Cuatro

–Asfíxiala, amárrala, agarra su pelo, su trasero, muérdela, apriétala, acaríciala, bésala, hazla sentir tuya, hazla sentir deseada. Cógetela como si fuera una puta, sin olvidar que ella es tu dama. –Decían los hombres mientras esperaban con ansias a que abriera el prostíbulo. –Eso es lo que quieren las mujeres, ser tratadas como putas. 

Todas esas palabras, esos recuerdos se me venían a la mente y no eran más que dolor y sufrimiento al saber que la propia hija del dueño era violada por el mismo diablo noche tras noche. Jamás tuve el valor de avisarle a la policía, me aterraba el simple hecho de que no pasara nada y fuese entonces mi padre quien me diera el peor castigo de todos los tiempos o peor aún, practicar una de sus asquerosas fantasías sexuales.

Siempre quise tener una vida tranquila, a mi edad salir con adolescentes de mi misma edad, o por alguna extraña razón estar sola en el sofá leyendo algún libro, consultándole a mi padre las palabras que no entendiera y ayudándole a mi madre en los quehaceres de la casa. Sin tan solo tuviera un amor, aquella persona que no me fuerce a hacer las cosas que no quiero.

Qué raro suena a estas edades la palabra amor. La dices, y no sabes si te engañas a ti mismo o a él, o a ella, a los dos.    

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top