Sin escapatoria

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El conocimiento te da el poder de burlarte de los demás, si ello te ciega, crees que también te da el derecho.

Los expertos afirman mofarse de aquellos hombres que orgullosos levantan muros grises y paredes de ladrillo, pensando que ello bastará para mantener a un ser humano preso y dicen—: Está usted en presencia de una penitenciaria impenetrable.

— Las manos del hombre son incapaces de construir algo como eso; lo que más se asemeja al verdadero concepto de prisión y penitencia, es el amor. Cada hombre está a las manos de su propio corazón, no de simples puertas cerradas.

Cecilia Merlot
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Vale, algo muy raro me estaba pasando, y cuando lo defino así, no lo hago tipo: Oh vaya, hoy me siento la pierna derecha en la pierna izquierda.

No, no era ese tipo de raro.

¡Era peor!

Observaba desde mi lugar como TaeHyung sonreía tensando las comisuras de los labios, si eso se puede llamar una sonrisa. Cuando Tae sonríe, el marrón en sus ojos adquiere ese tono rojizo con este hermoso e inigualable brillo. ¡Sus labios se ponen a veces como si tuvieran forma de corazón, pero de pronto muestra una preciosa y pecualiar sonrisa cuadrada!

¡Se pone rojito y–!

«Oh, mierda»

Bajé la cabeza con ardor hasta en las orejas y me finjí altamente interesado en la bandeja vacía frente a mí. Desde cuatro mesas a la derecha TaeHyung enarcó una ceja en mi dirección y juro que eso fue un botón.

«Ay Dios qué me está pasando»

Quería halarme los pelos.

Suspiré pesado y pensé con más detenimiento en mis síntomas.

«¿Depresión? Sin duda: no duermo, no le presto atención a nada —o casi nada para ser más exactos—, quiero llorar cada tres segundos y los espacios cerrados me provocan jaqueca. Ahora, ¿ansiedad? Definitivamente, solo hay que ver como me torturo el labio y mis ojos se cristalizan por solo reparar en el hecho de que me sucede algo que no puedo controlar»

En resumen, desde hacía dos días solo me ocurrían cosas malas en mi confort — para nada confortable — interior.

Y todo por culpa de Kim TaeHyung.

Lo cual lo hacía todo más jodido porque él no hacía nada aparte de ignorarme/hacerme ojos feos.

Aunque sus ojos son preciosos, solo digo que–

«UGH, DEJA DE HALAGAR CADA ASPECTO DE SU SER, SUBCONSCIENTE, PORQUE NO AYUDAS EN NADA»

—Llevo tres minutos debatiéndome entre si acercarme a ti o no para comprobar si intentas hacerle un agujero a esa bandeja; creo que el miedo a que pierdas la concentración y no puedas cumplir tu objetivo ha sido lo que me ha retenido por tanto tiempo.

Con el entrecejo arrugado alcé la mirada y me encontré con una persona que nunca había visto.

Algo que era normal, no me fijo en nadie; lo que resaltaba en el caso era que este hombre en cuestión era uno como el que nunca había visto.

Ni siquiera en mi imaginación.

—Uh... Yo...

—Mi nombre es SeokJin, mucho gusto—. Se presentó de la nada.

Y yo bueno pues...

—Eres el ser más hermoso que mis ojos han visto.

«Vaya, mágico, un nuevo Crush: anotado»

—Lo sé—. Repuso con simpleza y boquiabierto observé sus hombros ascender y descender desinteresado.

Me gustaba su aura, muy: Apréciame ahora que puedes, simple mundano.

Muy yo.

—Yo ya terminé de comer, ¿tiene clase ahora?—. Cuestioné cambiando a una forma de hablar más respetuosa mientras agarraba la bandeja.

—Sí.

—Bueno —cabeceé a modo de despedida —, espero tenga buen día.

Solo que antes de salir y mirar a TaeHyung por última vez; el hermoso azabache de labios gruesos expuso—: El destino raras veces se equivoca, Jeon, y cuando lo hace él mismo lo repara. Deberías forzar un poco las cosas si quieres cumplir tu objetivo, se acaba tu tiempo.

Y sin más, desapareció entre el alumnado.

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Muy bien, como todos ya conocemos que mi vida no tenía espacios para relleno, procedo a narrar sin ninguna pausa televisiva el próximo evento cuya sensación se expresa en un merecido: ¿Otra vez Jeon JungKook?

Un nuevo espasmo en mi interior me obligó a saltarme el primer turno de la tarde. Eran escalofríos... Raros y desagradables. Por encima de mi estómago algo ardía y eso extiendió por todo mi cuerpo incontrolables ondas que me hacían querer hacerme bolita y llorar. Pero más que reacciones corporales, era lo que siento psicológicamente.

Desesperación.

Miedo.

Todo era demasiado intenso para poder procesarlo y me daba la impresión de que habían pasos que no solo me estaba saltando, sino que me obligaban a saltar.

Acorde a mis sospechas, aquello no era normal.

Sentado en el medio de la azotea bajo el cielo nublado y frío invernal con las rodillas en alto, entre mis piernas sostenía con mis manos el frasco que contenía el olor artificial a alfa de TaeHyung.

Todo tenía un poco más sentido; el misterio, los frasquitos, la actitud bipolar de Tae.

« — Todo puede cambiar de una forma tan drástica al segundo vistazo que no puedes ni imaginar, JungKookie. » Había dicho mi madre.

Suspiré mirando el frasco de líquido amarillo pálido y opté por ponerme de pie. El mundo que se desplegaba ante mis ojos era tan desconocido; creo que precisamente saber que solo veía algo paralelo a lo que se supone que tuve frente a mis narices toda mi vida aumentaba la desazón en mi vientre.

« —Tu vida será todo aquello que quieres evitar, monótona...» había dicho Yoongi.

¿Monótona y qué más?

Listo, eso era todo.

La monotonía es el umbral de un inicio sin aparente fin; tal vez por eso los vampiros se quejan de la monotonía, por ser sinónimo de eternidad.

Eso era por mi parte, ¿y TaeHyung qué? ¿Qué haría con él cuando regresase a mi monótona y aburrida vi–

—¿Qué estás haciendo aquí?

Acción: TaeHyung se hace ver en lo alto de la escalera de la azotea, abre su bella boquita y habla.

Reacción: Jeon JungKook salta, el frasco cae, el líquido se desparrama.

Conclusión: Quiero llorar otra vez.

—¡Que torpe, Jeon!

Me requirió acercándose rápido y yo me quedé temblando, el vidrio brilla desde el suelo todavía mojado por aquello que antes contenía.

—L–lo siento mucho...

Rápido me puse de rodillas cuidadoso de dónde las apoyaba y tomé con la yema de los dedos los cristales más grandes.

—Si te cortas, te pateo.

Rodé los ojos—: Esas estupideces ocurren solo en clichés, solo puedes cortarte de forma tan estúpida si quieres o si al escritor le conviene que la sangre del imbécil que toma el vidrio con las manos desnudas sea derramada.

Haberme cortado hubiese sido un final perfecto, lo admito.

Solo que ocurrió algo mejor.

— Tenía la esperanza de que regresaras a lo que eras; no funcionó —. Dice, sin–piedad.

Esbocé un puchero y dejé caer los restos del frasquito en su palma abierta.

—Eres cruel, yo te extrañé ¿sabías?

—Sigue haciéndolo lejos de mí.

—Tae...

Se puso de pie sin más y agrupó los cristales al borde de la azotea.

—Lo más probable cuando huelan este desastre es que piensen que tuve sexo contigo aquí; puede tener consecuencias—. Advirtió mirándome de reojo.

—¿A qué te refieres con consecuencias?

—No lo sé, dudo que les guste que me haya acostado contigo.

—Pero si ya lo sospechan.

—Tal vez, ¿pero que lo haya hecho aquí? ¿Justo frente a sus narices y sin haberles dejado invitación? —arrugó nuevamente las comisuras de los labios, esta vez en la repetición de la malicia de nuestro primer encuentro en el baño —. ¿Recuerdas tu reputación, mascotita de la escuela?

Tensé la mandíbula y cubrí mis codos con las manos.

También había pensado en eso, en lo que pudiera estar sucediendo con mi cuerpo allá en mi mundo por... la personalidad confianzuda de Gguckie.

¿No les daría miedo eso? Que cuando regreses la gente se sienta con el derecho de tocarte, tengas marcas en la piel y quién sabe otra prueba entre tus piernas que prueban que la “casa” no está como la dejaste.

—Vete bien rápido a la mierda, Kim.

—¿Oh? ¿Ya dejo de ser Tae?

—Cambias demasiado rápido como para yo percatarme de ello —cerré los ojos y me llevé adolorido la mano al pecho—. Mierda.

—¿Estás bien? —. Cuestionó y no pasaron tres segundos antes de que mis costados se calentaran bajo sus manos.

—N–no — negué con la cabeza y, ¿adivinen qué? ¡lloro otra vez! — nada está bien. ¡Nada está bien y tú no haces nada más que empeorarlo con tu distanciamiento, tu ley de hielo! ¡Fingir que me odias y no me conoces incluso después de que confesaras que solo confías en mí!

—Las cosas son más complicadas que eso, JungKook.

—¡Tú no eres nadie para decir eso!

—¡Deja de chillar!

—¡Yo hago lo que me dé la gana!

—¡Mentiroso, no haces nada!

—¡Sí hago! —. Literal chillé pateando el suelo.

—¡No, no haces lo que te da la gana! ¡Solo sabes conformarte con lo que sucede y dejarlo todo en mis manos para que te busque cuando yo quiera, sin pararte a pensar ni un solo momento en que yo tampoco entiendo qué pasa entre nosotros y no sé qué hacer conmigo! —tomó aire y lo sentí apretar mis costados—. Así que no digas que haces ni una mierda aparte de sentarte y esperar a que algo ocurra.

Sollocé y le dejé abrazarme, creo que es lo que siempre hice, desde un inicio.

Dejar que me enviasen a un mundo para hacer el intento de salvar a alguien que no me correspondía.

Dejar que me acosaran.

Dejar que los cambios de humor de TaeHyung controlasen lo que sea que sucedía porque sabía, estaba seguro de que esos seres ajenos a los universos paralelos confabulaban sin parar para obligarme a hacer lo que querían. Lo que por alguna razón necesitaban.

Y eso era utilizar a TaeHyung para sus propósitos.

—Bésame—. Ordené todavía abrazado a su cuello, sintiendo lejano el olor a canela acariciarme la nariz.

—Hazlo si quieres, Kookie.

—¿Tú también lo sientes? —susurré como si bajar la voz bastase para mantener ese momento solo para nosotros —. Que me necesitas.

—No te necesito — dejó cariñoso un beso en la comisura de mi labio y su nariz acarició la mía —. Solo te quiero, ¿eso no es suficiente?

—Ese es el problema —cerré con fuerza los ojos pero me mantuve quieto para que sus dedos continuasen el recorrido por mi espalda—, me duele cuando no estoy contigo. Es un dolor físico que me saca el aire.

—Tu también tienes secretos, a mí me quedan unos cuantos así que — sonrió ligerito —puedes seguir desempeñándote como el asco de detective que eres a mi lado.

—Oye... ¿Por qué eres tan malo?

Carcajeó y el aliento cálido me golpeó una de mis mejillas; todo volvió a su lugar a partir de ahí. Lo que se llevó cuando salió de mi habitación la última vez, regresó nuevamente.

Tierno, suave.

—No sé qué me une a ti y no me deja alejarme, Jeon — ¿además de una grieta en la impalpable mas existente unión del  multiverso por la que pasó un hilo metafórico que casualmente se aferró a mí entre miles de millones de personas? Pues no sé amor, nada se me ocurre — pero quiero quedarme contigo.

Y esa sonrisa en forma de corazón fue un fueguito en el centro de mi alma que se llevó todo lo malo.

Listo.

No quedaba nada aparte de TaeHyung, su destructiva fuerza y encantadora, aunque breve, fragilidad.

Eso y, por supuesto, la sensación de que me enamoraba sin remedio de él.

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Cap dedicado a la hermosa @THAERS_ gracias por tanto amor, bu 737.

Gracias a todos ūWū ❤️

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