Capítulo seis.
Diferente retorno.
Papá y Nico hablan en voz baja, están un poco más alejados de Melody, John y yo. Parecen discutir, intentan parecer tranquilos pero ambos tienen la misma expresión, el ceño fruncido y la mueca en los labios. Eso me inquieta, finjo no notarlo mientras John tira de mi cabello, por alguna razón estaba maravillado con el cabello de todas las mujeres.
— ¿No olvidaste algo? —pregunta Melody, como toda una madre preocupada.
—No, está todo perfecto —aseguro tirando un poco del cuello de mi chaqueta, la tenía cerrada, pero aún así sentía que el dibujo en mis clavículas podía verse.
Todavía escondía aquella tinta en mi cuerpo, me llevaría la reprimienda del año si uno de ellos viera eso. Sé que no tengo edad para tatuajes, y a decir verdad no planeaba hacerme alguno en lo que me resta de vida.
Resoplé molesta con Afrodita, acaricié levemente la manita de John antes de apartarla.
—Ellas están bien, seguro —vuelve a decir mi prima, sonriéndome de forma reconfortante—. Tú misma has dicho que son fuertes.
Asiento, empujo hacia atrás el dolor que me producía no tener a mamá o a Marly aquí. Es el primer año que subiré a ese tren sin despedirme de ellas, ahora iré sola.
—Me escribirás si reciben noticias, ¿verdad? —ruego levemente, mirándola a los ojos—. Si vuelven, si no lo hacen...
—Te escribiré siempre, Madison, tranquila —me da un rápido y suave abrazo—. Intenta concentrarte en algo más, ¿sí? Sería terrible que bajaras tu rendimiento académico por estar constantemente preocupada.
Sacudo la cabeza ante su recomendación. Atrás comienzan a avisar que el tren partiría pronto, veo que todos vuelven a despedirse rápidamente de sus familias para luego correr al tren.
Me agacho para tomar mi maleta con la mano derecha, estaba a mitad de camino cuando Nico tira de ella. Mis ojos se abren horrorizados al notar que mi muñeca quedó expuesta, las palabras brillaron cuando al fin recibieron luz después de tanto tiempo. Lentamente alcé la cabeza para mirar a mi hermano esperando su reacción.
Nico sólo me miraba con el ceño fruncido, más confundido que nada. Baja la vista a mi mano y luego vuelve a mirarme. Alza las cejas.
— ¿Qué te pasa, Mads? Sólo iba a llevarla hasta el tren.
Balbuceo mientras suelto la maleta, él me da un abrazo riendo y diciendo que soy rara. Apenas logro corresponderle el abrazo, luego él se dirige a la entrada del tren y me espera allí. Papá se me acerca entonces, me abraza igual, con fuerza y cariño.
—Cuidate, linda. Sé que serás brillante como siempre.
—Gracias —murmuro, aún con la barbilla en su hombro levanto mi brazo para mirar mi muñeca marcada.
Nico no podía ver el tatuaje... ¿acaso sólo yo podía? Sentí que enrojecía. Todo éste tiempo me puse ropa de invierno para que no lo vieran, cuando pude ir en mangas cortas sin temor a ser regañada.
Si Afrodita me lo decía, habría sido genial.
Me separé de papá suspirando, pero le dediqué una sonrisa cuando me miró.
—Te mantendré al tanto —asegura, llevando mi cabello hacia atrás con un dedo—. Tú... no debes preocuparte, ¿está bien?
—Sí.
Sonríe, besa mi frente —Hasta pronto, Maddie.
—Hasta pronto, papá.
Una última despedida a Melody y John, beso sonoramente la mejilla del bebé. Él se ríe encantado con el gesto, pero sus ojos se llenan de lágrimas al ver que me alejaba. Debo hacerlo rápido, comenzará a llorar a más no poder.
Subí al tren luego de tomar mi maleta y darle otro abrazo a Nico, él parecía querer decirme algo pero permaneció callado.
Choqué varias veces en el pasillo, cuando buscaba un vagón vacío. Me sentía abochornada al notar que todos iban con sus amigos o familia, y yo a decir verdad no tenía a alguien con quien compartir... Más que tía Lily.
Ella sería la enfermera nuevamente, lo cual es impresionante, un poco aterrador, pero ahora me alivia saber que tal vez no pasaré el viaje sola.
Nada más debo encontrarla.
Husmeaba en cada vagón buscando a tía Lily, ya iba al último cuando me resigné. Ella no estaba allí.
¿Ya estará en Hogwarts?
Triste porque estaré sola me introduje al vagón vacío. Con algo de dificultad subí mis cosas al maletero y luego me dejé caer rendida al asiento. Suspiré mirando al techo mientras abría mi chaqueta y luego me la sacaba.
Miré mi brazo derecho, repitiendo una y otra vez las palabras que estaban allí. Con ingenuidad acerqué un dedo y froté, pero no importaba cuánto lo intentara, eso seguiría ahí... Tal vez para siempre.
Lloriqueo cerrando los ojos, pues odiaba los tatuajes. De cualquier tipo, pequeños o grandes, extravagantes o sencillos. Simplemente no me gustaban.
Tocan la puerta tímidamente, cuando la miro ésta se abre para dejar pasar la cabeza de un muchacho.
Sus ojos algo oscuros me miraron nerviosos, me fijé mejor en él. Y lo reconocí como Liam Blair, un Hufflepuff que había ido en la misma canoa que yo en primer año. Parecía querer decir algo, pero lo meditaba mil veces.
—Uh —dijo finalmente—. Yo... ¿por casualidad no has visto a un gatito por aquí?
Alzo una ceja, recordando el pavor de mi madre hacia los gatos. Niego con la cabeza.
—No, lo siento. ¿Perdiste a tu gato?
Sus mejillas se tiñen de rojo, carraspea mirando al suelo.
—A decir verdad... Quería preguntar si puedo acompañarte en el vagón, no sé de dónde salió lo del gato. Siquiera tengo uno.
Me quedo mirándole largo rato, intentando no reírme. Viene a preguntar si puede pasar pero termina hablando sobre un gato inexistente.
—Pasa.
—Muchas gracias —ingresa con torpeza, casi tropezando con su maleta. La sube por sobre su cabeza para poder guardarla, entonces noto que está a punto de caerse sobre él.
Me levanto de un salto y lo ayudo a guardarla, empujo la maleta hasta que parece estar en un lugar seguro. Lo miro, él entra en pánico y desvía la vista sonrojado antes de hablarme.
—Gracias por eso también... Uh, soy Liam Blair.
—Lo sé —suelto sin pensar, luego me sonrojo cuando me mira—. Eh, yo... Te recuerdo de primer año.
Me embarré hasta el cuello, en definitiva.
—Seguro sueno algo...
—También te recuerdo —interrumpe, sonríe mostrando un par de hoyuelos—. Madison Potter, tenías trenzas con listones.
Al parecer se podía morir aún más de vergüenza. Me sorprende que siga recordándome. Usualmente soy yo la que no olvida a las personas, y ellas me olvidan a mí.
—Lo que es sorprendente es que me recuerdes —admite cuando nos sentamos, frente a frente—. Siquiera mis compañeros de cuarto suelen recordarme.
Sé lo que se siente.
—Pues... pareces ser de los pocos que no me han dicho Marlee en vez de Madison —correspondo en voz baja.
Hace un gesto de pena, o bochorno tal vez.
—Bu... Bueno, sus nombres se parecen, tal vez sea por eso.
Me encojo de hombros y miro hacia la ventana.
Quería viajar con alguien, ahora no sé sobre qué hablar. Esto se está tornando incómodo, en especial si él recuerda mis malditas coletas con listones durante todo el primer año.
Fueron esos listones y "Agapita" los que me hicieron memorable durante el primer año, muchos se burlaban de mí por ello. Entonces decidí dejar los listones, y le rogué a todos que me llamaran Madison en vez de Mapi o Agapita. El plan funcionó demasiado bien, hasta comenzaron a ignorar mi existencia.
—Eh —lo miro, jugaba con una bolsa en su regazo—. No eres alérgica u odias el chocolate, ¿verdad?
Alzo las cejas — ¿Quién en su sano juicio odia el chocolate?
Vuelve a sonreír, sus hoyuelos resaltan como antes.
Entonces noté que ya comenzaba a hacer una diferencia a años anteriores... Estaba haciendo un amigo.
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