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Señales.
Aquella palabra se repetía una y otra vez en su cabeza, logrando que la incertidumbre se colara en su sistema.
¿Qué había querido decir Charles con aquella palabra? ¿Aquellas palabras?
Soltó un suspiro mientras forzaba a su mente para seguir analizando el significado de esas palabras. Palabras que por más que deseara e intentara no podía quitarse de la cabeza.
Que extraño y profundo era Charles cuando se lo proponía. Aunque debía admitir que su mini discurso fue bastante agradable y endulzante para el delicado oído de una inocente dama.
Lo bueno era que ella no entraba en ese círculo.
Enterró la cabeza sobre su suave almohada de pluma, soltando otro suspiro, esta vez de cansancio. Ya no seguiría pensando en aquello, se prometió, si no que haría como si simplemente el Duque jamás las hubiera dicho.
Si, se dijo convenciéndose a sí misma, era lo mejor.
—Permiso milady — Beth ingreso en la habitación, cargando una bandeja en la que Mia suponía traía un té, con una pizca de leche y una cucharadita de azúcar, y unas cuantas galletas. Exquisito.
—Adelante, Beth — murmuró, aun de cara contra la almohada. — Deja la bandeja sobre la cama — indicó, sentándose derecha sobre la misma.
Beth asintió a esto, y rápidamente obedeció a su pedido.
—Milady, recuerde que hoy es la fiesta de té de la condesa de Rodhood — al oír esto, Mia la observó con una ceja alzada, claramente una señal de confusión, y de que lo había olvidado. — la pequeña fiesta de bienvenida a los nuevos condes, recuerde que usted misma la ayudó a escribir las invitaciones — le recordó, sonriendo ante las muecas de fastidio por parte de la chica.
—Oh — Mia asintió, bebiendo de su té con delicadeza para después, de la misma forma, morder una galleta. — está bien, Beth. Gracias por recordármelo — sonrió. — pide que por favor alisten la bañera, si tengo que ir a esa bendita fiesta lo menos que merezco es una baño relajante. — bufo, no muy entusiasmada a asistir a aquella reunión organizada por su amiga.
—¿Pétalos de rosas o burbujas? —
—Mmm, creo que la situación amerita burbujas — asintió. Ir a un sitio lleno de pomposos no era algo que la podía de buen humor.
Lo único bueno es que allí estaría su amiga, y podrían compartir más que lo que compartieron en la cabalgata de la semana anterior, cuando Lottie se la había pasado todo el tiempo charlando con su esposo y Charles, mientras ella meditaba las palabras de este último.
Maldito hombre de pensamientos profundos...en los que le gustaría poder navegar.
Soltó una risilla ahogada ante tal pensamiento. Seguro Charles le estaba pegando la forma de pensar.
Quince minutos después, luego de haber bebido tranquilamente su té y haber saboreado a conciencia las exquisitas galletas que la cocinera preparaba, estuvo lista para ingresar a la humeante bañera con burbujas que la espera tras el biombo color rosa pálido a un costado de su habitación.
Beth la ayudó a desvestirse, riendo disimuladamente al verla pelear con el corsé y sus enaguas. Artefactos del demonio. Repetía una y otra vez la chica, logrado que Beth terminara por soltar unas nada delicadas carcajadas.
—Uh — suspiró Mia, ya dentro de la humeante esponjosidad de burbujas. — Esto será lo único que extrañare cuando al fin me vaya de aquí — sonrió hacia su doncella con nada disimulada jocosidad.
—Sobre eso, milady...— Beth mantuvo la cabeza gacha mientras jugaba de forma distraída con sus manos.
—¿Si? —.
—¿Cuándo se vaya qué sucederá conmigo? —.
—¿Qué sucederá contigo? —. Mia hizo un mohín mientras con seguía moviéndose entre las burbujas. — Bueno, supongo que es tu decisión — encogió los hombros — puedes irte conmigo y seguir siendo mi doncella...o bien, puedes quedarte aquí y seguir trabajando como hasta ahora –
—Oh, gracias milady por darme la opción de elegir — la doncella se quitó rápidamente la pequeña lágrima que había rodado por su mejilla. Ninguna otra dama de la alta sociedad habría hecho aquello, simplemente la habrían obligado a viajar con ellas o despedido, si se negaba, sin ninguna referencia y no mucho más que su sueldo habitual.
—Bah — La joven en la bañera hizo un gesto de no interés ante las gratitud de la chica, cosa que siempre hacia cuando alguien intentaba agradecerle algo. No era muy buena aceptando la gratitud o gestos amorosos de otras personas que no fueran su familia...cercana. — No es necesario que me agradezcas — sonrió — te mereces eso y más por haberme soportado todos estos años — soltó una risilla, guiñandole un ojo.
—Pero...—
—¡Nada de peros! — volvió a sacudir la mano, silenciándola y lanzando unas cuantas burbujas al suelo. — Puedes retirarte, me gustaría terminar con mi baño sola, cuando necesite tu ayuda te llamaré —.
—Bien — Beth asintió — ¡Gracias de nuevo! — exclamó antes de salir de la habitación, sabiendo como su señora odiaba aquello.
Mia se limitó a rodar los ojos y seguir en lo suyo, pronto tendría que comenzar con la tortura que significaba arreglarse para una fiesta de té.
Bendita fiesta de té.
Una hora después, se encontraba esperando con impaciencia que Beth terminara de arreglar su cabello. Era lo único que faltaba para que su atuendo, que constaba de un delicado y a la vez recatado vestido de muselina color verde pastel y unos zapatos a juego, estuviera listo.
—¡Al fin! — exclamó cuando su doncella hubo terminado de toquetear su cabellera. Rápidamente se puso de pie, y con disimulo repasó su apariencia en el espejo de cuerpo completo junto al armario.
Se veía decente. Asintió para sí misma, conformándose con lo que veía en el reflejo frente a ella.
—Ningún comentario, Beth — advirtió al ver que la anteriormente mencionada abría la boca para hablar, seguramente para decirle algo que la incomodaría. La chica era experta en eso.
La doncella asintió, sin poder evitar sonreír.
— Su alteza, la reina la espera en la salita azul — le informo.
—Está bien, ya puedes retirarte, gracias por tu ayuda — Mia camino hacia la puerta de su habitación, dirigiéndose directamente a la salita azul. Una sala que irónicamente no tenía ningún mueble, adorno o cortina de ese color...solo se llamaba así porque era el color favorito de la reina y ella usaba aquella sala muy a menudo.
Iría a la fiesta de Charlotte con Alexa ya que como la dama soltera y respetable que era, necesitaba tener una carabina revoloteando constantemente a su alrededor. ¿Y quién mejor que la Reina?
Nadie.
Quince minutos después se encontraba sobre el lujoso carruaje negro que las llevaría a Rodhood House, casa de los condes, junto a Alexa, y Lady Southford, su tía Lucia, quien había decidió a último minuto acompañarlas.
Ambas damas conversaban sobre los posibles invitados al evento de la tarde mientras Mia se mantenía al margen, aun pensando en las palabras del duque de Blackmore.
Una vez llegaron a su destino, fueron recibidas por el mayordomo de los condes, quien inmediatamente las invito a entrar.
En el jardín se encontraban todos los invitados Por lo que con suma prestancia, Mia se acercó a su amiga para saludarla de la misma manera.
—¡Mia, me alegra que hayas venido! — exclamó Lottie en cuanto la vio a su lado, su voz no era más alta que un susurro lo que menos quería era formar un escándalo en su primera fiesta como condesa anfitriona.
—No me lo perdería — contestó con franqueza y una leve sonrisa. Por mucho que la fastidiaran aquellas fiestas jamás se habría perdido la de su mejor amiga.
Su mirada se desvió hacia una conocida cabellera de color castaño claro, junto a la cabellera rubia de una de las doncellas más cotizadas y populares de la temporada.
Charles estaba conversando y riendo amenamente con nada más y nada menos que Lady Anastasia Loodways.
Otra vez.
-xx-
30-01-2018
GRACIAS POR TODO!!❤
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