Capítulo dos.
Subiendo el ánimo.
Si bien lo de Seth fue apenas una fisura, como me había dicho, aún rondaba por mi cabeza cuando las clases acabaron. ¿Cómo no iba a hacerlo? Si pasé junto a él y la chica cuando subí al tren, estaban muy melosos en el pasillo. Caminé junto a él, justo debajo de sus narices, no me habló ni me miró. No sé si decidió ignorarme o es que mágicamente me volví invisible a sus ojos. Aquello también dolió un poco.
Cuando pensé en que tendría novio alguna vez, no creí que íbamos a tener una relación eterna, pero sí esperaba tener buenos términos con él después de acabar con ella. Tal vez por eso acepté lo de acabar la relación, sin poner mucha objeción... o tal vez sólo no quise rogar, porque eso sería perder aún más mi dignidad.
Nico terminó el colegio mejor de lo esperado. Nunca olvidaré su expresión de sorpresa y felicidad cuando la jefa de Gryffindor se acercó a decirle que milagrosamente pasó todas las materias. Comenzó a saltar con todo el mundo, sacudiéndolos por los hombros y luego riendo tan fuerte que temí por su estado mental.
Luego se volvió hacia mí y noté cierto bochorno en su rostro cuando vio mi cara confundida. Se me acercó y me abrazó, sin mucho escándalo.
—Es la primera vez que tengo tan buenas notas —confiesa, como si necesitara hacerlo luego de un segundo siguió—. La verdad no me había esforzado tanto antes.
Sentí la alegría llenarme y lo abracé con más efusividad.
—Ya, te lo mereces, Nico.
Ahora llegábamos a King's Cross. Sería la última vez que él haría este viaje, ¿para mí? Aún faltan como cuatro años para eso. El otro período vendré sola, pues Marly ya no irá a Hogwarts. Eso daba algo de miedo, pues hace un tiempo me decía que no importaba si mi hermano mayor ya terminaba el colegio, aún tenía a Marly para hacerme compañía. Ahora ya no, estaré prácticamente sola allí... Bueno, aún me queda tía Lily, si es que aún le permiten ser enfermera el otro año.
— ¡Foster, deja de golpear a tu compañera! —mi tía hizo acto de presencia en el pasillo, como si la hubiese invocado con mis pensamientos.
Señaló a un niño de primer año con dedo acusador, ya que éste había estado molestando a una niña de su edad. Él levantó las manos con expresión de falsa inocencia. Entonces, cuando tía Lily da un paso hacia él, resbala y cae sobre el niño, me tapo los ojos ante la escena. Ya era raro que no haya sucedido algo así en todo el viaje... Tal vez porque tía Lily se durmió en un vagón al último, sola y lejos de todos.
—Creo que van a despedirme —me dijo después de que la ayudé a levantarse y nos dirigimos a la salida del tren.
—No lo creo, tía... Hasta parece que comenzaste a agradarle a la directora Bruce.
Ella palidece y sacude la cabeza —Oh no, esa vieja quiere matarme... Ay, ¡hola Jean! —saluda con nerviosismo a una de las profesoras que pasó junto a nosotras. Luego me susurra—. Si escuchó algo, espero que no vaya de chismosa. Porque de ser así la mato y luego me mato para ahorrarle el esfuerzo a Bruce.
Evito soltar una carcajada ante lo que dijo. Veo a mi familia saludar a Nico no muy lejos. Melody tenía a su pequeño bebé en brazos, envuelto en sábanas color amarillo claro. Tía Lily chilló un "John" y se fue corriendo en su dirección. Negué con la cabeza, divertida. Ella estaba loca por el pequeño John, al igual que Marlee.
Mi hermana estaba mirando al expreso con un poco de nostalgia. Tal vez Hogwarts nunca fue un lugar donde se sintió a gusto, pero de todas formas allí pasó experiencias que no olvidaría. Hice una mueca, me habría gustado tenerla el otro año, pero en parte también me alegraba ser la última Potter en el colegio... Tal vez así ahora me noten.
Entonces sus ojos celestes se fijan en mí, y una enorme sonrisa adorna su rostro. Le devuelvo el gesto y avanzo hacia ella a pasos largos. Hasta que al fin puedo abrazarla y siento que me eleva un poco del suelo, riendo.
—Sé que pasó poco tiempo —dice, yo aún sigo pasmada por su repentina fuerza en los brazos— pero te extrañé.
— ¿Es que estuviste bebiendo unos súper nutrientes o algo así? —pregunto en broma—. Antes no podías hacer esto.
Me baja, veo que me guiña un ojo mientras nos separamos.
—Alexander no permitiría que pasaran los meses y yo siguiera con brazos flácidos y débiles —rueda los ojos—. Es el instructor más... No tengo palabras para describirlo.
Su tono era sarcástico pero tenía una sonrisa en los labios.
Siento que mamá me abraza por detrás y sonrío aceptando su beso en la mejilla.
Bien, en ese momento me dije ¿para qué deprimirme por un chico? Si tengo a la mejor familia. Tal vez me saquen de quicio, pero no podría pedir algo diferente.
***
El pensamiento de que no me importaba duró poco. No es que lloraba en las noches y dejaba de comer, claro que no. Simplemente me quedaba en silencio y con la mirada en el techo cuando estaba sola, seguía preguntándome por qué demonios él se me acercó si de todas formas me iba a dejar por alguien de su edad.
No tiene sentido, es hasta cruel. Ilusionar a una chica menor, mentirle y luego ir a besuquearse con otra. Para más ignorarme, fingir que no existo cuando estoy pasando ante él. Más que dolerme me sacaba de quicio, porque me dejaba como una estúpida crédula.
Miré a Marly desde la ventana de mi cuarto. Ella estaba de espaldas a mí, en el patio. Desde esta perspectiva me recordaba a la chica con la que Seth... No sé si me había estado engañando con ella, a decir verdad. Frunzo el ceño, muevo las cortinas y gruño pegando el rostro a una almohada.
—Ding dong, no sé si alguien ahí esté sin calzón pero ya voy.
La puerta de mi cuarto se abre, tía Dominique entra sonriendo. Sus palabras me hicieron reír levemente, no sé desde hace cuánto nos dice eso, pero nunca supero las expresiones de mamá cuando escucha esa frase.
— ¿Cómo está la señorita Agapi?
Alzo un poco la ceja izquierda mientras me levanto.
—Tía Dom... Odio ese nombre.
Me mira fingiendo indignación —Es el nombre más hermoso que pudieron haber elegido para ti, linda. No importa lo que digas, ni que llores cada que te llame así, seguiré haciéndolo porque me gusta.
Ruedo los ojos, ella se acerca para darme un corto pero fuerte abrazo. Por un segundo siento que me pierdo en las inmensidad de su pecho, entonces se separa. Pero su perfume de flores permanece en mi nariz.
—Vine a ver a tu mami, pero ella al parecer escapó de mí —hace un puchero, se acerca a la ventana y vuelve a abrirla—. Pensé que podríamos salir todas juntas, tú, Marly y yo... Pero la señorita está con su espada y el gran instructor ya ha rechazado mi propuesta.
Me mira y guiña un ojo.
—Ya he hablado con tu padre, podemos salir nosotras un rato.
Sonreí, me gustaba salir con ella. Siempre nos divertíamos, además de que solía comprarme todo lo que me parecía bonito.
—Te ves tan pensativa y triste... Tía Dom hará cambiar eso con un chasqueo de dedos —mueve las manos y se dirige a la puerta—. Cámbiate, te espero abajo.
***
— ¡¿Y para más te ignora?! —chilla, bebe un poco de su coca cola y hace un gesto de enojo—. Pero será idiota... La mayoría los chicos de esa edad lo son, tienen las hormonas fluyendo sin parar... Es por eso que debemos utilizarlos por un tiempo y ya, Agapi.
— ¡Tía Dom! —abro los ojos como platos.
Ella hace una mueca de pena mientras toma unas papas.
—No le digas a tu mamá que te doy estos consejos, va a matarme —se lleva la comida a la boca, luego de tragar sigue—. Pero así es como se juega, Agapi.
—No quiero jugar con los sentimientos de otra persona —murmuro mientras miro el interior de mi hamburguesa, antes de ponerle algo de mayonesa—. No me gustó que lo hicieran conmigo, no voy a repetirlo con otra persona.
Tía Dom asiente lentamente mientras sigue comiendo papas, incluso robándose las mías. Yo intento que no se me caiga la hamburguesa que se resbalaba de mis panes, sería vergonzoso que eso sucediera ante los ojos de todas las personas que había dentro del McDonals. Ya me había pasado, a los diez años, no quiero volver a casa con los pantalones manchados otra vez.
—Eres una niña preciosa —suelta, me sonrojo, pero sigue hablando con tranquilidad—. Tú no debes ser la que sufre por un chico estúpido, ¡no! Tú debes ser la rompecorazones.
Finjo asentir mientras sigo con lo mío. Tía Dom parecía inspirada.
—Tampoco te digo que juegues con todos... Sólo con los idiotas —río—. ¿Qué? Algunos se lo merecen.
—Tía, yo no haré eso —digo entre pequeñas risas—. No puedo ir... Sólo no lo haré. Creo que elijo la adolescencia tranquila o ya veremos qué pasa.
Muevo las manos intentando quitarle importancia. Aunque la verdad es que el nerviosismo me invadía. Sé que no podría ser capaz de hacer lo que ella decía, me encantaría ser como las chicas geniales que van y toman la iniciativa, las admiro en verdad; pero la lengua se me traba cada vez que hablo con cualquier persona. O en caso contrario comienzo a soltar un montón de datos que son en verdad irrelevantes y estúpidos.
Llegué tan lejos con Seth porque... Creo haber leído que cuando a una chica le gusta un chico pierde la timidez. Tal vez por eso, tal vez porque ya era alguien conocido y esa fase del tartamudeo ya había pasado.
— ¿A cuántos chicos has besado? —su pregunta hace que comience a toser un poco—. No te escandalices, este tema es más leve que el que tendremos en unos años, ahí ya no habrá filtros.
—No voy a decirte a cuantos he besado... Además, ¿quién lleva la cuenta?
—Yo lo hago. Besé a varios chicos a tu edad. Estaba Anthony, él tenía mal aliento y sólo lo hice una vez, gracias a Merlín. También estaba Jem, él besaba como un dios... Puede que deba llamarlo otra-
— ¡Tres! —chillo, me tapo el rostro. Escucho su risa y me hundo en la silla.
—Ah, pero si no eres una monja como creí.
—... Dos fueron antes de los ocho años —la miro por entre los dedos —. En jardín y preescolar... Eran gemelos... Creo que tal vez fue el mismo.
—Oh —se rasca la nuca—. Digamos que te comiste a gemelos.
— ¡Tía Dominique!
— ¡Lo siento! ¡Olvido que eres una niña todavía! —rueda los ojos—. Una niña que ha besado a tres chicos.
Miro a la gente a nuestro alrededor, deseando que no estén escuchando nuestra conversación.
—En fin, han sido tres y pueden ser más. Todos los que quieras, no te estreses por uno que ya pasó. Seguro siquiera besaba bien el bastardo.
—Tía...
—Ya, ya. Es como yo pienso. Mira a los chicos idiotas, ellos creen que te tienen en una mano cuando en realidad eres tú la que lleva el control. Ganas experiencia, hasta donde le pongas el límite, luego lo dejas... Hacerlo con uno atrae a los demás como abejas a la miel —culmina con una sonrisa pícara.
Ruedo los ojos y vuelvo a tomar mi hamburguesa.
—No lo haré, tía Dom. Fin.
—Qué aburrida —masculla como niña pequeña y vuelve a comer.
***
Fue un paseo divertido, incluso aquella incómoda conversación en McDonals. Cuando llegamos a casa, con varias bolsas (más de mi tía que mías, pues rechacé varios regalos) mamá nos miró con sospecha.
— ¿Qué le compraste a la niña?
Tía Dominique sonrió —No hay tangas en esa bolsa, Mar, no te preocupes.
Mamá comenzaba a respirar tranquila cuando mi tía levantó una de sus bolsas.
— ¡Pero aquí sí! —se le acerca con expresión macabra—. Sé lo bien que te queda el negro.
Y siguió incomodando a mamá hasta el último, insistiendo con que se quede con aquella ropa interior. No dejé de reír hasta que tía Dominique desapareció en la chimenea y mamá lanzó la bolsa al otro lado de la habitación, haciendo una mueca.
— ¿Y los demás? —inquiero notando que la casa estaba algo silenciosa.
—Vinieron unos amigos de Marlee, están atrás charlando.
Asentí y subí las escaleras hasta mi habitación, donde dejé caer las bolsas en la cama.
Solté un largo suspiro mientras sacaba la ropa y la miraba con una sonrisa. Era bonita, y al menos no eran minifaldas como las que quería tía Dom que usara. Incluso me compró maquillaje, aunque yo no era una experta en ello. Con algo de práctica tal vez mejore.
Luego de cambiarme a una ropa más cómoda me senté junto a la ventana y miré el patio trasero, donde estaban Marly y los demás. La vi feliz, en verdad feliz. Eso me alegraba, sonreí hasta que noté algo.
Un par de ojos azules, miraban hacia todas partes. Una sonrisa deslumbrante que no desaparecía. No sé quién es, pero... Vaya, es muy atractivo.
Lo miré un poco más, hasta que se giró hacia mí y chillé abriendo los ojos como platos. Me caí de espaldas y gemí de vergüenza.
Espero que no lo haya visto, que sea medio ciego. Por favor, Merlín.
¡Hola! Tanto tiempo, tuve problemas para actualizar.
¡Ahora sí que no me he equivocado con lo de Maddie-Marlee! (¿No? Leí tres veces el capítulo... Sólo hoy, ayer también lo hice)
En fin, no se me ocurre algo más para decir, estoy algo... Abrumada en estos momentos. Me sentía mal por haber tardado tanto después de un penoso primer capítulo.
Me disculpo por los errores.
Se despide, Abby.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top