Cap. 21: Un destino no tan deseado.

Astrid jamás había recordado sentir tanto frío en su vida.

Se había acostumbrado tanto al clima cálido cuando vivía en San Francisco, que el regresar al clima frio de su pueblo natal después de tres años resultaba extraño.

Habían llegado a Rusia desde hace unas horas y al bajar del Jet visualizó el paisaje del bosque a lo lejos, observando las copas de los árboles; de los cuales sus hojas se movían por la brisa fresca de la mañana.

El sentirla contra su piel le provocó un escalofrío que hizo que se colocara su chaqueta y se abrazara a si misma intentando entrar en calor.

Al voltear la mirada hacia su novio, se dio cuenta que este hablaba con Valka antes de verla y sonreírle, claramente ella no pudo evitar corresponderle.

Los gemelos yacían caminando hacia donde estaban los demás, estando más animados y con más energía. Como todos esperaban el par de hermanos siguieron dormidos todo el camino, de hecho al llegar al aeropuerto fueron los primeros en subir al Jet para usar los asientos más cómodos.

El viaje fue mas largo de lo que esperó, o bueno eso fue a lo que a ella le pareció ya que no dejaba de pellizcarse la muñeca derecha aunque su piel se enrojeciera y se irritara.

Se había quedado dormida por menos de media hora; lo cual sorprendió a Hipo por que sabía que cuando Astrid se ponía nerviosa o ansiosa no podía conciliar el sueño aunque lo quisiera.

Pero hasta cierto punto se encontraba tranquila, muy probablemente por el hecho de saber que estaba más cerca de encontrar a su pequeña, además de que no iba a enfrentar lo que vendría sola, tenía Hipo y a sus amigos; quienes se habían ofrecido a ayudarla a pesar de que ella los había sacado de su vida al irse a San Francisco.

-hace un frío del demonio aquí-comentó Harry tiritando de frío abrazándose a si mismo al mismo tiempo que se frotaba los brazos en busca de más calor.

-hogar dulce hogar-dijo con sarcasmo su hermana caminando a su lado hacia donde estaban Heather y Atali-pero si te soy sincera ya extrañaba que el frío golpeara mi rostro.

-no se como soportarías vivir en un clima tan infernal como este-reclamó el Hofferson menor deteniéndose unos segundos para admirar la belleza del bosque-aunque tiene una linda vista.

-es una maravillosa vista-corrigió Astrid una vez que continuaron caminando

-hace más frío que la última vez, ¿no?-preguntó Heather mirando hacia el cielo.

-apenas va a empezar el otoño, la última vez que estuvimos aquí era primavera-explicó Harry con una sonrisa-pero con una buena taza de café, té o chocolate..

-o tequila-interrumpió la gemela pasando por su lado dejando confundido al joven.

-bueno el punto es que muy pronto tendremos un lugar para no pasar tanto frío

-exacto, además de que nos serviría para descansar un poco para recuperarnos al cien por ciento y elaborar un plan para recuperar a mi hija-propuso la ojiazul.

-Mala acaba de decirme que llamó a las doncellas aladas, nos llevarán hasta la aldea en lo que tú abuelo nos alcanza-informó Atali con una amplia sonrisa.

-¿emocionada por volver a verlas?-preguntó Heather.

-por supuesto, ellas fueron la primera familia que de verdad me ayudó-informó Atali con cierta tristeza que no pasó desapercibida por Astrid.

Si de verdad consideraba a las doncellas aladas como su familia, ¿por qué se fue?.

-Astrid-escuchó la mencionada la voz de Hipo llamándola.

-¿qué pasa?-cuestionó una vez que se le acercó lo suficientemente-¿estás bien?-señaló preocupada al verlo temblando.

-es por el frío, hace mucho más aquí. No terminó de acostumbrarme-explicó rápidamente a lo que la chica lo abrazó para que el calor de sus cuerpos los hiciera olvidarse del clima.

-te servirá un buen baño caliente y una taza del té que tanto te gusta-Hipo no podía sentirse más feliz de tenerla a su lado, se enterneció tanto por sus palabras que la aferró más a el.

-solo si vienes conmigo-le susurró al oído antes de besarle la mejilla con cariño recibiendo un asentimiento como respuesta.

-parece que de nuevo tienen 20 años-mencionó Mala mirándolos desde lejos junto a Valka.

-pasaron tres años sin que pudieran estar juntos-habló la Haddock con una sonrisa.

-comprendo por qué parecen como dos enamorados al principio de una relación.

-ellos siempre han sido cariñosos el uno con el otro, claro que no al grado de llegar a decirse apodos tan extravagantes como los que tu esposo y tu se dicen cada que se ven-comparó haciéndolas reír a ambas.

-Dagur y yo podemos ser un poco melosos en algunas ocasiones-reconoció mirando a su esposo hablar con Walter y Camicazi.

-¿un poco?.

-esta bien, somos muy melosos-esta vez Valka rió con fuerza contagiando a Mala.

-pero bueno, es lindo verlos juntos de nuevo-dijo la mujer una vez que se calmaron.

-es lo mejor para ellos y la pequeña-declaró la castaña.

En eso escucharon el sonido de autos acercándose, todos voltearon y miraron a los autos y camionetas que se acercaban en su dirección.

Atali y Camicazi no dudaron en correr hacia estos en cuanto se detuvieron, abrazando a las mujeres que alguna vez fueron sus compañeras, Mala y Valka también se acercaron a ellas siendo bienvenidas, después de todo alguna vez pertenecieron a ellas.

Aun con el corazón emocionado, Mala llamó a su esposo y a sus amigos para que subieran a las camionetas que los llevarían a aquel pueblo.

Astrid e Hipo se tomaron fuertemente de las manos al entrar al transporte, sintiendo como su mente jugaba con sus malos recuerdos.

Y sí antes estaban nerviosos por lo que se encontrarían, ahora podrían jurar que sus piernas temblaban aunque quizás era el frío que los estaba congelando.

Y aún mirando por el camino sus manos no se separaron y no se alejaron del otro, evitaban tener contacto visual entre ellos por la tensión que se generó en el ambiente.

A los minutos de haber empezado el camino visualizaron las primeras casas del pueblo, las cuales iban incrementando a medida que se iban acercando a la casa de la abuela de Astrid.

La rubia apretó el agarre de la mano de Hipo; quien la miró por primera vez con preocupación, pero ella ni siquiera volteó la cabeza para verlo.

Al sentir sus ojos sobre ella parpadeó varias veces y suspiró al intentar calmarse para evitar que el castaño dejara de preocuparse, aunque era obvio que el chico jamás dejaría de asegurarse que su novia estuviera bien.

Cuando la camioneta se detuvo la rubia miró por la ventana hacia la casa de su abuela; la cual tenía varias luces encendidas.

-ustedes quédense aquí, yo iré-avisó la joven levantándose de su asiento, pero Hipo la tomó del brazo haciendo que lo mirara-está bien, tranquilo.

Dudoso, el castaño la dejó ir observándola, al igual que los demás como se acercaba a la puerta de madera.

Astrid sentía la mirada de su novio y la de sus amigos sobre ella y no era para menos, a algunos metros de la casa de su abuela, se encontraba el cementerio y con solo desviar la mirada un poco a la derecha vería aquel sitio directamente.

Al estar frente a aquella puerta de roble la golpeó levemente, escuchando varios pasos acercarse a la entrada.

Bajó la vista al suelo ante el nerviosismo, frotándose las manos por el frío. Al abrirse la puerta miró a los ojos a la persona que estaba frente a ella y que los abrió con sorpresa.

-¿Astrid?-preguntó acariciando la mejilla de la rubia.

-hola tía-saludó con una triste sonrisa.

-¿pero qué...?, ¿cómo?, ¿qué pasa?,¿qué te trae por aquí cariño?-cuestionó esta vez la mujer más preocupada tomándola por los hombros.

-me temo que no es nada bueno-reveló con sus ojos cristalizados.

-ay cielo-dicho esto la mujer la abrazó con fuerza estrechándola contra su pecho.

Astrid correspondió el abrazo soltando una lágrima traicionera, hacia mucho tiempo que no la veía y el sentir uno de sus abrazos la recordaba muchas cosas de su niñez.

A su familia.

-¿cómo está la abuela?-preguntó la ojiazul una vez que se separaron del abrazo.

-ella está bien.

-¿puedo verla?.

-está en su cuarto-avisó la mujer, antes de que la chica volteara hacia la camioneta y les hiciera una señal para que siguieran esperando. Después entró a la casa junto a su tía.

Ambas subieron por las escaleras hasta llegar a la habitación de la mujer mayor; en donde tocaron la puerta y al tener permiso entraron.

Astrid sintió sus lágrimas caer al mirar a su abuela llorar por verla de nuevo, con sus sollozos, que se hicieron evidentes al abrazarla.

-mi querida nieta-dijo la mujer acariciando la mejilla de la joven una vez que la alejó un poco para verle el rostro-¿qué pasa?.

Con su corazón volviendo a romperse, Astrid se dispuso a contar todo lo que había sucedido.

La noticia sobre la existencia de Zephyr hizo que las mujeres se sorprendieran y quedarán en shock, aun más al enterarse que la pequeña estaba en peligro.

La chica les contó toda la verdad sobre lo que pasó en los últimos tres años de su vida, el secuestró de su hija, el como se entero de que Hipo estaba vivo, de la ayuda que tuvo de parte de sus amigos.

Claramente fue un hecho que la regañaran cuando se enteraron el problema que tuvo con Hipo sobre ocultarle la verdad, aunque también comprendieron su miedo.

Obviamente no entró en más detalles sobretodo en su relación con el padre de su niña, pero si les aseguró que ambos estaban de nuevo juntos y que eran un equipo.

-se que no es justo que se los pida por el desastre que causamos la última vez, pero mi hija está cerca de aquí y estamos más cerca de salvarla-la chica sentía sus manos temblar-necesitamos un lugar donde quedarnos.

La abuela de Astrid comprendió que querría decir y de inmediato estuvo de acuerdo con que sus amigos se quedarán en su casa, después de todo siempre mencionaban que eran personas muy agradables.

Después de agradecer una infinidad de veces, salió del hogar avisándole a sus amigos que tenían autorización para quedarse.

Era extraño que todos volvieran y hasta cierto punto se sentía nostálgico. Astrid no evitó sentir cierta ternura al ver a su tía y a su abuela abrazando a su novio por verlo con vida.

Inconscientemente miró hacia la derecha, encontrándose con el cementerio. Lo que había estado evitando ver desde que llegó.

El sonido de balas y gritos de dolor llegó a su mente, haciéndola temblar más por el miedo que por el frío.

"Suéltala"

Escuchó en su mente.

"¡DEJALA IR!"

Entonces los recuerdos llegaron.

Su madre. Todo era sangre. Su Muerte.

Su padre. Todo era sangre. Su muerte.

Prim...

Estaba cubierta de sangre.

Su hermana estaba muerta.

-Astrid-escuchó a su hermano llamándola sacándola de esos horribles pensamientos.

-¿qué ocurre?-preguntó intentando olvidar lo sucedido.

-¿te sientes bien?-indagó Harry algo asustado por verla en ese estado.

-solo estoy cansada, si duermo un poco tal vez se me pase-mintió alejándose de allí antes de que su hermano le preguntara algo más.

Claro que este no se iba a quedar de brazos cruzados mientras miraba a su hermana hostigarse más de lo que ya lo hacía.

-Hipo-llamó al ojiverde que tenia consigo la mochila de Astrid y la suya.

-¿pasa algo?.

-es Astrid, algo malo le esta pasando-explicó brevemente lo cual fue suficiente para que castaño también se preocupara.

-sabía que se pondría mal al venir aquí, pero no creí que sería tan rápido-comentó Hipo mirando a su novia desde lejos, notando qué observaba de reojo el cementerio.

-aquí pasaron cosas feas para los tres, tu descubriste la verdad sobre tu padre y Astrid y yo perdimos...-recordó el Hofferson menor con algo de tristeza-los perdimos.

-lo se Harry, lo se-la manó de Hipo se posiciono en el hombro del mencionado en símbolo de apoyo.

-nos va a necesitar a ambos-el ojiverde asintió.

Astrid observó como su novio y su hermano hablaban fingiendo que no la miraban, cuando era más que evidente que lo hacían.

Si sus sospechas eran ciertas, tenía en claro que hablaban sobre lo que había ocurrido hace tres años. Apreciaba que ambos vieran por su bienestar, pero a la vez sentía que no iban a parar de observarla en todo el tiempo que se quedarían allí ,y con solo pensarlo se sentía algo incomoda.

Pero aun trataba de fingir que no tenía ni idea que aquellos dos tramaban algo, como cuando los gemelos tramaban alguna de sus bromas por el día de Loki.

Lo único que tenía en cuenta era no bajar la guardia y verse vulnerable.

-deben tener hambre, vengan pasen prepararé la cena-invitó la tía de Astrid mientras los demás no pudieron rechazarla por lo cansados y hambrientos que estaban.

-le ayudó tía-se ofreció Astrid, pero la mujer la detuvo.

-no te preocupes por eso, he cocinado para todo el pueblo en contra tiempo, esto será más sencillo-tranquilizó la mujer-tu ve y descansa, aunque no creas que lo necesites.

-bueno..-aceptó Astrid no tan convencida.

Miró hacia atrás en la dirección donde estaba Hipo, antes de acercarse a él para tomar su mochila de las manos de su novio.

-¿todo bien?-le preguntó al verlo tenso, caminando hacia la casa a su lado.

-si, ¿tu lo estás?-cuestionó ahora el joven posando su mano en el medio de su espalda e inocentemente ambos miraron hacia el bosque y de nuevo al cementerio.

-estoy bien-contestó Astrid siguiendo su camino a la casa, dejando atrás al chico.

"Si que eres mala fingiendo", pensó Hipo siguiéndola hasta entrar a la casa, donde la abuela de Astrid los condujo hasta su habitación.

La misma de hace tres años, no era tan diferente, la cama y las sábanas estaban en el mismo lugar que las anteriores aunque fueran nuevas, el suelo había sido renovado por el ataque que el pueblo sufrió.

De hecho se podía apreciar de donde terminaba el suelo viejo y donde empezaba el nuevo.

Como era de costumbre, Astrid se encerró en el baño unos minutos con la excusa que le dolía algo el estómago, pero estando sola, se miró al espejo tratando de minimizar el temblor de sus manos como el de todo su cuerpo al mismo tiempo que cerraba los ojos cuando el dolor en el torso volvía a presentarse.

Salió del baño encontrándose con Hipo observando a través de la ventana de la habitación, la cual también era nueva. Se acercó con calma hasta donde el estaba parado, dándose cuenta que lo que tanto veía era la casa donde ella había crecido.

-¿aun tienes curiosidad?-indagó con media sonrisa mientras apoyaba su cabeza contra el marco de la ventana.

-no lo se-sinceró indeciso-parece que todos aun siguen evitando construir siquiera a su alrededor.

-no los culpo, yo tampoco quisiera vivir donde asesinaron a alguien-reveló la joven alejándose de la ventana y de Hipo; el cual le clavó los ojos con sorpresa al escuchar sus palabras, hasta llegar a la cama donde se recostó.

Sabiendo que ella no diría nada más, el ojiverde se acostó a su lado pasando su mano por el abdomen y la cintura de la chica.

Los labios rosas de ella sisearon de dolor cuando el chico pasó la mano por el moretón, causando que la mirara preocupado.

-¿otra vez te duele?.

-un poco, tal vez se quite con la pomada.

Sin perder tiempo el joven se levantó de la cama y buscó en la bolsa la dichosa pomada, para luego pasarla por el torso de ella.

Al estar más cómoda, Astrid lo tomó del cuello del suéter apegándolo, dejando que el se posicionara encima de ella.

Con delicadeza quitó aquel parche de la herida de la sien de Hipo dejando ver una pequeña cicatriz .

-sanó más rápido de lo esperado.

-te dije que no era grave-volvió a recordar depositándole un beso en la frente.

-¿estás cansado?-Hipo cerró los ojos por el contacto de su mano fría con su mejilla.

Se sentía bien, bastante bien.

-algo-confesó.

Con solo una manta cubriéndolos, se recostaron en la cama, quitándose solo los zapatos, sin estar abrazados pero lo suficientemente cerca del otro para que sus labios casi rozaran.

Con los ojos fijos en los de su pareja, pudieron decirse lo que no se atrevían con palabras, incluso se percataron que llegaban a cristalizarse.

Demonios, había demasiado de que hablar, pero tenían la sensación de que sus cuerdas vocales les fallarían si lo intentaban.

De nuevo volvían a quedarse en silencio, temiendo que los recuerdos del pasado fueran tan abrumadores para soportar. Incluso así, seguían fingiendo que volver a ese pueblo no les había afectado más de lo que habían creído.

-no te atrevas a irte si aun no despierto-amenazó la chica cuando estaba perdiendo contra el cansancio-no quiero despertar sola en esta casa, por favor.

-jamás lo haría-prometió adormilado pasando su mano hasta la espalda de ella y masajear con delicadeza-te amo.

-yo también te amo.

Una simple frase que lo hacía el hombre mas feliz y que a ella la hacía sentir la mujer más afortunada de volver a tener de nuevo en sus brazos.

Hipo había vuelto con ella después de tres años y estaba decidido a criar a su hija junto a ella, como un equipo.

Pero volver a ese sitio, le daba la sensación de que lo perdería de nuevo.





CONTINUARÁ.


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