°°Cap.10: El tiempo °°
Apenas y habían podido liberarse de los infinitos y odiosos reporteros que estaban acosándolos en el museo. Entraron tan rápido como pudieron a uno de los coches que G.U.N había mandado para su transporte de regreso a la base, debido a que informaron sobre una pequeña emergencia que había ocurrido con el cobalto y no podían utilizar el auto que les encomendaron.
Mephiles estaba serio y estresado por la situación, pues lo que menos debía de saberse en estos tiempos de paz era aquello, ¡Que en realidad de paz no había ni una mísera pizca!
Y aún faltaba que el Comandante se enterara de la noticia, de preferencia quería ser él el que informara de ello a su superior de manera personal antes que cualquier otro medio de comunicación capaz de trastornar toda la verídica información a un montón de titulares falsos en el periódico y TV.
Miró a su querido novio a un lado, éste estaba bastante contento y relajado, como siempre lo encontraba. Suspiró y se recargó en el hombro de traje negro, recibiendo mimos en su cabeza y un suave beso en una de sus orejas.
El mejor alivio para el estrés, sin duda alguna.
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Había acelerado tanto como podía permitírselo su poca cordura y paciencia. Se estacionó fuera de casa y entró sin siquiera llamar a la puerta (¡Es su bendita casa!)
Subió a la habitación de invitados de manera apresurada, encontrando al chico semidesnudo sobre la cama al abrir la puerta sin tocar, nuevamente.
— ¡Shadow! —dice sonrojado y sorprendido mientras tapa su cuerpo con la sábana de su cama.
— ¡Perdón, perdón, perdón! —cerró la puerta de golpe mientras miraba al suelo bastante avergonzado, olvidando por un momento el porqué su intromisión— ¡Espera, no! —volvió a abrir la puerta en cuanto lo recordó, viendo al de púas azules con una camisa bastante pegada a su cuerpo.
Se acercó de manera amenazante y lo tiró a la cama sin más, sosteniendo sus manos por encima de la cabeza ajena mientras esté forcejeaba por su liberación.
— ¡Oye, que demonios! —decia pataleando.
— ¡Nada de eso!, ¡Tú sabes lo que hiciste! —lo apretó aún más de las manos, recibiendo quejidos como respuesta.
— "¡Está demasiado cerca, por dios!" —pensaba el de ojos verdes mientras comenzaba a sonrojarse— ¡Déjame tranquilo!
El azebache se acomodó mejor sobre la cama, dejando su rodilla entre las piernas del chiquillo. Bajó una de sus manos a su cuello y apretó para asegurarse de que no se movería de ahí, pero...
— Mhm...
¿Qué carajos?
¡Oh, por Lucifer!, ¿¡Él acaba de!?
El moreno se sonrojó intensamente, mientras veía los ojos esmeraldas brillar hacia su persona. Lo soltó lentamente y ambos se sentaron sin decir nada.
— ¿Dónde están? —dice el azebache mientras mira a otra dirección.
— B-Bajo el ropero...—dijo mientras escondía su rostro entre sus manos— "Por Dios, Darkblue, ¿Acabas de gemirle a este Agente porque te apretó el cuello?" —se oculta más.
El de ojos rojos se dirigió hacia donde el chiquillo le había dicho, encontrando aquella mochila que había sido confiscada hace un tiempo atrás. Talló un poco su entrecejo para olvidar el pequeño acto vergonzoso que acababa de suceder y tomó aquella tela negra entre brazos.
— ¿Por qué las robaste?, ¡Sabes tu situación y aún así haces cosas que no deberías! —dijo mostrándole las joyas bastante enojado.
— "No le voy a decir que lo hice para molestarle el trasero a ese tipo" —pensó—. Solo quise hacerlo, porque quiero y ya.
No hacía falta decir que eso solo había molestado más al moreno, éste se acercó a la cama del ladronzuelo y metió su mano bajo la almohada. Darkblue lo miró confundido hasta que cayó en cuenta de algo:— ¡Deja eso ahí! —exclamó mientras sujetaba la mano morena para que no saliera de la funda de su esponjoso objeto para dormir.
— ¡Suéltame!
— ¡No!
— ¡Au!, ¡No me muerdas! —gritó en cuanto vió los colmillos ajenos enterrarse en su brazo.
— ¡Mdeja mi agma! —dijo mientras lo seguía mordiendo.
El azebache logró sacar aquel objeto y lo alzó muy arriba mientras tomaba distancia de Blue, reluciendo con la luz de la habitación el arma de grabaciones en rosa oro de Rossette Pinky.
El única arma que tenía hasta el momento sin supervisión.
El de ojos gema bajó de la cama rápidamente, tropezando gracias las sábanas que no quiso doblar en una hora más temprana. Lo miró molesto ya que ese era su, pequeño y para nada peligroso, secreto bajo la almohada.
— ¡Dámela! —se encimó en el azebache.
— ¡Olvídate de eso! —le dijo mientras la alzaba aún más— ¡Regresarás esto a las autoridades y pedirás disculpas!
— ¡Equilibrate bien, me voy a caer! —se quejó mientras estiraba más sus brazos y enrollaba sus piernas en el torso ajeno.
El moreno sintió este movimiento y se sonrojó bastante avergonzado, sentir el cuerpo del otro tan cerca sin ser ellos tan...cercanos, válgame, era bastante incómodo y muy avanzado para el tipo de relación amistad-odio-criminal-agente que tenían.
No pudo soportar el peso de ambos con la mochila de joyas en uno de sus brazos en alto y cayeron al suelo, lastimosamente el azebache cayó en una posición tan extraña que, el mismo peso del azulito arriba de él, le lastimó uno de sus tobillos.
— ¡Agh!, ¡Quita, quita, quita! —decía con dolor.
— ¿Qué?
— ¡QUITATE!
— ¡NO ME GRITES!
Eran un par de niños.
El de tez durazno se quitó de encima y el azebache lo derribó en el suelo, le colocó esposas en su muñeca derecha y lo aferró a la pata de la cama. Dejándolo en el suelo quejándose mientras él se revolcaba de dolor sujetando su pie.
Se quedó quieto un rato mientras controlaba su respiración, el tobillo lo sentía sin la fuerza suficiente como para dejarlo de pie correctamente. Se sienta suspirando y toma la mochila de joyas, mira al chico al lado que lo estaba fulminando con su mirar verde cristalino, lleva su vista a su celular y marca a cierto número.
— ¿Mephiles? Manda a una de las unidades por favor.
— ¿Qué? —murmura nervioso, mira su muñeca aferrada a la cama y regresa su mirar al azebache— ¡Ni se te ocurra!
El azebache cuelga la llamada al instante de decir aquello, mandando su ubicación a su hermano y dejando el celular sobre la sábana tirada en el piso.
Voltea a ver al criminal en el suelo y suspira al ver su cara rabiosa por la mala jugada, decide no explicar nada y esperar a que las autoridades hicieran lo suyo (aunque él también fuera parte de esas autoridades). El azulito se rebuelca en la alfombra quejoso de no poder salirse con la suya en esta ocasión, patea al otro con la flexibilidad de sus piernas pero debido a la distancia no logra más que acariciarle el brazo derecho.
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— ¡No es justo!
— Por favor, ya cállate...
Quizás el guardia que lo cuidaba era uno recién contratado, no estaba soportando sus quejas de injusticia en lo que llevaba de la tarde encerrado ahí. Ni siquiera lo trataba de una manera grosera u orgullosa, solo estaba ahí hablándole como una persona normal que te encuentras todos los días en la calle.
Estaba sentado en un banquito de madera al lado de su celda, mientras él se encontraba acostado en el suelo con las piernas en "V" en la pared; decir que estaba aburrido y molesto era poco.
— ¡Me quiero ir ahora!, ¡Shaaaadoooow!, ¡Shaaaaaaaadoooooooow!
—Agh, ¡Ya callen a ese jodido gato!
— ¡Algunos tratamos de dormir!
Los prisioneros comenzaron a quejarse por tercera vez en aquellas celdas separadas, lastimosamente para el azulado no era una razón para callarle la boca y siguió gritando el nombre del agente con recelo y exigencia.
El chico había sido llevado por las autoridades y, como un castigo por desobediencia, tuvo que pasar una noche encerrado en la prisión común. Siendo estás reconocidas por su poca higiene a comparación de las celdas ultra vigiladas de Armaments Garden (la prisión en la que lo metieron cuando lo capturaron en el museo), la máxima seguridad del país reflejada en una sola zona.
Se quedó dormido en la misma posición, importándole poco el suelo sucio y la falta de una suave cobija (acostumbrado en esos días a dormir como cualquier otra persona normal).
A la mañana siguiente, Shadow estaba presente mientras el encargado de la prisión lo regañaba por su ausencia en las llamadas que le habían hecho (molestaba a todos los guardias y su seguridad era débil). Él solo pudo suspirar y caminar a la celda de su criminal problemático, encontrando su cuerpo hecho una bolita en el suelo mientras estaba dormido tranquilamente.
— Dejó de gritar su nombre aproximadamente a las cuatro o cinco de la mañana —informó el mismo guardia con ojeras de cansancio.
Abrió la celda con la llave de metal negro en su cintura, despertando al chico dormido y alertando a Shadow.
— ¡Shadow!
—Aghhhhh
— ¿Otra vez?
— ¿Va a comenzar de nuevo?
Los murmuros y quejidos le hicieron ver al moreno que realmente no se lo habían pasado muy bien anoche, tomó al azul de uno de sus brazos y lo sacó de ahí; escuchando como se despedía del joven guardia de pelaje naranja.
— ¡Adiós, Charlie!
— ¡Adiós! —lo vió irse—....por fin —suspiró y se sentó rendido en su silla de madera.
El resto de presos celebraron y volvieron a dormir profundamente, mientras el azebache seguía escuchando los reclamos del chiquillo durante todo el camino a casa, lastimosamente manejando con su pie izquierdo debido a que el otro lo tenía hecho mierda.
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— Lo lamento señor, no pudimos conseguir las gemas.
— No te preocupes —dijo una voz con ironía—, sé de sobra que todos son unos inútiles.
El culpable pasó saliva despacio y nervioso, aunque lo disimuló bastante bien. Estaba arrodillado y viendo al suelo, rencoroso de que su plan fuese frustrado por ese maldito hipócrita de Darkblue.
Las cadenas en su ropa sonaron después de exaltarse ante un golpe profundo en una mesa de madera obscura, alzó la mirada, la mano de aquel tipo la había atravesado por completo y salía sin ningún rasguño de allí.
— Quiero esa droga dentro de tres días —su voz gruesa sonó—, no me interesa si no está añadido por completo el rubí que queda en bodega.
— Pero señor —le dijo el otro—, la droga tarda cinco días en hacerse —exclamó con la cabeza gacha.
El silencio lo amenaza, sabe que hace mal en responderle a la máxima autoridad del lugar. Ruega que no tenga un ataque de ira y sea el primero en el que piense sofocarlo.
El hombre se levantó de su asiento y caminó hasta un mueble de madera de abeto, sacando de su cajón más superior un caja de cigarrillos. No se molestó en mirar al subordinado que estaba ansioso en el suelo, no le importaría en lo más mínimo que tanto rogará por su vida en tres días si esa maldita bolsa de polvo alucinógeno no estaba lista para su lapso establecido.
Los minutos pasaban lentos y el cuerpo le comenzaba a temblar.
La fuerte nicotina reinó en la habitación obscura, entrando a sus fosas nasales con fiereza, amenazante. Aguantó lo más que pudo, no debía toser, no si no quería molestarlo.
Tomó fuertemente su reloj colgando de su bolsillo nervioso de utilizar las palabras incorrectas. Pero no se inmuta en imaginar las consecuencias, ya que no tenía nada que perder.
— Señor, ¿Entonces...?
Ya no.
— ¿Entonces? —caló a su cigarro, y mientas volvía a hablar el humo salió en un soplido — El tiempo corre, hijo de perra.
Edición final c:❤️
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