❛ 09 ❜
A G Á P E
nueve
❀̸
❛ 𝓕antasía vs realidad ❜
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❝ Nos estamos aferrando y a la vez
dejándonos ir. ❞
▬ Holding On And Letting Go, RC.
27 DE JULIO, 2019.
11:34 am, Corea.
❪ ❛ JEON JEONGGUK ❜ ❫
——Tal vez no lo notaste, pero que ya se quedó dormida, eh, puedes colgar ahora —dijo Seulgi en un tono quejumbroso. Y sí, podía, pero no quería—. ¿O cuál es tu plan? ¿Pasarte todo el día escuchándola dormir?
—Estuve un mes sin esto, ¿quieres, por favor, dejar que lo disfrute? gracias.
Seulgi soltó una risa burlesca. —¿Y con disfrutar te refieres a qué exactamente? ¿Escuchar como ronca?
Haye no roncaba, ella respiraba suavemente mientras dormía, era tranquilizador. Al menos cuando no estaba dando patadas, pero eso también lo extrañaba.
—¿Te estás imaginando ahí a su lado? —se burló.
No esperaba que Seulgi, ni nadie en realidad, entendiera como me sentía ahora mismo. Había pasado más de un mes anhelando justo esto, todavía sentía mi corazón latiendo emocionado sólo por haber hablado con ella.
Las cosas entre nosotros no iban a mejorar mágicamente después de esto, sabía eso, pero ella no me estaba apartando, finalmente estaba permitiéndome acercarme, volver a hablar era el primer paso, y ella quería verme. Dios, podía ver un pequeño rayo de esperanza después de pasar semanas hundido en el pesimismo y la desesperación.
—¿En verdad lo haces? —inquirió.
—Sí.
—Dios, tú sí que estás jodido —señaló con una carcajada—. ¿Qué le hiciste al Jeongguk que todos conocíamos, eh? Si te viera cuidándole el sueño a una chica que se encuentre a miles de kilómetros seguramente se moriría.
—Sé que soy patético, no necesito que me lo recuerdes.
No era como si me importara mucho la verdad, era mi esposa de quien estábamos hablando, podía ser todo lo patético que quisiera con respecto a ella, después de todo, ¿qué más daba? Estaba feliz. Bueno, al menos todo lo feliz que podía estar sin ella a mi lado. Además, Haye tenía insomnio, podía volver a despertarse en cualquier momento, ¿cómo podía colgar sabiendo eso?
—No patético, muy patético —corrigió—. Pero es tranquilizador saber que la amas así de mucho.
Bufé. —No te haces una idea. Ni siquiera sabía que estaba en mí el poder amar tanto a alguien.
—Con lo intenso que eres para todo, yo sí que podía hacerme una idea de cómo serías enamorado, aunque te superaste, y es adorable, en serio, pero ahora vas a tener que colgar esa llamada porque ella no puede oír esto ni por accidente.
—Puede volver a despertarse.
—O puede que no.
—Pero...
—Hazme caso, no quieres que ella oiga lo que voy a decirte. Además, Haye no puede estresarse en lo más mínimo en este momento, así que cuelga —ordenó.
—¿De acuerdo? ¿Y eso?
No es que quisiera estresar a Haye, pero no me gustó la forma en la que lo dijo. Estaba algo paranoico, especialmente después de que Seulgi no me dijera qué carajos le había escrito Haye en esos mensajes.
—Pues...tú ya sabes como es, le dan migrañas y todo eso cuando está bajo mucha presión —titubeó. Mh, no, no le creía—. La otra vez se desmayó, ¿ya se te olvidó?
—No, pero ¿por qué lo dices como si "estresada" no fuera su estado natural? —dije intentando sonar como si bromeara, a lo mejor conseguía sacarle algo de información.
O no. Seulgi era testaruda, así que sólo traté inútilmente de persuadirla, no quería colgar.
—Estoy hablando en serio —resopló, ofreciéndome una mirada de pocos amigos—. No estamos ahí con ella ahora para cuidarla, y tanto estrés, tanto drama pueden pasarle la cuenta a cualquiera, la pobre no ha tenido ni un momento de paz desde que...
Y hasta ahí, Seulgi dejó de hablar y yo supe inmediatamente porqué. —¿Desde que está conmigo?
—No estoy diciendo que sea tu culpa —se apresuró en agregar, viéndose arrepentida por haber sacado el tema en primer lugar—. No lo es, no eres tú, son las personas a su alrededor.
Era un conjunto de cosas, yo incluido, y no era fácil cargar con eso. La única cosa que había querido siempre era hacerla feliz, pero no había hecho más que fallar una y otra vez en el intento.
Tiempo atrás, cuando la idea de no ser suficiente para Haye no me dejaba dar el paso con ella, Taehyung me aconsejó darme la oportunidad, darnos la oportunidad. Él dijo que no podía decidir por ella, que era ella quien debía decidir si quería o no estar conmigo, que no podía quitarle eso, y yo lo escuché, seguí su consejo, pero a veces pensaba...que si hubiera escuchado mi propia advertencia, si hubiera mantenido mi distancia, entonces Haye no tendría que haber pasado por todo esto. Porque ella decidió. Ella me escogió. Y toda su vida cambió debido a eso.
—Olvídalo, apuesto a que piensas que debí escucharte cuando me dijiste que no me acercara a ella.
—¿Qué? Yo no he dicho...
—Descuida, yo lo pienso también —no quería hacerla sentir mal, esa no era mi intención, sólo necesitaba poder hablar con sinceridad—. Créeme, si hubiera escuchado mi propio consejo, me habría alejado de Haye hace mucho, pero yo...simplemente no pude. No puedo.
—Y más te vale que eso siga siendo así.
—Ojalá dependiera de mí.
—Haye está confundida ahora...y un poco inestable, así que lo que ocurrió anoche, escúchame bien: no puede, no va a volver a repetirse. Nunca le vuelvas a hacer eso, ¿escuchaste bien? Incluso si te asustas. Incluso si piensas que ya no hay esperanza o incluso si tu insegura cabecita te hace cuestionarte todo, tú no vas a dejarla.
—¿Y por qué me estás diciendo eso? —cuestioné, porque sabía que la había cagado, pero también sabía que nunca volvería a hacer nada similar.
—Porque vas a verla. Y vas todo ilusionado y esperanzado, y quizás te decepciones, pero no puedes volver a actuar como un patán si eso ocurre.
—¿Por qué me decepcionaría?
—Porque tal vez esperes más de lo que ella pueda darte en este momento. Y no quiero que ella se sienta presionada, está pasando por muchas cosas a la vez y lo único que seguramente necesita ahora, es tu apoyo, ten eso en mente.
—¿Qué fue lo que te dijo hace un rato? —insistí, porque no era idiota, toda esta charla tenía un motivo detrás, sabía que todo esto de ella protegiendo y no queriendo estresar a Haye tenía una razón—. Sólo dime.
—Me dijo que tiene un bollo en el horno.
Ya.
Puse los ojos en blanco y resoplé, cortando la llamada a regañadientes porque sabía que la cabezota de Seulgi no iba a tomarme en serio hasta que lo hiciera.
—Hablo en serio, ya colgué, ahora dime.
Seulgi chistó su lengua. —Ni siquiera te inmutaste.
—Sé que no está embarazada —dije, no estaba cayendo en sus bromas, y eso no era divertido.
—¿Seguro?
—Sí.
—¿Sí? —repitió con una sonrisa burlona—. ¿Y cómo estás tan seguro?
—¿Quieres detalles?
—No, puerco.
—Te conozco, sé que si fuera así, no me lo habrías dicho.
—Tienes toda la razón. Entonces ya sabes que no te diré nada sobre eso, así que no insistas.
¿Y por qué carajos no podía decírmelo? ¿Qué era eso tan secreto como para tener que ocultármelo? Si algo estaba mal con Haye, si algo le había ocurrido, tenía derecho de saberlo.
—¿Está bien? —insté.
—¿No estuviste hablando con ella?
—Sí, pero...
—¿Sonaba enferma o algo?
—No, pero...
—Entonces deja de preocuparte, y no seas tan insistente, no tienes que saberlo todo —resopló.
—¿Entonces qué? —mascullé—. ¿Qué es lo que tenías que decirme que ella no podía escuchar?
—Pues que tu "querida" asistente me amenazó hace un rato.
¿Qué?
—La media neurona esa creyó que podía intimidarme, pff, payasa.
—¿Te amenazó?
—Pues sí. Yo estaba haciendo mi muy minuciosa investigación, acababa de descubrir que la muy víbora tenía preparados los papeles de divorcio...
—¿Qué papeles? —intervine. ¿Qué mierda? Tenía que ser una maldita broma—. ¿De quién? ¿Qué...?
—¿Y tú de quién crees? Al parecer alguien estaba así de seguro de que ustedes dos iban a separarse.
—¿Saerom tenía esos papeles? —me cercioré, sintiendo como la confusión rápidamente se transformaba en ira.
—Los encontré entre sus carpetas.
—Hija de...—gruñí, precipitándome inmediatamente a la entrada de la oficina—. ¿Dónde está?
—Oye, no, no, no, espera, espera...—Seulgi se agarró de mi antebrazo firmemente, tironeándome de regreso a la habitación—. Hombre, que te esperes. Por Dios, casi me sacas arrastrando contigo.
—¿Dónde la viste? —exigí—. Voy a sacarle la puta verdad de una...
—¿Quieres escucharme? —su tono demandante resonó mientras ponía el seguro en la puerta, como si eso fuera a detenerme—. Que te estés quieto, no vas a lograr nada actuando como un cavernícola. Dos cosas: primero, ya no tienes asistente; y segundo, incluso si vas a buscarla ahora, no creo que vayas a encontrarla.
—Oh, te aseguro que sí voy a encontrarla. Y cuando lo haga...carajo, te juro que voy a...
—¡Jeongguk! —me regañó, impaciente—. Basta. Escúchame, por más que deteste a esa zorra mentirosa y que no haya nada más en el mundo que podría hacerme más feliz que verte lanzar toda tu mierda sobre ella...es inútil, ella es insignificante, creo tenemos un problema mucho más grande aquí.
—Es mi abuelo —aseveré con seguridad, más convencido que nunca de que él estaba involucrado en toda esta maquinación—. ¿Fue él, verdad? ¿Él hizo todo esto?
Seulgi sacudió dubitativamente su cabeza. —Creo que no.
—Él contrató a Saerom —le recordé—. Esto...es lo que él siempre quiso: alejarme de Haye. Tuvo que ser él. No hay nadie más a quien le importe tanto.
—¿Tú eres tonto? Hay un montón de personas que a mí se me ocurren que sí que les importa.
—Nadie que tenga los medios para intentar algo.
En mi cabeza tenía todo el maldito sentido del mundo, incluso después de que Seulgi me contara con detalles su conversación con Saerom, seguía pensando lo mismo. No confiaba en él, nunca confiaría en él. Nunca volvería a confiar en nadie.
—¿Se te ocurre alguien peor que tu abuelo, con poder y cerebro, que tenga razones para querer arruinar tu vida?
—Casi es dueño del maldito país, no hay nadie con más poder que él.
—Eso lo dices porque quieres que sea él.
—No, lo digo porque es la verdad. Si no es mi abuelo, entonces debe ser alguien que no teme desafiarlo a él ni a su familia, y no conozco a nadie así de estúpido. ¿Nunca has visto cómo se comporta la gente a su alrededor? Aguantan la maldita respiración en su presencia.
Seulgi negó. —Debe de haber alguien.
—Fue él, estoy seguro de eso. Él sabía que Haye no se fue por trabajo a París. La otra noche insinuó que ella no regresaría, ¿de qué otra forma podría saber eso?
—No lo sé, tal vez...
—Dani no le fue con el cuento, Taehyung mucho menos, Jimin...sé que no, pero Aera...te lo dije, la vi hablando con Saerom ese día, y dime ¿quién convenientemente trabaja para él?
—No saquemos conclusiones precipitadas, ¿de acuerdo?
—¿Precipitadas? —quise reírme, no porque me pareciera divertido, sino porque la maldita verdad estaba justo ahí, al menos parte de ella—. Llevo semanas sintiéndome como la peor basura de todas por todo esto, dejé que se metieran en mi cabeza, dejé que me hicieran dudar de mi mismo, pude perder a Haye por esto.
—¡Lo sé, pero...!
—No necesito todos los putos detalles, sólo necesito saber que no la engañé. Necesitaba —me corregí a mí mismo—, sé con certeza ahora que no lo hice.
—Saerom dijo que no eras tan inocente —expuso Seulgi, pero sí lo era, me importaba un carajo lo que ella dijera, ellos lo habían manipulado todo—. ¿Por qué diría eso?
—¿Y vas a creerle? Trató de amenazarte, sólo estaba intentando confundirte y manipularte, creyó que si lo conseguía, tú me darías la espalda.
—No trató de amenazarme, Jeongguk, lo hizo, y no sólo a mí, también a Haye, es por eso que te digo que te vayas con cuidado.
—Nadie va a hacerles nada...
—Sólo...escúchame. Saerom dijo que aunque fuera difícil de creer, tu abuelo no permitiría que alguien te hiciera daño, al menos no el tipo de daño que te hicieron. Ella dijo que hiciera lo que quisiera con esa información, y es obvio que se refería a lo que pasó esa noche.
—¿Qué con eso? —bufé, porque me estaba impacientando y no entendía a donde quería llegar.
—Lo que sea que bebiste en ese trago pudo hacerte terminar mucho peor, mezclar alcohol y drogas es muy riesgoso, tú literalmente no podías mantenerte de pie e incluso cuando despertaste, dijiste que estuviste días sintiéndote enfermo. No con resaca, enfermo. Y luego está lo que pasó en el estacionamiento, la paliza que te dieron esos matones, yo...sé que tu abuelo es un hijo de puta, es egoísta y cruel, pero no lo creo capaz de poner tu vida en esa clase de peligro. Dejarte en manos de los matones de un sujeto que te odia y que no tendría ningún tipo de piedad contigo, simplemente me parece demasiado solo para probar su punto. Sea como sea, eres su familia.
—¿Y cuándo carajos eso lo ha detenido? A él sólo le importa conseguir lo que quiere, no le importa a quien se jode en el camino.
—Bueno, para alguien que se ha esforzado tanto preparándote para que tomes su puesto, no tiene sentido arriesgarlo todo sólo para hacer su voluntad. No es ningún secreto que él desaprobaba lo tuyo con Haye, pero también desaprobaba a tu padre y ni siquiera con él se tomó tantas molestias. Y a él sí que lo odia. Además, tu abuelo vive de las apariencias, eso que ocurrió esa noche pudo haber terminado en un escándalo, y él nunca se habría arriesgado a eso, especialmente no después de la situación en la que Sowon los puso. Piénsalo, acababan de salir de todo ese drama, ¿por qué querría ponerlos nuevamente en la boca del lobo?
—¿Y entonces quién, hm? ¿Quién carajos estaría dispuesto a ir tan lejos solo para joder mi relación con Haye? Sowon no se arriesgaría, sabe que no respetar nuestro trato sería definitivamente su ruina.
—Tengo mis sospechas, "sospechas", ¿de acuerdo? No conozco toda la verdad, es por eso que tienes que dejar de ser tan impulsivo. No sabemos con certeza quien está haciendo todo esto, y tal vez a ti no te preocupa, pero a mí sí. No aprecio las amenazas, y de ninguna manera me pondré en riesgo ni a mí, ni a Haye, así que vas tomarte un té de manzanilla, vas a calmarte, escucharme y hacer lo que yo te diga, empezando por tu maleta.
🥀
27 DE JULIO, 2019.
09:35 am, París.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
DANI NO DEJÓ DE SOSTENER mi cabello en ningún momento mientras que yo vaciaba el supuesto liviano desayuno que me había obligado a mí misma ingerir hace menos de diez minutos. Esto era horrible. Horrible. Había tenido una noche y una madrugada libre de náuseas, pero nuevamente volvía a sentirme fatal.
Esto era tan vergonzoso, agradecía que la tía de Dani se encontrara ya en su trabajo, odiaría que también ella escuchara o presenciara esto. Me sentía tan asqueada y enferma, y definitivamente no necesitaba este recordatorio constante de que estaba hasta el cuello. Ahora entendía porqué Seulgi se negó a hacerse la prueba hasta cuatro semanas después, y es que una vez que lo confirmabas, era como si todo se redujera a eso.
Además, la doctora me reiteró un montón de veces que debía subir de peso, ¿cómo diablos se suponía que iba a hacer eso si todo lo que comía, eventualmente lo devolvía?
Todo esto apestaba.
—Del uno al diez, ¿qué tan mal te sientes? —me preguntó Dani, tendiéndome una pequeña toalla blanca para limpiar los restos de pasta de dientes de mi boca.
—Diez. Me siento débil, mi piernas están como gelatina y vomitar lastima mi garganta —me lamenté. Devolver todo era un alivio después de experimentar los retorcijones de estómago, sin embargo, la fuerza que ejercía mi garganta para vomitar, me dejaba adolorida durante el resto del día. Además, los malestares no desaparecían por mucho tiempo—. La doctora dijo que esto era bueno, ¿puedes creer eso?
—¿Y no hay nada que puedas tomar para aliviar los síntomas? ¿La doctora no te dijo nada con respecto a eso? ¿Cuántos días llevas así? —interrogó curiosamente, abriendo para mí la puerta del baño, la cual nos llevaba directamente a su habitación—. Sigues muy pálida.
—No estoy segura, estuve varios días creyendo que eran náuseas causadas por mis migrañas —sí, siempre muy ingenua—. Pero al parecer tengo un bebé muy ansioso por hacerse notar.
—Es mitad Jeongguk, no podría ser otra cosa además de problemático —bromeó Dani, haciéndome sonreír inconscientemente.
Me tensé ante mi propia reacción. No quería pensar en el bebé de esa forma, ni siquiera quería pensar en el bebé como un bebé, pero continuaba haciéndolo. Y el que Dani mencionara el hecho de que este...bebé, era mitad Jeongguk, hizo que mi corazón se sintiera desbordado de una emoción parecida al amor.
Y definitivamente no quería esos sentimientos volviendo todo esto incluso más difícil, pero ahí estaban.
—Entonces —añadió Dani, desviando el tema—. ¿Jeongguk?
¿Jeongguk?
—¿Qué hay con él?
—¿Ya pensaste en qué es lo que harás cuando llegue? Porque si dijo que ya compró los pasajes, yo que tú mejor comienzo a prepararme.
Jeongguk no podía simplemente "decidir" venir hasta acá, seguramente tendría que hacerse cargo de un montón de cosas antes de poder venir tan solo por un par de días. Tenía sus responsabilidades y tampoco era como si su endemoniado abuelo fuera a permitirle irse sin más, así que aún tenía unos cuantos días para prepararme mental y emocionalmente.
—Bueno, tampoco es como que haya mucho que hacer...no pienso angustiarme antes de tiempo, la doctora me dijo que debía decirle "no" a cualquier cosa que pudiera estresarme, así que...sólo habláremos, supongo.
—¿Sobre qué, hm? ¿Sobre lo mucho que quieren besarse?
—Oye, no te lo conté para que me torturaras.
—¿Y para qué estamos las amigas? —tonteó, cubriendo mis piernas con una manta—. Aunque, conociendo a Jeongguk, creo que se saltara la parte de "hablar" e irá directamente a por los besos, ¿estás preparada para eso?
—No me hagas pensar en eso —pedí, porque después de la conversación con Jeongguk, había incluso soñado con sus besos. Despertar e incorporarme en la realidad fue particularmente difícil esta mañana debido a eso.
—¿Eres consciente de que Jeongguk hará todo lo que esté en sus manos para recuperarte, verdad? No te hará las cosas más fáciles.
—Ya lo sé, pero...creo que es necesario que nos veamos. Aunque, me aterra verlo, sé que mi corazón sufrirá y seguramente lamentaré haberle dicho que viniera en primer lugar, pero ¿qué más puedo hacer? Lo quiero aquí.
—Creo que es lógico, pero ¿qué hay de tu gazapo?
¿En serio?
—No acabas de decirle gazapo a mi bebé —le reproché, cediendo ante las ganas de reír.
Dani sonrió cuando me oyó llamarlo mi bebé y yo me abofeteé mentalmente por eso. —No podía dejar pasar la oportunidad, pero ya, en serio, ¿aún dudas sobre si decírselo o no?
Sabía que no era justo ocultárselo, pero si al final decidía que no quería seguir adelante con esto, me asustaba muchísimo lo que él pudiera pensar o decir al respecto. Tal vez...era mejor que simplemente no lo supiera. Necesitaba un par de días para tomar una decisión consciente de la cual no fuera arrepentirme, todavía seguía muy emocional. Todo era muy reciente y temía tomar una decisión equivocada, especialmente con respecto a Jeongguk.
—Creo que sabré qué hacer con respecto a eso cuando lo vea, o al menos eso espero.
Dani asintió. —¿Y qué si lo haces y resulta que lo que él quiere, no es lo mismo que tú quieres?
🥀
27 DE JULIO, 2019.
16:42 pm, París.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
LA VIDEOLLAMADA CON Seulgi en estas circunstancias, resultó mucho menos aterradora teniendo a Dani a mi lado. No estaba siendo tan malo, pero seguía con mis alarmas encendidas en caso de que Seulgi empezara con los regaños y los sermones. Si ella decía algo que me lastimara, tenía que ser capaz de no permitir que me afectara.
—No sé cómo pudiste simplemente enviarme una foto como esa sin ninguna maldita advertencia —dijo Seulgi, todo en una bocanada de aire—. ¡En todos estos días ni siquiera mencionaste pensar que podrías estar embarazada! ¡Casi me da algo!
—¡Lo siento! No sabía de qué otra forma decírtelo. Y si no te dije nada es porque jamás pensé que lo estuviera —había sido demasiado optimista—. Creí que estaba enferma, no lo sé, que quizás el cansancio y el estrés estaban afectándome de alguna manera.
—¿Y cómo lo descubriste entonces? —inquirió ella, con su ceño profundamente fruncido, aunque más por confusión que por otra cosa.
—Mi período se retrasó, me hice una prueba sólo para descartar, nunca creí que realmente pudiera estarlo.
Nunca creí que alguien pudiera tener tanta mala suerte, pero oye, "alguien" sí que podía.
—Eso fue muy ingenuo de tu parte. Una vez que comienzas a tener diversión para mayores de dieciocho, siempre existe la posibilidad.
Sí, ahora lo sabía muy bien. El asunto es que nunca crees que puede pasarte a ti. Haces planes y siempre esperas que estos salgan tal y como tú deseas, pero la vida no funcionaba así tristemente.
—Todavía no termino de creerlo —admitió Seulgi con un suspiro—. Nunca creí que algo así podría sucederte a ti; siempre has sido tan obsesivamente precavida. Y con respecto a todo en la vida. Esto me parece tan surreal.
—No me hagas sentir peor —pedí, porque iba a llorar otra vez.
—Lo lamento, es que en verdad me resulta impresionante. Pero, no te aflijas por eso, así es la vida, no podemos controlarlo todo. Intentemos ver el lado positivo, al menos ya están casados.
—No creo que eso haga mucho la diferencia.
—Oh, créeme que sí. Al menos sabes con certeza que el padre de tu bebé no va a huir.
—Sí, pero ese "bebé" no se va a criar solo —le recordé, porque sí, estaba "casada", pero eso no aseguraba nada, no cuando nuestra relación era de todos menos "estable". Además, ¿cómo podríamos hacernos cargo de un bebé con la vida que llevábamos? Yo no podía renunciar a mi trabajo y Jeongguk no podía renunciar a sus obligaciones. Y yo no quería que esto ocurriera así. No quería sentirme tan llena de miedos y arrepentimientos.
—¿Y eso? ¿No te sientes capaz de criar a un bebé? ¿Tú? —cuestionó con un divertido gesto de incredulidad—. Pero si los bebés siempre te han amado. Y a ti te encantan.
—No hablo de eso, hablo de que...¿Sabes lo ocupado que está Jeongguk todo el tiempo? ¿Y yo? ¿Cómo...? ¿Cómo podríamos cuidar de un bebé?
—Lo solucionaran —declaró con muchísima seguridad, qué optimista—. Nadie dice que será sencillo, va a ser como cualquier otro proceso de adaptación...
—Pues no sé si quiera adaptarme a eso —dije abruptamente y el arrepentimiento me golpeó de inmediato—. Lo siento, no me hagas caso, ¿podemos solo, por favor, no tener la conversación "seria" en este momento?
Para mi sorpresa, Seulgi aceptó sin objeciones; esta Seulgi tenía una actitud menos confrontativa y mucho más conciliadora, y yo lo agradecí. La verdad era que esperaba que me sermoneara feo, pensé que sería mucho más dura conmigo, más crítica, como siempre lo era, pero ella estaba siendo verdaderamente comprensiva. En lugar de insistir en el tema, la conversación se desvió natural y momentáneamente hacia temas más superficiales.
—Tú podrías ser la siguiente —Seulgi fastidió a Dani cuando la vio demasiado tranquila.
—Yo creo que no —replicó Dani.
—Mhh, yo que tú no hablaría antes de tiempo. Y dado que aparentemente nuestro pequeño grupo ha sido bendecido por el Espíritu Santo, yo consideraría hacerme la prueba.
—Nope, paso —se negó Dani—. No quiero ni necesito más problemas. Además, dudo que el "Espíritu Santo" tenga algo que ver con sus bendiciones.
—¿Cómo que no? Haye se embarazó prácticamente por obra y gracia del Espíritu Santo —sostuvo Seulgi.
—Seguro, Jeongguk no tuvo absolutamente nada que ver con eso.
—Pero era casi virgen.
—Ugh, cierren la boca —imploré, pero qué vergüenza.
—¿Cómo que casi virgen? —se rió Dani, pero yo no tenía idea, solo Seulgi sabía de qué diablos hablaba.
—Si tiene entre seis u ocho semanas, eso quiere decir que pasó muy poco tiempo después de que hiciera cosas indebidas con el idiota de Jeongguk, así que para mí era casi virgen. En serio, ¿Qué tan mala suerte tienes que tener para embarazarte justo después de tu noche de bodas? —inquirió Seulgi—. Es casi lo mismo que embarazarte en tu primera vez: trágico.
—No fue justo después de mi noche de bodas —le aclaré en un tono de protesta, como si eso hiciera alguna diferencia.
—Ay, lo siento, tres días después —se corrigió burlonamente—. Yo te lo advertí, te dije que no dejaras que Jeongguk se acercara a tu florecita.
—No me lo recuerdes —fue vergonzoso cuando lo dijo la primera vez, y seguía siendo igual de vergonzoso ahora.
—Espero que al menos haya valido la pena.
—¡Seulgi! —chillé escandalizada, sintiendo como mis mejillas comenzaban a calentarse.
Dani se carcajeó ante mi reacción. —Tiene un buen punto, ¿te imaginas quedarte embarazada después un mal polvo?
—Trágico —opinó Seulgi nuevamente—. Bueno, quedarse embarazada por accidente sigue siendo igual de trágico, pero no es tan malo una vez que te haces a la idea. Confía en mí que al parecer metí las patas unos cuantos meses antes que tú sólo para poder decirte que...se volverá más fácil.
Eso decía ella. Había estado desviando el tema porque no estaba lista para esa charla ahora, la verdad de las cosas era que no quería que se volviera "más fácil".
Mi situación y la de Seulgi, que aunque tal vez parecían similares, no lo eran. Ella trabajaba como coreógrafa, se dedicaba al baile, sí, sin embargo, su estilo era el de danza urbana, lo que significaba que incluso si ella regresaba a trabajar justo después de tener a su bebé, aún así tendría tiempo suficiente para cumplir con su rol como "madre". Sus horarios eran flexibles, ella podría encontrar un balance, existían formas, pero yo...¿cómo podría? Todo en mi carrera se reducía a dedicación y disciplina. Me despertaba a las seis de la mañana para estar calentando en el estudio antes de las ocho, luego me pasaba el resto del día, al menos doce horas entrenando, al menos, y todo eso sin contar el tiempo de las presentaciones y todo lo que se debía preparar antes de que ese día llegara, apenas tenía pequeños descansos para comer. Era demasiado. Y no era así como se suponía que tenía que ser. Incluso si Jeongguk estaba a mi lado durante todo el camino no sería suficiente, su día a día era igual de ajetreado que el mío, a veces más, ¿quién diablos cuidaría a este bebé? Tenerlo no sería bueno para nadie.
—A menos que no sea eso lo que quieres —señaló Seulgi, leyéndome como solo ella podía—. Cuando me enteré de que estaba embarazada mi reacción fue terrible, pero la tuya es un poco desconcertante. No logro descifrar qué es lo que quieres. Sé que estás aterrada y confundida, pero esto no es una sentencia de muerte, sí lo sabes, ¿no?
—Se siente como si lo fuera —musité con ¿vergüenza? sí, vergüenza, porque además me sentía como un monstruo por pensar de esa manera.
—Entonces no quieres tenerlo, ¿es eso?
—No sabe qué es lo que quiere —intervino Dani por mí, como si supiera que no era tan sencillo como solo "no querer tenerlo".
—Pues parece que sí, pero no es capaz de decirlo, ¿por qué? ¿piensas que vamos a juzgarte?
—No, sólo no quiero decir nada de lo que pueda arrepentirme después, mi cabeza no es un lugar precisamente bonito en este momento —admití—. Y si hablo ahora, sé que lo lamentaré luego. Desde que lo supe, estoy constantemente arrepintiéndome de cada pensamiento que tengo.
—¿Piensas que esa tortura mental es mejor? No puedes estar castigándote por tener miedo. O por no saber qué hacer. Si tienes dudas, está bien, no eres un monstruo por no saber con claridad qué hacer. Yo le pedí a Jeongguk que me atropellara cuando lo supe, ¿piensas que soy una persona terrible por eso?
—Por supuesto que no, pero tú no hablabas en serio. En cambio yo...
—¿Qué? Incluso si decides que no puedes seguir adelante con esto, eso no cambiará la forma en la que te vemos. Pero Haye, no tienes que hacer esto sola, no tienes que poner todo este peso sobre tus hombros, ¿por qué no le has dicho nada a Jeongguk aún?
Había logrado evadir la parte que involucraba a Jeongguk hasta ahora. ¿Porque qué diablos iba a decirle? ¿Que apenas hace unos pocos días habíamos vuelto a hablar? ¿Que todo lo que ella creía saber, era una mentira? ¿Que no me había ido de Corea por esta "gran" oportunidad sino que porque no podía estar en el mismo lugar que él?
—No me malinterpretes —continúo ella—: somos tus amigas, vamos a apoyarte y estar contigo en todo momento, pero nosotras no podemos decirte qué hacer, no podemos tomar una decisión por ti, no es nuestra vida la que cambiará con esto: es la tuya y la de Jeongguk. Es su bebé también, y es tu esposo, así que ¿por qué no le has dicho nada?
—Porque todo me da miedo —confesé, aunque hasta ahora no sabía que esa era la verdadera razón—. Me asusta decirle, y que él no lo quiera; pero también me asusta decirle y que él sí lo quiera. Me asusta darme cuenta de que en realidad no puedo tener a este bebé y qué él no esté de acuerdo conmigo, que no apoye mi decisión y nunca vuelva a verme de la misma manera. Me asusta decirle y que pueda perder al bebé, porque puede ocurrir, la doctora lo dijo y entonces todo sería en vano. Es...todo. Todo me asusta.
Mucho podía ocurrir una vez se lo dijera, y cada probabilidad me aterraba, incluso las que no deberían aterrarme. Había tenido mucho tiempo para pensar en esto y esa había sido mi ruina. Si se lo hubiera dicho a Jeongguk una vez lo supe, como quise hacerlo, ahora no sentiría que tenía que tomar esta gran decisión por mi cuenta, pero él decidió ser un idiota precisamente esa noche y ahora yo sentía que no podía confiar en esto con él.
—Cariño, creo que estás sobre pensando todo demasiado —dijo Seulgi, y sí, definitivamente sí, pero no sabía cómo detenerme—. Y lo entiendo, pero es Jeongguk de quien estamos hablando. Él va a apoyar lo que sea que tú quieras hacer, incluso si lo que quiere no es lo mismo que tú quieres, él va a respetarlo y va a entenderlo. Y lo que es más importante, va a estar a tu lado. Tú eres su prioridad, él no podrá nada ni a nadie antes que a ti. Seguro va a cagarse en los pantalones cuando se lo digas, pero luego va a ser todo lo que tú necesitas. Y tal vez no sepas qué hacer justo ahora, pero lo sabrás cuando hables con él.
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27 DE JULIO, 2019.
17:54 pm, París.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
ME GUSTÓ HABLAR con Seulgi. La verdad era que Dani tenía razón, Seulgi podía ser mi roca si se lo permitía, y es que ahora mismo era la única persona en la que podía confiar para guiarme. Ella conocía la profundidad de las decisiones a las que me enfrentaba, el peso de decidir si mantener al bebé o....explorar otras opciones. Aún no estaba lista para tomar esa decisión, pero se cernía sobre mí como una sombra, siempre presente.
Después de terminar la llamada, sentí más que nunca la urgencia de hablar con Jeongguk, no podía mantenerlo en la ignorancia durante mucho más tiempo; a pesar de lo mucho que me asustaba decírselo, él tenía que saberlo. Nuestra relación no se encontraba en un punto en el cual podía ocultarle secretos, ya estábamos lo suficientemente dañados sin agregarle esto.
Sin embargo, quería estar segura del camino que quería tomar una vez se lo dijera. Inquieta, me encontré desplazándome por internet, buscando "claridad", incluso aunque no estaba segura de lo que buscaba. Mis ojos pasaban por encima de artículos, opciones que ni siquiera podía soportar pensar.
Remedios caseros, píldoras ilegales, procedimientos hospitalarios; cada uno parecía más aterrador que el anterior.
Una sensación de malestar e incomodidad se apoderaron de mí mientras me adentraba más. Las descripciones detalladas de los procedimientos, los impresionantes testimonios de aquellas que habían tomado píldoras ilegales, me dejaron helada. Las imágenes que acompañaban las historias —sangre coagulada, rostros contorsionados por el dolor— se grabaron en mi mente. Y fue demasiado para mí. Estas no eran decisiones fáciles, y la gravedad del sufrimiento de otras mujeres me marcó de una forma que me hizo sentir nauseabunda.
¿Cómo podría alguien decidir someterse a algo tan espantoso? Sin embargo, una parte de mí lo comprendía. Estas no eran decisiones tomadas a la ligera, sino en circunstancias desesperadas y realidades dolorosas que solo quienes las experimentaban podían comprender verdaderamente.
Un embarazo no era un asunto trivial. No se trataba solo de estar financieramente preparado, exigía un compromiso inquebrantable, una energía sin límites y el tipo de fuerza que pocos podrían apreciar a menos que lo hubieran experimentado ellos mismos.
Miré hacia abajo mi estómago plano. Aún no había signos del crecimiento de un...bebé, por supuesto que no, todavía era muy pronto, pero ¿Podría realmente considerar terminar con esta vida, esta pequeña existencia que se había arraigado dentro de mí? Y la batalla interna continuaba, mi mente en guerra con mi corazón, ambos gritándome desde diferentes direcciones.
—Tía Seyeon trajo pastel de chocolate —Dani me avisó muy contenta. Ella tenía su cabello húmedo así que supuse que ya se había duchado, se suponía que iríamos a recoger algo de ropa a mi departamento. Dani no quería que estuviera sola—. Comamos un poco antes de salir.
Asentí y rápidamente me puse de pie, agradeciendo su intromisión. Necesitaba algo dulce con urgencia porque genuinamente comenzaba a sentirme enferma con todo lo que había visto.
—Tía Seyeon saldrá con sus amigas a la noche así que podremos pedir algo para cenar y ver una maratón de películas —anunció Dani con emoción, como si se tratara del más divertido de los planes—. ¿Te parece bien?
—¿Si sabes que no tienes que hacer todo esto por mí, verdad? No viniste hasta acá para cuidarme, me siento mal por tenerte aquí encerrada.
Dani hizo un gesto con su mano, restándole toda importancia. —Pues yo creo que vine en el momento perfecto justamente para eso, así que vas a parar de quejarte y dejarás que te cuide.
—Dani...
—Y para tu información, vine hasta acá para pasar tiempo contigo, puedo visitar el país en cualquier otro momento. Tú eres mi amiga, y por ende, eres más importante que todo lo demás. Además, alguien tiene que vigilarte.
—Ah, ¿Es por eso que me tienes aquí como un mueble? —cuestionó, caminando junto a ella hacia la cocina—. No me dejas hacer nada.
—Sí, porque tienes que hacer re-po-so, pero parece que eres incapaz de estarte quieta. Incluso cuando duermes pareces un tornado.
Puse mis ojos en blanco, eso era exagerado.
Entramos a la cocina, y allí nos encontramos con tía Seyeon, resplandeciente y vibrante; ella realmente parecía que se encontraba viviendo su mejor vida, siempre con una sonrisa y un brillo especial, te sentías instantáneamente bien solo con verla.
Ella nos saludó muy entusiasta, sirviéndonos una generosa porción de pastel junto a una taza de café, té para mí porque tristemente el café estaba fuera de mis límites, mientras nos contaba cómo había sido su día en el trabajo; por cierto, era propietaria de un restaurante muy prestigioso en la zona. Me parecía que era una mujer tan admirable.
La charla se volvió animada y divertida, impregnada de las encantadoras historias que tía Seyeon compartía y que lograron distenderme de una manera reconfortante. Al menos hasta que tía Seyeon, inocentemente, se dirigió a Dani para preguntarle sobre su relación. Ex relación.
Al parecer, Dani le había mencionado a su tía en repetidas ocasiones a Taehyung, mencionándole lo feliz y enamorada que estaba. Sin embargo, no se había molestado en actualizarla al respecto, lo que marcó un giro inesperado en la conversación. En ese momento, el tono se tornó más serio. De forma instantánea, tía Seyeon percibió, a pesar de los esfuerzos de Dani por ocultarlo, lo profundamente herida que estaba tras su separación con Taehyung. Dani se resistía a tocar esa herida, guardando silencio sobre su dolor, al menos hasta que tía Seyeon compartió el suyo primero. Fue entonces cuando Dani y yo prestamos atención.
—¿Sus familias los obligaron a romper? —inquirió Dani incrédula después de escuchar la historia de su tía. Yo tenía un nudo en la garganta.
—Su familia había estado vinculada laboralmente a la nuestra por más de tres décadas, por esa razón se sentían profundamente en deuda con nosotros. Cuando descubrieron nuestra relación, estuvieron de acuerdo con mis padres en que no podía continuar. Aunque él nunca lo supo, tus abuelos me advirtieron que, de no romper con él, despedirían a toda su familia y los dejarían sin sustento. No podía causarle ese daño a su familia, así que hice lo que me pidieron. Esa fue la razón por la cual decidí irme de Corea. La angustia de verlo, consciente del dolor que le había causado, y de saber que nuestra historia no tendría futuro juntos, me hicieron imposible permanecer en ese lugar.
—¿Mis abuelos...? —musitó Dani, sin poder terminar de creerlo—. ¿Cómo pudieron hacer algo así?
—Eran tiempos diferentes —explicó tía Seyeon, con una sonrisa triste en sus labios—. Esas cosas solían importar y mucho, especialmente entre las familias más privilegiadas.
¿Tiempos diferentes? El abuelo de Jeongguk seguía pensando justo así.
—¿Y qué pasó luego? —preguntó Dani, y si mi corazón estaba roto por tía Seyeon, no me imaginaba como estaba el suyo.
—Derramé incontables lágrimas y vagué sin dirección, completamente desconsolada, durante semanas —confesó ella—. Creí que nunca lo superaría, pero lo hice.
¿Cómo?
¿Cómo diablos se superaba un corazón roto?
—¿No volvió a verlo desde ese día? —pregunté, mi corazón se sentía oprimido en mi pecho por ella. Y por Dani. Y por mí.
—Oh, lo hice. Volví a verlo después de más o menos ocho años. Él estaba acompañado de su esposa y sus dos adorables hijos —tía Seyeon dijo eso y Dani jadeó horrorizada—. Un niño amable y bien portado; y una niña muy pequeña, con ojos muy grandes como los de su padre.
La nostalgia en su voz, y la situación que relataba, hicieron que el nudo en mi garganta luchara por disolverse en lágrimas. No podía imaginar estar en su lugar. No podía imaginar dejar al amor de mi vida para que hiciera su vida con alguien más. Dios, no.
—¿Y qué hiciste? —cuestionó Dani, sus ojos bien alzados.
—Iba pasando justo a su lado. Mis piernas temblaban y apenas podía sostenerme y caminar de los nervios. Sólo deseaba ser invisible.
—¿Él alcanzó a verte?
—Lo hizo, "Seyeon" dijo él, yo...sentí escalofríos cuando lo oí. Y estuve tan, tan asustada de mirarlo, pensé que al voltearme, el tiempo volvería atrás en un segundo. Si hubiese sido por mí, habría corrido a abrazarlo.
Dani cubrió su boca asombrada, con sus ojos brillando con tristeza. Estaba segura de que al igual que yo, ella podía sentir todo lo que su tía decía. Ese podía ser su futuro. Y el mío. No, no quería pensar eso.
—¿Y qué pasó? —pidió Dani con cuidado.
—Él dijo mi nombre otra vez, como cuando llamas a un viejo amigo de la escuela.
Oh.
¿Después de todo?
—No pude hablar, pero sonreí —continuó—: Estuve al borde de las lágrimas, pero logré contenerme. Él me miró y yo también los miré. Incluso después de tener dos hijos su esposa estaba guapísima, radiante; yo en cambio tenía barriga, y mi luz estaba extinguida. El dolor había dejado su huella en mi rostro, reflejaba todos los años que habíamos pasado separados, cada marca contaba una historia diferente.
Santo cielo, pero que doloroso.
—¿Y entonces qué pasó? —insistió Dani ansiosa, como si necesitara escuchar un final feliz.
—Primero, escondí la barriga y me ajusté bien el vestido —ella recreó su actuar, con una sonrisa nostálgica—. Luego los saludé dignamente, con elegancia y les sonreí. Mi herida todavía estaba tan fresca que comenzó a sangrar inmediatamente, destrozándome poco a poco por dentro. Volví la mirada hacia otro lado e intenté disimularlo. Entonces él se dirigió a su esposa y dijo: "Mira, cariño, esta es Seyeon, de quien tanto te he hablado". Yo me quedé petrificada, inmóvil como una de esas célebres mujeres que parecen llevar botox en todo el cuerpo.
Oh.
¿Él había...?
—¿Él le contó a su mujer quien era usted o la trató como a una amiga? —pregunté, algo desconcertada.
—Oh, no, él le contó toda nuestra historia de amor...pero ya lo había superado. Yo ya no era importante en su vida, su esposa no tenía nada de que preocuparse. Así que me miró como quien mira con cariño una antigua fotografía de un pasado lejano.
—Idiota —escupió Dani con una mezcla de dolor y enojo, pero con sus ojos brillantes con lagrimas no derramadas—. Que rápido te olvidó.
—No —negó su tía, sacudiendo con suavidad su cabeza—. No, él no me olvidó, sería muy injusto decir eso, él sólo...pasó página. Siguió adelante con su vida e hizo lo que tenía que hacer. Él supo volver a enamorarse, yo fui incapaz de hacerlo.
Y eso fue todo. Las últimas palabras de tía Seyeon provocaron que las lágrimas en los ojos de Dani finalmente rodaran por sus mejillas. Aunque rápidamente las secó con el puño.
—El empezó una nueva vida mientras yo seguía enamorada de él. Era lo justo, supongo. Yo rompí su corazón, ella lo reparó.
Continuó hablando, y yo estaba a punto de ser la próxima en comenzar a llorar. Dani volvió a secar la humedad en sus mejillas, y miró brevemente hacia arriba en un intento por contener las lágrimas.
—En fin —suspiró tía Seyeon, forzando una sonrisa, dándole un ligero apretón a la mano de Dani—. Sólo espero que tenga una gran vida. Muy feliz, les deseo lo mejor, que su familia y su esposa lo quieran. Y así acaba la historia. Ya está, no estés triste mi cielo, te volverás a enamorar.
—Por supuesto —declaró Dani con voz débil, volteando su rostro para que no viéramos que se encontraba más enrojecido—. ¿Por qué no? Seguro que me vuelvo a enamorar.
Trató de mantener su postura desinteresada, pero rápidamente se rindió. —Ay, Dios, esto es tan horrible. ¿Por qué tienen que existir las rupturas?
—Así es la vida, cariño, a veces cambia para mejor, ¿no lo ves? Tal vez tú seas el otro protagonista de esta historia, trata de verlo de esa manera. Podrías enamorarte de alguien como él lo hizo, formar una familia y ser aún más feliz de lo que fuiste con Taehyung.
Estaba segura de que ese pensamiento era aún más doloroso. Avanzar y despedirte de la persona a la que amabas, enterrar cualquier posibilidad de un futuro compartido, conocer a alguien más y transformar tu amor pasado en un recuerdo lejano...maldita sea, solo la idea hacía pedazos mi corazón.
—No quiero —declaró Dani casi como en una sollozo, secando con decisión la última lágrima persistente—. No me enamoraré de otra persona ni empezaré una nueva vida con nadie. Yo me prometí con una persona y no pienso estar con nadie más que no sea mi osito.
Las palabras de Dani fluyeron con firmeza, y de repente me invadió esa misma convicción. Sentí como si tía Seyeon nos hubiera mostrado un vistazo de nuestro futuro. Y lo odié. No podía concebir amar a otra persona que no fuera Jeongguk. No quería. No podía. Yo nunca podría dejarlo atrás. Dios, eso me resultaba imposible de aceptar.
—Pues entonces habla con él, permítete escucharlo. No seas orgullosa, no vivas de arrepentimientos, sé más lista que eso —aconsejó tía Seyeon.
Dani se puso de pie y se volvió hacia mí. —Oh, por Dios, ¿Ya viste la hora que es? Muchas gracias por el pastel, tía Seyeon, pero creo que ya deberíamos de ir por tus cosas o se nos hará más tarde.
—¿Tarde para qué? —cuestioné, no era es como si tuviéramos que cumplir con algún horario, sólo veríamos películas. Y quería seguir escuchando historias de tía Seyeon.
—Pues para la sorpresita que te tengo.
🥀
27 DE JULIO, 2019.
23:33 pm, París.
❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫
RECORDABA LAS MAÑANAS junto a Jeongguk, extrañaba las mañanas junto a Jeongguk, tanto que mi subconsciente no dejaba de reproducirlas una y otra vez en mis sueños. Cada recuerdo se sentía tan vívido, tan real. Era como si experimentara cada cosa, cada palabra, cada abrazo, cada beso por primera vez.
Y era hermoso mientras duraba, pero tan cruel cuando acababa.
"Así es como deberías despertarme". Escuché su voz, arrastrando las palabras por mi piel, delineando con su nariz el costado de mi rostro.
Pude sentir su cálido aliento haciendo cosquillas en mi mejilla y me estremecí, sonriendo inconscientemente cuando su brazo se afianzó alrededor de mi cintura, abrazándome firmemente a su pecho. Jeongguk presionó dulcemente sus labios en mi mejilla y luego hundió su rostro en la curva de mi cuello, respirando de mí.
"¿Cuándo será mi turno, hm?" Se quejó, besando a lo largo de mi cuello, pasando por la línea de mi mandíbula y deteniéndose justo en el lóbulo de mi oreja, obligándome a abrir los ojos abruptamente cuando fui consciente del descarado movimiento de su mano, deslizándose desde el hueso de mi cadera hasta el centro de mi vientre. "Buenos días". Se burló.
"Quieto". Ordené, poniendo mi mano sobre la suya para detener su atrevido movimiento, aún sentía la pereza de estar recién despertando, pero de alguna forma...ya me sentía feliz.
"No estoy haciendo nada". Fingió inocencia, volviendo a presionar cariñosamente sus labios en mi mejilla, esta vez con más fuerza. "Ya me encargué del desayuno, así que levántate". Obligó, dándole una palmada a mi trasero antes de apartarse. Auch.
"Nhgh". Rezongué, hundiendo obstinadamente mi rostro en la almohada. "No".
"Sí". Porfió, agarrando mi tobillo con su mano y arrastrándome nada delicadamente hasta los pies de la cama. ¿Qué demonios...?
Toda la cama quedó aún más desastrosa después de eso, arrastré todas las sábanas en el proceso y mi cabello quedó aún más despeinado. Y así era como Jeongguk pasaba de ser todo un caballero romántico a ser un cavernícola.
"¡Ou, Jeongguk!" Chillé indignada mientras era arrastrada en contra de mi voluntad fuera de la cama, Jeongguk se rió de mi reacción, y se rió incluso más fuerte cuando comencé a patalear para zafarme de su agarre. "¡Jeon Jeongguk!". Gruñí, arreglándomelas para voltearme sobre mi espalda y tirarle una almohada en la cara.
Entonces Jeongguk me devolvió el almohadazo en la cara. Tan encantador.
"¿Quieres que te cargue, hm?". Amenazó con esa irritable pero atractiva sonrisa de costado, inclinándose sobre mi cuerpo para dejar muy en claro que estaba dispuesto a hacerlo. "Lo haré, eh".
"Quítate, matón". Ordené, tratando de quitarlo de encima, consiguiendo con eso que él sólo se cerniera aún más contra mí. "No me intimidas, para que lo sepas".
Jeongguk rió, sus ojos brillaban, haciendo que mi corazón se acelerara con solo esa mirada. Ay, Dios. De repente, escondió su rostro en mi pecho y, entre cortos besos, expresó inesperadamente que me amaba. Oh, bueno. No esperaba eso.
El cabello de Jeongguk hormigueó en mi piel y su aliento me hizo retorcerme por las cosquillas. Él seguía dejando suaves y cortos besos en toda la piel que tenía a su alcance.
"Eres tan...ah, en serio...en serio te amo". Juró, una y otra vez. "Siento como que quiero decírtelo todo el tiempo, creo que estoy enfermo".
"Sí, creo que toda esa basura que comiste anoche te hizo daño". Bromeé, enternecida por su repentino cambio de actitud, olvidándome del porqué estaba rabiando hace menos de un minuto.
"Tú cocinaste anoche". Me recordó, alzando su rostro ligeramente desde donde se encontraba. Sus ojos encontraron los míos y eso le hizo algo a mi corazón.
"Por eso". Jugué, entrelazando mis dedos en su cabello.
Jeongguk por las mañanas era otra cosa, y descubrir con cuál versión de él me despertaría era lo mejor de mi día. Aunque el Jeongguk perezoso y adormilado era mi favorito, ya que por lo general me concedía unos minutos más de sueño, este Jeongguk estaba demasiado energético para ser las ocho de la mañana.
"Me gustó eso que hiciste". Dijo, subiéndose por mi cuerpo hasta que su rostro estuvo a la altura del mío, entonces rozó tiernamente su nariz con la mía.
"Eso". Destaqué divertida, se suponía que era Japchae, pero bueno. "Tengo la teoría de que podría intoxicarte con mis platillos y aún así dirías que te encantaron".
"El amor no conoce de papilas gustativas". Declaró, detallando mi rostro, deteniéndose en mis labios.
"Mh, tu amor es bastante peculiar".
"¿No lo quieres?"
Me encogí de hombros y él me miró mal: "Bae Haye".
Le sonreí, plantando un beso en su barbilla. "Lo quiero, pero creí que ya era mío".
"Lo es, para ti y nadie más". Decidió juguetonamente, rozando tentativamente sus labios sobre los míos. "¿Qué hay del tuyo?"
"¿Mi amor?"
"Mh". Asintió.
"¿Qué? ¿Tienes dudas?".
Jeongguk sacudió su cabeza. "Me gusta oírte decirlo".
"¿El qué?" Me hice la desentendida, besando fugazmente el lunar debajo de su labio. "¿Que soy toda tuya? Porque lo soy".
Los ojos de Jeongguk se iluminaron con un brillo diferente y pude ver como trataba de contener una sonrisa, sus comisuras alzándose ligera y brevemente lo delataron. "¿Toda?"
Él enfatizó su proximidad al volver a cernirse sobre mi cuerpo, pero esta vez con intenciones distintas, deslizándose entre mis piernas y manteniendo su mirada fija en mis labios.
"¿Acaso no dijiste que habías preparado el desayuno?" Ignoré su pregunta, tratando de ocultar el hecho de que estaba más que dispuesta a hacer lo que sea que él me pidiera.
"¿Ahora sí quieres desayunar?" Se burló, deslizando su lengua por su labio inferior de forma inadvertida.. Ay, mamá.
La escena se desarrollaba tal y como la recordaba.
Pero luego algo cambió.
Sí, definitivamente algo cambió.
Porque recordaba ese día, muy bien. Recordaba a Jeongguk tomando la iniciativa, lo recordaba dejando caer su peso sobre mí, presionándose justamente en los lugares correctos, olvidándose y haciéndome olvidar también de todo lo demás. Lo recordaba deslizando sus labios por mi piel, abarcando cada espacio. Recordaba las sensaciones, el calor, la necesidad. Recordaba su boca reclamando la mía, sus manos todas sobre mí, su aroma, su calidez...todo, pero no me recordaba a mí empujando a Jeongguk sobre la cama y arrastrándome encima de él. Nope, así no fue como pasó...pero así estaba pasando.
Aunque, eso eso no hizo nada para acabar con la ensoñación. Al contrario.
Había extrañado a Jeongguk, lo había echado en falta de todas las maneras posibles...menos de esta. Había extrañado su compañía, había extrañado nuestra vida juntos, nuestros momentos, su contención, su cariño, su amor, pero...no esto. Y es que eso era lo último que debía de estar en mi mente.
Pero esto se sentía demasiado real.
Y no podía ignorarlo.
Porque de repente me sentía incapaz de diferenciar la fantasía de la realidad, y porque de pronto sentí como un disparo de adrenalina corrió a través de mí cuando sentí —o imaginé— sus manos en mi cadera y su sexo presionándose justo en donde comenzaba a necesitarlo tan desesperadamente.
Hacía calor, mucho calor, era todo en lo que pensaba mientras trataba de encontrarme a mí misma en esta persona que se encontraba creando este tipo de escenarios en mi cabeza. Yo no hacía esto, mi cabeza había estado en un lugar muy oscuro este último tiempo, no había tenido tiempo para fantasear con...santo cielo, estaba fantaseando, ¿qué carajos me ocurría? Debí ceñirme a mis inocentes sueños porque ahora que volvía a recordar las sensaciones que él era capaz de verter sobre mí, sentía como que lo necesitaba más allá de la razón.
Todo ocurrió demasiado rápido, ni siquiera estaba segura de cómo, tal vez la necesidad nubló un poco mi juicio, pero en algún punto ambos nos deshicimos de casi toda nuestra ropa. Esto nunca ocurrió, ese día Jeongguk se tomó su tiempo, hizo que cada segundo contara, no hubo prisas, pero ahora...este era un fiel reflejo de todas las emociones que llevaba conteniendo. Y sabía que quererlo no estaba bien, pero no me importó demasiado, y es que todas mis preocupaciones desaparecieron inmediatamente después de que nuestros cuerpos se fundieran juntos. Podía sentirlo. Por Dios, ¿qué diablos era esto? Jeongguk enterró sus dedos en la piel de mi cintura y los míos se enroscaron en su cabello, empujando de él más cerca mientras nos devorábamos el uno al otro. Su respiración se agitó contra mi boca y capturó nuevamente mis labios en un beso hambriento. Demonios, esto era demasiado, pero no podía detenerlo, casi había olvidado lo que se sentía. Sus manos eran como una droga, casi tan adictiva como su boca.
"Haye". Escuché su voz muy claramente, a pesar de que él nunca apartó sus labios de los míos; fue como si esta se encontrara en mi mente.
No me importó.
Empujé mis caderas contra las suyas y seguí un camino de besos hacia su mandíbula, con mis dientes raspando ligeramente su barbilla, deteniéndome sólo para aspirar una bocanada de aire en el momento que fui consciente de sus manos en mis pechos, propagando estremecimientos a través de mi piel.
Oh, por...fue todo en lo que pude pensar cuando Jeongguk rodeó mi cintura con uno de sus brazos y nos volteó sin mucho cuidado hasta quedar sobre mí. Sin darme oportunidad de anticipar su próximo movimiento, en apenas un instante lo vi deslizarse hacia abajo por mi cuerpo, arrastrando su boca por entre el valle de mis senos, bajando por mi estómago y besando justo por encima de la pequeña cinta decorativa de mi ropa interior. Sus labios exploraron a sus anchas, tentándome y burlándose, pero nunca besándome en donde lo necesitaba.
No podía dejar de retorcerme patéticamente como respuesta a la forma en la que su boca me torturaba, necesitaba que dejara de jugar, el pulso entre mis piernas empezaba a doler y necesitaba aliviarlo, lo necesitaba a él para eso, pero a Jeongguk esto lo tenía sin cuidado, parecía que disfrutaba tenerme rogando por sus caricias. Por Dios, le estaba rogando a un invento de mi cabeza.
Mi mente estaba completamente nublada, mis rodillas temblaban de excitado nerviosismo y cuando Jeongguk presionó, en un roce apenas perceptible sus labios en el centro de mi sexo, olvidé cómo existir. Mi necesidad por él creció con aquel superficial toque y justo cuando creí que dejaría de torturarme.
Él arrastró sus labios hacia arriba.
Y besó mi vientre.
Y ENTONCES TODO cayó sobre mí como un balde de agua fría. Instantáneamente sentí como todo mi cuerpo se tensaba y mi corazón se aceleraba, horrorizado. Imaginar a Jeongguk realiza aquel gesto fue, sin lugar a dudas, el más grande golpe de realidad.
"Haye". Volví a escuchar su voz, pero nuevamente no era él quien hablaba.
¿Qué demonios?
Sacudí mi cabeza por inercia, diciéndole no a mi propia consciencia, queriendo desprenderme de la avalancha de pensamientos que comenzaban a asfixiarme y abrumarme. Fallé. No lo logré porque cuando lo miré, tratando desesperadamente de volver a mi fantasía, simplemente me encontré con Jeongguk repitiendo aquella misma acción.
No quería esa imagen en mi cabeza.
La ternura de su gesto, como si él supiera.
No.
Lo empujé lejos de mí, creando una distancia que se sintió abismal entre nosotros porque...me aterré. Él besó mi vientre de un modo que me hizo estremecer, desprendiendo de pronto una emoción que hizo que mi corazón se encogiera, como si supiera que algo preciado se encontraba creciendo allí. Y no...no quería soñar con eso.
"Haye". Y ahí estaba otra vez. Era su voz, lo era, nunca podría confundirla, pero el Jeongguk junto a mí no había dicho nada, él sólo me miraba confundido por aquel impulso que me hizo apartarlo de mí.
Era como si dos cosas estuvieran ocurriendo al mismo tiempo.
Y sólo yo escuchaba esa voz.
Su voz.
"Haye". Repitió suavemente. No estaba entendiendo nada.
"Shh". Siseé, queriendo silenciar su voz. Estaba confundida y me sentía repentinamente indispuesta, quería vomitar.
Iba a vomitar.
"Oye". Agregó la voz, y era como si se estuviera burlando, pero...Jeongguk ya no estaba aquí.
¿Dónde...?
Miré a mi alrededor y sentí ganas de llorar cuando no pude encontrarlo en ninguna parte, aquella sensación de soledad que había estado sintiendo en el último tiempo me embargó por completo esta vez. Había una gran diferencia entre estar sola...y sentirse sola. Y no estaba soportando el sentirme así.
"¿Haye?" Escuché por última vez.
Maldita sea.
"¡Basta!" Exploté, gritando lo suficientemente fuerte como para que esa fuera la única voz en mi cabeza.
Y así de fácil, ya no me encontraba en aquel lugar.
MIS OJOS SE AGITARON y se abrieron abruptamente, sacándome de aquella ilusión, con un escalofrío y una corriente helada sacudiendo mi cuerpo. ¿Qué demonios había sido eso?
Estaba recostada en una cama, eso era seguro, pero ya no estaba junto a él, y desde luego que no estaba en nuestra habitación, ni en nuestra cama. Una oleada de frustración me invadió al darme cuenta de que todo había sido simplemente un sueño. Dios, otra vez sentí mi débil estómago retorcerse con intensidad al comprender que no había sido más que una ilusión. Maldita sea, no podía seguir haciendo esto.
No me sentía nada bien, todo se sentía incorrecto, ese sueño había sido...ni siquiera tenía palabras para describirlo, pero me recordó a todo en mi vida. Un segundo todo era perfecto y luego...todo se volvía una pesadilla. Diablos, y todavía me sentía muy desorientada.
Traté de no moverme mucho mientras mi visión se aclaraba, lo último que necesitaba era que me golpeara una de esas náuseas que no me permitían llegar al baño. Así que con precaución, me erguí lentamente en la escena. Examiné mi alrededor perezosamente, con pesadez en los párpados mientras intentaba entender qué diablos me estaba ocurriendo, sintiéndome enajenada y olvidándome de cualquier intento por mantenerme serena porque de pronto, mientras trataba de asimilar lo que ocurría, todas mis alarmas se dispararon. Me removí en mi lugar, alzándome casi de una manera agresiva por la impresión. Mi corazón literalmente dejó de latir, mi estómago cayó a mis pies y mis ojos se ampliaron excesivamente por el shock y la conmoción cuando me di cuenta de que Jeongguk estaba sentado junto a mí.
Jeongguk.
El Jeongguk real.
Se encontraba a mi lado, mirándome con su ceño profundamente fruncido, con una expresión en su rostro que no supe identificar del todo; una mezcla entre confusión y preocupación, y un poco de miedo. Lo había asustado.
No. No, no, no, de ninguna maldita manera. Estaba soñando. Sí, seguramente este era uno de esos sueños que continuaba inmediatamente en otro sueño. Era un sueño, un mal sueño, mi necesidad por tenerlo junto a mí me estaba llevando hasta este extremo. Necesitaba ayuda.
—Haye —pronunció mi nombre con extremo cuidado, pero yo cerré los ojos y negué firmemente con mi cabeza—. Lo siento, traté de despertarte, creo que estabas...
—No hables —exigí, esto no era malditamente divertido, estaba perdiendo la cabeza—. Detente. No estás aquí.
—¿Qué? —cuestionó y yo lo miré, advirtiendo la ahora evidente confusión en su rostro—. ¿Qué estás...?
—Por favor —pedí, sintiendo como mis ojos se llenaban de lágrimas. No podía seguir haciéndome esto. Estaba abrumada y el nudo en mi garganta hizo que mi voz se quebrara—. Por favor, esto no es...no me gusta esto. No quiero seguir haciendo esto, por favor.
Santo cielo, ahora estaba llorando. Realmente estaba llorando. No podía seguir haciendo esto, se volvía peor y peor con cada día, era cruel. Yo misma me estaba torturando. Mi subconsciente no dejaba de lastimarme.
—¿Qué hice? —cuestionó débilmente, como si le asustara decir la cosa equivocada—. Oye, mírame, no entiendo qué...
—¿Por qué sigues haciéndome esto? Ya no quiero soñarte, odio esto —sollocé penosamente, mi corazón dolía horriblemente cuando la ilusión se terminaba, ya era suficiente—. Sólo...por favor, no te quiero aquí. Sal de mi cabeza. Vete.
Supliqué en un hilo de voz, cerrando fuertemente mis ojos, deseando que eso fuera suficiente para que desapareciera, y no esperando en lo absoluto que Jeongguk me estrechara con fuerza entre sus brazos.
¿Qué...?
Mis ojos, que se habían abierto por la sorpresa de estar siendo sostenida por él, nuevamente volvieron a cerrarse ante el súbito aroma característico de su persona. Su calor me abrigó y su inesperada contención hizo que dejara de respirar. No hubo ningún pensamiento en mi cabeza cuando él me mantuvo contra sí con más fuerza.
—Está bien, muñequita, sólo tuviste una pesadilla —me consoló, susurrando palabras tranquilizadoras en mi oído.
—Tengo —las palabras salieron de mí sin pesar. Esto podía sentirse bien ahora, pero al final sería lo peor.
Cuando despertara, todo esto se convertiría en una pesadilla porque él no estaría conmigo.
Yo estaba convencida, pero él negó. —No estás soñando —prometió con voz suave, siendo muy cuidadoso con sus palabras—. Estoy aquí.
No.
No podía estarlo.
—¿No puedes sentirme?
Podía, pero eso no lo volvía real. —No tiene sentido.
—Me pediste que viniera.
Sí, pero...
—Estabas en Corea...ayer hablamos, no puedes...no puedes estar aquí. —balbuceé, manteniéndome a mí misma en la calidez de su pecho porque incluso si no era real, así se sentía.
Esto no tenía sentido, por más que quisiera que fuera real, no podía ser, pero eso no me detuvo de aferrarme a él. Se sentía diferente. Este no era un recuerdo ni una memoria modificada, esto era...ah, demasiado bueno para ser verdad.
—No entiendo —musité, sintiendo cómo cada fibra de mi ser cobraba vida al escuchar su voz.
—Tomé un vuelo directo —se explicó con calma, pasando delicadamente su mano por mi cabello—. Te lo dije, compré el primer vuelo que encontré. Tenía que verte.
Sacudí mi cabeza en negación. —Nunca te dije que estaría aquí.
—Haye...
—No podías saberlo.
—¿Podemos hablarlo luego? —pidió en un tono de súplica, transformando su cauteloso abrazo en uno tan efusivo que por un instante me paralizó. ¿Esto era...? ¿De verdad estaba pasando?—. Te eché mucho de menos.
Jeongguk escondió su rostro en el espacio entre mi hombro y mi cuello, y respiró profundamente de mí. Yo seguía sin creer nada de esto.
—¿Estás bien? —preguntó, apartándose apenas lo suficiente para mirarme a la cara.
Por Dios.
Sí estaba aquí.
—¿Haye? —insistió, con una expresión en su rostro que denotaba todos sus temores—. ¿Te sientes bien?
Tragué duramente y negué con mi cabeza. —No, no estoy bien.
Él lo aceptó, mostrando comprensión en todo su semblante a pesar de lo tenso de su postura, era como si no supiera qué hacer ni qué decir.
—¿Estás...molesta?
No sabía lo que sentía, por un segundo allí creí que estaba a punto de tener una crisis neurótica o algo. Santo cielo, perdí la maldita capacidad de diferenciar mis sueño de la realidad, y ahora...era real, muy real, pero no podía asimilarlo. Mi corazón latía desenfrenado y verdaderamente sentía que si decía una palabra más, volvería a romper en llanto.
—¿No...uhh, no vas a decirme nada? —cuestionó inseguro, buscando mi mirada con la suya, como si tratara de esa forma poder encontrar las respuestas que necesitaba.
Había tanto que decir, tanto que discutir, tanto que lo más probable era que la voz de mi consciencia, cuando decidiera hacer su aparición, no lo haría por otra razón más que para reprocharme y gritarme que había cometido un terrible error. Y posiblemente tendría razón. Pero la verdad era que no había palabras para discutir lo que sentía, sólo había acciones. Y una promesa implícita.
Junto a un deseo que quería hacer realidad, así que tan sólo por una vez ignoré por completo a mi cabeza y escuché a mi corazón. Entonces, absolutamente cada célula dentro de mi cuerpo me gritó que era lo correcto. Tal vez lo era, tal vez...al diablo, no podía soportar otro dilema, así que sólo...agarré su camiseta con mis puños, lo jalé hacia mí y simplemente...lo besé.
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