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—Una hija espiando a su padre, eso es una mentira. Lo supe en el momento en que llegó.

—¿Cómo se nos ocurrió entrenar a la hija de esa persona? Estoy segura de que lo hizo a propósito, arruinó la misión para encubrirlo.

—¿Acaso tienes pruebas de eso?

—Su madre era igual de impulsiva, pero definitivamente esa niña heredó las actitudes de su padre. Es la viva imagen de ese sucio político.

—Dejen de hablar sin fundamentos, ella pronto estará aquí para aclarar la situación —escuché la voz de Sofía intervenir entre ellos.

Se supone que era un edificio moderno en una agencia de espías, era irónico que pudiera escucharlos incluso detrás de la puerta. Quizá los ingenieros estuvieron muy despreocupados al construir la sala de juntas principal de Parabellum.

Suspiré antes de entrar, esperaba que el aire renovado en mis pulmones fuera suficiente para darme el valor de enfrentarlos.

—Déjamelo a mí —dijo Azen, tocando mi hombro al mismo tiempo que sostenía la perilla para adelantarse e interrumpirlos—. Asumo la responsabilidad, robé los explosivos del almacén y los coloqué sin previo aviso, soy el único culpable —alegó dejando a todos sin habla.

Azen era definitivamente un buen mentiroso. Se culpó porque sabía que no habría represalias en su contra, o al menos no como las que me habrían tocado a mí.

—Un sermón basto para dejarnos libres, eso no me lo esperaba —dije con sarcasmo, pues ya sabía que se debía al poder de su familia sobre la agencia.

Seguíamos hablando mientras caminábamos de regreso a la enfermería en donde Azen descansaría. Todavía estaba inquieta por la nueva misión de la que nos informaron, pues, aunque herido, él seguía siendo mi compañero. No tenía idea de lo que pretendían al enviarnos a una misión sin darle tiempo para recuperarse. Puede que, aunque dijeran que se compadecían de nosotros y nos daban una nueva oportunidad, realmente lo hicieran para desecharnos.

—Es porque ellos piensan que heredaré el puesto de alguno de mis padres —suspiró pareciendo abrumado.

—Olvídalo no quiero saber sobre esa lucha de poderes.

—De acuerdo. Solo no te tomes muy en serio sus palabras, no saben nada de ti y cómo eres realmente —trató de persuadirme para olvidar lo que escuché de uno de los altos mandos.

—No, de hecho, pienso que tienen razón. Dicen que soy cómo mi padre. Pues es cierto —lo miré y sonreí satisfecha por su expresión de asombro—. Siempre consigo todo lo que me propongo. No importa quién se interponga en mi camino, lo quitaré del medio, aunque se trate de él —añadí dándole un leve empujón en el hombro para que entrara y descansará en una de las camillas.

Esa noche la pasamos en las instalaciones de Parabellum, mientras nuestros padres pensaban que estábamos en una excursión de la escuela. Era muy conveniente que nuestras madres nos apoyaran con la cuartada, aunque todavía no entendía como las mentiras parecían ser la única forma de mantener la paz en cualquier parte del mundo.

—Sobre la nueva misión, ¿ya viste de qué se trata? —preguntó tapándose la cabeza con la almohada, parecía agotado.

—Sí, debemos recuperar los restos de las investigaciones de la última vez. Tendremos que volver al laboratorio subterráneo.

—Después de todo parece que solo logramos retrasar los avances de la bacteria y no destruirla por completo. ¡Qué fastidio!

—El criminal siempre vuelve a la escena del crimen, si nos están esperando puede ser peligroso, ¿estás seguro de ir?

—¿Piensas qué puedes quedarte con toda la diversión? Me debes una, así qué no pienses en escapar —advirtió para luego irse a dormir sin querer escuchar mi respuesta.

Era demasiado obstinado, no tenía caso contradecirlo así que también decidí descansar en otra de las camillas vacantes de la enfermería. Al despertar nos enviaron nuevamente al lugar de antes, mis manos temblaron sin razón cuando pude ver el edificio a medio destruir que ahora estaba deshabitado. Ni policías, ni guardias, aquel lugar solo parecía un almacén subterráneo en muy mal estado, como una cueva a medio derrumbarse.

—Si quieres paz, prepárate para la guerra. Irónico que ese sea el significado de Parabellum, que trata de impedir una batalla entre naciones —comentó Azen captando mi mirada confundida—. Quiero decir que los errores del pasado sirven para moldear el futuro si dejas de temerles. Lo que pasó no importa, solo mantente concentrada en el presente.

Sus palabras trataban de consolarme y evitarme los nervios, pero en su lugar me hacían estar más ansiosa. Los errores ahí podían costarnos la vida, pero Azen parecía tener la serenidad de una persona mayor. No sabía porque parecía haber madurado tanto en tan poco tiempo, pero algo en sus palabras me sonaban familiares y mientras más lo pensaba, me acordaba de él. Nathan, alguien que conocí en mi otra vida. 


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