó feliz y emocionado el menor mientras se acercaba al verdoso.

— ¿E-Exento de cargos? —se decía sin creer el de traje negro— ¿Él?, ¿Este...tipejo?

El lobo quita las esposas de las manos del renovado criminal, sentándose (por primera vez en 18 capítulos) en su propia silla del escritorio.

— Nuestra Ley en Defensa de los Derechos Mobianos nos dicta en el artículo 133, capítulo quinto, página 97, fracción séptima, párrafo segundo: que un criminal que brinde el bien a la ciudadanía sin necesidad de la intervención policiaca o judicial —decía el mayor de ojos grises, mirando directamente a Darkblue—, quedará libre de cargos sin importar el o los delitos cometidos.

— Oh por...—la sonrisa del verdoso se extendió en todo su rostro mientras veía sus manos libres.

— Muy padre y todo —interrumpió el azulado—, pero, ¿Puedo preguntar por qué demonios su sello dice "muerto"?

La sonrisa del verdecito se borró de inmediato:— ¿¡Me van a matar!?

— Al estar bajo la jurisdicción de esta ley, el gobierno te brindará una nueva identidad, un domicilio y un trabajo en las instalaciones militares. Aunque, claro, todo a su debido tiempo —explicó el canino de pelo blanco—. Para lograr todo esto, primero debemos de "matar" a Scourge, así quedará solucionado este caso y se hará "justicia" a las víctimas.

— ¿No es eso algo muy sucio y doloroso para los demandantes? —dijo el moreno.

— Es la Ley. Desgraciadamente es lo que tenemos —dijo en un suspiro—. Mis valores no me permiten dejar a este tipo en libertad, pero la palabra de la justicia dictada por nuestro presidente es más pesada que la mía.

Mientras ellos hablaban, el cobalto abrazó al de pelaje verdoso con una sonrisa de alivio. Pensando en que por poco podía llegar a perderlo o, en el peor de los casos, en tener que sacarlo de ahí infringiendo la ley una vez más y perder su oportunidad de redimirse.

Había tomado un poquito enserio su misión.

Su sonrisa se borra de inmediato al recordar que cierta persona que desconocía seguía en libertad. El tipo que atacó a Shadow y casi manda a la mierda el plan, ¿Quién era?

¿Romeo tenía aliados?

¿Y si se alió con alguien a quién le caía mal?

"¿Cómo saberlo si a todos les caigo mal?" —pensó con frustración.

Soltó un suspiro y soltó al de ojos color mar, volviendo a sonreír al recibir un beso en su mejilla por parte del mayor.

— Entonces, ¿podré seguir en esta ciudad? —cuestionó el verdoso

— Solo bajo los términos y condiciones que establezca G.U.N —respondió el comandante—. Para ello necesitarás de asesorías con nuestros mejores agentes, como lo son Shadow y Silver.

— ¡Yo no ayudaré a esa cosa malparida! —objetó el de vetas rojas.

— ¡No fue mi culpa nacer por cesárea! —lloriqueó el acusado.

El cobalto suspira y sonríe, contento y estresado a la vez.

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Después de algunas horas al fin pudieron regresar a su hogar, teniendo que tomar un desvío hacia la plaza en la que llevaron a cabo su misión con anterioridad debido a que habían dejado el auto allí.

Llegaron a las seis con veinte minutos de la mañana, destrozados, felices y desvelados. El azabache se dirigió directo a su habitación sin entablar palabra con el de ojos falsos, mientras que la pareja de ¿criminales?, ¿se podían considerar así todavía?, bueno. Esos jovencitos problemáticos fueron a la habitación que le correspondía al de pelaje azulado.

El verdoso se echó en la cama en forma de estrella con una enorme sonrisa en su rostro. El azulito se quitó los lentes de contacto y los dejó pegados en el espejo del peinador, importándole realmente poco que se llenaran de tierra o mugre.

Ni suyos eran.

Se acostó al lado de Scourge, mirando atentamente su sonrisa y sus mejillas endurecidas por la emoción.

Felicidades —le susurró con voz cariñosa al mayor.

— Esto es increíble —se dijo a si mismo—. Soy libre de toda esa mierda, ¿así de rápido?

El de piel durazno sonríe con cariño y se acerca para besar la frente del hombre a su lado, sin embargo, un dulce beso es robado de sus labios antes de poder hacerlo, siendo acomodado sobre el abdomen del mayor en un abrazo tierno.

Gracias —le dijo tras romper el ósculo.

— Pero si yo no hice nada —canturreó divertido el de ojos verdes.

Fue gracias a ti que se abrió esta oportunidad —le miró fijamente a los ojos, dejando ver sus zafiros brillar como nunca antes había visto.

Scourge de verdad estaba agradecido con él.

— Pero yo-

Si hubieras seguido soportando la tortura de Fleetway esa noche como yo te había dicho...estarías malherido y yo aun tratando de sacarte de ahí —dijo con un tono de voz desanimado—. Pero decidiste enfrentarlo, escapaste con tus huesos hechos pedazos y un abdomen abierto, para después esa misma noche recibir un disparo en la pierna derecha y ser capturado.

El menor escuchaba atentamente sus palabras en tonalidad suave, murmuros llenos de aprecio que comenzaban a causarle un tono cereza en sus mejillas.

Gracias a tu decisión de esa noche, ahora soy libre —acarició su mejilla—. Y cariño, quiero que tú también lo seas. 

Desvió su mirada con pena, recibiendo besos en su rostro y un toque cálido en su cintura. Se avergüenza de ello y tapa la cara de Scourge con su sábana color bermellón, baja de la cama y corre escaleras abajo.

El verdoso se queda confundido, con un piquito formado en sus labios.

El menor llega a la cocina con el rostro cubierto de rojo, respirando agitado y lleno de pena.

— "¡Scourge eres un intenso!" —pensó internamente. 

Se abanicó la cara con ambas de sus manos con un poco de desesperación, no quería que Silver o Mephiles lo vieran en ese estado tan...deplorable.

Sus sentidos se ponen atentos al escuchar el sonido de la puerta principal del hogar siendo abierta. Se olvida un momento de su vergüenza y mira con confusión como es que la única fémina de aquel lugar hace presencia a las siete con diez minutos de la mañana.

La observa desde la ventana de la sala de estar, la chica está afuera, en el patio delantero. Toma con pereza una jarra bastante linda en forma de elefante después de llenarla con agua de la llave. Comienza a regar las flores del jardín delantero, casi quedándose dormida de pie.

El sonido de su celular resuena con insistencia, sobresaltando a la de ojos azules y sacando un gruñido de su ser. Responde sin siquiera mirar el nombre de la persona que acude a ella a una hora tan temprana del día. Concentra su orejita muy bien en la ventana, tratando de escuchar a la segunda voz en el teléfono. 

— ¿Qué quiere?—dijo en tono seco la rubia.

—¿Cómo de que "qué", perra?

Sus ojos se abren con sorpresa. Esa voz...esa maldita voz al otro lado de la línea la reconocería en cualquier lado.

— S-Señor, lo lamento mucho —dijo con un poco de miedo, mientras dejaba la jarra de jardinería en el suelo. 

— ¿Acaso tienes una maldita idea de lo que tu noviecito acaba de hacer?

Era Fleetway.

— Y-Yo-

— No quiero explicaciones baratas, María —exclamó su nombre con odio—. Quiero vivo al jodido hombre que tu querido esposo acaba de matar hace cuatro horas.

— De verdad que yo-

— ¡Cállate, carajo! —gruñó con molestia— Si no harás bien tu trabajo ahórrame la pena de tener que pagarte. Quiero información de verdad, y para que me entiendas mejor —dijo alzando su tono de voz—: quiero saber quién demonios es el tipo que estaba colaborando con el Agente. Iván me lo dijo, había un puto hombre que esquivó el dardo tranquilizante que le había disparado. No me mientas, María. No si no quieres que alguien más salga herido —le amenazó.

— El hombre que usted dice...e-es Da-Darkblue, s-señor.

— ...

— ¿Se-?

— ¿Por qué no lo habías mencionado? —dijo con una sonrisa en sus labios— Es una verdadera sorpresa, con razón perdimos. No hay forma de ganarle a él. Al menos no de la forma tradicional. Te contactaré luego.

Colgó.

El inquieto erizo está inmóvil a un lado de la ventana, suspirando frustrado y con una sonrisa irónica en su rostro.

— "Esta zorra...sabía que mi intuición no se equivocaba, ¿Sentarse a un lado mío en la mesa, cuando el primer día estaba tan asustada que prefirió salir de su propia casa antes de decirme algo? Ja, que tontería" —pensó.

Sus pasos se redireccionaron hacia la cocina, se sirvió un vaso de agua y salió de nuevo a la sala, donde apenas comenzaba a abrir la puerta la dichosa informante.

— Hola, María, ¿Apenas llegas?

La rubia tiembla, exaltada de ver como aquellos ojos de verde esmeralda la miraban fijamente y sin parpadear. Termina de cerrar la puerta, abatida y nerviosa.

— Ahm, sí...

— ¿Por qué hasta ahora?, ¿Había mucha ropa que diseñar? —cuestionó cerrando sus ojos y dándole una sonrisa.

— ¿Ropa? T-Tú...¿Cómo sabes que diseño ropa?

— Shadow resultó ser un poco hablador de vez en cuando —se acercó un poco más a ella, dando un paso en frente—. Supongo que vienes cansada, así que subiré para dormir un poco —dejó el vaso de agua en la mesita de centro, intacto, y subió junto con Scourge.

María deja salir el aire contenido en sus pulmones, nerviosa a más no poder.

— "Que aura asesina tan intensa es la que tiene" —pensó temerosa. 

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Momentos antes, en otro lugar.

Un erizo amarillento se dirigía a un edificio abandonado que estaba a medio construir. Al ingresar en él se dirige a un pequeño espacio en el decimosexto piso donde se supone que debería haber un elevador. Sin embargo, ahí no se encuentra aquella máquina que lo llevará a su destino de manera tranquila, por lo que, sin más, se arroja al vacío.

Al llegar al final cae hincado en una pierna, se levanta y acomoda su sombrero vaquero color marrón. Empieza a hacer una clase de baile esquivando flechas que le eran disparadas, y al final solo muestra su ojo derecho en un lector haciendo que se abra la puerta de metal.  Al atravesar la puerta se encuentra con varios erizos, equidnas, zorros, entre otras especies; todos tenían cierta característica similar, un tatuaje abajo del ojo izquierdo.

El erizo sigue su camino hasta el fondo de aquel lugar, donde sí había un elevador, coloca el piso 8 y empieza a bajar. Al llegar sale directamente en una oficina donde se encontraba un erizo amarillento en su escritorio, aparentemente acariciaba a su mascota, por lo que se acerca lentamente a él.

— Ya hice lo que me dijiste, ahora quiero mi paga.

— ¿Hacer exactamente...qué? —le respondió una voz gruesa, sin voltear a verlo.

— Frustré los planes de ese Agente y descubrí algo maravilloso —dijo con una sonrisa falsa—. Al parecer ese morenito tiene un ayudante.

— ¿Ayudante?

— ¡Sipi! —dijo subiendo su cuerpo al escritorio de aquel sujeto. 

Sacó sin permiso una cajetilla de cigarrillos de los cajones cercanos, encendió uno con el mechero en forma de tarjetilla de póker y comenzó a consumirlo sin más preámbulo.  

— Solo pude quitarle el arma a ese atractivo erizo y dársela al estúpido de Romeo —se quejó mientras expulsaba el humo entre sus labios, mientras su tono de voz se hacía un poco afeminado.

— Y aun con el arma en tus manos, ni siquiera pudiste acabar con ese Agente. Todos son unos malditos idiotas aquí —su voz resonó con molestia por todo el lugar— ¿Acaso no lo entiendes? Quiero que extermines a ese maldito grupo de estorbos con placas —golpeó el escritorio con un puñetazo, asustando al amarillento arriba del mismo—, solo intervienen con mis hombres y me arrebatan las putas posibilidades de encontrar mi esmeralda blanca 

— Cielito, ellos no están interesados en esas piedras "mágicas", no veo el problema de que sigan vivitos y coleando por ahí.

El de sombrero se exaltó al escuchar el golpe que la silla del amarillo dio al caer con fuerza al suelo de mármol. Mira con temor como el tipo que estaba anteriormente en ese lugar se acerca a él. Lo toma del pañuelo rojo en su cuello, obligando a que lo viera directamente a los ojos.

— ¿Qué no ves el maldito problema? Esos agentuchos de cuarta están empezando a exterminar a mis mejores espías, no dudes que tú —lo empieza a ahorcar— serás el siguiente. Te vieron darle el arma a Romeo y dejaste vivo al Agente de ojos rojos que te mandé a matar —lo suelta de manera brusca, mirando con desprecio como este busca desesperadamente recuperar el aire en su persona. 

Sin embargo, a pesar de aquel maltrato, el tipo de sombrero lo mira con ojos enamorados, encerrando su mente en lo que aquel que es su jefe le dio a entender: — "¿Soy de sus mejores hombres?, ¿Se está preocupando por mi?" —pensaba con entusiasmo.

—  No pude matarlo, ¿No ves lo guapo que es?— dijo sujetando su mejilla derecha, aun estando en el suelo— Ese bombón puede ser un modelo noruego muy fácilmente~

— Me importa una mierda si tiene una buena cara —dijo acomodando su silla mientras llamaba de nuevo al minino que tenía en sus piernas, pues esta había salido corriendo en cuanto su dueño se puso de pie—. Asegúrate de mandar a esos cuatro al infierno, no quiero verlos hacer plaga en mi territorio.

Su odio se centra fijamente en una serie de pantallas frente a su escritorio, observando con repudio un video en el museo que había explotado hace poco, en pausa, justo en el rostro del moreno de ojos rojos. 

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