Veinte
Pasaron tres meses, todo lo que juré que no haría no fueron más que promesas al aire; porque poco a poco me convertí en todo lo que odiaba. Comencé sirviendo tragos, después en las tarimas bailando como una puta mientras los descarados me arrojaban dinero mientras me desvestía frente a ellos.
Y entonces llegó ese día que ya no extrañaba tu voz, ni tampoco me quedaba esperando a que, por esas casualidades de la vida, se te diera por aparecer por aquella puerta negra. Llegó un día en que me miré al espejo y me dije: No vale tanto para sentirme así. Y decidí salirme de la melancolía, de aquella tristeza, de esas noches llenas de nostalgia en que cada maldita canción me recordaba a tu nombre. Llegó así, de la nada, el día que observé las fotos que nos habíamos tomado y por primera vez no lloré, sino que sonreí de felicidad por ti y lo bien que te la pasabas con tu reciente esposa.
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