❛ 02 ❜

A G Á P E
dos
❀̸
𝓔quivocada
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❝ Dibujaste estrellas alrededor de mis cicatrices pero ahora estoy sangrando.

Cardigan, Taylor Swift.


25 DE JULIO, 2019.
18:53 pm.


❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫


     MINHYUN ACOMODÓ SU mano en la parte trasera de mi cabeza, tirando de mi rostro hacia el suyo en lo que su nariz delineaba suave y lentamente la línea de mi mandíbula, arrastrándola hacia arriba por mi mejilla hasta que su nariz tocó la mía, casi pude sentir sus labios rozar los míos mientras permanecíamos inmóviles en aquella posición. Uno, conté, dos, tres...y justo antes del cuatro, lo oír susurrar:


—Si no me apartas, voy a besarte.


Ugh, idiota.


Lo aparté de inmediato, mi cuerpo reaccionó instintivamente ante sus palabras y coloqué ambas palmas en su pecho para alejarlo. Él dio un pequeño tropezón hacia atrás y me dedicó una sonrisa burlona. "¡Qué insoportable!", pensé para mis adentros, fulminándolo con la mirada y dándole un nada gentil golpe en el hombro porque ahora íbamos a tener que repetir toda la coreografía...otra vez.


—Sólo para causar "impacto", ya sabes, no es que quiera besarte —bromeó, deteniendo la música que aún sonaba en los parlantes—. Aunque, tampoco es que no quiera.


—Tú quieres besarlas a todas —puse mis ojos en blanco y me acerqué a la esquina en donde estaba mi botella con agua—. No olvides que solo estoy haciéndote un favor, así que no te pases.


Le saqué en cara, a pesar de que este era un favor que no sólo lo beneficiaba a él. La verdad era que ayudarlo a preparar esta coreografía en nuestros tiempos libres me servía para mantener mi cabeza un poco ocupada. No siempre surtía efecto, pero al menos evitaba que estuviera sola. Ultimamente, la soledad estaba resultando difícil de manejar.


—No lo olvido, amorcito, justo por eso eres mi chica favorita —siguió tonteando y yo seguí mirándolo con cara de pocos amigos—. Ya, lo siento, es que a veces no puedo contener las ganas de fastidiarte. Haces esa cosa tierna con tu nariz siempre que te hago enojar...y esa mirada, Dios, siento que la muerte me respira en el cuello cuando me pones esos ojitos de "no te soporto".


No quería reírme, él siempre estaba diciendo tonterías, en este punto ya debería de estar acostumbrada, sin embargo, no pude contener la sonrisa que rompió en mis labios después de escuchar tanta estupidez.

 
—Y ahí está, esa preciosa sonrisita que ilumina todos mis días, sólo por eso vengo a trabajar, eh, que lo sepas —exageró, tocando con la punta de su dedo índice la comisura de mis labios—. Creí que hoy no la vería, estuviste todo el día haciendo pucheros.


—No hacía pucheros.


—Estabas con una cara de culo que ni tú te aguantabas.


—Grosero.


—¿Yo? No creas que me olvidé de que casi me vomitaste encima esta mañana, eso sí que fue grosero, señorita —hizo mención de aquel vergonzoso y desafortunado evento—. No suelo tener esa reacción en las mujeres.

 
—A mí siempre se me revuelve el estómago cuando te veo.


—Debe ser porque estás un poco enamorada de mí. A eso que sientes se le conoce como "mariposas".


—Yo lo conozco como "repulsión".


—Ja, ja.


—Fue la mantequilla de maní —agregué, guardando mis pertenencias dentro del bolso, sintiendo que mi estómago se revolvía sólo con pensar en el olor artificial de ese frasco, iugh—. Que desagradable, te juro que me entran ganas de vomitar sólo con recordarlo.
 

—¿Así es como agradeces que te hiciera el desayuno?

 
—Sí, gracias, gracias, pero por favor, deshazte de esa asquerosidad. No quiero verla en la nevera, podría sufrir otro desafortunado accidente.


Esta vez me miró como si estuviera mal de la cabeza. ¿Qué? ¿Ahora era un delito?

 
—Pero si tú la compraste. Escogí la mantequilla de maní precisamente por eso, como llevabas un mes entero comiéndola, asumí que te gustaba.


—Me gustaba hasta esta mañana —me encogí de hombros, consciente de que en realidad mi repentino disgusto no tenía mucho sentido—. Tal vez comí mucha, no lo sé, pero mi estómago ya no quiere tener nada que ver con ella.

 
—Bueno, estará muy bien en mi estómago, no te preocupes —solucionó, terminando de arreglar sus cosas, y el ensayo había terminado—. A lo mejor te pegaste algún bicho, Mina estaba mal del estómago la semana pasada.

 
Volví a encogerme de hombros, no creía que fuera eso, llevaba varios días sintiendo molestias en el estómago. No era que me sorprendiera mucho, sabía que todo el estrés que llevaba experimentando en el último tiempo, tarde o temprano tendría sus repercusiones en mi salud. Mis migrañas venían acompañadas de náuseas algunas veces y estaba sufriendo mucho de ellas últimamente, así que tenía sentido. Pero lo odiaba.

 
—¿Ya estás lista? —me preguntó, acomodando su bolso en el hombro—. Pasemos a comer algo antes de ir al departamento, no quiero cocinar esta noche.


No tenía hambre, algo estaba mal con mi apetito, pero me limité a asentir con la cabeza. Minhyun ya había comenzado a hacer comentarios sobre lo poco que comía y lo mal que eso estaba considerando que entrenaba mínimo doce horas al días, y tenía razón, nunca había sido una persona que se saltara sus comidas, pero mi cabeza se encontraba en tantos lugares a la vez que simplemente lo olvidaba.


—Necesito cinco minutos, tengo que ir al baño —le avisé, apresurándome a uno de los cubículos.


Cuando sentía retorcijones en el estómago, no podía detener el impulso de correr con urgencia al baño. Me asustaba vomitarme encima, y es que las náuseas apenas me daban tiempo para tomar precauciones. No quería ir al médico porque sabía lo que me dirían, pero esto se estaba volviendo tedioso.

 
Era culpa de mis emociones, sabía que todo tenía que ver con eso porque en el momento que recordé que la razón por la cual no me olvidaba de mis comidas en Corea, era Jeongguk, sentí que todo en mi estómago se revolvía. Tenía sentido, pensar en él significaba desastre inminente. El poder que tenía en mí hasta el más pequeño de sus recuerdos era algo...impresionante, y no precisamente en el buen sentido.

    
Traté de desviar hacia otra dirección mis pensamientos, no quería pensar en él ahora. No quería pensar en lo mucho que lo extrañaba y lo mucho que en verdad lo necesitaba, no podía detenerme una vez que comenzaba, así que mejor traté de enfocarme en no vomitar.

  
Al menos esta vez sí funcionó.

 
Cuando las náuseas cesaron y ya me sentí un poco mejor, me apresuré en refrescarme con un poco de agua. Lavé mi rostro con el agua fría e intenté calmar lo ansiosa que me sentía con profundas respiraciones. No estaba segura de cuánto tiempo más podría seguir así, nada de esto parecía estar volviéndose más sencillo.

 
Como sea, esta era mi vida ahora, así que debía hacer el esfuerzo si no quería sentirme así de desdichada todo el tiempo que durara esta experiencia. Salí de baño para ir con Minhyun y me lo encontré justo donde lo había dejado, él seguía de pie con su bolso colgando de su hombro, pero tenía mi celular en sus manos.


¿Por qué...?
Definitivamente no esperaba eso.


Aclaré escandalosamente mi garganta para llamar su atención. —Disculpa, ¿se te perdió algo? —hablé, sacándolo abruptamente de su ensimismamiento, él se asustó y la expresión en su rostro fue más que chistosa.


—¡Mierd...! —exclamó alterado, alzando la cabeza y poniendo instintivamente su mano sobre su corazón, tenía una expresión de horror bastante divertida dibujada en el rostro—. Carajo, ¿no podías darme una advertencia o algo? Casi me matas.


—Pues eso es lo que te ganas por estar fisgoneando en mi celular —mencioné, tomando el celular de sus manos y advirtiendo que el pequeño artefacto se encontraba apagado—. ¿Quieres explicarme qué estabas haciendo?

 
—No estaba fisgoneando, alguien te estaba llamando, quise ver quien era, pero lo tomé y se apagó, nunca cargas esa cosa.


—Oh —yo creí que lo había cargado—. ¿En serio? ¿No alcanzaste a ver quien llamaba?


Negó con la cabeza. —Tal vez era alguno de los chicos.

 
Sí, seguramente. Asentí, decepcionada porque era muy probable que él tuviera razón. Tal vez era Mina, una de las chicas con quien compartíamos departamento. Seguro lo era, en Corea eran las tres de la madrugada más o menos, era poco probable que fuera...cualquiera de por allá.


—¿Ya nos vamos? —insistió, distrayéndome antes de que yo misma comenzara a hacerme ideas y falsas ilusiones que al final sólo terminarían por entristecerme—. Me muero de hambre.

     
Asentí, guardando mi celular en el bolsillo—. ¿Crees que podamos pasar por alguna farmacia en el camino? Necesito comprar unas cosas.




















🥀
























❪ ❛ BAE HAYE ❜ ❫


VER A JEONGGUK EN MIS SUEÑOS era tanto un consuelo como un tormento. La mayoría de las veces podía advertir cuando se trataba de un sueño, como ahora, sin embargo, había otras veces que todo se sentía tan perfecto, tan real, tan familiar, que simplemente me resultaba imposible no caer en las trampas de mi propio subconsciente. En esos caso, cuando abría los ojos y era sacada a la fuerza de esa ilusión, sentía tanto dolor, tanto pesar y nostalgia, que se volvía imposible de soportar.

   
Pero si permanecía aquí, entonces podía ser feliz,
al menos brevemente.


Ahora mismo ambos podíamos estar haciendo cualquier cosa, podíamos estar en cualquier lugar, sin embargo, yo no deseaba grandes cosas, sólo lo quería a él. Tal vez por eso, en todos mis sueños, seguía regresando al mismo lugar. A ese precioso lugar en el patio de su casa, el lugar en donde inició todo. En donde experimenté por primera vez el efecto de su cercanía. En donde tomó mi mano e hizo que mi corazón cobrara vida. El lugar en donde me confesó sus sentimientos. En donde preparó la mejor y más especial propuesta de noviazgo que pude haber imaginado nunca. El lugar donde celebramos nuestra poco convencional boda. En ese significativo lugar en donde nos recostábamos algunas noches, descansando sobre una manta en el césped, observando el cielo estrellado, hablando sobre un sinfín de cosas sin sentido hasta que uno de los dos, Jeongguk, por lo general, decidía que ya era hora de besarnos.

   
Era la más feliz durante esos momentos.
Nada podía comparársele.

   
Así que aquí estábamos, recostados sobre aquella manta. Jeongguk cantaba, siempre susurraba canciones en mi oído cuando nos quedábamos en silencio, amaba eso, extrañaba eso.


"No hay límite en el cielo
que no volaría por ti",

  
Cantó suavemente, como una promesa, mientras yo descansaba mi cabeza en su pecho, oyendo los latidos de su corazón, sintiéndome completa sólo cuando me encontraba envuelta en el calor de su cuerpo.

    
"Ni lágrimas en mis ojos
que no lloraría por ti.

Con cada respiración que tomo,
quiero que compartas ese aire conmigo.

No hay promesa, que no vaya a cumplir.
Treparía una montaña, no hay una
que sea demasiado empinada".

  
Jeongguk había cantando esa canción para mí en más de una canción, tal vez por eso era que podía reproducirla tan a la perfección en mi mente, porque esto estaba en mi cabeza, era un recuerdo, sabía que se trataba de un sueño, pero mientras me encontraba abrigada entre sus brazos, fácilmente podía olvidarlo.

 
—¿Por qué me ves así? —preguntó con un tono divertido cuando yo me aparté ligeramente y me volví hacia él para poder contemplar su rostro. Admiré cada una de sus facciones, y aquella pequeña sonrisa de medio lado que adornaba sus labios aceleró las pulsaciones de mi corazón—. ¿Qué? ¿Tengo algo en la...?


—¿Podrías abrazarme? —lo interrumpí, escuchando el casi desesperado anhelo camuflarse en mi tono de voz. Extrañaba tanto, tanto que me abrazara—. ¿Por favor?

  
Extrañaba sentir que todo estaba bien, o que al menos lo estaría si estábamos juntos. Dios, esto era cruel. ¿Era esta la única forma en la que podría tenerlo de ahora en adelante? Porque si era así, entonces necesitaba sentirlo antes de despertarme.


—¿Por qué lo dices como si no nos hubiéramos abrazado en meses, hm? —preguntó con un tono burlón, enarcando una de sus cejas antes de hacer lo que le pedí, ignorando por completo la fea realidad que existía fuera de aquí. Debía de ser lindo.

  
Él estiró sus brazos en mi dirección y sin preámbulos, tiró de mí hacia él, envolviendo sus brazos a mi alrededor, estrechándome delicadamente y transmitiéndome sus emociones. Aquí era donde siempre quería estar.


—Más fuerte —medio supliqué, fundiéndome más en su calor, sonriendo con pesar al sentir mi mejilla presionar más en su pecho cuando él afianzó su agarre en mí, envolviéndome en su calidez y seguridad, dejando escapar una risita que hizo que mi corazón se acelerara, genuinamente feliz. Sabía que yo nunca dejaría de anhelar esto, a nosotros—. ¿Es todo lo que tienes? —traté de bromear, conteniendo las emociones arremolinadas en mi pecho.


—No me gustaría que mi esposita muriera asfixiada, gracias —replicó irónicamente, relajando considerablemente la efusividad de su abrazo—. ¿Por qué de pronto quieres que te apretuje los sesos?

 
—¿No podías decirlo de otra manera? —protesté, esta vez rodeándolo yo con mis brazos, abrazándolo de un modo que me permitiera estar lo más cerca posible de él—. Te extraño.


—Estoy justo aquí.


Nomusité en su pecho, sintiendo ese ya familiar dolor en mi corazón. Anhelar tanto algo dolía inclusive de una modo físico, no era sólo emocional, porque yo sentía que dolía en todo mi cuerpo, resonaba en todo mi ser.


—Aquí estoy —insistió él, sin comprender lo que yo decía, consolándome con caricias en mi cabello, y así de rápido, con aquel pequeño gesto, yo comencé a sentir las lágrimas picar en mis ojos—. Oye, muñequita, estoy aquí.


—Nonegué, sorbiendo mi nariz, aferrándome a él, sabiendo que en cualquier momento seríamos apartados el uno del otro—. No lo estás —sollocé, respirando de él, sintiéndolo todo tan real—. Y quiero tanto que lo estés, te extraño tanto. Y te necesito. Jeongguk, tengo mucho...mucho miedo.

  
Por Dios, sólo necesitaba decirlo, yo necesitaba decirlo por lo menos una vez y él necesitaba escucharlo, pero no conseguí esa satisfacción. Ni siquiera en mi sueños lo conseguí, pues más pronto que tarde, se acabó.


SENTÍ UNA MANO EN MI HOMBRO sacudirme suavemente, queriendo despertarme y así de fácil, todo se arruinó. A pesar de que intenté aferrarme a Jeongguk, a pesar de qué cerré mis ojos con fuerza y me removí, tratando de apartarme de eso que intentaba sacarme de mi sueño, yo ya no pude sentirlo más, no pude verlo, ni oírlo, él simplemente ya no estaba.


Haye —oí la inconfundible voz de Minhyun y por un breve instante, realmente lo odié por traerme de regreso aquí—. Oye...hey, despierta, ya estamos aquí.

 
No quería desquitarme con él, pero no pude controlar el impulso de apartar su mano bruscamente cuando abrí los ojos y advertí que era junto a él con quien estaba. Él y no la persona que en verdad quería a mi lado.


—Lo siento, ¿Te asusté? No sabía que...¿estabas llorando? —me preguntó y recién entonces percibí esa sutil humedad en mis mejillas, demonios. Rápidamente sequé los rastros de lágrimas y me acomodé en mi asiento.

  
—¿En dónde estamos? —ignoré su pregunta y me incorporé en el ahora, sintiendo una pesadez en mis párpados y un dolor en mi corazón.


—¿En la farmacia? —replicó con obviedad—. Dijiste que necesitabas comprar unas cosas, ¿no?


—Ah...sí, sí, lo siento —sacudí mi cabeza y me quité el cinturón de seguridad, el pobre me estaba haciendo un favor y yo lo estaba maldiciendo en mi cabeza, ¿qué estaba mal conmigo?—. Ya regreso, no me tardo.


—¿Quieres que te acompañe?


—No —respondí de inmediato, demasiado tajante. Él me miró confundido, también un poco herido por mi rechazo tan determinante—. Digo, no tienes que molestarte, volveré enseguida.

  
—¿Estás bien?

  
Asentí, esbozando una sonrisa forzada antes de salir apresuradamente del coche. Había ciertas compras que una chica necesitaba hacer sola. O con una amiga, pero bueno. Tenía un pensamiento, una sospecha en realidad que no lograba sacar de mi cabeza y que sabía que no se iría a menos que confirmara que sólo era paranoia mía. Y definitivamente no necesitaba que nadie se enterara de ello.





















🥀





















    NO CREÍ QUE TUVIERA QUE volver a compartir techo con nadie más que no fuera Jeongguk después de que nos casáramos y toda la cosa, pero aquí estaba, compartiendo departamento con otras cinco personas que hasta hace un mes, jamás había visto. No podía quejarme, era un lugar muy bonito y cómodo, y era mucho más espacioso que esos departamentos en los que tuve que quedarme en el pasado, sin embargo, no podía negar que estaba odiando, verdaderamente odiando que la privacidad aquí fuera algo básicamente inexistente.


Y esto iba más allá de que se pensaran que podían entrar a mi cuarto y pasar el rato allí, forzándome su compañía incluso cuando trataba de descansar. O de que tomaran algunas de mis cosas sin permiso. O de que se comieran mi comida sin preguntar con excusas ridículas como "llevaba varios días ahí". O de que un día encontrara a una de las chicas en mi armario, buscando una de mis prendas porque esta le había parecido muy linda. Esas cosas me resultaban irritantes, pero podía lidiar con ellas, lo había hecho en el pasado, sin embargo, definitivamente no podía lidiar con personas queriendo entrometerse o sacando a relucir temas de mi vida privada simplemente para satisfacer su morbosa curiosidad.


—¡Hasta que llegas! ¿A que no sabes lo que descubrí hoy mientras estaba en internet? —Daeun comentó con entusiasmo, como si hubiera estado esperando todo el día para eso, interrumpiendo mi casual conversación con Mina—. Linda Haye, ¿cuándo pensabas contarnos que ya eras toda una mujer casada, hm? —soltó inesperadamente, sacando a relucir ese tema precisamente mientras trataba de forzarme a comer algo.


Adiós apetito.


Sentí como que mi garganta se cerraba al escuchar las nuevas noticias, espantándome las pocas ganas de comer en un santiamén. ¿Tenía que ser precisamente hoy? Como si no estuviera teniendo un día lo suficientemente difícil.


—Y lo que es más impresionante aún, ¿cuándo pensabas contarnos que estás casada con el mismísimo Jeon Jeongguk? —resaltó, atrayendo la atención de todos hacia mí—. De verdad que estoy alucinando, no tenía idea de que eras la chica de la que todos estaban hablando cuando la ex loquita trató de...


—Sí, sé a lo que te refieres —la interrumpí, no necesitaba recordar nada de eso. Lo último que quería en este instante era traer de vuelta los recuerdos relacionados con Sowon—. No creí que tuviera que decir nada, no se trataba de ningún secreto.


Me encogí de hombros, no tenía intención de compartir detalles sobre Jeongguk. Ninguno de ellos era lo suficientemente cercano a mí como para confiarle detalles tan importantes de mi vida privada. Minhyun era el único que sabía "algo" sobre mi relación, pero a él no parecía importarle en lo absoluto y eso me agradaba.


—Espera un momento —habló Mina—. ¿Qué diablos? ¿En serio estás diciendo que estás casada con Jeon Jeongguk? ¿Ese Jeon Jeongguk?


—¿Y qué diablos haces compartiendo esta ratonera con nosotros? —inquirió Seojun, uno de los chicos que hasta este momento parecía estar más interesado en su teléfono—. ¿Acaso ese tipo no es como muy millonario? ¿No deberías de estar quedándote en un hotel de lujo o algo?


¿No?

 
Incluso si las cosas entre Jeongguk y yo no estuvieran así como lo estaban, esto era algo mío, y yo me hacía cargos de mis cosas.

  
—¿No es ese chico al que su abuelo va a heredarle todo? —prosiguió Daejung. Sí, bueno, todos creían saber mucho.


¿Es el que perdió a su madre en un accidente, no? ¿O ese era otro Jeongguk? —puso en duda Seojun, descolocándome profundamente por la información que escogió mencionar.

 
—Es hermano del chico que estuvo en ese escándalo cuando lo descubrieron saliendo con otro...—Daeun mencionó a Junghyun y antes de que yo dijera algo para que se detuviera, Minhyun lo hizo.


—¿Ustedes conocen esa cosa llamada "discreción", no? ¿O acaso es un concepto del todo ajeno para ustedes? —intervino Minhyun, gracias—. ¿Que les parece si mejor no meten sus narices en temas que no les incumben? A nadie le gustan los entrometidos.


—No estábamos...—Daeun quiso justificarse, sin embargo, prefirió asumir su error—. Discúlpanos, Minhyun tiene razón, creo que nos dejamos llevar un poco.

 
Sí, se emocionaron mencionando las cosas que creían que sabían sobre Jeongguk y su familia. Eran todo chismes y verdades a medias, por supuesto. Igual no podía culparlos, a veces olvidaba que Jeongguk provenía de una familia más que reconocida.


—¿Te ofendimos? —se avergonzó Seojun—. Lo lamento, es que todos en esa familia son como celebridades para nosotros. Siempre hablan de ellos en las noticias y los tabloides, así que es un poco surrealista que tú seas...ya sabes, parte de ellos.


Minhyun soltó un bufido, poniendo sus ojos en blanco. Y bueno, de pronto pareció que no le agradaba la idea de hablar sobre la familia de Jeongguk por razones distintas a las que yo creía.

 
—Son solo personas con dinero —Minhyun les restó importancia—. Nada especial.


—No pasa nada—suspiré, levantándome de la mesa, tampoco quería martirizarlos—. Sólo, por favor, no lo divulguen, ¿sí? No quiero que se hable sobre eso.


Pedí amablemente y por suerte, todos estuvieron de acuerdo. Aunque, no creía poder confiar en ellos, en ninguno a excepción de Minhyun. A él no parecía importarle ese tema, lo supo todo desde el principio y nunca dijo nada, agradecía eso.


—¿No viste mi cargador? —le pregunté a Minhyun cuando me siguió hasta mi habitación. Llevaba buscándolo desde que llegué pero no podía encontrarlo.


—No, pero ten, toma el mío —solucionó, sacando el artefacto que traía consigo en el bolsillo de su sudadera—. ¿Estás bien? Los comentarios de los chicos estuvieron muy fuera de lugar.


—Se dejaron llevar por el asombro, supongo. Aunque, gracias por hacer que se callaran.


—Yo no querría que otros metieran sus narices en mis asuntos. Además, parece que no te gusta mucho hablar sobre él.


—No es eso —mentí, conectando mi celular al cargador, percatándome entonces que mi celular no estaba descargado. ¿Qué rayos?


Mi ceño se frunció en confusión porque el teléfono aún tenía casi el ochenta por ciento de batería. Di por hecho que se descargó al verlo apagado, no traté de volver a encenderlo debido a eso.


—Que extraño. ¿Dijiste que se apagó cuando lo tomaste, no? —inquirí, sin comprender—. ¿Sólo se apagó?


—Uhh...sí, si, ¿por qué? ¿qué pasa?


—Esto dice que aún tengo batería, que raro.


Revisé en mis llamadas y no tenía nada, sólo una llamada perdida de Mina, pero fue mucho después de que mi celular se apagara. Tampoco tenía ningún mensaje.

 
—No tengo llamadas perdidas de esa hora —ugh, lo que me faltaba, algo malo le estaba ocurriendo a esta cosa—. ¿Crees que pueda estar echándose a perder la batería? A veces se pone muy caliente cuando lo uso.


—Tal vez. Pero ¿estás segura de que no tienes llamadas? ¿Mensajes?


Nada —le enseñé la pantalla—. Que molesto, lo último que necesito es que esta cosa decida que le llegó su hora.


—Que pesimista andas, seguro no fue nada.


—Eso espero —suspiré, mirando como la pantalla de mi celular se iluminaba con una fotografía de Jeongguk y yo. Lo extrañaba cada vez que nos veía ahí, pero no tenía el corazón para reemplazarnos.


Esperaba que fuera igual para él.

Deseaba creer que nuestra fotografía todavía cubría su pantalla, él nunca quitó la captura que hizo de nuestras manos tomadas cuando pasó por primera vez la noche solo junto a mí en el departamento de Seulgi. Él la escogió como el fondo de su pantalla ese día y jamás la quitó. Quería creer que nada de eso había cambiado en mi ausencia.


—¿Lo extrañas? —preguntó Minhyun, advirtiendo que tal vez me tomé más tiempo del que creí observando la fotografía.


Bloqueé la pantalla y al menos con él, me permití ser honesta. —Mucho.


—¿Te arrepientes de haber venido?


¿Me arrepentía?


La respuesta correcta era "no", sin embargo, esa no era la respuesta verdadera, y estaba tan cansada de engañarme a mí misma que no pude detener la sinceridad que fluyó en mis palabras al decir: —Sí.
























🥀























    LAS NOCHES ERAN SIN DUDA las más difíciles. Cuando todo estaba en silencio, y sólo me tenía a mí y a mis crueles pensamientos, era cuando la verdadera tortura comenzaba. Durante el día, enviar mis pensamientos al fondo de mi mente no era una tarea sencilla, sin embargo, durante las noches, era una tarea casi imposible.

  
Esto no estaba bien.
Yo no era así.
Yo no quería ser así.

  
Todo el tiempo me la pasaba tratando de mantener mi cabeza ocupada, intentando distraerme y de actuar como cualquiera en mi situación lo haría. Me proponía disfrutar de esta experiencia, de esta oportunidad que siempre había esperado y que con mucho esfuerzo había ganado. Yo trataba de enfocarme en mí, de hacer esto por mí. Trataba de actuar como el resto de mis compañeros, de ser como ellos, pero...no podía. Podía fingir, claro, llevaba haciéndolo las últimas cuatro semanas, pero en el fondo, no podía negar que seguía sintiéndome igual de miserable como el día en el que tomé ese avión.


Creí que había tomado la decisión correcta, creí que tiempo y espacio era lo que necesitaba, creí que al ignorar a mi corazón y escuchar esa parte racional en mi cabeza, sabría qué diablos hacer, pero no.


Tal vez porque nunca logré hacerlo.


No podía ignorar a mi corazón, por más que trataba, no lo lograba. Creí que no ver a Jeongguk lo volvería más sencillo, creí que alejarme de todo lo que me recordara a él, y a nosotros, lo haría menos doloroso, por Dios, ¿Qué tan ingenua y tonta tuve que ser para creer eso? No importaba si Jeongguk se encontraba en otro maldito planeta, él seguía estando aquí conmigo. No podía arrancarlo de mi corazón, no podía deshacerme de su recuerdo, nunca podría hacer eso, él estaba en mí, y por más doloroso que fuera, eso no iba a cambiar.


No lograba entender cómo podía estar sucediendo esto, no lograba hacerle frente. ¿Cómo era posible que Jeongguk me traicionara de esa manera? ¿Cómo diablos fue que pudo escribir esa carta un minuto y al siguiente ir y....? No podía entenderlo. No tenía sentido. Mi corazón seguía creyendo que él no sería capaz de hacernos algo así, no después de todo lo que pasamos. No cuando finalmente podíamos ser felices. Mi corazón seguía aferrándose a sus palabras, a esa pequeña esperanza, a pesar de que todo indicaba que estaba siendo una idiota ingenua y crédula.


Si él realmente había dormido con esa otra chica, yo nunca iba a poder olvidarlo, no podría estar a su lado, nunca podría aprender a vivir con eso, pero él no recordaba, decía que creía ser incapaz de haberlo hecho, pero no podía jurarlo, no podía exactamente por esa razón, no recordaba qué diablos pasó. ¿Y si en realidad no durmió con ella? ¿Y si él sólo bebió esa cosa y alguien sacó provecho de eso? ¿Y si la chica estaba mintiendo? ¿Y si él estaba mintiendo y sólo utilizaba la excusa de no recordar para no tener que hacerse cargo de lo que hizo? Por Dios, no, no lo creía capaz de hacer algo así. Yo creía lo que decía. Pero existían tantas preguntas sin respuestas. No quería tomar una decisión equivocada, no quería culparlo porque ¿y si era inocente? pero...diablos, ¿y si no lo era?


Si alguna vez me hubiera dado alguna razón para desconfiar de él en el pasado, seguramente ya habría tomado una decisión, pero no. Siempre creí que Jeongguk había sido fiel a sus sentimientos por mí, su amor nunca fue de sólo palabras, él me hizo sentirlo, todos los días, con sus acciones, sus actitudes, con todo, por eso esto era tan malditamente difícil.


Siempre pensé que si alguien traicionaba mi confianza yo sería capaz de dar un paso a un lado, creí que era lo suficientemente fuerte como para hacerlo, yo...siempre pensé que nada nunca podría justificar una infidelidad, pero esto no era tan sencillo como él siéndome infiel. O eso era lo que me decía a mí misma. Maldita sea, estaba tan confundida, tan avergonzada, estaba haciendo todo lo creí que nunca haría, todo porque quería creerle.

  
Era una contradicción, porque una parte de mí deseaba aferrarse a él, confiar ciegamente en él, hallar las respuestas que necesitábamos juntos, pero luego estaba esta otra parte que tenía tanto, tanto miedo. Miedo de tenerlo cerca, miedo de romperme en su presencia, miedo de hallar respuestas y que estas confirmaran eso que tanto temía. Quería saber la verdad, pero al mismo tiempo, me aterraba saberla.


¿Qué se suponía que tenía que hacer entonces?


Odiaba esto, odiaba sentirme así de rota, así de vulnerable, así de confundida. Me había protegido durante tanto tiempo, había sido tan cuidadosa con mis sentimientos, con mi corazón, porque temía tanto terminar así, y de nada sirvió. Mi corazón estaba roto y mi alma destrozada. Y estaba sola.


Jeongguk no me había escrito.
No lo hizo.
Ni siquiera una vez.


Y eso, honestamente me hacía sentir tan aliviada como decepcionada. De nuevo, una contradicción. Jeongguk y yo quedamos en que cuado me sintiera lista para hablar con él, se lo comunicaría, pero...demonios, sabía que no era justo sentirme molesta y frustrada porque él hiciera exactamente lo que le pedí que hiciera, pero...así me sentía. Porque yo quería hablarle, todas las noches quería hacerlo, pero ¿qué le diría? ¿te extraño? ¿te amo? ¿te necesito aquí conmigo? Con eso sólo lograría confundirlo, le haría creer que todo estaría bien, que podríamos retomar lo nuestro justo donde lo dejamos cuando no era así. Sería cruel, para los dos. Decirle lo que sentía ahora no cambiaría nada, por eso me mantenía callada.


Pero él había mantenido su palabra hasta ahora y eso no me hacía sentir mejor.


Por Dios, iba a terminar por perder la cabeza, ya estaba sonando como una demente, esto era espantoso. No podía reconocerme a mí misma, ya no sabía quien diablos era, y ahora mismo, sólo podía pensar en una cosa que podía ser peor que esto.


Porque sí, siempre que pensaba que las cosas ya no podían empeorar más, el universo se reía de mí en mi cara.

 
No estaba preparada para que mi vida tomara otro giro repentino, y tenía miedo porque Dios, o lo que sea que estuviese allá arriba, no se estaba conteniendo a la hora de lanzarme golpes, pero no podía seguir postergándolo.


Toda mi vida me consideré una persona consecuente y responsable, siempre fui el tipo de persona que hacía planes, me gustaba sentir que tenía el control sobre las cosas, sobre mi vida y hacia donde esta se dirigía, por esa razón no tomaba decisiones al azar, al contrario, todo el tiempo pensaba en los aspectos positivos y negativos de cualquier posible elección que fuese a hacer porque necesitaba asegurarme de que no estuviese a punto de cometer un error. Siempre fui así, hasta que conocí a Jeongguk.


Él fue eso en mi vida que jamás planeé.


Pero porque todo era tan especial y hermoso junto a él, bajé la guardia. Y cometí muchos errores, más de una vez. Aunque, ninguno tan grande como decirle que lo hiciéramos sin nada y luego olvidarme de tomar la bendita pastilla. Maldición, eso había sido tan irresponsable de mi parte, pero después de todo lo que ocurrió, lo último que estaba en mi mente era eso. Yo ni siquiera lo recordé hasta como dos semanas después. Había sido tan tonta, no podía dejar de reprochármelo.


Seguía pensando que sólo eran paranoias mías, existían muchas razones por las cuales mi período pudo haberse retrasado, estaba bajo muchísimo estrés y era un caos emocional, apenas dormía y comía, y me negaba a realmente siquiera a considerar la posibilidad de estar...no, no lo estaba, la probabilidades eran prácticamente inexistentes, eso no podía pasarme, Dios no sería tan cruel.


Aún así, incluso con la certeza de que esto no podía ser, mientras esperaba impacientemente el resultado de la prueba, no pude ignorar el sentimiento de terror que caló hasta mis huesos. ¿Había sido así de horrible para Seulgi? Podía suponer que sí, aunque ella no estaba sola. Yo nunca había sido de las personas que sentía lástima de sí misma, no me permitía ser así, porque ¿de qué me servía, no? Aún así, creía estar sintiendo algo de eso ahora.


Me sentía triste porque no quería estar sola, pero lo estaba. Y tenía tanto miedo. Deseaba que las cosas fueran diferentes, deseaba que Jeongguk estuviera aquí, a mi lado. Necesitaba oír sus palabras alentadoras, necesitaba sentir que no estaba sola. Dios, sólo necesitaba un mensaje ahora, sentir que estaba conmigo incluso cuando no lo estaba, pero...no había nada.


Y mientras el resultado de la prueba se mostraba claro frente a mis ojos, las lágrimas inmediatamente nublaron mi visión. Sólo...por favor, por favor, por favor. Mis piernas se sintieron débiles y mi corazón latió tan fuerte que mi pecho dolió, en cuestión de un segundo la realización me golpeó y simplemente no pude contener las ganas de llorar.

  
Mi garganta se estrechó y por un breve instante ahí, confundí las ganas de vomitar con ese angustioso y asfixiante nudo en la garganta, mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas y caí sobre mis rodillas frente al inodoro, agarré el asiento de porcelana con ambas manos y comencé a devolver todo en mi estómago. Fue espantoso, y no pude detenerme hasta que nada más que náuseas sacudían mi cuerpo.


Me sentí repentinamente tan pero tan débil, mi cuerpo temblaba mientras inconscientemente trataba de vomitar a pesar de que mi estómago ya estaba vacío, nada más salía. Lloré aún más por eso. Lloré en silencio, sabiendo que seguramente ya había despertado a más de uno.


Oí tres débiles golpes en la puerta del baño y a pesar de mi patético estado, me obligué a ponerme de pie.


—¿Haye? —escuché la calmada voz de Minhyun desde el otro lado de la puerta—. ¿Estás bien?


Mis piernas se sintieron como gelatina mientras me apresuraba en tirar la cadena y esconder el resultado de la prueba en la misma bolsa que me dieron en la farmacia.


—¿Haye? —insistió él, volviendo a tocar suavemente.


Sorbí mi nariz y rápidamente lavé mi rostro con agua fría, rogando porque no quedaran rastros de mi llanto mientras contestaba apenas, con un nudo en la garganta, que sí, que estaba bien.


Me aseguré de que todo estuviera en orden en el baño antes de salir, no quería que nadie sospechara nada, pero justo cuando puse mi mano en el pomo de la puerta para enseñar una falsa imagen de bienestar frente a Minhyun, mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo. No quería ver ni hablar con nadie, necesitaba espacio y estar sola, sin embargo, cuando tomé mi celular para rechazar la llamada, mi corazón se detuvo de golpe porque el nombre que iluminaba la pantalla no era el de cualquiera, era justo el de quien tanto anhelaba. Dios. Mi alma cayó a mis pies y me olvidé de todo, la forma en la que respondí a la llamada fue desesperada, pero no me importó, porque era Jeongguk.















¡HOLA, HOLA MIS AMORES!

¿Cómo se encuentran todas hoy? espero que estén viviendo su mejor vida 🤍

Hoy sólo me gustaría hacer dos aclaraciones. La primera, el personaje de Minhyun fue presentada por primera vez en Unplanned, probablemente no lo recuerdan, porque la primera vez lo presenté como Sejun —el amigo de Jimin que protagonizaría la obra en Europa— sin embargo, luego cambié su nombre a Minhyun, pero muchas no debieron de haberlo notado porque seguro leyeron sólo el capítulo original, así que se los dejo por aquí para que no hayan confusiones mis chikis; segundo, también quería aclararles que este capítulo empezó justo donde el otro acabó, you know, cuando JK envió el mensaje era de madrugada en Corea, pero Haye está en París, así que no se olviden de la diferencia de horario; y aquí les va una tercera aclaración sólo por si acaso, Haye NO recibió los mensajes de JK <\3 con respecto a lo que ocurrió ahí, pueden sacar sus conclusiones.

En fin chikis, aquí hagan sus apuestas, ¿cuál piensan ustedes que fue el resultado de la prueba? ¿por qué? ah, me muero por leerlas jajaja 👀 si aciertan, les va una maratón 🤍

Y aprovechen de dejarle un consejito a la pobre de Haye, está lost in confusion y lo necesita 💔

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