Carnada
—Esto de aquí es tu decisión —expliqué ubicando un lapicero en el borde de la ventana del aula en que mantenía una conversación con Taehyung—. Entonces, si yo le hago esto a tu decisión... —tomé entre mis dedos el objeto y le sonreí a mi receptor, él siguió con su mirada un lapicero azul que impulsado por la fuerza ejercida por mi brazo desapareció de nuestra vista al otro lado de la ventana—. ¿Qué sucede?
Me miró con la comisura de sus labios arrugada—: Me gustaba ese lapicero.
—¡Exacto! ¡Nos olvidamos de la decisión y pasamos a un siguiente plan! Eres tan inteligente, Taehyungcit– ¡Ay! ¡No me muerdas!
Sus dientes dejaron ir mi lastimado dedo y sus manos regresaron al refugio de sus bolsillos, re adoptó esa posición que tanto le favorecía, con sus brazos extendidos al igual que sus largas piernas, las que acababan entrelazadas en la zona de los tobillos. Los ojos rojizos me estudiaban indiferentes a mi drama y dolor.
«¡Ah, qué cruel, lloro!»
—¿Y qué sugieres que haga?
Una misteriosa personita con peinado de emo y labios de puta disfrazada de Pitufina se acercó a Taehyung hoy en la mañana, justo cuando nos separamos por la diferencia de clases. La descripción tal vez no sea la más similar al aspecto que relató Tae, el que se limitó a un "normal". Pero bueno, es un extra la chica, se puede fantasear al menos un poquito.
El punto es que la persona en cuestión se dirigió a Taehyung y le entregó una dirección verbalmente. A las siete de la noche deberían encontrarse ahí.
¿Su plan? Hacerlo solo y luego contarme qué tal le fue, así, simple, como si fuera una cita para barrer el asilo frente a su casa.
«Ay Tae... No sé qué fuera de tu aburrida vida sin mí»
Me subí a la mesa frente suyo de un salto y froté con fuerza las palmas de mis manos.
—Yo llegaré antes y los estaré esperando. Lo grabaré todo por si acaso, ya sabes, para tener con qué amenazar si las cosas se salen de control.
Suspiró y el aroma a café que de seguro bebió en el desayuno me golpeó directo en la nariz.
«Hora de resistir comerle la boca, otra vez»
Cuando decidí ser pareja de Taehyung esta parte de la represión la verdad no entraba en mis planes, conste, me quejaré con administración.
—No seas idiota, Jungkook. ¿Cuál piensas que es su objetivo? ¿Mhm?
—Pues una charlita amistosa no parece—. Protesté enarcando una ceja.
—Me necesitan para algo, la cuestión es que no sé qué, pero no es algo que se me pueda ser dicho aquí. Y si quieren conseguirlo, deben tener exactamente eso, "una charlita amistosa". Se asegurarán de que no haya nadie escuchando, tonto.
—¿Estás desconfiando de mi carácter sigiloso? Mi segundo nombre es sombra, amigo mío.
—Tu segundo nombre es desastre —agarró en el aire la mano que deseaba hacer impactar contra mi pecho y logró mi atención con una simple caricia de su pulgar en mi piel—. Lo que quiero decir es que no puedes complicar las cosas, Kookie; confía en mí, sus intenciones no son hacerme daño, o ya lo hubieran hecho.
Dejó un beso en mi frente y señaló con sutileza a nuestro alrededor, lleno de ojos por todas partes, ni siquiera debía mirar para constatarlo.
—Por qué te hacen lo que hacen y detenerlo, es una de mis demandas. Confía en que las cosas saldrán bien.
—Vale...
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Desde mi privilegiada posición veía el vaho brotar de la boca de Taehyung creando una hermosa nube de calor que juro, imaginé que se convertía en un corazón.
«Veo corazones por todas partes, soy una vergüenza para mi preciosa reina blanca»
Nah, mentira, team reina roja por siempre.
Continué admirando cada aspecto de Taehyung con la barbilla sostenida por mi mano. Desde su cabello castaño rozando el cuello de la gabardina, hasta el fragmento de tobillo que su pantalón y zapatos dejaban a la vista. De a momentos frotaba sus manos a lo largo de sus brazos para ganar calor, así como sus manos buscaban abrazo en los bolsillos; el tiempo transcurrió con él dando pasitos de un lado para el otro y sus largos —nunca me cansaré de resaltar—, hermosos dedos reacomodando la bufanda color mostaza alrededor de su cuello.
Arrugué el entrecejo y retrocedí oculto entre la vegetación al ver un taxi llegar y detenerse frente suyo.
«Aquí es cuando el brillante plan de Jeon Jungkook se va al garete» me lamenté.
«Okey, esto no lo veía venir»
Pero para mi alivio, Taehyung, en lugar de ser llamado a que entrase al taxi, fue incitado a retroceder para así poder salir los tres individuos antes ocupantes del asiento trasero. Tae se cruzó de brazos y encuadró los hombros, reticente a cualquier saludo.
Tres omegas, incluso yo con mi inexperiencia pude detectar eso. Dos muchachas y un chico de grandes espejuelos y abultadas mejillas.
«Mírate como solo das introducción a la apariencia del omega... Eres un descarado, Jeon»
Pregunta: ¿Qué cambiarías de ti?
Respuesta: Mi conciencia.
Sin dudarlo, es que hay algo mal con ella.
Exhalé con fuerza por el alivio de no ver mis planes fracasar y el gesto atrajo las miradas de los cuatro, asustado me impulsé hacia atrás y caí sentado en la tierra. Mordí mi labio para evitar quejarme por la piedra que se me clavó en la nalga.
Sin embargo, mi esfuerzo fue en vano, un par de brazos salieron de donde mismo lo hacen en las películas de terror y ciencia ficción, de la nada; y me levantaron dejándome vulnerable a la mirada estupefacta de Taehyung.
«Así que... Nos volvemos a encontrar»
Ay no Jeon, no te rías, no te rías.
Esbocé una sonrisa de disculpa a Tae por ignorar deliberadamente sus indicaciones, pero desapareció rápido, endurecí la expresión y sacudí fuera de mí los brazos que me agarraban.
—No represento peligro, pueden quitarme las manitas de encima —me arreglé frunciendo los labios las mangas de mi camisa y salté por encima de los arbustos que contribuían a mi sigilo.
El salto no fue de los mejores que he dado, debo admitir.
—Pero... —una de las chicas parpadeó intentando recuperarse de la impresión—. ¿Jeon Jungkook? Citamos solo a Taehyung...
—Llegó treinta minutos después de nosotros, hace una hora, ya—. Explicó uno de los dos que me sabotearon el espionaje.
—Exacto, llevo esperando muchísimo rato, debieron haberse apurado un poquito más.
—¿Y por qué estabas ahí?
—Mi piel es sensible al sol—. Repuse tranquilamente.
Las cosas fluían sin tramas turbias, éramos siete adolescentes reuniéndonos en un lugar a la intemperie, una carretera que abrazaba como serpiente una roca montaña, que luego desembocaba en una avenida principal. Taehyung miraba todo apoyado en la baranda que diferenciaba el asfalto del precipicio, con sus brazos cruzados por encima del pecho. Sus ojos estuvieron fijos en mí los siguientes segundos de silencio, roto por su suspiro.
—Tu segundo nombre pasa de ser desastre, a ser ridículo.
«Jeon Ridículo Jungkook» ¿Lo peor? Me gustaba.
—Independientemente del vergonzoso acontecer de los hechos, Jungkook es mi omega, saben lo que eso supone.
«Ah, yo no sé» Taehyung le dedicó una sonrisa ladeada a mi disimulada estupefacción, como si hubiese contado con mi desconocimiento de la mayoría de las cosas que se hablarían.
Cerebro alienígena, me decía.
—Por supuesto, íbamos a contactarnos con Jeon cuanto antes, solo... Pensábamos que sería mejor por separado, en fin —se organizó la chica de cabello rubio dando una sacudida de su cabeza—. Empezemos otra vez, mi nombre es Liliana, ella es Cloud, él es Tomas y ellos dos son Key y Ken respectivamente.
Presentó comenzando con ella, siguió la omega castaña, luego el chico de anteojos y los dos mastodontes inodoros que me sacaron de mi escondite, ellos dos, por lo visto, encargados de su seguridad.
Lo primero que pensé fue en lo rápido que olvidaría sus nombres.
—Son...
—Yo soy V —habló Taehyung sin variar su posición, contrario al resto no exhibió ni siquiera un cabeceo a modo de saludo—, y él es JK.
«Wow, soy JK»
Solo en aquel momento, me percaté de que el evento que sucedía se trataba de, nada más y nada menos, que una reunión clandestina. Taehyung sí se veía mentalizado para ello.
Me sentí estúpido.
Como si hubiese adivinado mis pensamientos, estiró su mano y alcanzó la mía para colocarme a su lado más alejado del resto, que se disponía en forma de herradura.
—¿Para qué querían hablar con JK?
Preguntó, sentí su dedo acariciar mi congelada mano; aquella era temporada invernal y el poco sol que se filtraba por las nubes era bloqueado por la vegetación que me mantuvo "escondido" durante una hora. La duda de si era correcto ignorar las distancias y calentar mis manos, o simplemente dejarme ir, se exteriorizó en su caricia; mas acabó por desaparecer cuando su mano viajó sola a su bolsillo y dejó la mía colgada en el aire, cayó sutil segundos después.
—Bueno... Queríamos disculparnos en un primer lugar. Lamentamos mucho el acoso que ha estado sufriendo a lo largo de este mes.
—Y decir las gracias —enarqué una ceja en dirección a Taehyung, quien ilegible devolvía cada frase—, ¿cuánto tuvieron que ver con eso?
La chica rubia, que se hacía llamar Liliana, dudó sobre qué responder a ello, al final decidió hacerse la desentendida, algo de lo que comenzó a arrepentirse apenas instantes luego.
—¿A qué te refieres con eso?
Los ojos de Taehyung no variaron, mantuvieron un hielo rojo que vertió sobre la conciencia de la presa de su mirada.
—Te diré mis deducciones para avanzar más rápido —su lengua se paseó por sus labios, tranquila, torturando a su víctima por su calma—. Por la crisis mundial que se avecina producto al déficit de supresores, los omegas debéis estar intranquilos, incluso si todos salen perdiendo con ese problema, ustedes son el eslabón más bajo de la cadena alimenticia —la acción de Liliana de entrecerrar sus ojos, provocó en Taehyung una sonrisa—. Deben estar planeando algo para dar una llamada de alerta y así arrastrar a todos los ratoncitos a la misma madriguera. Pero para asegurar que los preparativos del plan salieran bien, necesitaban una distracción —Taehyung me señaló con una inclinación de su cabeza—, ahí es donde entra este desastre.
Hubiese protestado, pero realmente me arrepentía de haber asistido a aquella reunión. Tenía, en primer lugar, vergüenza de sentirme un sobrante al no haber recibido invitación; y en segundo lugar, era penoso ver a Taehyung desenvolverse con aquel como su elemento, y entender que, precisamente, yo no tenía nada que hacer allí.
«Trágame tierrecita y escúpeme en Narnia»
No obstante, ya presente en la reunión, me limité a prestar el máximo de mi atención.
—No somos responsables del abuso a Jeon, nuestra disculpa se limita a no haber intervenido y, confieso, habernos aprovechado de ello.
Pareció que Taehyung con su solo escrutinio, le dio un paseo por el infierno y dejó hecha una hojita en su lugar.
—Cuando se afirmó que Jungkook era mi omega, sucedió lo que sucedió en los baños; luego de eso se ponen en contacto conmigo dando por sentado que buscaría la protección de mi omega —Taehyung alzó la barbilla—. ¿Pensaste que no llegaría a esa conclusión? Es lo único que tienen para ofrecerme, ¿qué me asegura que no estuvieron sus manos detrás de eso?
El que se hizo llamar Tomas dio un paso al frente, su nariz se arrugó expresando lo ofendido que se sentía.
—Nosotros no haríamos una jugarreta de esas, menos con alguien que consideramos de los nuestros.
—Ustedes quieren que sea de los suyos para utilizarme —repuso Tae, inherente a la emoción del muchacho—, y solo podrían conseguirlo utilizando a Jungkook.
—¡Nosotros solo queremos ponernos a todos a salvo!
—Tomas, ya basta.
Liliana hizo retroceder al chico con cuidado y su mirada de resignación y pesar fueron protagonistas de su expresión.
—Me gustaría convencerte de otra forma, pero visto que ya poco remedio tiene, voy a seguirte el ritmo.
—¡Pero Liliana, él está malentendiéndolo todo!
—Desconocemos la raíz de ese ataque, el espía que tenemos en el nido alfa no estuvo enterado de ello, lo que nos hace sospechar que otro grupo se está poniendo en movimiento —sus ojos pardos se enfocaron en los míos—. ¿Podrías darnos detalles de lo que sucedió?
Eso captó la atención de Taehyung, vi el interés derritiéndose como bronce por su mirada; la conversación de los hechos no la había tenido con nadie, ni siquiera con él.
Pero, antes de todo, dijo—: Solo debes hablar si lo deseas.
El cariño se sobrepuso al interés y eso me instó a dirigirle una sonrisa.
—Está bien, no me importa —mi mirada viajaba de persona en persona conforme daba el relato—. No hay mucho que contar, entré al baño porque alguien me había salpicado ramen del almuerzo ese día.
—¿Salpicado?
—Volteado sería más específico—. Bufé recordando la asquerosa desgracia.
—¿Conoces quién lo hizo?
—No...
—¿Lo reconocerías en caso de verlo de nuevo?
Asentí a la pregunta de Key sin dudarlo. Tal vez era un desastre para relacionar nombres y rostros, pero el reconocimiento facial era mi especialidad.
—Nos encargaremos de eso al llegar a la escuela mañana—. Aseguró Taehyung en baja voz.
—Continúa, por favor.
—Cierto. El baño estaba vacío, pero apenas entré un total de... ¿Siete personas, tal vez? Quizás un poco más, el pánico lo hizo sentir como una multitud, pero no creo que sobrepasaran la decena.
—¿Habían omegas?
—No lo sé —dije con tono de disculpa—, estaba muy desconcentrado.
Por no decir asustado.
Por no decir aterrado.
Pero todo eso se redució a nada al reparar en la mirada consternada de Taehyung.
—Si fueron siete, al menos cuatro debieron ser betas, meter tantos olores en un sitio tan pequeño les acabaría delatando.
—No necesariamente —rebatió Taehyung, su mirada fija en la nada frente a sus pies—, cuando llegué el descontrolado olor a celo de Jungkook disfrazó el aroma de todos. Si contaron con eso y echaron a suerte la dificultad de Jungkook para reconocer las castas, pudo haber sido cualquiera.
—¿Te dijeron algo?—. Preguntó en cambio Cloud, la omega castaña.
«Tranquilo, si lo que haremos aquí te va a gustar» recordé, ocultando en mis puños el estremecimiento que amenazó con sacudir mi cuerpo.
—No... No me dijeron nada.
Asintieron y cavilaron la información en silencio.
—¿Qué esperaban ganar con eso?
—Una advertencia —murmuró Taehyung—, para ustedes Jungkook era la carnada, y ellos, conscientes de eso, jugaron con ella sin picar realmente.
Tragué con fuerza y el frío me empujó más cerca de Tae, tuve el infantil deseo de regresar al refugio bajo sus brazos, justo como en aquel día camino a la escuela. Antes de sucumbir a mis deseos, una duda afloró en mi mente.
—¿Qué les asegura que ese infiltrado no sea un doble cara?
—Confiamos en él.
—El grupo de alfas también, es la condición para ser un doble cara.
—¿Es Kai? —. Preguntó repentinamente Taehyung, y los presentes no pudieron ocultar su sorpresa, una que los dejó en evidencia—. Confío en él.
—Pero—
—Fue algo así como el subordinado de mi madre, está más apegado a sus principios que yo mismo—. Me explicó.
No me sorprendía demasiado, su simpatía hacia Taehyung siempre se vio más natural que la del resto; además de aquella conversación privada que tuvimos sobre los prejuicios.
«Pero esperen...»
—En ese caso... Ustedes sí tuvieron que ver con los malos ratos que me hicieron pasar en la escuela.
—Bueno... Tenía que pasar desapercibido, debía ganarse la confianza del clan alfa.
—¡Pero si Kai era quien los lideraba! Por su culpa empezó todo, por sus teatros, por sus... Por sus... ¡Fueron ustedes!
Estaba tan enojado.
Ellos eran del equipo bueno, ¿cierto? Sus acciones eran para el bienestar de los desprotegidos. En la historia no los pintaban así; en los libros no ponían sus jugarretas.
Y yo no era un niño, sabía que ni el blanco era tan blanco ni el negro tan negro. Pero joder.
—Ustedes no solo se aprovecharon del bullying, no solo no intervinieron; ustedes lo empezaron. Todo este tiempo culpé a mi actitud pero fue culpa suya..
Desde el momento en que Seokjin acudió a mí cuando esperaba a Yoongi, tuve una sospecha. Era la segunda vez que se me aparecía para darme pistas, para darme órdenes implícitas.
Y cuando lo vi a espaldas de Liliana, mirándome impasible, su presencia me dio la certeza que me faltaba.
—Tu misión es llevar a Taehyung por el camino de la revolución, Jungkook, no alejarlo—. Me dijo y, aunque el mundo a mi alrededor continuaba andando, noté que solo yo podía escuchar su voz.
«Estás aquí para influir en mí, ¿no es cierto?» le pregunté en mis pensamientos y su respuesta fue asentir.
—No estamos orgullosos de eso, Jungkook, pero te aseguramos que el atentado en el baño no fue cosa nuestra—. Decía Liliana mientras yo estaba absorto en mis pensamientos.
Por cuestiones ajenas a su control, entre Taehyung y yo se forjó un lazo que impedía a cualquier ángel —o alfiler, como prefiero llamarlos—, intervenir en el destino de Taehyung.
Pero necesitaban a Taehyung para cumplir sus propósitos, y su solución fue... Influir en mí. Considerando que las acciones de Taehyung dependían de mí, de cierta manera, controlándome controlaban a Taehyung.
«Hijos de puta» a pesar de la maldición que de seguro le llegó desde mis pensamientos, su expresión no sufrió cambios.
Tomé aire con algo de inestabilidad, y, apuesto, con la ayuda del alfiler nombrado Seokjin, recuperé el hilo de la conversación.
—¿Qué querían decirme después de hablar con Taehyung?
—Como ya dijimos, disculparnos...
—¿Y qué más?—. Pregunté con el tono mordaz.
Ni la mano de Taehyung pudo calmar la tormenta en mi interior en aquel momento.
—Pues... Con los preparativos ya listos, en dos días se tomará asistencia de una revuelta. Los medios de difusión masiva reproducirán también la prueba de abuso de alfas. Ya la policía está avisada, todo está listo.
—¿Qué estás queriendo decir?—. Preguntó Taehyung a vistas de que yo no podía pronunciar palabra.
Sentía su corazón acelerado desde mi lugar, casi tanto como el mío propio.
—Jungkook debe adoptar su papel de carnada una vez más... Será nuestro grito de alarma, es una trampa a los alfas, todo está listo.
—Y–yo no quiero —nunca tuve material de protagonista—. ¿Grabar? ¿Van a acosarme y ustedes piensan publicarlo como muestra de que la sociedad no es tan bonita como la pintan? ¿En serio creen que yo—?
—Lo sentimos, Jungkook —mis piernas temblaron con verdadero miedo cuando la disculpa me llegó de sus ojos—, ya no hay vuelta atrás.
«Mi papel es ser la carnada que le muestra a los niños pequeños que las aguas no están tan tranquilas como parecen, que no deben meter sus manitos en ella porque si no...» pensé para mis adentros «Si no, acabarán como la carnada»
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